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5,7
2.832
7
14 de septiembre de 2020
14 de septiembre de 2020
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
El título de mi reseña es la respuesta premonitoria de nuestra protagonista y la razón de ser para esta bella película de época, por cierto, escasamente valorada en este foro cinéfilo, aunque recomendable para paladares exquisitos, que se toma su tiempo para contarnos las vicisitudes y anhelos de los sentimientos. Cinta culta y esmerada de Jane Campion tras su gran éxito con la deslumbrante ”El piano”, de ambiente social decimonónico como ésta. Elegante y romántica, rodada en parajes naturales entre la verde y lluviosa campiña inglesa, la cuna del renacimiento que es Florencia y la ciudad eterna, Roma, un auténtico festín para los amantes del arte. Una película feminista en el mejor sentido de la palabra, sobre todo, por la fuerza moral de sus protagonistas y donde los Impromptus de Franz Schubert y el arte decadente desvelan una flagrante tristeza. Las inquietudes de una desorientada jovencita burguesa que no quiere comprometerse con nadie sin haber recorrido y explorado el proceloso sendero del amor.
Isabel Archer (N. Kidman) es además, una mujer reprimida sexualmente a la vez que vulnerable y obstinada, que vive lo doloroso y errático de un matrimonio que le servirá para valorar lo cercano de una miopía que le impidió apreciar. Basada en la novela homónima de Henry James y publicada en 1881 goza de un excelente guión (más esperanzador que el libro, al ser adaptada un siglo más tarde con la perspectiva de la mujer actual), plagado de frases determinantes y profundas, delicadas pero penetrantes. La fotografía impecable refleja el estado anímico de los personajes en cada momento, al principio luminoso y radiante para ir decayendo su luz hasta convertirse en oscura y patética.
Isabel acusa la inexperiencia y la sorprendente capacidad de atracción por parte de un oscuro personaje, despótico y soberbio. La joven no quiere renunciar a adquirir conocimientos sobre la vida, a las oportunidades y peligros por descubrir, pero descuida la protección de su familia de acogida al ser huérfana. La Kidman con 29 años (aparenta 10 años menos), estaba en un momento dulce y arrebatadora, uno de sus mejores trabajos. Malkovich (Gilbert) en su línea de una fisicidad maligna e inquietante en un papel autoritario y cruel. Isabel es la única a diferencia de los otros retratos femeninos que se atreve a transgredir las normas sociales de su tiempo. Su rostro inmaculado, su piel blanca y su pelo rojizo deslumbra a todos sus pretendientes que se sienten seducidos por su naturalidad.
Destaca por su soberbio trabajo Barbara Hershey como aristócrata celestina, delicada y culta, por su distinción y sensibilidad, una mujer frustrada por no poder revelarse contra su destino. En los actores secundarios podemos encontrar a los jóvenes Viggo Mortensen y Christian Bale, entonces casi debutantes, así como Martin Donovan, entonces famoso. Un melodrama pleno de matices que explora el universo femenino y destaca la forma fresca y sencilla de la mujer norteamericana frente a los tabúes, prejuicios y servidumbres de la sociedad europea del siglo XIX. La ambientación y dirección artística es muy cuidada, goza de dos veteranas glorias como John Gielgud y Shelley Winters que le dan al film un peso de distinción. Recomendable para aficionados al cine de calidad y para sibaritas de la cultura clásica.
Isabel Archer (N. Kidman) es además, una mujer reprimida sexualmente a la vez que vulnerable y obstinada, que vive lo doloroso y errático de un matrimonio que le servirá para valorar lo cercano de una miopía que le impidió apreciar. Basada en la novela homónima de Henry James y publicada en 1881 goza de un excelente guión (más esperanzador que el libro, al ser adaptada un siglo más tarde con la perspectiva de la mujer actual), plagado de frases determinantes y profundas, delicadas pero penetrantes. La fotografía impecable refleja el estado anímico de los personajes en cada momento, al principio luminoso y radiante para ir decayendo su luz hasta convertirse en oscura y patética.
