You must be a loged user to know your affinity with Luis
Críticas ordenadas por utilidad
Movie added to list
Movie removed from list
An error occurred
6
11 de marzo de 2020
11 de marzo de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar de las limitaciones de producción y de un pulso narrativo que no pasa de correcto, "Planeta sangriento" posee una rara fascinación, centrada en una extraterrestre rescatada de Marte que a su gran atractivo sexual añade una sonrisa misteriosa y maquiavélica que encierra una trágica amenaza para los tripulantes de la nave.
Hay títulos de vampiros extraterrestres ridículos, pero éste no lo es. Tiene un guión coherente con el tema, un aceptable clima de misterio, efectos especiales superiores a los que podría esperarse de un título de serie B (aunque se roben de películas rusas) y decorados atractivos. La tempestad de arena marciana impresiona, aunque las razones que se dan del desenlace del film resulten poco convincentes.
La siniestra belleza de Florence Marly aporta la estética más seductora de la película, por la que desfilan la Luna, el satélite Fobos y el rojizo desierto marciano, visto casi siempre de noche.
Hay títulos de vampiros extraterrestres ridículos, pero éste no lo es. Tiene un guión coherente con el tema, un aceptable clima de misterio, efectos especiales superiores a los que podría esperarse de un título de serie B (aunque se roben de películas rusas) y decorados atractivos. La tempestad de arena marciana impresiona, aunque las razones que se dan del desenlace del film resulten poco convincentes.
La siniestra belleza de Florence Marly aporta la estética más seductora de la película, por la que desfilan la Luna, el satélite Fobos y el rojizo desierto marciano, visto casi siempre de noche.

6,6
486
9
29 de febrero de 2020
29 de febrero de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Astucia de mujer" descansa en tres conseguidas tensiones: la del turista (Barry Sullivan) atrapado por un tronco en una abandonada playa mejicana en la que la subida de la marea amenaza con ahogarle; la de su esposa(Barbara Stanwyck)), perdida en un desierto donde no encuentra más ayuda que la de un preso fugado; y la de ese delincuente(Ralph Meeker), que va de sobresalto en sobresalto huyendo de la policía. Estas tres agonías se sintetizan en un clima de suspense de primera calidad. Lo que promete ser un agradable día de vacaciones se convierte en un drama que no parece tener salida, a pesar de la flema con que la víctima afronta el peligro.
Una de las virtudes de este original film es la total racionalidad y coherencia de todo lo que ocurre. Y el estricto realismo con que se describe a cada uno de los personajes, desde la fiel esposa dispuesta a dejarse besar por quien le repugna por salvar a su marido hasta los motivos por los que el egoísta criminal decide intentar rescatar al accidentado.
No creo que el desigual John Sturges lograra filmar un título tan logrado como éste, atractivo no sólo por el excelente guión, sino por la estética del desolado paisaje y de la siniestra playa-trampa. La película será serie B por su presupuesto y metraje, pero no por su resultado artístico. Consigue mantener en vilo al espectador desde que el argumento, dando un brusco giro, plantea el conflicto.
Una de las virtudes de este original film es la total racionalidad y coherencia de todo lo que ocurre. Y el estricto realismo con que se describe a cada uno de los personajes, desde la fiel esposa dispuesta a dejarse besar por quien le repugna por salvar a su marido hasta los motivos por los que el egoísta criminal decide intentar rescatar al accidentado.
No creo que el desigual John Sturges lograra filmar un título tan logrado como éste, atractivo no sólo por el excelente guión, sino por la estética del desolado paisaje y de la siniestra playa-trampa. La película será serie B por su presupuesto y metraje, pero no por su resultado artístico. Consigue mantener en vilo al espectador desde que el argumento, dando un brusco giro, plantea el conflicto.

6,4
281
9
15 de febrero de 2020
15 de febrero de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es quizá la más actual de las películas de Clair, pues trata de los abusos de la especulación inmobiliaria, satiriza la prensa sensacionalista y del corazón y recuerda que las grandes ciudades, aparte de la contaminación del aire, sufren otras miserias, como la hipocresía con que se encubre la obsesión por el dinero y el éxito.
A la mentalidad de un promotor sin escrúpulos que quiere convertir un pueblecito pintoresco y alejado de París en un falso paraíso, construyendo una urbanización con el pretexto de que allí se llega casi a los 100 años, se opone la psicología cerril de dos campesinos ignorantes, cuya inocencia les mantiene al margen de otro interés que no sea seguir viviendo su vida de siempre. Una vida caótica, llena de orgullo herido, peleas y obtusa fidelidad al pasado, pero mucho más humana y hasta poética.
Dichos dos personajes, padre e hijo, son interpretados magistralmente por Bourvil y se convierten en símbolo de la crítica al stress, la inmoralidad, el egoísmo y la burla de los buenos sentimientos que representan los creadores de la urbe de La larga vida. Desfilan secuencias muy divertidas, como la de los escopetazos con balas de sal en el trasero de los periodistas o la farisea presentación del paleto protagonista en un escenario de teatro.
