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Críticas ordenadas por utilidad
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10
15 de octubre de 2018
15 de octubre de 2018
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las series no son lo mío. Pocas veces conservo la fidelidad requerida pasadas una o dos temporadas: no suelo tener paciencia para seguir durante años una misma historia. Sin embargo, Modern Family tiene algo que me enganchó desde el primer momento, y eso que empecé a seguirla tarde (la descubrí a la altura de la quinta o sexta temporada). Se dice que es la gran comedia seriada de este principio de siglo, y no sin razón. Tras un formato que bebe directamente del documental se ocultan unos diálogos, unas situaciones y unos enredos llenos de chispa, originalidad y profundidad pocas veces vistos en televisión.
Hay que decir que el género del sit-com o comedia de situación vivía tiempos oscuros tras la desaparición de los grandes trabajos de décadas pasadas ("Friends", "Frasier" o "Will & Grace" dejaron una profunda huella), de modo que lo único que veíamos últimamente eran subproductos como "Dos hombres y medio". En ese contexto, y superando la mediocridad de las series de los noventa (series como "El príncipe de Bel Air" o "Cosas de casa" no soportan el visionado en los tiempos que corren) y avanzando más allá de las series buenas del género y que ya hemos nombrado, "Modern Family" es un soplo de aire fresco.
La serie se apoya en las brillantes interpretaciones y una construcción seria y profunda de los personajes. Todos ellos tienen una forma de ser muy marcada, pero nunca caen en el tópico porque los diálogos, inteligentes y chispeantes les dan un colorido y construyen una historia a su alrededor que los dota de vida. Las situaciones que los guionistas crean son tan enrevesadas y originales que te preparan para la carcajada antes incluso de que tenga lugar la situación cómica. A base de pequeños capítulos de veinte minutos, la historia de esta familia que son tres familias en realidad va siendo construida y elaborada de una forma tan natural e inteligente que siempre nos sorprende. Pero sin duda, y a riesgo de resultar repetitivo, Modern Family es, ante todo, una serie para sentarse comodamente y disfrutar de sus maravillosos diálogos. Tanto cuando hablan entre ellos como cuando se dirigen directamente a nosotros, nos daremos cuenta de la profundidad, interés y chispa de unos diálogos maravillosamente escritos e interpretados. Por si fuera poco, la serie explota de una forma cómica pero muy seria temas cotidianos de la vida de cualquier familia (la crianza de los hijos, afrontar la adolescencia y madurez de los mismos, los problemas que surgen con la diferencia de edad en la pareja, los retos a los que se deben enfrentar las familias homoparentales... y un largo etcétera de temas y subtemas que, sin duda, harán que la serie no envejezca mal.
En fin, que estamos sin duda ante uno de los mejores productos televisivos que hemos tenido la fortuna de ver. Ahora esperemos que sepan finiquitar la serie bien y a tiempo antes de que empiecen a marchar personajes y a enrevesar demasiado las tramas.
Hay que decir que el género del sit-com o comedia de situación vivía tiempos oscuros tras la desaparición de los grandes trabajos de décadas pasadas ("Friends", "Frasier" o "Will & Grace" dejaron una profunda huella), de modo que lo único que veíamos últimamente eran subproductos como "Dos hombres y medio". En ese contexto, y superando la mediocridad de las series de los noventa (series como "El príncipe de Bel Air" o "Cosas de casa" no soportan el visionado en los tiempos que corren) y avanzando más allá de las series buenas del género y que ya hemos nombrado, "Modern Family" es un soplo de aire fresco.
La serie se apoya en las brillantes interpretaciones y una construcción seria y profunda de los personajes. Todos ellos tienen una forma de ser muy marcada, pero nunca caen en el tópico porque los diálogos, inteligentes y chispeantes les dan un colorido y construyen una historia a su alrededor que los dota de vida. Las situaciones que los guionistas crean son tan enrevesadas y originales que te preparan para la carcajada antes incluso de que tenga lugar la situación cómica. A base de pequeños capítulos de veinte minutos, la historia de esta familia que son tres familias en realidad va siendo construida y elaborada de una forma tan natural e inteligente que siempre nos sorprende. Pero sin duda, y a riesgo de resultar repetitivo, Modern Family es, ante todo, una serie para sentarse comodamente y disfrutar de sus maravillosos diálogos. Tanto cuando hablan entre ellos como cuando se dirigen directamente a nosotros, nos daremos cuenta de la profundidad, interés y chispa de unos diálogos maravillosamente escritos e interpretados. Por si fuera poco, la serie explota de una forma cómica pero muy seria temas cotidianos de la vida de cualquier familia (la crianza de los hijos, afrontar la adolescencia y madurez de los mismos, los problemas que surgen con la diferencia de edad en la pareja, los retos a los que se deben enfrentar las familias homoparentales... y un largo etcétera de temas y subtemas que, sin duda, harán que la serie no envejezca mal.
