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Críticas ordenadas por utilidad
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7
28 de abril de 2022
28 de abril de 2022
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 2020 Jean-Jacques Annaud anunció su intención de llevar a la gran pantalla el incendio de la catedral de Notre Dame. Quería principalmente hacer un reconocimiento a los bomberos que extinguieron lo principal del fuego para que la tragedia no fuera a más.
Mi parecer es que el director francés ha conseguido transmitir de manera fidedigna y veraz el gran pesar que sentimos los millones de personas que vimos volatilizarse un templo magno que, muchos habíamos visitado personalmente.
Un poco de historia
El 15 de abril de 2019 medio millones de personas entramos en shock ante la noticia y las imágenes del gran incendio que se desató en la emblemática Catedral de Notre Dame de París, una obra que se fue construyendo entre los siglos XII y XIV. El filme recrea este terrorífico y virulento incendio que provocó la caída de su aguja, así como el tejado de este bellísimo templo gótico. En apenas una hora, la cúpula y toda la parte alta colapsaron y cayeron para estupor de muchos.
Annaud se emplea a fondo
Detrás de crónica del incendio que sacudió los cimientos de la catedral parisina, está todo un maestro del séptimo arte. Jean-Jacques Annaud (París, 78 años). Nuestro cineasta evita los efectos digitales. Lo que ha hecho es replicar a escala real algunas secciones de la catedral, para después prenderles fuego literalmente.
Annaud ha conseguido, así, una película espectacular, que hace uso del abundante material de archivo que grabaron las cadenas de televisión y los cientos de personas con sus móviles. Tiene incluso documentos de Macron o a la alcaldesa de París, Anne Hidalgo. Todo en favor del realismo.
Técnicamente está impecablemente hecha y la fotografía de Jean-Marie Dreujou resulta majestuosa en lo visual, particularmente en las secuencias del incendio.
Dificultades en la urbe parisina
La película evidencia los relacionado con el entramado de las avenidas y el diseño complejo de las calles de París, que al igual que en tantas ciudades europeas, son muy estrechas, muy transitadas y prácticamente colapsadas; una realidad con la que nos identificamos los espectadores que asistimos a la película, haciéndonos sudar la gota gorda de pura angustia.
Vemos en pantalla a los bomberos, responsables de apagar el incendio que se encuentran mil y una dificultades, antes de llegar al lugar de la catástrofe. Momentos de gran tensión: calles taponadas por obras, tráfico intenso, vehículos entorpeciendo el recorrido, etc.
Toda esta baraúnda de movimientos y la angustia que se sufre en la catedral, está acompañada por una banda sonora que arropa perfectamente, de Simon Franglen, que amplifica el voltaje dramático.
La iniciativa de los productores
Es claro que los productores han contratado a un director de prestigio para que lleve a la pantalla e ilustre con el mayor énfasis y detalle posible esta desdicha reciente en el país galo. Jean-Jacques Annaud se emplea a fondo para trasladar al espectador una de las mayores desgracias para el arte monumental de su país, rodando el siniestro a modo de gran espectáculo.
En el plano narrativo la ortodoxia se impone, siendo que los veinte primeros minutos aciertan a describir extraordinariamente cualquiera de los días turísticos corrientes de Notre Dame: aglomeraciones de turistas agitados por saborear la enorme belleza del templo.
Hasta que todo queda interrumpido por el aviso de incendio, la difícil y caótica llegada de los bomberos con su heroísmo. Annaud recrea el fatal incendio, envuelto en una velada crítica a la impericia general y una alabanza al esfuerzo anónimo para salvarla.
Obra singular con clima asfixiante
No es una cinta al uso, tampoco es un documental, lo cual que el término “docudrama” bien podría encajar como manera de definir la obra; a la que se podría añadir el apellido singular o calificativo de “catástrofes”.
El filme se mueve en torno a una tragedia, aunque sin víctimas. Gentes que arriesgan sus vidas para salvar el monumento, lo cual Annaud parece justificar en la búsqueda de la esperanza a través de la fe.
Crítica publicada en revista de cine ENCADENADOS: http://www.encadenados.org/rdc/sin-perdon/6573-arde-notre-dame-3
Mi parecer es que el director francés ha conseguido transmitir de manera fidedigna y veraz el gran pesar que sentimos los millones de personas que vimos volatilizarse un templo magno que, muchos habíamos visitado personalmente.
Un poco de historia
El 15 de abril de 2019 medio millones de personas entramos en shock ante la noticia y las imágenes del gran incendio que se desató en la emblemática Catedral de Notre Dame de París, una obra que se fue construyendo entre los siglos XII y XIV. El filme recrea este terrorífico y virulento incendio que provocó la caída de su aguja, así como el tejado de este bellísimo templo gótico. En apenas una hora, la cúpula y toda la parte alta colapsaron y cayeron para estupor de muchos.
Annaud se emplea a fondo
Detrás de crónica del incendio que sacudió los cimientos de la catedral parisina, está todo un maestro del séptimo arte. Jean-Jacques Annaud (París, 78 años). Nuestro cineasta evita los efectos digitales. Lo que ha hecho es replicar a escala real algunas secciones de la catedral, para después prenderles fuego literalmente.
Annaud ha conseguido, así, una película espectacular, que hace uso del abundante material de archivo que grabaron las cadenas de televisión y los cientos de personas con sus móviles. Tiene incluso documentos de Macron o a la alcaldesa de París, Anne Hidalgo. Todo en favor del realismo.