Isabel acusa la inexperiencia y la sorprendente capacidad de atracción por parte de un oscuro personaje, despótico y soberbio. La joven no quiere renunciar a adquirir conocimientos sobre la vida, a las oportunidades y peligros por descubrir, pero descuida la protección de su familia de acogida al ser huérfana. La Kidman con 29 años (aparenta 10 años menos), estaba en un momento dulce y arrebatadora, uno de sus mejores trabajos. Malkovich (Gilbert) en su línea de una fisicidad maligna e inquietante en un papel autoritario y cruel. Isabel es la única a diferencia de los otros retratos femeninos que se atreve a transgredir las normas sociales de su tiempo. Su rostro inmaculado, su piel blanca y su pelo rojizo deslumbra a todos sus pretendientes que se sienten seducidos por su naturalidad.
Destaca por su soberbio trabajo Barbara Hershey como aristócrata celestina, delicada y culta, por su distinción y sensibilidad, una mujer frustrada por no poder revelarse contra su destino. En los actores secundarios podemos encontrar a los jóvenes Viggo Mortensen y Christian Bale, entonces casi debutantes, así como Martin Donovan, entonces famoso. Un melodrama pleno de matices que explora el universo femenino y destaca la forma fresca y sencilla de la mujer norteamericana frente a los tabúes, prejuicios y servidumbres de la sociedad europea del siglo XIX. La ambientación y dirección artística es muy cuidada, goza de dos veteranas glorias como John Gielgud y Shelley Winters que le dan al film un peso de distinción. Recomendable para aficionados al cine de calidad y para sibaritas de la cultura clásica.

8,0
1.991
8
19 de marzo de 2018
19 de marzo de 2018
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Abanderado de la comedia italiana denominada “cine nacional-popular”, Mario Monicelli cultiva aquí, de forma magistral, una tragicomedia de sibilina ironía, mordaz y tierna a la vez, un cineasta poco valorado actualmente que fue el gran creador de un cine popular y humilde pero sin renunciar a plasmar la condición humana. Se trata de un fresco testimonial y social de un tiempo concreto. “I compagni” realiza una aproximación a los inicios del movimiento obrero en la ciudad de Turín, con el auge de una revolución industrial que se apoya en la explotación del proletariado. Enseguida asistimos al factor desencadenante, la ingenua reclamación de una hora menos de trabajo dentro de una larguísima jornada laboral. Para evitar el agotamiento que solía provocar muchos accidentes laborales, asunto que desembocará en una crómica de la resistencia trabajadora. Naturalmente la organización solo podrá comenzar con la llegada del personaje “concienciador”, un activista de aspecto estrafalario, desaliñado, también conmovedor, el profesor Sinigaglia (Marcelo Mastroianni) quien será el ideólogo en dar forma pragmática a la lucha obrera, más allá de la mera reforma que piden los sobre-explotados.
La huelga cuya amenaza de fracaso reside en el tiempo que transcurre mientras el hambre y la miseria corroe la resistencia ante la injusticia, los desesperados esquiroles que ponen en peligro el equilibrio de la contienda, el desasosiego ante la pasividad de las negociaciones y la inquietante demora que cercena la solidaridad. Son los inicios del socialismo en clave de comicidad, en tono bufonesco, sabido es que la sátira ha sido el mejor arma contra la opresión. Si algún reparo se le puede objetar, a una película tan honesta, éste sería, el tratamiento de algunos personajes convencionales y arquetípicos, como el niño mártir, la prostituta de lujo, o el hombre rudo de “buen corazón”. La cinta no solo trata de la huelga de unos obreros textiles, sino sobre las consecuencias del desarrollo industrial, sobre los papeles históricos de la burguesía y el proletariado, sobre el problema como ocurría en “Rocco y sus hermanos” de la inmigración meridional hacia tierras del norte, la Lombardía en el film de Visconti, la región del Piamonte en el film de Monicelli. Todo ello filmado con viveza, basculando entre la gravedad y la farsa, entre lo trágico y lo grotesco, alimentando en el fondo, la idea básica de una historia de fracaso.
