Haz click aquí para copiar la URL
You must be a loged user to know your affinity with claquetabitacora
Críticas 139
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
11 de agosto de 2016 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
[...] Como ya iba siendo costumbre, la película está dividida en dos partes / mediometrajes con dos historias bien diferenciadas y con Pepito Grillo como hilo conductor aunque cada historia tenga su propio narrador. Todo comienza con la aparición de este famoso personaje utilizándolo, además, como una especie de reclamo pues la gente simpatizaría de lleno con él al ser uno de los personajes más famosos de “Pinocho”, de la factoría Disney en general. Aunque recordemos que la película basada en el cuento atemporal fue otro de los tantos fracasos taquilleros de la compañía [...]. La primera historia o primera parte trata sobre “Las aventuras de Bongo“. En un principio la historia del oso circense se tenía pensado realizarla como una especie de secuela de “Dumbo” (sin ir más lejos el tren, el circo, las carpas, el estilo del dibujo, etc. todo es muy deudor o parecido a la película del elefante). Bajo la narración melódica de Dinah Shore, todo gira en torno a Bongo, un osezno que es la estrella del circo al que pertenece. Su función sobre un monociclo es un auténtico reclamo y eso lo convierte en un animal enjaulado que vive las mieles de su éxito pero es maltratado en cierto modo pues siempre está encerrado en una jaula y atado con un grillete en el cuello para que no se escape. Sin lugar a dudas, como siempre suele suceder, en Disney nunca se deja escapar elementos tristes o funestos para empatizar con el protagonista ante la situación penosa que le ha tocado vivir. El mensaje no se hace esperar: la libertad se encuentra fuera de sus grilletes. El mundo del circo es un mundo opresor y siendo una bestia salvaje como es necesita vivir en el campo, lugar idílico y propicio para cualquier animal que se precie de serlo.

Sin esperar mucho logra escapar del tren y en pocos segundos se encuentra en medio de su ansiada libertad, rodeado de animales, respirando aire puro y gozando de la vida en el campo. Lógicamente la vida allí, una vez aparece la realidad de la letra pequeña, no será tan fácil, ni tan sencilla ni tan atractiva. Pero cuando aparece la osezna Lulubelle todos los problemas desaparecerán. A partir de este instante el corto se torna romántico y lógicamente, hasta cierto sentido, empalagoso. Bongo y su nuevo amor flotarán por el cielo entre nubes rosas y ositos a modo de Cupidos (el diseño de éstos es lo mejor de todo el mediometraje) que con una canción melódica irán sembrando las claves de lo que el amor encierra. Siendo Disney y con la naturaleza en su estado más primigenio aparecerá el clásico rival a quien nuestro protagonista deberá combatir. En este caso se trata de un oso enorme llamado Malamuerte. Es aquí donde el equipo introduce un elemento surrealista a la par que chocante. El modo de conquistarse que tienen los osos es a través de golpes, tortazos y bofetones entre ambos sexos, más aún con la canción que acompaña la escena: “Pega un bofetón”. Hoy sería completamente imposible tan sólo plantear la idea. Lógicamente malos entendidos, peleas de machos, damas en apuros y lugares límite como un tronco y una cascada para enfatizar la batalla final tendrán lugar. Un mediometraje que enfatiza el tagline de que nada puede acabar con el amor.

El corto guarda las constantes y la esencia de la animación de los cortos Disney y no se aparta mucho del estilo que llevaba cosechando cierto éxito durante la década de los 40. Pero “Las aventuras de Bongo” cuenta con un problema imposible de sortear. Es muy flojo en su resultado. Tristemente no aporta nada nuevo o interesante y si bien hubiese sido un corto aceptable con una duración de apenas 10 minutos es dilatado hasta la media hora haciéndolo funcionar a trancas y barrancas. La presentación de Bongo y su maltrato es interesante pues aún siendo animación no abandona su pequeña crítica hacia el mundo de los animales y su penosa situación como animal de circo. Su aparición en el entorno natural como contraste entre la vida salvaje y la de ciudad junto con el proceso de aclimatación / descubrimiento de la felicidad que se supone ofrece el campo es atractivo, guardando además cierta similitud con el tramo de Blancanieves cuando ella aparece en el bosque y sus habitantes se descubren como seres amistosos y agradables. El siguiente tramo donde descubrimos que la noche cobra vida es menos acertado pues aparte de copiar / beber de casos como “El viejo molino” y “Fantasía”, donde las inclemencias del tiempo son amenazas constantes, todo lo que viene después se torna predecible, tópico, plano y carente de interés.