Técnicamente está impecablemente hecha y la fotografía de Jean-Marie Dreujou resulta majestuosa en lo visual, particularmente en las secuencias del incendio.
Dificultades en la urbe parisina
La película evidencia los relacionado con el entramado de las avenidas y el diseño complejo de las calles de París, que al igual que en tantas ciudades europeas, son muy estrechas, muy transitadas y prácticamente colapsadas; una realidad con la que nos identificamos los espectadores que asistimos a la película, haciéndonos sudar la gota gorda de pura angustia.
Vemos en pantalla a los bomberos, responsables de apagar el incendio que se encuentran mil y una dificultades, antes de llegar al lugar de la catástrofe. Momentos de gran tensión: calles taponadas por obras, tráfico intenso, vehículos entorpeciendo el recorrido, etc.
Toda esta baraúnda de movimientos y la angustia que se sufre en la catedral, está acompañada por una banda sonora que arropa perfectamente, de Simon Franglen, que amplifica el voltaje dramático.
La iniciativa de los productores
Es claro que los productores han contratado a un director de prestigio para que lleve a la pantalla e ilustre con el mayor énfasis y detalle posible esta desdicha reciente en el país galo. Jean-Jacques Annaud se emplea a fondo para trasladar al espectador una de las mayores desgracias para el arte monumental de su país, rodando el siniestro a modo de gran espectáculo.
En el plano narrativo la ortodoxia se impone, siendo que los veinte primeros minutos aciertan a describir extraordinariamente cualquiera de los días turísticos corrientes de Notre Dame: aglomeraciones de turistas agitados por saborear la enorme belleza del templo.
Hasta que todo queda interrumpido por el aviso de incendio, la difícil y caótica llegada de los bomberos con su heroísmo. Annaud recrea el fatal incendio, envuelto en una velada crítica a la impericia general y una alabanza al esfuerzo anónimo para salvarla.
Obra singular con clima asfixiante
No es una cinta al uso, tampoco es un documental, lo cual que el término “docudrama” bien podría encajar como manera de definir la obra; a la que se podría añadir el apellido singular o calificativo de “catástrofes”.
El filme se mueve en torno a una tragedia, aunque sin víctimas. Gentes que arriesgan sus vidas para salvar el monumento, lo cual Annaud parece justificar en la búsqueda de la esperanza a través de la fe.
Crítica publicada en revista de cine ENCADENADOS: http://www.encadenados.org/rdc/sin-perdon/6573-arde-notre-dame-3
8
14 de febrero de 2018
14 de febrero de 2018
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
No se puede entender bien el núcleo de la película, que es la reconstrucción de la historia personal, si no se han vivido ya algunos años. En el caso de esta película esta reconstrucción viene de la mano de un hombre mayor, y habla de cómo nuestra coraza personal, nos lleva a distorsionar y a no querer comprender lo que fue nuestro recorrido vital para evitar culpas y remordimientos con autoengaños inconscientes y pueriles.
Tiene la película un guión de Nick Payne que resulta de la la novela que da título al film, de Julian Barnes (Premio Booker, 2011). El libreto brinda la oportunidad para reflexionar sobre la pérdida, la memoria y la pesadumbre. Como escribiera el propio Barnes: “Vivimos en el tiempo, pero nunca he creído comprenderlo muy bien”. Pues bien, con esta novela y este libreto el director indio nacido en Bombay, Ritesh Batra, ha filmado esta excelente película que tiene el pulso y el espíritu del propio Barnes, pero traducido en imágenes, cuya base son la añoranza, la tristeza, la introversión y el la proeza de trasladar a imágenes, una intimidad que resulta má sencillas de describir en palabras que con metáforas. Batra, con elegancia y sobriedad, sabe imprimir un ritmo pausado pero dinámico a tan complejos asuntos, con flashbacks muy esclarecedores y originales. Batra nos sumerge en un cosmos que aunque dramático, es narrado con serenidad.
La banda sonora de Max Richter es muy emotiva y hermosa arropando perfectamente la trama con una cuidada selección de canciones There was a time, de Donovan, y Time has told me, de Nick Drake), piezas icónicas y banderas del estilo de la época sesentera. Hermosa fotografía de Christopher Ross y una cuidada puesta en escena, ambientación vestuario y todo lo que rodeaba a las dos épocas en las que se desenvuelve la trama: la contemporánea y la de los años 60, y a través de momentos de la vida diferentes: la jubilación y la juventud.
En el reparto el oscareado Jim Broabdent está archigenial, interpretando sabiamente el rol de hombre mayor con fracasos a sus espaldas, y lo hace de una manera muy convincente. Charlotte Rampling es la antigua novia convertida en una mujer de edad avanzada que sabe hacer perfectamente su papel de mujer que ha tenido una vida desdichada. Harriet Walter hace un gran trabajo como ex-mujer del protagonista y Michelle Dockery está igualmente bien como la hija madre-soltera.
La cinta es una manera de pensar esas consecuencias perniciosas que no queremos admitir. Nuestros comportamientos pretéritos que se actualizan en realidades que ya creíamos olvidadas pero que en ocasiones reaparecen.
Para mí la película es una apología para trabajar esa memoria remota y revivir sucesos antiguos, lo cual tiene consecuencias muy positivas para la salud psicofísica de quien acomete esta especie de terapia. Sobre cómo hacer una revisión de nuestra vida, de pensar en nuestro recorrido por este mundo cuando ya los años avanzan y la memoria flaquea o se ha acomodado a recordar acontecimientos que sólo son fruto de nuestros propios e inadvertidos intereses, de nuestras oportunas mentiras ya cristalizadas.