De extraordinaria recreación estética para finales del siglo XIX, goza de una estupenda fotografía de Giuseppe Rotunno de tonos grises que refleja la amargura de una clase social sufridora para ganarse el sustento. La película propone un canto a la esperanza, desde el humor, el esperpento y el drama, la conciencia de clase, la continuidad de la lucha por unos intereses obreros que darían lugar al nacimiento de los sindicatos. Lo que yo me pregunto es por qué existe tanta desafección actualmente (escasa afiliación) a estos organismos que se crearon para defender al obrero frente al poderoso. Quizás porque se han convertido en correas de transmisión de ciertos partidos políticos, olvidando su verdadera naturaleza convirtiéndose en aparatos burocráticos, afortunadamente para ellos, siguen subvencionados por papá Estado al menos en España.
La huelga cuya amenaza de fracaso reside en el tiempo que transcurre mientras el hambre y la miseria corroe la resistencia ante la injusticia, los desesperados esquiroles que ponen en peligro el equilibrio de la contienda, el desasosiego ante la pasividad de las negociaciones y la inquietante demora que cercena la solidaridad. Son los inicios del socialismo en clave de comicidad, en tono bufonesco, sabido es que la sátira ha sido el mejor arma contra la opresión. Si algún reparo se le puede objetar, a una película tan honesta, éste sería, el tratamiento de algunos personajes convencionales y arquetípicos, como el niño mártir, la prostituta de lujo, o el hombre rudo de “buen corazón”. La cinta no solo trata de la huelga de unos obreros textiles, sino sobre las consecuencias del desarrollo industrial, sobre los papeles históricos de la burguesía y el proletariado, sobre el problema como ocurría en “Rocco y sus hermanos” de la inmigración meridional hacia tierras del norte, la Lombardía en el film de Visconti, la región del Piamonte en el film de Monicelli. Todo ello filmado con viveza, basculando entre la gravedad y la farsa, entre lo trágico y lo grotesco, alimentando en el fondo, la idea básica de una historia de fracaso.
De extraordinaria recreación estética para finales del siglo XIX, goza de una estupenda fotografía de Giuseppe Rotunno de tonos grises que refleja la amargura de una clase social sufridora para ganarse el sustento. La película propone un canto a la esperanza, desde el humor, el esperpento y el drama, la conciencia de clase, la continuidad de la lucha por unos intereses obreros que darían lugar al nacimiento de los sindicatos. Lo que yo me pregunto es por qué existe tanta desafección actualmente (escasa afiliación) a estos organismos que se crearon para defender al obrero frente al poderoso. Quizás porque se han convertido en correas de transmisión de ciertos partidos políticos, olvidando su verdadera naturaleza convirtiéndose en aparatos burocráticos, afortunadamente para ellos, siguen subvencionados por papá Estado al menos en España.

7,6
2.482
8
15 de noviembre de 2017
15 de noviembre de 2017
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es el armazón irrenunciable de una película, algo que con frecuencia se suele ignorar, mi más sincero reconocimiento al maestro Carlos Blanco, uno de los más grandes guionistas de nuestro cine, porque sin argumento es imposible crear una gran historia, un film. Cuando veía las películas de pequeño, pensaba que eran los actores los que pensaban lo que decían, desconocía que eran ellos con su poderoso físico, los que ponían en escena la idea previamente escrita por un escritor o autor. Mi ingenuidad era ajena a que todo lo que sentía y vivía con lo que presenciaba, se debía en gran parte al talento de los que habían “cocinado” aquel maravilloso festín.
Una digresión sobre el mundo de la literatura, una tortuosa relación en pareja de un maduro escritor sin éxito y una joven cabaretera, que revela la traición y los celos, una mentira patológica en la que vive instalado un escritor que es víctima de su imaginación, un enigmático heredero de una fortuna al que nadie ha visto, un plan macabro perpetrado con nocturnidad y alevosía en un hotel de provincias. Una trama de puro cine negro, personajes de oscuro pasado y futuro incierto, suspense psicológico, melodrama amoroso de avaricia y egoísmo. Es también un drama incisivo y bien construido, donde nada es lo que parece y se impone esa falsedad de las apariencias que tanto gustaba a Hitchcock, de cuidados encuadres y buenos decorados, donde salen a relucir las más oscuras miserias humanas. Los actores describen perfectamente la profundidad y el realismo de sus personajes amorales en un casting excelente por la fisicidad de sus protagonistas.