Una de las razones del porqué todo lo restante con Bongo no funciona es que es indefinido, no cuenta con un tono concreto. Sí, entendemos que el pobre osezno no conoce las costumbres de sus congéneres y de ahí el malentendido pero lo veo más un “salirse por peteneras” para provocar el clásico enfrentamiento entre machos por la lucha de la hembra en cuestión que algo con personalidad propia. Su animación es muy parecida a la de los cortos de Goofy o Donald (incluso el diseño de los osos serviría más tarde para crear uno de los personajes más entrañables y divertidos de la factoría Disney como es Humphrey el oso, el cual acabaría teniendo una serie de cortos propios con cabecera incluida). De haber tenido una orientación más definida o como mínimo más enfocada podríamos estar hablando de algo más destacable. Tampoco ayuda que Bongo sea un personaje sin un carácter más trabajado. Aunque le vemos hacer muchas cosas no tiene el carisma ni el tono adecuado para ser protagonista a pesar de serlo a tenor de las situaciones acontecidas. Definitivamente la primera parte del largometraje es muy irregular, sin apenas nada destacable. Si acaso algún momento puntual pero que por la forma y el fondo nunca logrará quedar en la memoria colectiva y que si es descubierto es más por completismo cíclico que por sus valores animados y cinematográficos.

- continúa en spoiler -
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Una vez termina la narración damos paso al segundo mediometraje y a su vez el mejor de los dos [...]. Pepito Grillo descubre (y nosotros con él) que la casa donde nos encontramos es de la pequeña actriz Luana Patten, cuyo debut fue en “Canción del Sur” y cuya carrera cinematográfica estuvo ligada a la compañía durante muchos años. Ella no está en la casa sino que está celebrando su cumpleaños en casa del artista Edgar Bergen, famoso ventrílocuo que apareció en muchos medios como televisión, radio, cine y demás y cuyos muñecos más conocidos, Charlie McCarthy y Mortimer Snerd, son los únicos invitados [...]. El mediometraje es toda una delicia tanto en forma como en fondo. Es un festival repleto de detalles y un enfoque perfecto en la esencia de la aventura pura. Contamos con la presencia del trío por antonomasia de la compañía Disney: Mickey, Donald y Goofy [...]. Si por algo destaca esta pieza es porque juega muy bien con varios géneros implicados: la fantasía, el drama, el terror, la aventura, etc. El lugar en el que nos encontramos es Valle Feliz. La razón es simple: todo el mundo está feliz porque un arpa mágica canta y cuando esto sucede todo funciona. Pero tristemente será secuestrada y la vida en su concepto más esencial irá pereciendo. La siguiente escena es formidable pues muestra la pobreza en su máximo esplendor. Nuestros tres protagonistas tienen que repartir lo poco que tienen entre los tres [...].

Lo que más destaca por encima de todo, más allá de una animación bien dibujada, es el tono porque sabe repartir muy bien los minutos para que nada se torne aburrido o cansino. En apenas un momento pasamos de la alegría a la tristeza, del drama al suspense incluso al terror y de ellos nos alejamos para adentrarnos por completo en la aventura más fantástica. Las habichuelas del título se transforman en una planta que crece y que asciende envuelta en una banda sonora milimétrica. Música y movimiento en perfecta simbiosis, como si hubiesen convertido a “Fantasía” en un episodio apto para todos los públicos. Una vez llegamos a nuestra próxima parada el juego de perspectivas y medidas son tan sólo la punta de un iceberg enorme [...].

Es el último tercio donde se presenta, en todo su esplendor, al villano de la función: Willie, el gigante tontorrón pero de carácter agresivo destructivo [...]. El momento donde el gigante se despierta consigue barrer de un plumazo todo el concepto entrañable para aparecer como el auténtico gigante despiadado que es. La interacción entre nuestros protagonistas y él es lo mejor hasta la fecha de todo el metraje. Los animadores vuelven a conseguir una plasmación de perspectivas perfecta como el momento donde Mickey escala por el hilo o cuando se mete en el bolsillo del gigante, algo que volvería a salir más adelante en casos como “La Cenicienta” y el personaje de Jack. El ritmo en la persecución, la sensación de peligro constante, la velocidad vertiginosa de los movimientos y las acciones al igual que la dirección para el conjunto hacen de este mediometraje todo un lujo y se convierte por derecho propio en el mejor de todos los respectivos a las películas paquete con permiso y ayuda de “La leyenda de Sleepy Hollow” [...]. Aún así, “Las aventuras de Bongo, Mickey y las judías mágicas” es un largometraje menor, como la gran mayoría de títulos de la década de los 40, que si bien es cierto se salva gracias a su segunda mitad por su calidad y por sus maravillosas aventuras queda lastrado por una primera mitad aburrida y muy menor a pesar de su carencia de intenciones mayores.