Tiene la película un guión de Nick Payne que resulta de la la novela que da título al film, de Julian Barnes (Premio Booker, 2011). El libreto brinda la oportunidad para reflexionar sobre la pérdida, la memoria y la pesadumbre. Como escribiera el propio Barnes: “Vivimos en el tiempo, pero nunca he creído comprenderlo muy bien”. Pues bien, con esta novela y este libreto el director indio nacido en Bombay, Ritesh Batra, ha filmado esta excelente película que tiene el pulso y el espíritu del propio Barnes, pero traducido en imágenes, cuya base son la añoranza, la tristeza, la introversión y el la proeza de trasladar a imágenes, una intimidad que resulta má sencillas de describir en palabras que con metáforas. Batra, con elegancia y sobriedad, sabe imprimir un ritmo pausado pero dinámico a tan complejos asuntos, con flashbacks muy esclarecedores y originales. Batra nos sumerge en un cosmos que aunque dramático, es narrado con serenidad.
La banda sonora de Max Richter es muy emotiva y hermosa arropando perfectamente la trama con una cuidada selección de canciones There was a time, de Donovan, y Time has told me, de Nick Drake), piezas icónicas y banderas del estilo de la época sesentera. Hermosa fotografía de Christopher Ross y una cuidada puesta en escena, ambientación vestuario y todo lo que rodeaba a las dos épocas en las que se desenvuelve la trama: la contemporánea y la de los años 60, y a través de momentos de la vida diferentes: la jubilación y la juventud.
En el reparto el oscareado Jim Broabdent está archigenial, interpretando sabiamente el rol de hombre mayor con fracasos a sus espaldas, y lo hace de una manera muy convincente. Charlotte Rampling es la antigua novia convertida en una mujer de edad avanzada que sabe hacer perfectamente su papel de mujer que ha tenido una vida desdichada. Harriet Walter hace un gran trabajo como ex-mujer del protagonista y Michelle Dockery está igualmente bien como la hija madre-soltera.
La cinta es una manera de pensar esas consecuencias perniciosas que no queremos admitir. Nuestros comportamientos pretéritos que se actualizan en realidades que ya creíamos olvidadas pero que en ocasiones reaparecen.
Para mí la película es una apología para trabajar esa memoria remota y revivir sucesos antiguos, lo cual tiene consecuencias muy positivas para la salud psicofísica de quien acomete esta especie de terapia. Sobre cómo hacer una revisión de nuestra vida, de pensar en nuestro recorrido por este mundo cuando ya los años avanzan y la memoria flaquea o se ha acomodado a recordar acontecimientos que sólo son fruto de nuestros propios e inadvertidos intereses, de nuestras oportunas mentiras ya cristalizadas.
7
1 de diciembre de 2019
1 de diciembre de 2019
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sebastián Borensztein es un director muy interesante del cine argentino (“Capitán Kóblic”, 2016 o “Un cuento chino”, 2011), que consigue con esta cinta una obra agradable y entretenida con un mensaje social que acierta a reflejar muy bien lo que fue la Argentina del ‘Corralito’, cómo los currantes, las clases medias y de ahí para abajo, mantienen el país con esfuerzo, tesón y eficiencia, PERO dominados por una gran casta de sinvergüenzas que mangonean a tutiplén. Como dice la conocida copla del cantautor granadino Carlos Cano: “esos gachós trajeaos que viven de na. Que lo roban, lo roban, con cuatro palabritas finas lo roban”.
Están narrados los acontecimientos por Fermín Perlassi (Ricardo Darín), uno de los protagonistas que viene a convertirse en la voz de muchos. Las palabras que abren la película dicen: "Según el diccionario, 'gil' es una persona lenta, a la que le falta viveza y picardía. Aunque ya sabemos que laburante, tipo honesto, gente que cumple las normas, terminan siendo sinónimos de 'gil'. Pero un día el abuso al que estamos acostumbrados los giles se convierte una verdadera patada en los dientes. 'Basta', se dice uno". Todo un alegato a los sufrientes ciudadanos de cualquier lugar del mundo pero con el subrayado de la ignominia que supuso en 2001 el cierre de los bancos a los ciudadanos argentinos; la nobleza del pueblo versus la sevicia y la voracidad de quienes ostentan el poder.
La cosa se desarrolla a finales del 2001, cuando un grupo de amigos y vecinos del pequeño pueblo de Alsina (Bs. As.) pierde todo el dinero que había conseguido reunir para reflotar unos viejos silos. Cuando descubren que sus ahorros volaron por una gran estafa perpetrada por un abogado y un gerente del banco, los giles deciden organizarse y pergeñar un plan minucioso para recuperar su dinero.
Llamativo guion de Sebastián Borensztein y Eduardo Sacheri, adaptación de la novela de éste último “La noche de la Usina” (premio Alfaguara 2016), pleno de humor que sabe mantener el pulso en los momentos de mayor dramatismo, pero sin renunciar el tono gamberro y ganso del comienzo. La película sirve para recordar la ignominia que supuso el "corralito", y a la vez un acercamiento a la nobleza popular frente a la vileza del poder.
Se da una gran empatía del espectador con los pobres giles engañados; hay gags, chistes y diálogos muy graciosos y muy argentinos, todo lo cual se desarrolla en clave tragicómica, un terreno atrevido en el que Borensztein sabe moverse con destreza. A partir de este punto la película resulta más que simpática, en un trabajo coral donde los villanos son malísimos; y entre los héroes de la función, un grupo de personajes encabezados por Darín, un tipo bueno duramente golpeado.