En fin, que estamos sin duda ante uno de los mejores productos televisivos que hemos tenido la fortuna de ver. Ahora esperemos que sepan finiquitar la serie bien y a tiempo antes de que empiecen a marchar personajes y a enrevesar demasiado las tramas.

6,6
39.165
7
11 de noviembre de 2018
11 de noviembre de 2018
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en un guión del gran divulgador Carl Sagan que luego convertiría en novela, el proyecto de "Contact" se alargó durante lustros debido a los desacuerdos que fueron surgiendo entre todos los que pusieron sus manos en el proyecto. No fue hasta finales de los noventa cuando por fin la película pudo materializarse en las manos de Zemeckis, que firma aquí una pequeña joya, bastante infravalorada por un gran público cada vez menos necesitado de buenos diálogos y grandes historias y cada vez más ávido de efectos especiales e historias fáciles para descerebrados. La película trata sobre una mujer obsesionada con escuchar lo más lejos posible para llenar el enorme vacío que su padre dejó en ella al morir. La inesperada recepción de un mensaje extraterrestre hace que la vida de la protagonista y la sociedad humana sufran una enorme convulsión.
Dejando a un lado las películas de invasiones extraterrestres, el tema del primer contacto ha sido explotado de muchas y diversas maneras en el cine: Si en "Close Encounters of the Third Kind" se abordaba desde la perspectiva de las víctimas de abducciones, o en "The Arrival" desde la perspectiva de la lingüística, en este caso vemos un enfoque científico. En ese sentido es más próxima a "Solaris" o a "Interstellar", salvando las distancias. Eso si, la ciencia se complementa con interesantes temas referidos a la política, el papel de la mujer en el ámbito científico, o el desprecio que durante décadas tuvieron que sufrir aquellos que se dedicaban a la exobiología. En ese sentido, es una cinta compleja, con matices interesantes también en lo que se refiere al eterno debate ciencia vs. religión, y en torno a la utilidad o no de emplear el dinero para proyectos espaciales en un mundo en el que millones de personas aún agonizan de hambruna y miseria.
En el apartado puramente cinematográfico, la película está muy bien rodada, sin demasiadas pretensiones en lo visual y dependiendo más de los diálogos, la historia y las interpretaciones, lo que es una apuesta valiente en un sector en el que cada vez se valoran menos esos aspectos.
En resumen, es una buena película que nos cuenta una hermosa historia que, en el fondo, habla de lo que es sentirse humano: nuestra soledad y nuestra angustia al sentirnos solos en un universo tan inmenso, nuestro miedo a lo desconocido y a perder lo que somos y lo que tenemos. En ese sentido es una película de gran profundidad que, honestamente, no recomendaría a todo el mundo. Sólo a aquellos que, como yo, sentimos esa fascinación y ese sentimiento de humildad al alzar la vista y observar el inigualable espectáculo de una noche estrellada.
LO MEJOR: La brillante interpretación de Jodie Foster, grandísima actriz que en los noventa estaba en la cima de su carrera. Logra por momentos estremecernos al ser capaz de reflejar el asombro ante lo desconocido ("Deberían haber enviado a un poeta") o, como en la escena final del juicio, transmitirnos un torrente de comprensión e indignación. Muy buena elección de protagonista.
LO PEOR: En el lado contrario, Matthew McConaughey destaca, como siempre, por la planicie de su arte interpretativa. Y mira que a su personaje se le podían sacar matices, pero como siempre se limita a leer el guión, cosa que cualquiera podría hacer sin cobrar lo que me imagino que él cobró por este trabajo. Si comparamos su trabajo en "Contact" con el que hizo en "Interstellar" -película bastante parecida en género y temática-, veremos una mejora substancial en la cinta de Nolan, sin que en este último caso la interpretación de McConaughey sea tampoco gran cosa.