Crítica completa: https://claquetadebitacora.wordpress.com/2016/08/07/critica-las-aventuras-de-bongo-mickey-y-las-judias-magicas-varios-directores-1947-diversion-a-medio-gas/
13 de julio de 2016 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La batalla de las Termópilas siempre ha sido, por derecho propio, una de las batallas más interesantes de la Historia universal. Sorprende ver cómo un ejército inabarcable de soldados persas se encontró con la resistencia de un pequeño grupo de espartanos en una guerra que duró apenas 3 días. Símbolo de proeza épica y lucha encarnizada, el clamor popular hizo que Esparta, junto a sus guerreros, se convirtiese en el estandarte iconográfico de la lucha y la entrega deparando, mientras tanto, grandes gestas, loas, poemas formando parte, a su vez, de una cantidad ingente de libros, comics, películas y demás que intentaron plasmar esa fantástica batalla desde todos los posibles puntos de vista estéticos y en más de una ocasión desde un tono pop cool más que demostrado. La versión más laureada y archiconocida fue la novela gráfica “300” (Frank Miller, 1998), que acabaría convirtiéndose en una pieza clave en el mundo del comic y proclamada obra de culto desde el mismo instante de ver la luz.

El género bélico histórico no fue hasta “Gladiator” (Ridley Scott, 2000) que renació de sus cenizas y volvería a ser de interés popular pues hasta ese momento se encontraba en el ostracismo más absoluto. Sin ir más lejos a partir de ese título empezarían a surgir películas donde las batallas espectaculares, sangrientas y de estética remarcada jugaban un papel importante mientras la política, sus tejemanejes, las traiciones y sus discursos mediáticos también tenían su razón de ser. La película de Snyder le debe y bebe muchísimo del péplum filmado por Scott en el año 2000, al igual que también sucumbe al inevitable recurso narrativo de la trilogía de “El señor de los anillos” (Peter Jackson, 2001 – 2003). Lógico por otra parte pues al igual que las aventuras de Máximo Décimo Meridio jugaban a ensalzar la bravura del hombre dentro de un recurso que ensalzaba la violencia hiperrealista, las tres entregas de la Tierra Media le daban mayor énfasis a la historia con un apabullante despliegue técnico que convertía una fantasía épica en un alarde casi vanguardista en cuanto a forma se refiere. Juntando los dos aspectos, “300” se convirtió automáticamente en un referente visual y volvió a crear una nueva moda a la hora de exponer la sangre en la acción y la violencia en la batalla. Tan sólo hay que hacer un repaso a las series televisivas y a las películas que surgieron después para ver como se copiaban e imitaban las formas de Snyder tanto estéticas como de dirección.

Zack Snyder no era un director muy conocido en el mundo del cine. Venía de ofrecer “El amanecer de los muertos” y aunque se granjeó alabanzas al respecto, el saber que él había sido el elegido para llevar a la gran pantalla la obra capital (y de culto) de Miller la reticencia y el escepticismo era más que evidente. Una vez vista los miedos se disiparon cual columna de humo frente a un ventilador. El éxito fue atronador y tanto el público como la crítica, por regla general, aplaudió la gesta y el esfuerzo del director, logrando además que cada nuevo título suyo consiga levantar las expectativas y captar el interés. Sin ir más lejos, a día de hoy, 300 es un ejercicio de estilo muy remarcado, un producto concebido para apabullar visualmente y dejar sin respiro a todo aquel que intente dejarse sorprender por productos de este calibre. No se puede negar que la película contó con un diseño de producción envidiable pero sobre todo con el acento marcado en el espectáculo de las grandes guerras en el campo de batalla. El problema principal reside en que Snyder abusa, en todo momento, de técnicas y efectos que llegan a saturar en más de una ocasión a su pesar. Y si hay una sola palabra que pueda definir el filme en cuestión es exceso.

Lógicamente estaría faltando a la verdad si dijese que la película, en lo visual, no me gusta. Todo lo contrario. En la gran mayoría de casos me fascina y me convence la forma en cómo Snyder transmite y plasma el mundo de la viñeta e intenta conseguir la forma narrativa y el fondo de su mensaje de lo que el mundo del comic trata y engloba. Otra cosa muy distinta es saber si lo logra como película y si mantiene su status vanguardista a lo largo del tiempo. Es innegable que la fuerza expositiva, narrativa y visual del mundo espartano y su idiosincrasia funciona bastante bien. Momentos, planos, situaciones y gestas muy concretas logran su objetivo que es aturdir, sorprender y conquistar a cuanto mayor número de espectadores se refiere gracias también a frases concretas que acabarían convirtiéndose en clamor popular. Escenas como la lucha del niño contra la bestia que en sí es una alegoría a la transformación de niño en hombre, el ejército enemigo empujado por los espartanos hacia el acantilado, los barcos hundidos en el mar, la primera batalla contra los persas mientras en un travelling casi sin apenas cortes y con una cámara lenta hiperrealista enfatiza las estocadas de un Leónidas bien entrenado en el arte de la guerra o la pelea contra los Inmortales en plena noche constan de un lenguaje cinematográfico propio muy conseguido, fascinante y logrando transmitir la épica, la acción y la aventura a partes iguales sin caer en el patetismo. Podría decirse que Snyder disfruta con una estética concreta para englobar lo que la tecnología y la inventiva personal pueden dar de sí a partir de un material ya de por sí puramente artístico.