El reparto es de antología, con un Ricardo Darín a la cabeza que hace un trabajo sutil y loable. Luis Brandoni genial, un señor que con poco parlamento pero con un deje cargado de sorna y dolor, llena de contenido su papel. Chino Darín (hijo de Darín) pasa bien el corte aportando una dosis de amor romántico que se agradece. Merece también especial mención un caricaturesco Andrés Parra en el rol de malvado ladrón de pobres. Y acompañando con enorme nivel: Verónica Liinás, Daniel Aráoz, Carlos Belloso y otros, todos buenos.
Sebastián Borensztein sabe contar la historia en clave de comedia dramática. A lo cual se unen pinceladas de thriller de atracos (robo perfecto), cine de suspense, western, sobre la amistad y la solidaridad. Una cinta, en fin, que deja un excelente sabor de boca en el espectador, con un final de ‘justicia poética’.
Sugestiva la música de Federico Jusid junto a temas de figuras clásicas del rock argentino como Luis Alberto Spinetta, Divididos, Los auténticos decadentes, Babasonicos, Cerati, Serú Girán, etc. Muy buena la fotografía de Rodrigo Pulpeiro. Puesta en escena y montaje acelerados con equívocos e invenciones que se convierten en un slapstick criminal de bajo presupuesto.
Película que alterna gracia, guasa y chispa, y que nos obsequia con una trama fresca y ligera que combina la intriga con la mirada social, a modo de fábula con mensaje maniqueo que incluso resulta acertado. A Borensztein le ha salido una película amable y viva que reivindica la solidaridad y la nobleza.
Están narrados los acontecimientos por Fermín Perlassi (Ricardo Darín), uno de los protagonistas que viene a convertirse en la voz de muchos. Las palabras que abren la película dicen: "Según el diccionario, 'gil' es una persona lenta, a la que le falta viveza y picardía. Aunque ya sabemos que laburante, tipo honesto, gente que cumple las normas, terminan siendo sinónimos de 'gil'. Pero un día el abuso al que estamos acostumbrados los giles se convierte una verdadera patada en los dientes. 'Basta', se dice uno". Todo un alegato a los sufrientes ciudadanos de cualquier lugar del mundo pero con el subrayado de la ignominia que supuso en 2001 el cierre de los bancos a los ciudadanos argentinos; la nobleza del pueblo versus la sevicia y la voracidad de quienes ostentan el poder.
La cosa se desarrolla a finales del 2001, cuando un grupo de amigos y vecinos del pequeño pueblo de Alsina (Bs. As.) pierde todo el dinero que había conseguido reunir para reflotar unos viejos silos. Cuando descubren que sus ahorros volaron por una gran estafa perpetrada por un abogado y un gerente del banco, los giles deciden organizarse y pergeñar un plan minucioso para recuperar su dinero.
Llamativo guion de Sebastián Borensztein y Eduardo Sacheri, adaptación de la novela de éste último “La noche de la Usina” (premio Alfaguara 2016), pleno de humor que sabe mantener el pulso en los momentos de mayor dramatismo, pero sin renunciar el tono gamberro y ganso del comienzo. La película sirve para recordar la ignominia que supuso el "corralito", y a la vez un acercamiento a la nobleza popular frente a la vileza del poder.
Se da una gran empatía del espectador con los pobres giles engañados; hay gags, chistes y diálogos muy graciosos y muy argentinos, todo lo cual se desarrolla en clave tragicómica, un terreno atrevido en el que Borensztein sabe moverse con destreza. A partir de este punto la película resulta más que simpática, en un trabajo coral donde los villanos son malísimos; y entre los héroes de la función, un grupo de personajes encabezados por Darín, un tipo bueno duramente golpeado.
El reparto es de antología, con un Ricardo Darín a la cabeza que hace un trabajo sutil y loable. Luis Brandoni genial, un señor que con poco parlamento pero con un deje cargado de sorna y dolor, llena de contenido su papel. Chino Darín (hijo de Darín) pasa bien el corte aportando una dosis de amor romántico que se agradece. Merece también especial mención un caricaturesco Andrés Parra en el rol de malvado ladrón de pobres. Y acompañando con enorme nivel: Verónica Liinás, Daniel Aráoz, Carlos Belloso y otros, todos buenos.
Sebastián Borensztein sabe contar la historia en clave de comedia dramática. A lo cual se unen pinceladas de thriller de atracos (robo perfecto), cine de suspense, western, sobre la amistad y la solidaridad. Una cinta, en fin, que deja un excelente sabor de boca en el espectador, con un final de ‘justicia poética’.
Sugestiva la música de Federico Jusid junto a temas de figuras clásicas del rock argentino como Luis Alberto Spinetta, Divididos, Los auténticos decadentes, Babasonicos, Cerati, Serú Girán, etc. Muy buena la fotografía de Rodrigo Pulpeiro. Puesta en escena y montaje acelerados con equívocos e invenciones que se convierten en un slapstick criminal de bajo presupuesto.
Película que alterna gracia, guasa y chispa, y que nos obsequia con una trama fresca y ligera que combina la intriga con la mirada social, a modo de fábula con mensaje maniqueo que incluso resulta acertado. A Borensztein le ha salido una película amable y viva que reivindica la solidaridad y la nobleza.