Narrada de forma excelente por su complejidad, que a la vez resulta sencilla, gracias a sus prodigiosos “flash backs”. La película padeció la miopía de la crítica del momento, despachándola como un buen ejercicio de estilo, basada en el engaño y el simulacro, quizás por burlarse irónicamente del neorrealismo dominante entonces, recurriendo a la imperiosa ficción de intriga psicológica, precisamente el cineasta encumbrado por “Surcos”, otra obra maestra del realismo social, afortunadamente el tiempo ha acrecentado la calidad intrínseca de “Los peces rojos”. La grandiosidad de las obras maestras reside en las múltiples lecturas a las que se presta, en este caso la película de la que hablo. Si a todo lo comentado le añadimos su ingeniosa y atractiva puesta en escena, resulta una obra sugerente, llena de matices que invitan a la reflexión en esta rareza impar del cine español.
Una digresión sobre el mundo de la literatura, una tortuosa relación en pareja de un maduro escritor sin éxito y una joven cabaretera, que revela la traición y los celos, una mentira patológica en la que vive instalado un escritor que es víctima de su imaginación, un enigmático heredero de una fortuna al que nadie ha visto, un plan macabro perpetrado con nocturnidad y alevosía en un hotel de provincias. Una trama de puro cine negro, personajes de oscuro pasado y futuro incierto, suspense psicológico, melodrama amoroso de avaricia y egoísmo. Es también un drama incisivo y bien construido, donde nada es lo que parece y se impone esa falsedad de las apariencias que tanto gustaba a Hitchcock, de cuidados encuadres y buenos decorados, donde salen a relucir las más oscuras miserias humanas. Los actores describen perfectamente la profundidad y el realismo de sus personajes amorales en un casting excelente por la fisicidad de sus protagonistas.
Narrada de forma excelente por su complejidad, que a la vez resulta sencilla, gracias a sus prodigiosos “flash backs”. La película padeció la miopía de la crítica del momento, despachándola como un buen ejercicio de estilo, basada en el engaño y el simulacro, quizás por burlarse irónicamente del neorrealismo dominante entonces, recurriendo a la imperiosa ficción de intriga psicológica, precisamente el cineasta encumbrado por “Surcos”, otra obra maestra del realismo social, afortunadamente el tiempo ha acrecentado la calidad intrínseca de “Los peces rojos”. La grandiosidad de las obras maestras reside en las múltiples lecturas a las que se presta, en este caso la película de la que hablo. Si a todo lo comentado le añadimos su ingeniosa y atractiva puesta en escena, resulta una obra sugerente, llena de matices que invitan a la reflexión en esta rareza impar del cine español.

7,6
6.617
8
4 de julio de 2017
4 de julio de 2017
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando nos enamoramos actuamos de forma ilógica, seguramente porque parte de ese amor que antes dedicábamos a nosotros mismos de forma narcisista se lo entregamos a la persona amada, quedando a sus expensas. Esa falta de amor narcisista esperamos recuperarlo con el amor que el ser querido siente hacia nosotros. De ahí parten muchos de los problemas amorosos que surgen entre el amante y el amado, resultando peligroso si este amor no es correspondido. Si tenemos en cuenta que el amor de una persona, a veces puede estar ya comprometido, estamos ante un amor triangular que no encuentra satisfacción posible. De ahí que el enamoramiento pase a una obsesión difícil de controlar.