El sentido del film lo encuentro en la fuente de agua fresca que pertenece a la única finca que no se ha vendido. Los agentes inmobiliarios se proponen explotar económicamente esa fuente, la necesitan para dotar de agua a la urbanización. El tosco campesino regala ese agua a todo el que pase por el camino.
No debemos dejarnos hipnotizar por el falso progreso que fingen los empresarios y los políticos. Esa mentira les sirve para encubrir su afán de lucro, su materialismo. Cobrarían el aire que respiramos si pudieran. Me alegro, al menos, de que en esta película no logren convertir la humilde fuente en piscinas de lujo.
A la mentalidad de un promotor sin escrúpulos que quiere convertir un pueblecito pintoresco y alejado de París en un falso paraíso, construyendo una urbanización con el pretexto de que allí se llega casi a los 100 años, se opone la psicología cerril de dos campesinos ignorantes, cuya inocencia les mantiene al margen de otro interés que no sea seguir viviendo su vida de siempre. Una vida caótica, llena de orgullo herido, peleas y obtusa fidelidad al pasado, pero mucho más humana y hasta poética.
Dichos dos personajes, padre e hijo, son interpretados magistralmente por Bourvil y se convierten en símbolo de la crítica al stress, la inmoralidad, el egoísmo y la burla de los buenos sentimientos que representan los creadores de la urbe de La larga vida. Desfilan secuencias muy divertidas, como la de los escopetazos con balas de sal en el trasero de los periodistas o la farisea presentación del paleto protagonista en un escenario de teatro.
El sentido del film lo encuentro en la fuente de agua fresca que pertenece a la única finca que no se ha vendido. Los agentes inmobiliarios se proponen explotar económicamente esa fuente, la necesitan para dotar de agua a la urbanización. El tosco campesino regala ese agua a todo el que pase por el camino.
No debemos dejarnos hipnotizar por el falso progreso que fingen los empresarios y los políticos. Esa mentira les sirve para encubrir su afán de lucro, su materialismo. Cobrarían el aire que respiramos si pudieran. Me alegro, al menos, de que en esta película no logren convertir la humilde fuente en piscinas de lujo.

7,2
2.112
9
12 de febrero de 2020
12 de febrero de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Queimada" es cine político-didáctico de izquierdas, en la línea del que cultivaría con más acierto Costa Gavras, con títulos como "Z" y "Estado de sitio". Su intención, en el revolucionario ambiente de los años sesenta y setenta, es ilustrar al espectador medio de modo claro y ameno sobre las maniobras del capitalismo a la hora de acceder a las materias primas de los paises pobres. Basada en un hecho real en el imperio español del Caribe del siglo XVI, la acción fue trasladada al XIX, por ser más adecuado para desenmascarar las miserias de la revolución industrial. España fue reemplazada por Portugal por la presión del régimen de Franco, que no toleraba el menor roce al prestigio de la historia de España (todo lo contrario que hoy). Pero en realidad la crítica se refiere, sobre todo, a los procedimientos ingleses para apoderarse de las colonias de otras potencias con la farsa de la independencia de las mismas. Dicho método es idéntico al empleado posteriormente por los norteamericanos en lugares como Cuba, Filipinas, Irán, Irak, etc. Se levanta a la población sometida contra un tirano, se instala en el poder a un gobierno títere y, en la trastienda, la potencia liberadora se convierte en un nuevo tirano, más despótico aún.
El film, muy bien escrito y dirigido, tiene el aire de una lección elemental de socialismo. Pontecorvo militaba en esa ideología, no era un moralista imparcial, de modo que los negros de la historia, símbolo del pueblo, aparecen sólo como víctimas, nunca como verdugos. El líder revolucionario (Evaristo Márquez) es formado por un maquiavélico agente inglés (Marlon Brando), que tiene la virtud de resultar humano y simpático, hasta el extremo de cumplir con su misión como un simple modo de ganarse la vida, es decir, sin vocación ni el menor patriotismo.
El duelo entre estos dos personajes, el ignorante, pero noble negro, y el cultivado, pero inmoral inglés, constituye el eje argumental de la película. Se trata de oponer al frío egoísmo el generoso idealismo. Y tal y como se nos plantea en el film no hay más remedio que estar con José Dolores, mártir de la libertad de su pueblo.
Lo que ocurre es que ese planteamiento resulta cuestionable si lo confrontamos con la realidad histórica. Todas las rebeliones de cualquier signo, desde Espartaco a la Unión Soviética y Cuba, pasando por la revolución francesa, acaban en una nueva dictadura. Gladiadores, jacobinos o comunistas reemplazan un poder por otro sin con ello establecer una sociedad solidaria y libre. Igual que la República francesa trajo el terror y el imperio napoleónico, el comunismo ha generado represiones y dictaduras.