8
16 de junio de 2024
16 de junio de 2024
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sensacional documental de Madeleine Gavin, sobre un régimen despiadado sin recreaciones ni ficción. Hace un seguimiento a personas en su intento de huir de Corea del Norte, uno de los países comunistas más asfixiantes, angustiosos y peligrosos del mundo.
La película se vale de entrevistas con desertores y material de archivo, para ofrecer una semblanza sobre el estricto control que la seguridad de Corea del Norte tiene sobre sus habitantes. Cómo son vigilados por la propaganda del régimen.
Corea del Norte vive en la ficción de pretender crear el “paraíso” en la tierra. Pero la realidad es tan dura que más bien se parece a un “infierno” para cualquier espíritu libre.
“Un país y un régimen anormales”
Este documento describe a Corea del Norte como un país surrealista y maligno. La única dinastía comunista, confuciana y hereditaria del mundo.
Represión absoluta, dirigentes asesinados, no hay emisoras de TV o Radio externas, sólo un periódico adepto al régimen, y radio y TV oficiales.
Tampoco hay libertad religiosa ni de movimiento. Las autoridades quieren que la población viva en un estado de miedo permanente: ejecuciones públicas, tortura, abortos forzados, etc. Violación absoluta de los Derechos Humanos.
“Copiando la Biblia”
Incluso, los mandamientos que el régimen hace como suyos, son un calco de los mandamientos de la ley de Dios que transmitiera Moisés.
Copian la Biblia cristiana. Lo que incluye calcar episodios bíblicos: Kim Gong es Dios, pues hasta nació en una modesta cabaña de madera, equivalencia con el portal de Belén, etc. Por eso la Biblia está prohibida en el país.
“Historia”
El documental tiene apuntes históricos que explican cómo Japón, en 1905, había invadido y colonizado a Corea de forma brutal. Tras la derrota en la II Gran Guerra, cuando Japón se rindió, Corea quedó dividida en dos partes: norte (URSS) y sur (EE. UU.).
El sur celebró prontamente elecciones públicas y salió de presidente Syngman Rhee, educado en Norteamérica. En el norte, Stalin buscó un títere de Moscú, este es el origen del comunista Kim Il-Sung.
A esta división siguió una sangriente guerra en la cual participaron las dos potencias. Los norcoreanos invaden el sur con ayuda soviética y no tarda la ONU y los americanos en abanderar la contraofensiva que supuso millones de muertes.
En 1953 se firma el armisticio y el alto el fuego, aunque técnicamente la guerra nunca acabó. El país quedó fraccionado.
“Misión Caleb: la iglesia del Pastor Kim”
Corea del Norte linda con China, Rusia y Corea del Sur. En la frontera con Corea Sur hay millones de minas terrestres, y la mayoría de los desertores deben huir a China, por una frontera de 1.300 kilómetros a lo largo del río. Un viaje largo y peligroso.
Seungeun Kim es un pastor que ha conseguido ayudar a muchas personas a huir de Corea del Norte. Kim nos dice en el documental que los desertores sufren mucho, tanto cuando están dentro como durante su deserción.
Cuenta Kim que cuando estudiaba para pastor fue a China como misionero y allí fue donde vio por vez primera a huérfanos norcoreanos huidos. Kim entendió que Corea Norte y Sur son el mismo pueblo, con la misma lengua, las mismas raíces. Ahí tomó la decisión de ayudar.
Estando en Corea del Norte conoció a su mujer. Entonces, empezó a planear las diferentes maneras para sacarla de allí. Estas indagaciones de formas y rutas, le irvieron luego para ayudar a muchos otros ciudadanos del país hermano y llevarlos Corea del Sur.
“Diferentes casos”
La película se centra en dos desertores que trabajan para liberar a sus familiares de Corea del Norte. En ambos casos recurren al pastor Seungeun, un hombre que aparece en pantalla como si tal cosa, siendo que arriesga su vida y su paz familiar.
Mientras Lee espera ansiosamente noticias de su hijo, la familia de Wu se embarca en un largo, arriesgado y penoso viaje. Gavin, quien también editó la película, intercala sus historias con información sobre la cultura y la política de Corea del Norte.
“La paradoja y el delirio”
Hay una canción popular en Corea del Norte llamada "Nada que envidiar", que cantan los niños en la escuela que dice: “¿Quién podrá jamás quebrar nuestra fuerza? / No tememos ninguna tormenta ni estrés (…) Nuestra casa es el seno del Partido / No envidiamos nada en el mundo”.
Esto, a pesar de que no hay agua corriente, ni tuberías domésticas, ni libertad básica de pensamiento ni opción alguna que no venga ordenada desde arriba. A los norcoreanos se les inculca que realmente tienen todo mejor que cualquier otro país del mundo.
Pero lo que vemos es que los habitantes del norte coreano viven en una cárcel virtual y prácticamente desconocen otras maneras de vida fuera de su país.
Sorprende ver a los desertores norcoreanos en este documental de Madeleine Gavin, descubrir las mentiras en las que fueron criados y educados.
“Interesante obra de Gavin”
Gavin ha logrado una historia tan interesante como inquietante, creando un documental que es tan informativo como emotivo y terrorífico. Se siente perplejidad y espanto. Tiene una estupenda música de Adam Taylor y una meritoria fotografía de Kim Hyunseok, que capta aspectos sugerentes con gran maestría.
La película está contada desde una perspectiva comprometida, con una panorámica tan atroz, que difícilmente se puede dudar de ella. Sobre todo, teniendo en cuenta que todos los relatos e imágenes son de primera mano y fieles testigos de lo que ocurre realmente.