Fredy (Terence Stamp) vigila los movimientos de Miranda (Samantha Eggar), una chica por la que se siente fascinado. Sabe que tiene novio pero lejos de hacerle desistir, acrecienta más su interés por la bella pelirroja. Fredy es un taciturno y reprimido empleado de banca, coleccionista de mariposas, es objeto de burla por parte de sus compañeros y su tía Marta con la que vive. Su timidez y exclusión social le llevan a plantear una venganza cuando gana un premio económico en las quinielas. Ser rico le hace sentirse poderoso pensando que el dinero lo compra todo y no quiere resistirse a ningún deseo, ni siquiera a los que están prohibidos, como no se siente capaz de conquistarla, pretende capturar a la chica como a una de su colección de mariposas. Más tarde se comporta con ella como un niño bueno y complaciente, esperando que su conducta sirva al enamoramiento de ella en correspondencia de su amor.
“El coleccionista” es una película minimalista, una obra de cámara, moderna para su época, un “tour de force” que nos plantea el maestro William Wyler en su madurez creativa, con dos actores poco conocidos entonces, pero de gran frescura y talento ambos. Con muy pocos elementos, el cineasta logra extraer toda la tensión, el terror, el suspense, el erotismo y el acoso de un perturbado en una extraña relación de poder y dependencia. Película notable y poco valorada en su momento, creo que crece en prestigio con el tiempo. Una mirada perversa y morbosa sobre el amor obsesivo, de una bella “mariposa atrapada” sobre cartulina negra. Una historia excitante y morbosa que suscita muchas expectativas a la hora de adaptar la novela de John Fowles, por ejemplo, me pregunto ¿Cómo la hubiera filmado: Buñuel, Berlanga o Hitchcock, tres cineastas mucho más originales en su universo personal, más atrevidos y arriesgados que el clásico Wyler, a la hora de su puesta en escena?
Gracias por la atención prestada, si alguien tiene el interés de leerla.
Fredy (Terence Stamp) vigila los movimientos de Miranda (Samantha Eggar), una chica por la que se siente fascinado. Sabe que tiene novio pero lejos de hacerle desistir, acrecienta más su interés por la bella pelirroja. Fredy es un taciturno y reprimido empleado de banca, coleccionista de mariposas, es objeto de burla por parte de sus compañeros y su tía Marta con la que vive. Su timidez y exclusión social le llevan a plantear una venganza cuando gana un premio económico en las quinielas. Ser rico le hace sentirse poderoso pensando que el dinero lo compra todo y no quiere resistirse a ningún deseo, ni siquiera a los que están prohibidos, como no se siente capaz de conquistarla, pretende capturar a la chica como a una de su colección de mariposas. Más tarde se comporta con ella como un niño bueno y complaciente, esperando que su conducta sirva al enamoramiento de ella en correspondencia de su amor.
“El coleccionista” es una película minimalista, una obra de cámara, moderna para su época, un “tour de force” que nos plantea el maestro William Wyler en su madurez creativa, con dos actores poco conocidos entonces, pero de gran frescura y talento ambos. Con muy pocos elementos, el cineasta logra extraer toda la tensión, el terror, el suspense, el erotismo y el acoso de un perturbado en una extraña relación de poder y dependencia. Película notable y poco valorada en su momento, creo que crece en prestigio con el tiempo. Una mirada perversa y morbosa sobre el amor obsesivo, de una bella “mariposa atrapada” sobre cartulina negra. Una historia excitante y morbosa que suscita muchas expectativas a la hora de adaptar la novela de John Fowles, por ejemplo, me pregunto ¿Cómo la hubiera filmado: Buñuel, Berlanga o Hitchcock, tres cineastas mucho más originales en su universo personal, más atrevidos y arriesgados que el clásico Wyler, a la hora de su puesta en escena?
Gracias por la atención prestada, si alguien tiene el interés de leerla.

7,3
13.712
7
21 de octubre de 2017
21 de octubre de 2017
12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alegoría política, reconstrucción histórica, polémica y opinable desde muchos puntos de vista, desde luego no deja en buen lugar a los comunistas, los cuales se encargaron de criticarla con ardor y hasta boicotearla en Cannes. Tampoco gustó al histórico dirigente Santiago Carrillo, quien criticó duramente al director británico. Ken Loach plantea en este interesante film sobre la Guerra Civil española un tema no tratado, cinematográficamente, del conflicto bélico: la revolución que dirigieron los anarquistas, junto a los miembros del POUM, y que fue aplastada por la política del PCE, bajo el auspicio de la Unión Soviética. Para los españoles es triste comprobar que haya sido un director extranjero quien haya tenido que tratar este aspecto, dejando en evidencia los tabúes del cine español desde un punto de vista objetivo.