- continúa en spoiler -
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El esfuerzo en conseguir un producto convincente es más que loable pero encuentro que Snyder está en todo momento más interesado en conseguir que cada escena sea superior a la anterior y que todo el mundo quede anonadado sólo con el apartado visual mientras que lo que a guión se refiere sea el menos trabajado o el que menos interese, quedando relegado a un aspecto menor. Cierto es que la esencia de este filme son las batallas y las escenas de acción pero es importante matizar que lo visual no siempre prevalece o se mantiene en el tiempo de la misma forma. Aunque es innegable que “300” sigue funcionando como el primer día, donde el despliegue de medios es palpable, Snyder se olvida de lo más importante: no cansar debido al exceso ni provocar que su propia película se acabe engullendo a sí misma por un ego un tanto desmedido para provocar un filme que satura en demasía. Y es que los espartanos de esta entrega no tienen freno, no hay punto y aparte, no hay tiempo para degustar o contemplar con pausas todas y cada uno de las escenas. Es una película que no respira. Todo está demasiado concatenado y con el lema de “más difícil todavía” para demostrar la heroicidad casi de superhéroe de unos humanos que no son tratados como simples mortales [...].

Siempre es necesario un tiempo mínimo de reposo, un momento liviano ante tanta abultada colección de escenas de acción inyectadas en anabolizantes para caballos donde el acento en el músculo y la camaradería, el honor y el coraje frente a la barbarie y la sangre, esa que salpica la pantalla sin un mínimo de control, no encuentra un punto intermedio. Pero no sólo el problema está en el desenfreno. La forma está por encima del fondo, lo expositivo por encima de lo elemental. Y es que el guión necesita ser perfilado, necesita menos autocomplacencia, menos simplificar la base y darle un poco más de color a los motivos, las razones, la exposición del porqué más allá de gritos guerreros golpeándose el pecho. Necesita un enfoque más pausado para conocer a los personajes, un poco más de su historia. Es lógico que en este tipo de filmes los contrastes físicos son el todo pues de esta forma el espectador empatiza con los buenos de inmediato mientras que siente repulsa hacia los villanos de turno [...].

“300” es un ejercicio de estilo con un potencial enorme, más aún al contemplar hasta donde llega la tecnología cuando la imaginación se queda estancada, más aún en un género trillado como éste. Pero dejando a un lado que su empaque podría asemejarse a los logros conseguidos en su momento con “Matrix” (Andy y Lana Wachowski, 1999) cuenta con no pocos fallos como el exceso de la cámara lenta, una voz en off excesiva que subraya demasiado lo que contemplamos y actuaciones que no desentonan pero tampoco logran quedar en el recuerdo más allá de Gerald Butler como Leónidas en su papel más laureado hasta la fecha. Título que marca tendencia a la hora de plasmar una época dentro de un estilo remarcado contando con una fotografía mitificada (ayudada también de un tono terroso para darle esa sensación nostálgica) [...].

A día de hoy sigue sin parecerme la panacea tan aplaudida aunque disfrute de ciertas escenas, contadas con los dedos de las manos. Llegados a cierto punto uno siente la imperiosa necesidad de vivir la Historia desde un punto de vista más narrativo, más cultural sin menospreciar la violencia sangrienta del fragor de la batalla. Pero aquí se demuestra, una vez más, que Snyder es un director al servicio de lo estético, de la forma en cómo narrar su película sin importarle la historia en sí. Ahí se demuestra que cuando el guión se presenta supuestamente meditativo, profundo o incluso serio, es decir, cuando hace hincapié en la parte política, en los diálogos donde coloca la cámara se pierde o no encuentra el punto exacto [...].

Crítica completa: https://claquetadebitacora.wordpress.com/2016/07/14/critica-300-zack-snyder-2006-la-hiperbole-excesiva-del-esteta/
20 de mayo de 2016 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El género carcelario es uno que tuvo su pleno apogeo durante la década de los 70, los 80 y gran parte de los 90. Solían haber dos variantes: las películas enfocadas a la acción pura y dura con el héroe de turno que iba repartiendo estopa a diestro y siniestro y luego estaban los dramas carcelarios donde la cárcel era el escenario propicio para hacerle pasar un calvario al protagonista por culpa de alcaides despiadados y acólitos internos que no dudaban un segundo en seguir a raja tabla las directrices. “Encerrado” pertenece más a esta última opción. En esta ocasión Stallone, una vez más, vuelve a enfundarse el rol del hombre de barrio como bien muestra la primera escena donde podemos ver un partido con los niños alrededor suyo como si fuese una especie de mentor. Por una jugada de la vida y una burocracia implacable deberá cumplir parte de la condena que le queda en una de las penitenciarías más duras debido a un problema con el alcaide, un tío sádico interpretado por Donald Sutherland disfrutando con su personaje y siendo uno de los pocos aciertos de la película.