Documento muy interesante para conocer la atroz situación que se vive en este “país infernal” capaz de matar en vida el florecer del espíritu humano.
Publicado más extenso en revista ENCADENADOS: https://encadenados.org/criticas/beyond-utopia-3/
La película se vale de entrevistas con desertores y material de archivo, para ofrecer una semblanza sobre el estricto control que la seguridad de Corea del Norte tiene sobre sus habitantes. Cómo son vigilados por la propaganda del régimen.
Corea del Norte vive en la ficción de pretender crear el “paraíso” en la tierra. Pero la realidad es tan dura que más bien se parece a un “infierno” para cualquier espíritu libre.
“Un país y un régimen anormales”
Este documento describe a Corea del Norte como un país surrealista y maligno. La única dinastía comunista, confuciana y hereditaria del mundo.
Represión absoluta, dirigentes asesinados, no hay emisoras de TV o Radio externas, sólo un periódico adepto al régimen, y radio y TV oficiales.
Tampoco hay libertad religiosa ni de movimiento. Las autoridades quieren que la población viva en un estado de miedo permanente: ejecuciones públicas, tortura, abortos forzados, etc. Violación absoluta de los Derechos Humanos.
“Copiando la Biblia”
Incluso, los mandamientos que el régimen hace como suyos, son un calco de los mandamientos de la ley de Dios que transmitiera Moisés.
Copian la Biblia cristiana. Lo que incluye calcar episodios bíblicos: Kim Gong es Dios, pues hasta nació en una modesta cabaña de madera, equivalencia con el portal de Belén, etc. Por eso la Biblia está prohibida en el país.
“Historia”
El documental tiene apuntes históricos que explican cómo Japón, en 1905, había invadido y colonizado a Corea de forma brutal. Tras la derrota en la II Gran Guerra, cuando Japón se rindió, Corea quedó dividida en dos partes: norte (URSS) y sur (EE. UU.).
El sur celebró prontamente elecciones públicas y salió de presidente Syngman Rhee, educado en Norteamérica. En el norte, Stalin buscó un títere de Moscú, este es el origen del comunista Kim Il-Sung.
A esta división siguió una sangriente guerra en la cual participaron las dos potencias. Los norcoreanos invaden el sur con ayuda soviética y no tarda la ONU y los americanos en abanderar la contraofensiva que supuso millones de muertes.
En 1953 se firma el armisticio y el alto el fuego, aunque técnicamente la guerra nunca acabó. El país quedó fraccionado.
“Misión Caleb: la iglesia del Pastor Kim”
Corea del Norte linda con China, Rusia y Corea del Sur. En la frontera con Corea Sur hay millones de minas terrestres, y la mayoría de los desertores deben huir a China, por una frontera de 1.300 kilómetros a lo largo del río. Un viaje largo y peligroso.
Seungeun Kim es un pastor que ha conseguido ayudar a muchas personas a huir de Corea del Norte. Kim nos dice en el documental que los desertores sufren mucho, tanto cuando están dentro como durante su deserción.
Cuenta Kim que cuando estudiaba para pastor fue a China como misionero y allí fue donde vio por vez primera a huérfanos norcoreanos huidos. Kim entendió que Corea Norte y Sur son el mismo pueblo, con la misma lengua, las mismas raíces. Ahí tomó la decisión de ayudar.
Estando en Corea del Norte conoció a su mujer. Entonces, empezó a planear las diferentes maneras para sacarla de allí. Estas indagaciones de formas y rutas, le irvieron luego para ayudar a muchos otros ciudadanos del país hermano y llevarlos Corea del Sur.
“Diferentes casos”
La película se centra en dos desertores que trabajan para liberar a sus familiares de Corea del Norte. En ambos casos recurren al pastor Seungeun, un hombre que aparece en pantalla como si tal cosa, siendo que arriesga su vida y su paz familiar.
Mientras Lee espera ansiosamente noticias de su hijo, la familia de Wu se embarca en un largo, arriesgado y penoso viaje. Gavin, quien también editó la película, intercala sus historias con información sobre la cultura y la política de Corea del Norte.
“La paradoja y el delirio”
Hay una canción popular en Corea del Norte llamada "Nada que envidiar", que cantan los niños en la escuela que dice: “¿Quién podrá jamás quebrar nuestra fuerza? / No tememos ninguna tormenta ni estrés (…) Nuestra casa es el seno del Partido / No envidiamos nada en el mundo”.
Esto, a pesar de que no hay agua corriente, ni tuberías domésticas, ni libertad básica de pensamiento ni opción alguna que no venga ordenada desde arriba. A los norcoreanos se les inculca que realmente tienen todo mejor que cualquier otro país del mundo.
Pero lo que vemos es que los habitantes del norte coreano viven en una cárcel virtual y prácticamente desconocen otras maneras de vida fuera de su país.
Sorprende ver a los desertores norcoreanos en este documental de Madeleine Gavin, descubrir las mentiras en las que fueron criados y educados.
“Interesante obra de Gavin”
Gavin ha logrado una historia tan interesante como inquietante, creando un documental que es tan informativo como emotivo y terrorífico. Se siente perplejidad y espanto. Tiene una estupenda música de Adam Taylor y una meritoria fotografía de Kim Hyunseok, que capta aspectos sugerentes con gran maestría.
La película está contada desde una perspectiva comprometida, con una panorámica tan atroz, que difícilmente se puede dudar de ella. Sobre todo, teniendo en cuenta que todos los relatos e imágenes son de primera mano y fieles testigos de lo que ocurre realmente.
