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Críticas 114
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
1 de marzo de 2014
8 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jean-Pierre Melville comenzó su carrera con un sobrio El silencio del mar (1949), adaptación de una novela de Vercors, que relata la estancia de un oficial nazi en una granja durante la Ocupación. Fiel un estilo austero y negro, rueda El silencio de un hombre (Le samuräi, 1967), con Alain Delon como sicario impenetrable. El ejército de las sombras (1969) se mete dentro de la Resistencia para ver la dinámica, los miembros, los apoyos, los “trucos”… no es una película de acción. En el ejército… las relaciones entre Melville y los actores fueron extremadamente conflictivas. Protagonizada por Lino Ventura, llegaron a comunicar por persona interpuesta y no directamente. Hasta el último aliento fue rodada 3 años antes con Lino Ventura también como protagonista.

En cuanto al guion, se basa en la novela de José Giovanni. Giovanni fue un exreo acusado de pertenencia a banda mafiosa y complicidad en asesinato, que intentó fugarse. El relato llamó la atención del cineasta Jean Becker que propuso adaptarlo al cine. La vida misma de José Giovanni, autor de 33 guiones, es una historia llena de sobresaltos. Otro de sus guiones fue Dos hombres en la ciudad (1973), protagonizada por Alain y constituye un brutal alegato contra la pena de muerte. Mucho menos lograda La última esperanza (Comme un boomerang, 1976), igualmente protagonizada por Delon.

En fin, todo este circunloquio para mostrar los encuentros entre cineastas, actores y guionistas. En esta película, de género negro no hay apenas sangre (salvo un par de disparos). Diálogos ingeniosos entre personajes que se buscan la vida. Cuando aparece el inspector Blot (Paul Meurisse) la escena crece, con su fina ironía que usa para abrirse camino entre truhanes. “El coraje no evita el peligro”, advierte Blot al dueño de un cabaret de alto standing y lugar de reunión de malhechores. En otro registro, Gu (Lino Ventura), algo atormentado, galán si es necesario, contundente si la acción lo requiere.

Lealtades, traiciones, búsqueda de alianzas, huidas. Retrata la vida de gánsteres, que no son necesariamente violentos (salvo necesidad, claro y lejos en todo caso del efectismo de las bandas de Scorsese, por ejemplo), pero que no saben vivir de otra manera.

La primera hora es un tanto lenta y uno se pierde entre las diferentes tramas que se ponen en marcha: la huida de Gu, el golpe que está tramando Ricci, el que monta Paul y la investigación llevada a cabo por el comisario Blot. Poco a poco los hilos se van entrelazando hasta un final explosivo.

Quizás no es la mejor obra de Melville, pero muy apto para amantes del género negro, de Melville, de Ventura.
15 de noviembre de 2013
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que no pare la fiesta. Para Raymond y su hija Cécile (Jean Seberg), la vida es risas y fiestas. Pero la diversión lleva a la tristeza, viene a decir el filósofo Spinoza, porque hacemos depender nuestra alegría de algo externo, no de una fuente o cualidad interna. Por ello, solo cultivando la razón, lo que nos pertenece, conseguimos la verdadera alegría, una fuerza que potencia nuestro ser. Ahí está Anne para ilustrar este punto de vista de Spinoza (trasladado al contexto y época de la película, claro).

Abundando en el lado filosófico, el ocio no lleva necesariamente a la felicidad. El ocio es necesario como contrapunto al trabajo, pero sería vano pensar en hacer tanto esfuerzo con el único objetivo de divertirse, cuenta Aristóteles en la Ética a Nicómaco (“ocuparse y trabajar por causa del entretenimiento parece necio y trivial (…) entretenerse de momento para luego esforzarse en la vida estaría bien, porque, en ese caso, la diversión no sería más que un descanso, porque no es posible el trabajo continuado (…) En consecuencia, el descanso no es el fin en sí mismo sino que tiene que lugar a causa de una actividad anterior”. Libro X).

De todos modos, tiene sentido darle una interpretación filosófica, porque es justamente la asignatura que Cécile ha suspendido y que se niega a estudiar ese verano, convencida, de todos modos, que los diplomas no son necesarios y que encontrará a un marido que la mantenga…

No hay un atisbo de introspección por parte de los dos personajes (por lo menos al principio y en cualquier caso, jamás hablan de lo verdadero entre ellos). La parte crítica a este mundo agradable, pero desprovisto de verdadera sustancia podría consistir en ser sincero con los propios sentimientos. Lo digo porque lo opuesto al ocio no es necesariamente el trabajo o el estudio, sino la autenticidad, el saber hablar de tú a tú sin engañarse ni engañar.