A día de hoy, siendo claros y sinceros, “Encerrado” podría verse como la hermana pequeña y telefilmesca de la obra maestra de Don Siegel “Fuga de Alcatraz” con la que guarda no pocos paralelismos. Aquí el director de la función es John Flynn, alguien a quien se le ha hecho vieja su película y más aún su realización, cargada de un sinfín de estereotipos y clichés en abundancia. Cuatro escenas de acción más o menos decentes, con cierto brío en la cámara y que consigue hacer recordar los buenos tiempos del cine de acción del propio Stallone como la partida de rugby, la pelea en el patio (lástima que la rematen con una cuña dramática y encima a cámara lenta, pues hasta ese momento lograba ser lo mejor de la función y con creces) o la pelea de Stallone contra los policías donde se recupera y con bastante acierto la acción donde el actor nada como pez en el agua (la película se rodó después de la tercera entrega de Rambo y aún estaba en plena forma física). Al igual que algún momento dramático con un mínimo de empaque como la muerte de uno de los personajes allegados al protagonista o la escena del coche. Pero en resumidas cuentas es un filme que lejos de pequeñas píldoras poco aporta a estas alturas y se queda en algo muy menor.

En su conjunto podría decirse que es un filme pasado de moda, anclado a una época y que sacada de ella resulta muy poco llamativa. Como filme dramático no acaba de resultar del todo convincente (es imposible no sonrojarse con ciertos planos y ciertas secuencias a día de hoy) y como filme de acción es muy pobre aunque haya cierta intención de base junto con algo d empaque en las escenas antes mencionadas. No se puede negar tampoco que el clímax se esfuerza en resultar convincente y aunque lo logra en cierta medida no hay mucho más que reseñar de ella. Cine hecho a finales de los 80, con el cambio de tono en el género y demostrando que Stallone empezaba a alejarse de su era más aclamada intentando adentrarse en otros estilos y géneros. Se volvió a contar con Bill Conti con una partitura un tanto parecida en ciertos momentos a Rocky y con Survivor para el tema principal. La fotografía corre a cuenta de Donald E. Thorin que intenta darle un tono frío y distante.

Tristemente, no se puede negar ni obviar que hay títulos que forman parte de un momento y correspondientes a un estilo generacional. “Encerrado” tuvo su fama (pasajera) gracias a diversos pases televisivos durante las cadenas privadas pero más allá de ser carne de película grabada en cualquier cinta VHS de cualquiera de nuestros padres como fans incondicionales del héroe de acción no hay mucho que la haga defenderse por sí mismo a día de hoy. Si bien es cierto que a Stallone siempre le ha gustado darle a sus películas alejadas del gatillo fácil cierto toque dramático como si su presencia fuese una especie de mentor o guía para el buen camino de los héroes bienintencionados en este caso resulta cuanto menos risible e incluso cuestionable pues la credibilidad ante las circunstancias adversas brilla por su ausencia. Incluso en el clímax, cuando desea enfrentarse a su futuro sin tener que huir, puede que en 1989 pareciese un final apoteósico pero ahora puede llegar a provocar cierto sonrojo casi de risa enlatada. “Encerrado” es un filme que, desde luego, para su propia desgracia, no ha aguantado el paso del tiempo. Puede decirse que es carne de parrilla televisiva para una tarde desganada o una especie de “Cadena perpetua” de segunda división. No es una mala película pero desde luego no saldría como representación de nada concreto.