Documento muy interesante para conocer la atroz situación que se vive en este “país infernal” capaz de matar en vida el florecer del espíritu humano.
Publicado más extenso en revista ENCADENADOS: https://encadenados.org/criticas/beyond-utopia-3/
24 de agosto de 2023
24 de agosto de 2023
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Olivier Treiner, que debuta como director de largometrajes, acierta a colocar frente a la pantalla a la misma mujer que, hipotéticamente para el relato, va pasando por situaciones variadas desde que era adolescente en los ’80, hasta décadas después, lo cual va teniendo consecuencias también diferentes para su vida.
Es el mismo personaje con diferentes perfiles, motivados estos por desiguales pequeñas casualidades. Treiner consigue un ritmo acorde a lo que cuenta, haciendo uso de recursos visuales para resaltar los momentos cumbre, esos que llevan emparejados virajes existenciales sustantivos.
Película construida de pequeños detalles y movimientos de cámara. Puede que en una escena esté la protagonista en una habitación y enfocar a continuación a edificio lejano donde la protagonista está en otra vida.
Es como una radiografía del albur (casualidad-causalidad), como poner en imágenes algunas de las ideas del famoso Premio Novel Jacques Monod (El azar y la necesidad), donde introduce estos conceptos, lo cual plantea implicaciones metafísicas y espirituales del destino, de un sino que no está escrito ni determinado en ninguna parte por ser tan etéreo como un vilano al viento.
Lo que fue y lo que pudo haber sido, lo que ha sido y lo que quizá se quiso, todo ello se intercambia; una disyuntiva de itinerarios y caminos que, como la vida misma, acechan a cada uno de nosotros, quién sabe, a la vuelta de la esquina, para bien, para mal, para felicidad, para amargura, el encuentro con el amor, un tropiezo irreparable, la bofetada de un padre airado, la llegada de la madre a una fiesta estudiantil, etc.
Un pasaporte volátil, la elección de un modelo de vestido en una tienda de modas, la cola en una librería en la que aparece el hombre soñado, o no, ese hombre paga sus libros y marcha rápido, cuestión de segundos, el viaje en moto por París con su prometido, se lanza la moneda al aire a ver quién conduce, si es uno, zafan, si es otro, accidente y desdicha.
En pantalla vamos viendo situaciones disímiles y vidas del mismo personaje que son producto de la aventura del vivir, de las coincidencias, de algún choque, de una mirada que atrapa: urdimbre en la que se teje quién sabe cómo. Todo menos un camino rígidamente trazado.
En esta cinta, a diferencia de otras anteriores similares (Dos vidas en un instante, 1998, de Peter Howitt), nos encontramos con más de dos variables, muchísimas más, a partir de algunos instantes clave que generan combinaciones variadas, casi como si nos encontráramos en el multiverso, una biografía polimorfa.
Este caleidoscopio de posibilidades es audaz y lo que importa es la experiencia, de cómo el director nos coloca ante una lista de existencias más o menos felices/infelices, una mujer que tiene que abordar un crisol de disyuntivas y de consecuencias, que van desde la frustración a la liberación.
Toda esta trama tiene sentido por el poder magnético y brillante que transmite su protagonista, Lou de Laâge, con sus extraordinarias cualidades para hacerse con poder del relato, por su magnetismo en todos los roles que interpreta; con gran capacidad para pasar de un plano a otro, de una existencia a otra, con enorme sencillez en registros antagónico; la Laâge es pieza clave de este filme. Acompañada por un ejemplar reparto de actores y actrices como Raphael Personnaz (estupendo como el marido soñado), Isabelle Carré (excelente como la amantísima madre), Grégory Gadebois (padre de Julia, muy bien y mejor), y otros.
Es muy importante el guion de Camille Treiner y O. Treiner, que consigue contar una historia multinivel, multisendero y en ocasiones, sino en todas, muy inquietantes, pues que «la vida iba en serio (…) y la verdad desagradable asoma: / envejecer, morir, / es el único argumento de la obra», como escribiera Jaime Gil de Biedma.
Lo que caracteriza esta cinta es que la biografía de Julia no se sostiene en un solo hilo, sino que deriva en decenas de ellos, porque cada vida, que al principio son dos, se va subdividiendo en otras a medida que gestos imperceptibles, comportamientos sencillos o accidentes fatales aplican un cruce, una deriva inesperada.
Trenier tiene la osadía meritoria de engañar al espectador modulando lo que parece un modelo narrativo. Lo traiciona para darle dinamismo al relato y en gran medida, confundirnos. Hay mano izquierda en las transiciones entre las trayectorias de las distintas Julias, se cuidan detalles -corte de pelo, vestuario, luz- que nos ayudan a orientarnos en el galimatías.
La peli juega también la baza de la ambigüedad: qué es la realidad y qué no. Cosa que no queda claro pues todas las historias son a la vez reales y ficticias, no hace falta que sea o haya sido la vida veraz de la protagonista. Tiene de «real maravilloso» poder ver todas las vidas de Julia, y que cada cual se quede con la que le parezca.
Temas como el porvenir, el destino, la opción por tal o cual, las consecuencias de nuestras conductas, lo inesperado que aguarda a la vuelta de cualquier esquina. Se exploran las ramificaciones incluso de decisiones insignificantes en apariencia, que tomamos, y el impacto sobre nuestro futuro. Todo ello en un tono meditabundo, abstraído, nostálgico y de incertidumbre.
