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Críticas 747
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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20 de mayo de 2020 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si las matemáticas y la economía se pueden aplicar al béisbol, tiene sentido que Florentino Pérez dirija el equipo del que es presidente como una empresa. Quizá Bennett Miller lo tuvo también en mente para componer su obra.
Billy Beane, ex jugador e implicado manager de los Atléticos de Oakland, encuentra la solución a parte de sus problemas cuando, en una reunión, se topa con Peter Brand, un licenciado por Yale que le muestra un método novedoso. Un método empresarial, casi cartesiano, que llevará al éxito a la deportiva escuadra.
Pocos ojeadores son capaces de entrar en la mente de un joven, y pocos inicios de películas de ese otro juego dentro del juego son tan contundentes. Hay dos grandes primeras bases: Brad Pitt y Jonah Hill, y un aceptable fondo de banquillo del que sobresale Robin Wright, llegada del Pantano de Fuego. Un poco fuera de tono, como una bola mala, el inmenso Seymour Hoffman, que en paz descanse.
Cuando lo sé, lo sé; y en el caso de Moneyball, lo sé: seguro que a mitad de temporada ha mejorado su porcentaje.
2 de abril de 2010 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hablan Richard Dreyfuss y Rob Reiner, el narrador y el director de la peli, por ese orden, de su amistad desde siempre. Por lo visto, gran parte de las anécdotas de CUENTA CONMIGO así como el trasunto de las conversaciones son también auténticos, y se dieron en el ámbito de la pandilla de la que ambos, Reiner y Dreyfuss, fueron miembros. Al parecer, además, el episodio de las sanguijuelas le sucedió de verdad a Stephen King, el original padre de la criatura, y de la veracidad de esas maravillosas e insustanciales charlas adolescentes todos podemos dar testimonio.
Escribía San Agustín que la amistad es la más dulce de todas las dulzuras. Y a lo mejor porque los amigos son esa familia que cada uno se elige para sí mismo o porque sólo con los viejos amigos se puede ser quien verdaderamente se es, lo dirigido por Rob Reiner y lo narrado por Richard Dreyfuss en CUENTA CONMIGO, adaptando lo que confeccionaba Stephen King en su novela corta The Body, refleja tan bien el espíritu de la verdadera amistad, esa que no crece porque muere en la infancia.
Que si hay algo de lo que yo me siento especialmente orgulloso, después de tres décadas, es de mis amigos, la familia de la que quise rodearme y quienes, gracias a Dios, todavía no han salido de mi vida, en la forma de la que salen los camareros en los restaurantes. Y aunque ya no tenemos edad para saltar por los tejados o colarnos clandestinos en colegios ajenos para jugar al fútbol, ni nos sobra agilidad para, agachados, jugar a las chapas o a la lima o en la piscina al Marco Polo, intento que no se extinga la llama que encendíamos en aquel tiempo, cuando nos quedaban todos los veranos del mundo por disfrutar. Porque estoy seguro de que no volvería a encontrar amigos como los que tengo desde que tenía doce años.
31 de diciembre de 2008
10 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
De igual modo que hay una Poesía Social existen en el Cine y a mi parecer lo que yo llamo películas sociales, las cuales no sé si quedarían englobadas en lo que los más versados entienden por Cine Social pero que sí están destinadas a denunciar algo o a hacerse eco de denuncias o reivindicaciones que han sido referencia en el mundo en qué vivimos.
ERIN BROCKOVICH es una de esas cintas a las que yo atribuyo no poco corte social.
Bajo la batuta de Steven Soderbergh, uno de los más competentes directores de las nuevas hornadas hollywoodienses, el siempre magistral Albert Finney y la puntualmente soberbia Julia Roberts componen una de las más poderosas parejas protagonistas del Cine reciente.
ERIN BROCOVICH, bien contada y bien concebida, presenta a juicio universal una más de los cientos de miles de batallas de David contra Goliat que han acontecido desde el minuto 0, habiéndonos ganado ya desde el principio para la causa colocando en la piel de David a una bella, atrevida, sugerente, pícara y lenguaraz jaca de metro ochenta con las narices suficientes como para cantarle la tabla a su propio jefe.
Es decir, la compañera perfecta para el caso de que uno a ella le haya caído en gracia, vaya.
10 de enero de 2023
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tan enorme como el barco, tan sofisticada como era la proyección que del trasatlántico se hizo a comienzos del siglo XX, surcaba la película de James Cameron los mares de todas las pantallas de cine del mundo a mediados de los noventa. Irrumpía grandiosa, descomunal, llevada de cabestro por una formidable campaña publicitaria que, a la manera de un tsunami, pudo con diques y contenciones, con espigones y polders. Y, pese a los escollos, pese a maremotos, arenas, restos de conchas e icebergs, TITANIC, la película, que recaudaba tanto dinero, al menos, como el que logró atesorar John Jacob Astor a lo largo de toda su existencia, sí arribó a buen puerto.
A destacar, antes que a nadie, elevándose como una surfista aventajada, a Kate Winslet. Y a la insumergible Kathy Bates, la voz de la cordura en la jaula de las locas. Los demás, incluyendo al joven Leonardo, que se defendía con todas las armas a su alcance y ya mostraba el germen de lo que podía ser, nada más que a una velocidad de crucero: ni fu ni fa.
Buena película y fastuoso espectáculo, TITANIC cuenta una más o menos creíble historia de amor nacido y desarrollado en tanto que una de las mayores catástrofes jamás documentadas. Una historia de amor de esas que, en ocasiones, como una ola, llegan a la vida de uno.
30 de diciembre de 2008
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un pez gordo de la empresa FedEx para el que el tiempo y la exactitud se hayan en el centro de todas las cosas, a causa de una inoportuna llamada y de un desgraciado accidente, se ve obligado a permanecer en una isla desierta durante cuatro años y pierde, con ello y por ello, al amor de su vida, y la perspectiva que hasta entonces ha regido cada minuto de su existencia.
La noche de los Óscars a cuya edición NÁUFRAGO concurría con alguna candidatura, Steve Martin, conductor de la gala, afirmaba a los asistentes, impertérrito, que si Tom Hanks (nominado en la categoría de mejor actor) se llevaba el gato al agua entre ambos y por sus papeles habrían de sumar tres estatuillas. Afortunadamente para Russell Crowe, a día de hoy, a pesar de que la interpretación de Tom Hanks en NÁUFRAGO es sublime, Steve Martin y Tom Hanks siguen sumando sólo dos óscars por su trabajo.
Yo no sería capaz de sobrevivir en una isla desierta. Ni los años que estuvo Alejandro Selkirk, la figura en la que se basó Daniel Defoe para construir su Robinson, ni los años que en otra pasó Chuck Nolan en la película de Zemeckis. Creo que no sobreviviría siquiera veinte días. Pues las grandes proezas son cosa de grandes héroes, y las grandes actuaciones, como la de Tom Hanks en NÁUFRAGO, o como la de Wilson, que brinda al espectador la interpretación más contenida y sobria de todas las épocas, son cosa de grandes actores. Que a nosotros, que somos los que encendemos la luz oprimiendo un interruptor, que no vamos a escuchar nunca bajo las estrellas el canto amigo de una ballena, nada más que nos queda el consuelo de tomar asiento en una sala oscura con un cuenco de palomitas esperando que ellos, los elegidos, nos proporcionen una vela con la que navegar.
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