https://claquetadebitacora.wordpress.com/2016/05/21/critica-encerrado-john-flynn-1989-drama-carcelario-de-segunda-division/
18 de mayo de 2016 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
James Mangold, un director que nunca me ha parecido interesante (más allá de alguna que otra cinta interesante), realiza aquí su, hasta la fecha, mejor película y por ende uno de los mejores trabajos de Sylvester Stallone alejado de sus roles típicos de héroe de acción impasible en un thriller policiaco con aroma a western clásico donde la policía acaba convirtiendo una parte de New Yersey en su corralito particular. Tal es así que la corrupción llega a cotas incontrolables gracias también a contactos con la mafia. Dejando a un lado la parte del guión que es, sin lugar a dudas, el eje fundamental, la película es el botón de muestra de que Stallone, en una época cuya filmografía iba cuesta abajo y sin frenos, demostraba que era un actor que podía demostrar que tenía la madera necesaria para conseguir un rol ajeno al músculo, más cercano a lo que la crítica aplaude y no cruje. Sin ir más lejos tuvo que engordar 15 kilos para alejarse del físico musculoso al cual nos tenía acostumbrados y dejar la acción de puñetazos y mamporros a un lado para adentrarse en una historia donde lo que prima son las dotes interpretativas y no el físico. Por así decirlo, se quitó el disfraz de pétreo e impasible héroe de acción para enfundarse la piel del héroe anónimo y cotidiano, una especie de vaquero que su moral le pide (y obliga) a hacer lo correcto siempre, a costa de ser el hazme reír de los demás. Una forma muy clásica de conjugar el cine del oeste con el policíaco con aroma a clásico.

La película empieza de muy potente. Una persecución y un asesinato de dos chicos negros a manos de un policía blanco en el puente George Washington, que une Nueva York con New Yersey. Un puente reconvertido en símbolo de impunidad, icono de como la jurisdicción política, policial y social acaba en un lugar para convertir la policía corrupta en un elemento intocable. En esta escena logramos ver hasta dónde llega la manipulación, corrupción y destrucción de la ley y orden. Y en medio de todo este podrido entramado se encuentra Freddy, el personaje interpretado por Stallone. Debido a un accidente donde se quedó sordo al salvar a la chica de sus sueños no puede acceder a ser policía. Tal es así que acaba convirtiéndose en el sheriff ninguneado del pueblo. Un héroe a fin de cuentas pero que por su condición inocente y pura en contraste con la corrupción podrida de sus vecinos es objeto de burla y ninguneado por el resto de policías. Cinematográficamente hablando es como si los protagonistas de las películas de Frank Capra o Howard Hawks, héroes de condición y espíritu acabaran conviviendo con los personajes que surgen de la mente de Quentin Tarantino. El bien contra el mal en estado puro. La inocencia de una forma de vida contra lo sórdido de lo corrompido.

“Copland” es un título coral con un reparto de lujo, cargado de apellidos realmente potentes (Harvey Keitel, Ray Liotta, Robert De Niro, Robert Patrick, Peter Berg, Janeane Garofalo, Michael Rapaport, Annabella Sciorra, Noah Emmerich, etc.) y con actuaciones muy solventes que si bien es cierto no todos son importantes ni todas las historias sin igual de interesantes puede decirse que los aciertos de unos compensan los fallos de otros. Por la sencilla razón de que todos, en mayor o menor grado, son una especie de piezas de un puzle que ofrece en su conjunto una mancha gris que tapa el blanco de la condición humana. Mangold trabaja de forma concienzuda, serena, sin altibajos en una historia potente y sumamente eficaz. Sobre todo por ver como la manipulación, el dominio, el control, la corrupción y el asesinato por parte del líder de todos ellos, Ray Donlan (Harvey Keitel en su salsa), es sorprendente precisamente por saber que Asuntos Internos, representados por un competente De Niro y que ofrece una actuación que recuerda a sus tiempos gloriosos, no puede tocarle debido a temas de jurisdicciones y leyes inquebrantables.

- continúa en spoiler -
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
No se puede negar que en la parte central del metraje es donde el ritmo y el metraje se resiente, quizás por no saber cómo cerrar ciertos entramados o porque se alarga en demasía para llegar al meollo de la cuestión, al igual que se le da demasiado énfasis a la historia de Ray Liotta, que aporta bien poco a la trama. Pero cuando Mangold decide convertir a Stallone en el héroe de la función, decidido a ser el que limpie la ciudad del estercolero moral en el que se ha convertido y demostrando que es algo más que el sheriff simplón, es cuando la película se convierte en un western urbano de perfecta factura por muchos motivos: la acción es milimétrica, contundente y muy física, recordando en ciertos aspectos a la rabiosa exposición de la violencia del cine de Sam Peckimpah (aún con matices) al igual que la entrega de Sly a la causa es aplastante por hacer que todo cuanto le rodea y la forma en cómo resulta creíble ante esa soledad y ese sufrimiento es digna de encomio. Mención importante a la resolutiva efectista respecto al oído sano hace que los efectos de sonido jueguen una parte fundamental pues anulan por completo lo que podemos oír y tan sólo intuimos lo que sucede gracias a lo que vemos al igual que el dolor del personaje es extremadamente creíble. “Copland” se erige como un filme con cierto aroma a los thrillers setenteros de corte clásico y que podría pasar perfectamente por un Lumet menor. Un título serio, contenido pero muy efectivo donde el héroe lucha ante la adversidad sin importar las consecuencias y cuantos hayan de quedar en el camino.