Una película que emociona, que atrapa con la vida de Julia. Una propuesta original para salirse de las películas más convencionales de Hollywood. Una oda a la vida, un canto también a las oportunidades, a la fortuna e incluso al infortunio. Además, utiliza más que mejor los elementos del cine.
Publicado en revista ENCADENADOS: https://encadenados.org/criticas/pequenas-casualidades-3/
Es el mismo personaje con diferentes perfiles, motivados estos por desiguales pequeñas casualidades. Treiner consigue un ritmo acorde a lo que cuenta, haciendo uso de recursos visuales para resaltar los momentos cumbre, esos que llevan emparejados virajes existenciales sustantivos.
Película construida de pequeños detalles y movimientos de cámara. Puede que en una escena esté la protagonista en una habitación y enfocar a continuación a edificio lejano donde la protagonista está en otra vida.
Es como una radiografía del albur (casualidad-causalidad), como poner en imágenes algunas de las ideas del famoso Premio Novel Jacques Monod (El azar y la necesidad), donde introduce estos conceptos, lo cual plantea implicaciones metafísicas y espirituales del destino, de un sino que no está escrito ni determinado en ninguna parte por ser tan etéreo como un vilano al viento.
Lo que fue y lo que pudo haber sido, lo que ha sido y lo que quizá se quiso, todo ello se intercambia; una disyuntiva de itinerarios y caminos que, como la vida misma, acechan a cada uno de nosotros, quién sabe, a la vuelta de la esquina, para bien, para mal, para felicidad, para amargura, el encuentro con el amor, un tropiezo irreparable, la bofetada de un padre airado, la llegada de la madre a una fiesta estudiantil, etc.
Un pasaporte volátil, la elección de un modelo de vestido en una tienda de modas, la cola en una librería en la que aparece el hombre soñado, o no, ese hombre paga sus libros y marcha rápido, cuestión de segundos, el viaje en moto por París con su prometido, se lanza la moneda al aire a ver quién conduce, si es uno, zafan, si es otro, accidente y desdicha.
En pantalla vamos viendo situaciones disímiles y vidas del mismo personaje que son producto de la aventura del vivir, de las coincidencias, de algún choque, de una mirada que atrapa: urdimbre en la que se teje quién sabe cómo. Todo menos un camino rígidamente trazado.
En esta cinta, a diferencia de otras anteriores similares (Dos vidas en un instante, 1998, de Peter Howitt), nos encontramos con más de dos variables, muchísimas más, a partir de algunos instantes clave que generan combinaciones variadas, casi como si nos encontráramos en el multiverso, una biografía polimorfa.
Este caleidoscopio de posibilidades es audaz y lo que importa es la experiencia, de cómo el director nos coloca ante una lista de existencias más o menos felices/infelices, una mujer que tiene que abordar un crisol de disyuntivas y de consecuencias, que van desde la frustración a la liberación.
Toda esta trama tiene sentido por el poder magnético y brillante que transmite su protagonista, Lou de Laâge, con sus extraordinarias cualidades para hacerse con poder del relato, por su magnetismo en todos los roles que interpreta; con gran capacidad para pasar de un plano a otro, de una existencia a otra, con enorme sencillez en registros antagónico; la Laâge es pieza clave de este filme. Acompañada por un ejemplar reparto de actores y actrices como Raphael Personnaz (estupendo como el marido soñado), Isabelle Carré (excelente como la amantísima madre), Grégory Gadebois (padre de Julia, muy bien y mejor), y otros.
Es muy importante el guion de Camille Treiner y O. Treiner, que consigue contar una historia multinivel, multisendero y en ocasiones, sino en todas, muy inquietantes, pues que «la vida iba en serio (…) y la verdad desagradable asoma: / envejecer, morir, / es el único argumento de la obra», como escribiera Jaime Gil de Biedma.
Lo que caracteriza esta cinta es que la biografía de Julia no se sostiene en un solo hilo, sino que deriva en decenas de ellos, porque cada vida, que al principio son dos, se va subdividiendo en otras a medida que gestos imperceptibles, comportamientos sencillos o accidentes fatales aplican un cruce, una deriva inesperada.
Trenier tiene la osadía meritoria de engañar al espectador modulando lo que parece un modelo narrativo. Lo traiciona para darle dinamismo al relato y en gran medida, confundirnos. Hay mano izquierda en las transiciones entre las trayectorias de las distintas Julias, se cuidan detalles -corte de pelo, vestuario, luz- que nos ayudan a orientarnos en el galimatías.
La peli juega también la baza de la ambigüedad: qué es la realidad y qué no. Cosa que no queda claro pues todas las historias son a la vez reales y ficticias, no hace falta que sea o haya sido la vida veraz de la protagonista. Tiene de «real maravilloso» poder ver todas las vidas de Julia, y que cada cual se quede con la que le parezca.
Temas como el porvenir, el destino, la opción por tal o cual, las consecuencias de nuestras conductas, lo inesperado que aguarda a la vuelta de cualquier esquina. Se exploran las ramificaciones incluso de decisiones insignificantes en apariencia, que tomamos, y el impacto sobre nuestro futuro. Todo ello en un tono meditabundo, abstraído, nostálgico y de incertidumbre.
Una película que emociona, que atrapa con la vida de Julia. Una propuesta original para salirse de las películas más convencionales de Hollywood. Una oda a la vida, un canto también a las oportunidades, a la fortuna e incluso al infortunio. Además, utiliza más que mejor los elementos del cine.
Publicado en revista ENCADENADOS: https://encadenados.org/criticas/pequenas-casualidades-3/
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