Dejando a un lado las películas de invasiones extraterrestres, el tema del primer contacto ha sido explotado de muchas y diversas maneras en el cine: Si en "Close Encounters of the Third Kind" se abordaba desde la perspectiva de las víctimas de abducciones, o en "The Arrival" desde la perspectiva de la lingüística, en este caso vemos un enfoque científico. En ese sentido es más próxima a "Solaris" o a "Interstellar", salvando las distancias. Eso si, la ciencia se complementa con interesantes temas referidos a la política, el papel de la mujer en el ámbito científico, o el desprecio que durante décadas tuvieron que sufrir aquellos que se dedicaban a la exobiología. En ese sentido, es una cinta compleja, con matices interesantes también en lo que se refiere al eterno debate ciencia vs. religión, y en torno a la utilidad o no de emplear el dinero para proyectos espaciales en un mundo en el que millones de personas aún agonizan de hambruna y miseria.
En el apartado puramente cinematográfico, la película está muy bien rodada, sin demasiadas pretensiones en lo visual y dependiendo más de los diálogos, la historia y las interpretaciones, lo que es una apuesta valiente en un sector en el que cada vez se valoran menos esos aspectos.
En resumen, es una buena película que nos cuenta una hermosa historia que, en el fondo, habla de lo que es sentirse humano: nuestra soledad y nuestra angustia al sentirnos solos en un universo tan inmenso, nuestro miedo a lo desconocido y a perder lo que somos y lo que tenemos. En ese sentido es una película de gran profundidad que, honestamente, no recomendaría a todo el mundo. Sólo a aquellos que, como yo, sentimos esa fascinación y ese sentimiento de humildad al alzar la vista y observar el inigualable espectáculo de una noche estrellada.
LO MEJOR: La brillante interpretación de Jodie Foster, grandísima actriz que en los noventa estaba en la cima de su carrera. Logra por momentos estremecernos al ser capaz de reflejar el asombro ante lo desconocido ("Deberían haber enviado a un poeta") o, como en la escena final del juicio, transmitirnos un torrente de comprensión e indignación. Muy buena elección de protagonista.
LO PEOR: En el lado contrario, Matthew McConaughey destaca, como siempre, por la planicie de su arte interpretativa. Y mira que a su personaje se le podían sacar matices, pero como siempre se limita a leer el guión, cosa que cualquiera podría hacer sin cobrar lo que me imagino que él cobró por este trabajo. Si comparamos su trabajo en "Contact" con el que hizo en "Interstellar" -película bastante parecida en género y temática-, veremos una mejora substancial en la cinta de Nolan, sin que en este último caso la interpretación de McConaughey sea tampoco gran cosa.

8,4
100.287
10
16 de febrero de 2015
16 de febrero de 2015
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué podemos decir de "Casablanca" que no se haya dicho ya mil veces? Cuando se discute sobre cuál es la mejor película de la historia, su nombre aparece siempre de forma inevitable, y muy muy raro es el que no la sitúa en el top five, si es que esta clase de rankings sirven para algo. Es la típica película por la que empiezas cuando por fin un día decides sacudirte la adolescencia de encima y dices: "voy a culturizarme, voy a ver cine clásico". Y ves Casablanca, pues tienes entendido que es el paradigma del cine occidental. Y al acabar, con los ojos aún húmedos y el corazón palpitante, te quedas de piedra, preguntándote cómo es posible que hayas perdido tantos años de tu vida viendo basura, despreciando el cine clásico por apestar a aburrimiento y a lentitud. Y te das cuenta de que has visto muchas películas en tu vida, pero que no has visto aún nada que pueda llamarse cine. Hasta ese momento, cuando ves "Casablanca" por vez primera y lo entiendes todo. Y entonces no tienes más remedio que sacarte el sombrero, y admitir con la cabeza baja aquello que tantas veces habías oído: "ya no se hacen películas como las de antes".