La película empieza con la preparación de Raymond y Cécile para salir. Cécile baila con un amigo, que le propone las diversiones habituales: caballo, juego, veladas, etc. Ella asiente, pero tiene un aire triste y luego empieza el flashback, remitiéndonos al verano en que ella (¿y él) perdió la inocencia.

Y la inocencia se pierde cuando la vida te coloca en tu sitio. Cécile y su padre seguirán en su misma senda, aunque algo dentro de ellos se ha roto, pero han firmado un acuerdo tácito, de no hablar de lo que ocurrió ese verano. El divertimento se ha convertido en una rutina. Si antes se podía interpretar como una huida de ellos mismos, ahora, no deja de ser una huida que esconde tristeza. De ahí el contraste entre el título y lo que muestra.

Jean Seberg, joven, suelta, pizpireta y seria cuando hace falta; David Niven, perfecto en su rol de seductor, frívolo y encantador.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Una frase tremenda al final, refiriéndose a Anne:
― Nos hizo el tremendo regalo de hacernos creer que no era un suicidio.
5 de diciembre de 2016 4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
RESUMEN
La película repasa la vida de Emily Dickinson, una poetisa que pasó la mayor parte de su tiempo recluida en la casa paterna Amherst, Massachusetts, a principios del siglo XIX. En ese reducido mundo dominado por un padre autoritario y austero, Dickinson recrea a través de sus poemas un mundo vibrante de realidades que no ha vivido, pero que cobran vida a través de su pluma.

COMENTARIOS
La escenografía es bella; la fotografía, delicada; las interpretaciones, brillantes; los poemas de Emily, potentes y delicados. Sin embargo… como película no termina de funcionar.

No hay estructura dramatúrgica, si no una línea temporal que corresponde a la vida de la propia autora. No hay altos y bajos, más bien una sucesión de susurros que desembocan en algún momento de la escena en un chillido, a veces más fuerte, a veces más sofocado.

Se asemeja a una serie de cuadros, cada uno con una estructura semejante: panorámica sobre la estancia en la que se desarrolla la escena, plano sobre el / los personaje(s), diálogo, estallido verbal. Pero esta sucesión de cuadros no conforman una historia en sí, si no… una sucesión de cuadros.

Desde luego, lo más valioso de la película consiste en descubrir los pomeas de una mujer apasionada, callada y elocuente. Sus poemas se desgranan a lo largo de la película y descubrimos unos versos de una rara y delicada potencia.

Sí, fue una pasión contenida. Una vida de quasi reclusión por motivos internos, en la casa paterna, en una época de patriarcado dominante. Dickinson no vive, imagina el amor, la vida, la naturaleza. Sus palabras son precisas. Cuentan su mundo, su mente, su pensamiento y, a la vez, están expresadas con una enorme sensibilidad.

Como prueba, este poema, “Muerte y vida" ("Death and Life"):
En apariencia sin sorpresa
para la flor feliz,
el hielo, jugando, la decapita
valiéndose de su momentáneo poder.
El rubio asesino prosigue,
el sol avanza sin conmoverse
a medir otro día,
para un Dios que lo aprueba.

Entonces, lo mejor es, tras terminar la película (dos horas), abrir el libro y beber sus palabras.

Traíler en inglés subtitulada en español:
https://www.youtube.com/watch?v=sUURUeLXXFk
23 de abril de 2014 4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Paul Newman increíble, entre encantador, fanfarrón e ingenuo, con una sonrisa que desarma. Es un gigoló, como le confiesa a Alexandra del Lago, la exestrella con la que aparece en su ciudad natal.

La mentalidad winner/looser, querer llegar a la cima para triunfar a los ojos de todos. Chance vive en ese sueño, en esa ilusión. “El fracaso es la enfermedad más contagiosa”, le dice a su novia, que intenta convencerle de que se quite esa fantasía de encima.