“Tierra y Libertad” está narrada desde una perspectiva histórica y se inicia a partir del momento en que una nieta descubre en un armario la maleta que contiene las cartas y recuerdos de su abuelo, David (Ian Hart) que acaba de fallecer. Un flashback nos narra las vivencias de este obrero inglés en paro, que decide ayudar al Gobierno Republicano español para evitar el triunfo del fascismo en España y Europa con el auge de Hitler y Mussolini. Una vez en España, se encuentra con un panorama totalmente diferente del que había imaginado: un ejército republicano desorganizado, dividido por los recelos y las luchas internas. David ingresa en las milicias del POUM, incorporándose en el frente de Aragón.
David percibe que las fuerzas del mismo bando plantean cosas distintas: mientras comunistas y socialistas plantean ganar la guerra, los anarquistas y trotskistas plantean hacer la revolución. El film aborda el sueño revolucionario de un idealista al que la realidad le muestra las traiciones y deslealtades en la lucha por la libertad. Este argumento está basado, al parecer, en la vida de Stafford Cottman, un joven inglés con ideas comunistas. Se trata del fracaso de una esperanza, en la que los obreros pensaban que era posible cambiar sus vidas y transformar la sociedad. Tras producirse los secesos que narra el film, el líder del POUM de influencia trotskista, Andreu Nin, fue detenido por agentes comunistas estalinistas en Barcelona, trasladado a Madrid fue interrogado, torturado y asesinado. La propaganda soviética atribuyó el asesinato a la extrema derecha para eludir su responsabilidad. Finalmente aconsejo la versión original donde los actores de diversas nacionalidades que lucharon juntos, hablan sus propias lenguas dándole un realismo y naturalidad imponente. Película emotiva y llena de intensidad emocional con una fotografía fascinante que recrea perfectamente el ambiente rural naturalista.
“Tierra y Libertad” está narrada desde una perspectiva histórica y se inicia a partir del momento en que una nieta descubre en un armario la maleta que contiene las cartas y recuerdos de su abuelo, David (Ian Hart) que acaba de fallecer. Un flashback nos narra las vivencias de este obrero inglés en paro, que decide ayudar al Gobierno Republicano español para evitar el triunfo del fascismo en España y Europa con el auge de Hitler y Mussolini. Una vez en España, se encuentra con un panorama totalmente diferente del que había imaginado: un ejército republicano desorganizado, dividido por los recelos y las luchas internas. David ingresa en las milicias del POUM, incorporándose en el frente de Aragón.
David percibe que las fuerzas del mismo bando plantean cosas distintas: mientras comunistas y socialistas plantean ganar la guerra, los anarquistas y trotskistas plantean hacer la revolución. El film aborda el sueño revolucionario de un idealista al que la realidad le muestra las traiciones y deslealtades en la lucha por la libertad. Este argumento está basado, al parecer, en la vida de Stafford Cottman, un joven inglés con ideas comunistas. Se trata del fracaso de una esperanza, en la que los obreros pensaban que era posible cambiar sus vidas y transformar la sociedad. Tras producirse los secesos que narra el film, el líder del POUM de influencia trotskista, Andreu Nin, fue detenido por agentes comunistas estalinistas en Barcelona, trasladado a Madrid fue interrogado, torturado y asesinado. La propaganda soviética atribuyó el asesinato a la extrema derecha para eludir su responsabilidad. Finalmente aconsejo la versión original donde los actores de diversas nacionalidades que lucharon juntos, hablan sus propias lenguas dándole un realismo y naturalidad imponente. Película emotiva y llena de intensidad emocional con una fotografía fascinante que recrea perfectamente el ambiente rural naturalista.
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