https://claquetadebitacora.wordpress.com/2016/05/18/critica-copland-james-mangold-1997-la-corrupcion-impune/
4 de mayo de 2016 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine polar francés, ese género policíaco de notable éxito durante la década de los 60 y 70, tuvo su máximo esplendor con directores consagrados como Jean Pierre Melville, Claude Chabrol, François Truffaut, Henry Verneuil o Jean-Luc Godard entre otros cuyas filmografías, formas, estilos directos y encerrados en un género en sí mismo depararían una forma de hacer y entender el cine frente al thriller policíaco americano. Mientras Hollywood colocaba al agente o protagonista como héroe absoluto casi reconvertido en justiciero en armas Francia daba voz, voto y presencia al enemigo, al villano, colocándolo casi a la altura del actor que encabezaba el cartel, jugando muchísimo con los matices y habiendo claroscuros entre ambos roles. Eso convertía a las películas que ofrecía el cine galo en auténticos reclamos e influencias para los cineastas de generaciones futuras que han logrado hacerse un nombre por sí mismos como el caso de Quentin Tarantino o Martin Scorsese entre otros. Directores cuyas películas son auténticas deudoras de la esencia de aquel cine. Lógicamente también han insuflado su propio sello pero ese es otro tema.

A veces sucede que la Historia del mundo teje sus propios guiones y tan sólo el género cinematográfico tiene que reunir las piezas para deparar sus propias películas. En la década de los 60 y 70 hubo un entramado que tambaleó los cimientos de la sociedad americana pues la mafia introdujo heroína en los Estados Unidos desde Turquía pasando por Francia, para mayor concreción, Marsella. Todo aquello llegó a tener el sobrenombre de “Conexión francesa” al convertirse en una de las mayores tramas del narcotráfico. En 1969 Robin Moore escribió el libro “The French Connection: A True Account of Cops, Narcotics, and International Conspiracy” y en 1971, basada en esa obra, William Friedkin dirigió “The French Connection (contra el imperio de la droga)” donde la trama se centraba en dos policías americanos de narcóticos que intentaban dar caza a uno de los mayores traficantes. La película, interpretada por Gene Hackman, Roy Scheider y Fernando Rey, se convirtió en todo un referente precisamente por su tono duro, seco y por una dirección modélica aparte de cosechar infinidad de premios (5 Óscars en 1971 incluidos mejor película, director, actor, etc). Tal fue el éxito que 1975 John Frankenheimer dirigió “French Connection 2” variando el tono y dándole un enfoque más europeo, a la vez que era expuesto como un filme más intimista que su predecesora.

Cédric Jimenez recurre en su segundo trabajo como director a ambos temas, el cine polar y ese pedazo de la Historia, para rodar lo que podría verse como la versión definitiva o como mínimo la más madura de todas al rodar desde un formato casi documental, alejándose de los alardes del thriller, del suspense más manido y ahondando en todos los mecanismos de las partes implícitas ya sea la mafia y sus integrantes, el tráfico de la droga, el magistrado reconvertido en cazador a través de la ley, los intentos de desentramar todo el tinglado y conseguir dar muerte a uno de los entramados más duros de los 60 y los 70 que afectó tanto a los adultos como a los jóvenes por igual pues acababan enganchados a la heroína de tal forma que acababan muriendo sin remedio. En este caso tenemos dos bandos: el magistrado de menores Pierre Michel, joven y con ambiciones, quien intentará dar captura a quien está suministrando la droga a los más débiles trasladándose a Marsella para así poder encabezar el departamento encargado de erradicar el crimen organizado. Jean Dujardin ofrece el temple, la precisión, la dureza y la decisión de un rol que podría equipararse al Eliott Nes de Kevin Costner en “Los intocables de Eliot Ness” (Brian De Palma, 1987). Un hombre que está dispuesto a llegar hasta el final con tal de dar caza a los causantes de un mal social y moral.

Porque la película va más allá de lo visual, del thriller al uso sino que se centra también en los problemas menores pero que son los daños colaterales y las piezas de un destrozo irreparable como bien puede verse en la relación casi paterno filial que establece Pierre con uno de los casos que lleva pues se trata de una adolescente a la cual intenta ayudar por todos los medios para desengancharse. Es en el momento fatídico cuando el mal, el dolor, el daño emocional y la magnitud de la situación le estampan en la cara al magistrado para tomar la decisión de ir a por todas a pesar de sacrificar todo cuanto le rodea como es la relación con su esposa y familia (la escena de la cabina donde acabará derrumbándose emocionalmente es uno de los mejores al respecto y donde se demuestra la madera de la cual está hecha Dujardin). El actor tiene una presencia que evoca a los intérpretes galos de antaño, cuya forma de actuar transmite presteza, madurez y hombría. Dotes imprescindibles para un rol que necesita estar en los dos lados de la balanza: dureza sin concesiones hacia los que están quebrantando la ley y sensibilidad hacia los que están padeciendo el mal de la drogadicción. Lo interesante del caso es que la película se aleja por completo de las constantes y los clichés del cine americano pues no intenta envolver al protagonista de un manto de heroicidad casi de superhéroe, ni tan siquiera necesita ser un justiciero urbano. Tan sólo el hombre que a través de medios cada vez menos correctos deberá acabar con un mal acuciante y cada vez más cruel.