"Casablanca" es el filme más glorificado de la historia del cine, elevado al parnaso como clásico indiscutible y punto culminante absoluto del cine occidental. Todas sus escenas son emblemáticas y legendarias, y sus diálogos están aún en boca de todos, como parte ya de nuestro bagaje lingüístico ("Tócala otra vez", "siempre nos quedará París" "bésame, bésame como si fuera la última vez" o "este es el comienzo de una gran amistad"). Su banda sonora, perfecta; su fotografía, bellísima; sus interpretaciones, legendarias; su guión, inmejorable. Todo en ella es perfecto hasta la exasperación, como si alguna voluntad divina hubiera querido manifestarse en la mente y las manos de un director mediocre, del cual además apenas se recuerdan otras cintas. Puede que haya sido un accidente, o una casualidad; el caso es que Michael Curtiz ha pasado a la historia tan solo por esta obra maestra que narra la historia de un refugiado político que huye de la Europa nazi (Paul Henreid) y se refugia en Casablanca junto a su bella esposa (Ingrid Bergman). Allí, Bergman y Humphrey Bogart protagonizan un reencuentro legendario en las sofocantes y animadas noches del Café Rick's. Con un mundo sumido en la Segunda Guerra Mundial, y con la corrupción y el deterioro de la justicia social como telón de fondo, "Casablanca" nos llena de nostalgia y emoción desde el primer momento hasta el impresionante final, escena paradigmática que jamás se podrá borrar de nuestras retinas. Sobra citar, por otra parte, la elegancia y gusto con que está rodada, lo equilibrado de su narrativa, lo acabada y perfecta que es la maldita en todos y cada uno de sus aspectos. Es tan buena, que es casi balsámica. Sirve como jarabe contra el mal cine, cuando uno comete un error o un paso en falso y compra una entrada para ver... "Avatar", por ejemplo. Entonces uno llega a casa abrumado y deprimido, sumido en la desesperanza y en el asco hacia el género humano. Pero no pasa nada, porque siempre nos quedará "Casablanca". Un visionado y queda uno como nuevo, con la mente desintoxicada y con la esperanza en la humanidad nuevamente intacta.
En resumidas cuentas, si es que queda alguien que no la haya visto aún -desgraciadamente serán más de los que deberían- le recomiendo que se deje ya de tonterías y no se lo piense más. Ver "Casablanca" por primera vez es una experiencia abrumadora, un deleite estético y un privilegio; una cima artística de la cultura occidental que con el paso de los siglos seguirá siendo, no me cabe ninguna duda, una leyenda imperecedera. Una película así debería ser de obligado visionado en las escuelas. Porque verla no es una cuestión de ser más o menos cinéfilo; es una cuestión de cultura general.
"Casablanca" es el filme más glorificado de la historia del cine, elevado al parnaso como clásico indiscutible y punto culminante absoluto del cine occidental. Todas sus escenas son emblemáticas y legendarias, y sus diálogos están aún en boca de todos, como parte ya de nuestro bagaje lingüístico ("Tócala otra vez", "siempre nos quedará París" "bésame, bésame como si fuera la última vez" o "este es el comienzo de una gran amistad"). Su banda sonora, perfecta; su fotografía, bellísima; sus interpretaciones, legendarias; su guión, inmejorable. Todo en ella es perfecto hasta la exasperación, como si alguna voluntad divina hubiera querido manifestarse en la mente y las manos de un director mediocre, del cual además apenas se recuerdan otras cintas. Puede que haya sido un accidente, o una casualidad; el caso es que Michael Curtiz ha pasado a la historia tan solo por esta obra maestra que narra la historia de un refugiado político que huye de la Europa nazi (Paul Henreid) y se refugia en Casablanca junto a su bella esposa (Ingrid Bergman). Allí, Bergman y Humphrey Bogart protagonizan un reencuentro legendario en las sofocantes y animadas noches del Café Rick's. Con un mundo sumido en la Segunda Guerra Mundial, y con la corrupción y el deterioro de la justicia social como telón de fondo, "Casablanca" nos llena de nostalgia y emoción desde el primer momento hasta el impresionante final, escena paradigmática que jamás se podrá borrar de nuestras retinas. Sobra citar, por otra parte, la elegancia y gusto con que está rodada, lo equilibrado de su narrativa, lo acabada y perfecta que es la maldita en todos y cada uno de sus aspectos. Es tan buena, que es casi balsámica. Sirve como jarabe contra el mal cine, cuando uno comete un error o un paso en falso y compra una entrada para ver... "Avatar", por ejemplo. Entonces uno llega a casa abrumado y deprimido, sumido en la desesperanza y en el asco hacia el género humano. Pero no pasa nada, porque siempre nos quedará "Casablanca". Un visionado y queda uno como nuevo, con la mente desintoxicada y con la esperanza en la humanidad nuevamente intacta.