Como en la mayoría de las obras de Tenessee Williams, aparecen los temas clave: ambición (la de Finley, la de Chance, la de Alexandra), crueldad (la del cacique Finley, que pretende someter a todo el pueblo), el miedo al fracaso (Chance, Alexandra), el amor frustrado (Chance, su novia Heavenly), la mediocridad (la del hijo de Finley, la del propio Finley, por muy poderoso que sea), populismo (el de Finley), venganza (la que Finley y sus secuaces se toman contra Chance), la mercantilización de las relaciones humanas (Chance “usa” a Alexandra, Finley “usa” a su hija, Alexandra “necesita a Chance”)… y todo esto mezclado con alcohol y drogas.

Todas estas facetas de la vida arriba mencionadas desgastan (y conducen a la destrucción o autodestrucción). Frente a esta avalancha, solo el amor sencillo, liviano, que no busca más que la compañía y el apoyo de la otra persona, crece y nos hace crecer. Por cursi que suene, el amor como aspiración, como luz, nunca desaparece…

Escena:
- Alexandra del Lago hablando con el productor Walter. Chance, impaciente al lado, suplica que hable a Walter de él, de la nueva promesa que ha conocido.

Frase:
Alexandra le pide un cigarro (no un porro, como los que fuma también):
- Quiero un cigarrillo… No, de los normales, de los que solo dan cáncer.


Lo mejor:
- La interpretación de todos, pero sobre todo de Newman y de Geraldine Page.
- La banda sonora.

Lo peor:
- Una clara división entre los buenos y malos (Finley y su hijo, esencialmente). Curiosamente, los buenos tienen más matices (Chance puede ser un aprovechado, pero en el fondo no es mala persona; lo mismo cabe decir de Alexandra. Los malos, por su parte, lo son siempre, por rencor, venganza, ambición…
13 de enero de 2014 4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es increíble el parecido de Audrey Tautou con su tocaya Audrey Hepburn, físicamente y por su aire fino y delicado.

El principio es melodramático con la pérdida del marido y el duelo… La cosa se anima cuando aparece en escena Markus (François Damiens), un ser desgarbado y torpe que no se cree lo que está pasando.

Es una historia sobre la belleza interna. Roza lo cursi, salvado por el humor y el contraste de situaciones (ella es la jefa, él es un empleado). El carisma de él (por decir algo) se basa en su fragilidad e inocencia, lo cual parece demasiado poco para atrapar la atención de ella. Pero igual esa es la historia: el corazón tiene razones que la razón no entiende (afirmaba Pascal). Ese mismo desconcierto que siente el espectador es el que siente ella (a saber, ¿cómo es posible que se sienta atraída por un tipo tan soso… y poco agraciado?

Dicho lo cual, aunque es bueno hacer historias sencillas sobre gente normal, la historia cae en lo meloso, dando lugar a diálogos del tipo: “Parece una tontería, pero en cuanto me tocas no me duele en absoluto”, le declara Markus a Nathalie tras haber recibido la paliza de un tipo en un bar.

Y no puede ser. La literatura, el cine tienen un lenguaje que va más allá del lenguaje de la calle. Es una creación, una ficción, por mucho que se acerque de la realidad. El resto de diálogos son mucho menos chisposos de lo que quiere hacernos creer (levantan una sonrisa, como mucho). Tanto ella como el jefe dicen de Markus que tiene ingenio. Lo dicen, pero no se ve realmente, es decir, es el espectador quien tiene que sacar esa conclusión, no es una premisa que nos tienen que dar, que explicar).

En cuanto al contexto, también resulta forzado. Nathalie, Markus y Charles trabajan en una oficina, se ven papeles, pero no se ve realmente a nadie trabajando, no se sabe a qué se dedica la empresa ni qué hace cada uno. Esto podría ser una metáfora del mundo del trabajo (en todas las oficinas los trabajos son semejantes e igual de anodinos). Por otro lado, la intención de los autores es centrarse en la historia de estas dos personas. Pero la indefinición respecto al lugar en el que se mueven resta credibilidad a los personajes y a la historia. Todo queda vago…
Y volviendo a la love story, como bien lo expresa Nathalie en distintos momentos y como lo hacen sentir los personajes del entorno, la historia no despega. Las interpretaciones son buenas, pero la química no acaba de darse entre los dos. Podía parecer una historia de amor, pero en realidad, se trata de dos seres acomplejados (él por lo que es y ella por estar con él) que deciden refugiarse en vez de vivir su amor a la luz del sol.

La idea es buena, pero el suflé no sube.
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