- continúa en spoiler -
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
“Conexión Marsella” no intenta ni pretende ser una americanada. Aquí todo va enfocado casi a ser una tesis, un trabajo de campo como lo fue en su momento “Zodiac” (David Fincher, 2007). De ahí que quizás no esté ideada o enfocada en ser una colección de situaciones efectistas y efectivas (tiene momentos puntuales pero no son esos sus credenciales) sino más bien exponer el día a día, las decisiones y movimientos de cada parte implicada. Porque si Dujardin representa el lado de la ley Gilles Lellouche representa la cúspide del crimen organizado, el padrino del narcotráfico. Aquí interpreta a Gaëtan “Tany” Zampa. Su forma de ser y actuar es cruda y sin concesiones. Su carta de presentación es más que concisa pues castiga a uno de sus confidentes a esnifar una cantidad insoportable de droga para hacerle ver cuáles son las consecuencias para todo aquel que intenta estafarle, engañarle o jugársela. Lellouche es implacable, frío y calculador.

Cédric Jimenez rueda con estilo clásico un thriller casi documental de puesta en escena efectiva. Su metraje dilatado (son dos horas pero el ritmo, la narrativa y la cantidad de datos a exponer hacen parecer que sea más duración) no hacen mella para un producto de diseño excelente, ambientación lograda y dirección adecuada. Porque así como para la mayoría de la historia su realización es más bien pausada, tomándose su tiempo, dejando que la película respire para que todos los personajes y todas las historias fluyan Jimenez no escatima a la hora de exponer la violencia desatada y seca de ciertos episodios como el tiroteo en medio de la carretera a manos de los motoristas, la frustrada detención en el bar o la subtrama del ajuste de cuentas entre los distintos miembros de la banda.

“Conexión Marsella” es un filme que trata tanto a los personajes como al espectador de forma adulta, sin necesidad de argucias ni filigranas de cara a la galería para resultar impactante o supuestamente cool como quizás sucede (con satisfacción, todo haya que decirlo) en los mafiosos de las películas de Scorsese. Ahí son personajes que más allá de un ascenso y caída dentro de un imperio basado en dolor, sangre y plomo juegan con una iconografía y un estilo marcado dentro de un lenguaje cinematográfico propio. Los personajes de la película de Cédriz Jimenez prefieren ir por otro camino. Mucho más adulto y quizás mucho menos hollywoodiense. Y aunque no se puede negar que para las formas bebe e intenta copiar (sin disimulo) el formato del propio Martin Scorsese o de Brian De Palma como es a la hora de enfocar la violencia, la cámara más activa en ciertos pasajes o recurrir a temas vintage para la banda sonora también es cierto que no abusa de la sangre, no enfatiza la crudeza implícita ni tampoco la exalta para tornarla plástica o estética.

Se sabe a ciencia cierta que el mundo de la mafia está ligada al dolor y el sufrimiento creado por hombres sin escrúpulos pero está claro que el director prefiere enfocar el objetivo en el drama de lo que envuelve ese mundo y el resultado del mismo en vez de darle un enfoque más glamour o cool. De ahí que todo cuanto rodea al mundo del hampa cuente con una fisicidad más subjetiva que expositiva. Es por eso que el tratamiento que confiere la película a los antagonistas es uno mucho más certero, adulto y maduro que de costumbre. Tanto es así que “Conexión Marsella” se convierte en un título rotundo, férreo y mucho más inquisitivo de lo que pueda parecer alejándose de lo superficial a pesar de que eso pueda pasarle factura a la hora de conseguir espectadores ávidos de disparos y sangre. Estamos ante una de las películas más bien trabajadas en mucho tiempo referente al género y eso, a día de hoy, es casi un milagro.

https://claquetadebitacora.wordpress.com/2016/05/04/critica-conexion-marsella-cedric-jimenez-2014-el-imperio-del-mal-blanco/
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here

    Últimas películas visitadas
    Se construyen sueños
    2019
    Ofelia Medina
    arrow
    Bienvenido al nuevo buscador de FA: permite buscar incluso con errores ortográficos
    hacer búsquedas múltiples (Ej: De Niro Pacino) y búsquedas coloquiales (Ej: Spiderman de Tom Holland)
    Se muestran resultados para
    Sin resultados para