En resumidas cuentas, si es que queda alguien que no la haya visto aún -desgraciadamente serán más de los que deberían- le recomiendo que se deje ya de tonterías y no se lo piense más. Ver "Casablanca" por primera vez es una experiencia abrumadora, un deleite estético y un privilegio; una cima artística de la cultura occidental que con el paso de los siglos seguirá siendo, no me cabe ninguna duda, una leyenda imperecedera. Una película así debería ser de obligado visionado en las escuelas. Porque verla no es una cuestión de ser más o menos cinéfilo; es una cuestión de cultura general.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
LO MEJOR: Todo en "Casablanca" es perfecto, pero si he de citar una escena, sin duda la más emocionante, la que más te pone la piel de gallina, es aquella en la que los refugiados cantan a coro La Marsellesa, sobreponiéndose y apagando los cánticos nazis de los soldados alemanes.
LO PEOR: Quién soy yo para protestarle nada a "Casablanca".
LO PEOR: Quién soy yo para protestarle nada a "Casablanca".

8,6
177.451
9
2 de abril de 2009
2 de abril de 2009
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo más destacable de La lista de Schindler es, sin duda, el detalle de la niña. Quizás Spielberg, en el fondo, no sea mal director. De hecho, considero que ese único detalle de color, así como el manejo de la cámara (quizás un poco convencional, pero que aderezado con una fotografía magnífica alcanza un enorme esplendor) demuestra que el tío sabe dirigir. Lo cual, por una parte le honra, pues ha empleado toda su capacidad para denunciar los horrores del Holocausto. Por otra parte no hace más que desenmascararle, demostrarnos que el tío no es que no sepa dirigir buenas películas, es que simplemente no le interesa. Prefiere hacer películas mediocres y comerciales para ganar pasta, lo cual hace muchísimo daño a la calidad artística del cine.
Por lo demás, creo que la película peca un poco de pretenciosa, pero ya digo que es lo mejorcito que ha hecho Spielberg en toda su carrera.
Por lo demás, creo que la película peca un poco de pretenciosa, pero ya digo que es lo mejorcito que ha hecho Spielberg en toda su carrera.
16 de febrero de 2015
16 de febrero de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Firme como la montaña. Con este lema que invade la película de principio a fin podríamos definir también la carrera del que ha sido el mejor cineasta de la historia.
Unos años antes de "Ran", el maestro Kurosawa ya había deslumbrado a la crítica con un trabajo en color de características similares y que había sido merecedora de la Palma de Cannes y la nominación al Oscar a la mejor película extranjera. Injustamente infravalorada por la crítica en relación con otros trabajos del maestro, fue realizada con la ayuda de algunos reputados cineastas norteamericanos que se apiadaron de la delicada situación financiera de Kurosawa. El resultado fue una nueva tragedia de tintes shakespearianos ambientada en el sangriento Japón feudal, en la que fue capaz de combinar a la perfección la delicadeza de las escenas intimistas y la fuerza expresiva de los combates y las guerras. Dotada de una sensibilidad extraordinaria, una perfección técnica intocable, y un expresionismo subyugante apoyado por el uso del color, "Kagemusha" es otra sublime obra maestra, un logro técnico y estético incontestable, nada que nos sorprenda ya a estas alturas en el mejor cineasta de la historia. Al igual que haría unos años después en "Ran", Kurosawa profundiza en las entrañas del poder y en su relación con los caprichos y los defectos humanos. Es una película envolvente, que subyuga desde la primera escena y que, a través de sutiles elipsis que ayudan a despojar el metraje de cualquier densidad, nos ofrece un recital de cine perfecto. Así, detrás de un desarrollo aparentemente lento, su narrativa es equilibrada pero intensa, lineal pero sorprendente: absolutamente perfecta. La solemnidad y elegancia que son marca de la casa constituyen, nuevamente, la base técnica de esta tragedia. Uno no puede más que sacarse el sombrero ante una fotografía expresionista e intensa, cargada de intenciones estéticas, casi plásticas, que no estamos acostumbrados a ver en el cine occidental. Y qué decir de las escenas de batalla. Nadie como Kurosawa ha sido capaz de convertir en arte la barbarie de la guerra. Los pasajes bélicos, siendo secundarios en el desarrollo, son por sí solos una lección de ritmo, equilibrio, elegancia.