No obstante en el ambiente, lleno de fe, de finales de los sesenta, Pontecorvo o Gavras creían poder cambiar con el cine la historia. Hoy vemos que no fue así. Que los héroes de izquierdas, como los de derechas, sólo existen en las novelas y las películas; que la política y la economía reales, por desgracia, sirven perpetuamente al capitalismo, por injusto que sea; que el comunismo ha fracasado como Estado y se ha quedado en retórica cultural.
No hay que preocuparse, lo mismo le ocurrió antes al catolicismo, al protestantismo, al anarquismo y demás ismos. Las sociedades humanas, sea cual sea su signo ideológico, son egoistas. No defienden los derechos humanos, sino los del poder de turno. Así ha sido siempre y así será.
El film, muy bien escrito y dirigido, tiene el aire de una lección elemental de socialismo. Pontecorvo militaba en esa ideología, no era un moralista imparcial, de modo que los negros de la historia, símbolo del pueblo, aparecen sólo como víctimas, nunca como verdugos. El líder revolucionario (Evaristo Márquez) es formado por un maquiavélico agente inglés (Marlon Brando), que tiene la virtud de resultar humano y simpático, hasta el extremo de cumplir con su misión como un simple modo de ganarse la vida, es decir, sin vocación ni el menor patriotismo.
El duelo entre estos dos personajes, el ignorante, pero noble negro, y el cultivado, pero inmoral inglés, constituye el eje argumental de la película. Se trata de oponer al frío egoísmo el generoso idealismo. Y tal y como se nos plantea en el film no hay más remedio que estar con José Dolores, mártir de la libertad de su pueblo.
Lo que ocurre es que ese planteamiento resulta cuestionable si lo confrontamos con la realidad histórica. Todas las rebeliones de cualquier signo, desde Espartaco a la Unión Soviética y Cuba, pasando por la revolución francesa, acaban en una nueva dictadura. Gladiadores, jacobinos o comunistas reemplazan un poder por otro sin con ello establecer una sociedad solidaria y libre. Igual que la República francesa trajo el terror y el imperio napoleónico, el comunismo ha generado represiones y dictaduras.
No obstante en el ambiente, lleno de fe, de finales de los sesenta, Pontecorvo o Gavras creían poder cambiar con el cine la historia. Hoy vemos que no fue así. Que los héroes de izquierdas, como los de derechas, sólo existen en las novelas y las películas; que la política y la economía reales, por desgracia, sirven perpetuamente al capitalismo, por injusto que sea; que el comunismo ha fracasado como Estado y se ha quedado en retórica cultural.
No hay que preocuparse, lo mismo le ocurrió antes al catolicismo, al protestantismo, al anarquismo y demás ismos. Las sociedades humanas, sea cual sea su signo ideológico, son egoistas. No defienden los derechos humanos, sino los del poder de turno. Así ha sido siempre y así será.

4,8
37
7
20 de diciembre de 2019
20 de diciembre de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lástima que esta película no hubiera sido dirigida por un buen director de comedias, como Forqué o Sáenz de Heredia, porque la originalidad y el ingenio del guión, lleno de divertidos diálogos, gags y situaciones insólitas, estilo Jardiel Poncela, hubiera tenido un mejor marco. Aún y así, la elemental labor del argentino Cahen Salaberry es suficiente para transmitir la atmósfera de humor fantástico que hace de la historia un festival cómico tan visual como literario.
El actor Georges Rivière, que recuerda a Dany Kaye, y la escultural Abbe Lane intercambian sus cuerpos y sus personalidades volviendo loco a todo el mundo, desde los compañeros de trabajo a la familia. La comedia se mezcla con el musical para lograr una diversión pura, hecha de equívocos, con una mujer convertida en hombre que no sabe interpretar su papel y un imbécil que se vuelve listo (Juanjo Menéndez) para desahogarse del rechazo de una novia que le desprecia.
Luces que se encienden cuando se apaga un tocadiscos, un paragüas que se abre solo, una bruja que quiere cambiar el sexo a un gato, un científico chiflado, un colegio que prohíbe suspender a los malos alumnos y un teléfono que electrocuta cuando se descuelga. Ese es el surrealista contenido que, a pesar del mediocre director, consigue alegrar el ánimo y que el espectador pase un buen rato.
El actor Georges Rivière, que recuerda a Dany Kaye, y la escultural Abbe Lane intercambian sus cuerpos y sus personalidades volviendo loco a todo el mundo, desde los compañeros de trabajo a la familia. La comedia se mezcla con el musical para lograr una diversión pura, hecha de equívocos, con una mujer convertida en hombre que no sabe interpretar su papel y un imbécil que se vuelve listo (Juanjo Menéndez) para desahogarse del rechazo de una novia que le desprecia.
Luces que se encienden cuando se apaga un tocadiscos, un paragüas que se abre solo, una bruja que quiere cambiar el sexo a un gato, un científico chiflado, un colegio que prohíbe suspender a los malos alumnos y un teléfono que electrocuta cuando se descuelga. Ese es el surrealista contenido que, a pesar del mediocre director, consigue alegrar el ánimo y que el espectador pase un buen rato.
Más sobre Luis
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here