Su banda sonora, que pincela aquí y allá en los momentos culminantes, está distribuida a lo largo de la cinta con una maestría incontestable. El guión, plagado de silencios, adquiere un dramatismo denso y opresivo que explota en un final inolvidable, un final que prácticamente te obliga a levantarte y aplaudir, tal es la admiración que inspira. Un final con el que uno no sabe si morirse de asco y envidia -de la mala- cuando recuerda el cine que se hacía por aquí en esa época y lo compara con películas así.
En suma, otra obra culminante en la historia del cine, de las muchas con las que la intuición y el talento del maestro Kurosawa asombraron al mundo en su larga e impagable carrera ¿Qué se puede decir de un cineasta cuyas obras "menores" son como ésta?
Unos años antes de "Ran", el maestro Kurosawa ya había deslumbrado a la crítica con un trabajo en color de características similares y que había sido merecedora de la Palma de Cannes y la nominación al Oscar a la mejor película extranjera. Injustamente infravalorada por la crítica en relación con otros trabajos del maestro, fue realizada con la ayuda de algunos reputados cineastas norteamericanos que se apiadaron de la delicada situación financiera de Kurosawa. El resultado fue una nueva tragedia de tintes shakespearianos ambientada en el sangriento Japón feudal, en la que fue capaz de combinar a la perfección la delicadeza de las escenas intimistas y la fuerza expresiva de los combates y las guerras. Dotada de una sensibilidad extraordinaria, una perfección técnica intocable, y un expresionismo subyugante apoyado por el uso del color, "Kagemusha" es otra sublime obra maestra, un logro técnico y estético incontestable, nada que nos sorprenda ya a estas alturas en el mejor cineasta de la historia. Al igual que haría unos años después en "Ran", Kurosawa profundiza en las entrañas del poder y en su relación con los caprichos y los defectos humanos. Es una película envolvente, que subyuga desde la primera escena y que, a través de sutiles elipsis que ayudan a despojar el metraje de cualquier densidad, nos ofrece un recital de cine perfecto. Así, detrás de un desarrollo aparentemente lento, su narrativa es equilibrada pero intensa, lineal pero sorprendente: absolutamente perfecta. La solemnidad y elegancia que son marca de la casa constituyen, nuevamente, la base técnica de esta tragedia. Uno no puede más que sacarse el sombrero ante una fotografía expresionista e intensa, cargada de intenciones estéticas, casi plásticas, que no estamos acostumbrados a ver en el cine occidental. Y qué decir de las escenas de batalla. Nadie como Kurosawa ha sido capaz de convertir en arte la barbarie de la guerra. Los pasajes bélicos, siendo secundarios en el desarrollo, son por sí solos una lección de ritmo, equilibrio, elegancia.
Su banda sonora, que pincela aquí y allá en los momentos culminantes, está distribuida a lo largo de la cinta con una maestría incontestable. El guión, plagado de silencios, adquiere un dramatismo denso y opresivo que explota en un final inolvidable, un final que prácticamente te obliga a levantarte y aplaudir, tal es la admiración que inspira. Un final con el que uno no sabe si morirse de asco y envidia -de la mala- cuando recuerda el cine que se hacía por aquí en esa época y lo compara con películas así.
En suma, otra obra culminante en la historia del cine, de las muchas con las que la intuición y el talento del maestro Kurosawa asombraron al mundo en su larga e impagable carrera ¿Qué se puede decir de un cineasta cuyas obras "menores" son como ésta?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
LO MEJOR: El final es, posiblemente, el mejor cuarto de hora que he visto en mi vida. Y he visto cuartos de hora muy buenos. Durante minutos, Kurosawa despliega, cual sinfonía ensordecedora, la totalidad de sus recursos cinematográficos y narrativos, dejando al espectador completamente subyugado por su talento estético y la perfección de su técnica. Con una sensibilidad asombrosa, "Kagemusha" culmina con esta muestra de poesía hecha cine. Por ello, a los que quizás no les guste el desarrollo relativamente lento de las películas de Kurosawa y puedan sentirse tentados de abandonar el visionado antes de acabar, les aconsejo que esperen, porque "Kagemusha" sería una obra maestra aunque solo fuera por ese increíble final.
LO PEOR: Nada. No tocaría ni un ápice. Es absolutamente perfecta.
LO PEOR: Nada. No tocaría ni un ápice. Es absolutamente perfecta.
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