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Críticas 276
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
3 de abril de 2009
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lenny Bruce era un personaje al filo y su historia requería del atrevimiento estético y narrativo de Bob Fosse, que no duda en adaptar el planteamiento y la puesta en escena a una vida en eterna decadencia. El puzzle se va engarzando en clave de falso documental, mediante actuaciones, entrevistas y ficción protagonizadas por el propio monologuista, su ex-mujer y su manager.

Multitud de ideas arriesgadas que van dando forma a la antítesis de las últimas biografías de personajes de la farándula, como las muy estimables "Ray" o "En la cuerda floja". El malogrado humorista vivía bajo la imposibilidad de salvarse y por eso la trama no es la habitual de ascenso, caída y redención, sino sencillamente de caída.

Casi como una broma macabra, un personaje comenta con ligereza que el procaz lenguaje de Bruce no hubiera sufrido semejante persecución de haber aparecido unos años más tarde. Se puede compartir o no su visión agria del mundo pero de hecho él abrió camino a la libertad de expresión y pagó el castigo de los que se adelantan a su tiempo. Tanto es así que se convirtió en la primera persona indultada en Nueva York a título póstumo.

Con la interpretación principal se puede realizar la prueba del algodón: Congelen la imagen en cualquiera de los prodigiosos primeros planos cortesía de Bruce Surtees, y comprueben si Dustin Hoffman no capta a la perfección la esencia del personaje.
3 de diciembre de 2008
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras años en los que historia de superhéroes equivalía a encefalograma plano y discursos morales de la complejidad de un zapato, al bueno de Nolan se le ocurrió que los mayores de 18 años también tenían derecho a disfrutar de estos espectáculos de gran entretenimiento.

En una primera hora memorable se logra lo imposible: hacer pasar por veraz el hecho de que un multimillonario se disfrace de murciélago para calmar su sed de justicia. El resto es una traca de acción sin límites dirigida con notable solvencia y una trama innecesariamente compleja.
21 de enero de 2009
21 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
La propuesta de "Caminar sobre las aguas" es tan curiosa, interesante y desprejuiciada que engancha hasta el final. Sin embargo, su puzzle de relaciones entre personajes dejará descolocado al más pintao:

1) Judíos con palestinos
2) Judíos con alemanes
3) Judíos con nazis
4) Alemanes con nazis
5) Palestinos con alemanes
6) Homosexuales con judíos
7) Homosexuales alemanes con homosexuales palestinos

Esto significa confusión, pero no complejidad ideológica. Los personajes homosexuales son sensatos, inteligentes y responsables mientras los heterosexuales provocan problemas sin parar por su estrecha mentalidad. Eso sí, independientemente de su orientación sexual, todos están de acuerdo en que los nazis merecen morir sin juicio previo.

No queda muy claro a que viene mezclar thriller político con temática gay y Eytan Fox rueda con el aspecto estético de un telefilm y unos actores un poco limitaditos. Pero aún con todo esto, les aseguro que es muy intrigante y ofrece una imagen de Israel bastante diferente a la que uno se puede formar a través de los medios de comunicación.
24 de junio de 2009
20 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los buenos y malos momentos de cualquier familia normal se condensan en esta agradable propuesta para amenizar la modorra de una gozosa sobremesa. No hay nada nuevo bajo el sol pero la estructura por capítulos, los trucos de montaje y el descaro de algunas escenas le aportan la suficiente frescura como para que el espectador llegue hasta el final sin esfuerzo.

Como en un cajón de sastre emocional, los personajes se odiarán y se amarán con la misma facilidad, discutirán sin tregua, reirán juntos y compartirán una pasión casi obsesiva por la música. Hay espacio para el melodrama fácil y para todos los tópicos que a uno se le ocurran pero también para momentos con personalidad, como el gracioso concurso de "air guitar" o la bonita escena del cojín del coche.

En cuanto al generoso recibimiento de los críticos no me cabe la menor duda de que el mismo guión rodado en Hollywood habría recibido un montón de palos, pero ya se sabe que la nacionalidad francesa y la falta de promoción bien merecen unos cuantos puntos extra.
17 de octubre de 2010
18 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una buena película NO habla de lo que pone en su sinopsis, sino de los temas universales que afectan al ser humano. Si le quisiera encontrar antecedentes cinematográficos a "La red social" no buscaría cine sobre informática. Su principal referente es "El Padrino II", con la que forma la mejor dupla sobre cómo el poder puede aislar completamente a quien lo posee.

David Fincher pierde en que su protagonista tiene 19 años en el momento en el que transcurren los hechos, por lo que su obsesión por el estatus pudiera deberse simple y llanamente a la inmadurez. Sin embargo, supera a Coppola en que no necesita muertes violentas para que la narración gane en intensidad.

Coppola gana en estructura narrativa, porque se sacó de la manga aquella absoluta genialidad de narrar en paralelo dos líneas temporales, pero el tempo de Fincher te deja clavado en la butaca: nunca me había pasado que comenzaran los títulos de crédito y pensara "es imposible, en el periódico ponía que dura dos horas y no lleva ni una hora". La secuencia final de las dos encierra exactamente la misma idea, pero para mí el de Coppola es uno de los mayores tesoros de este arte llamado cine, y no me atrevo a poner el de Fincher a esa altura.

Coppola se marcó una descripción precisa de la mafia mientras Fincher acaba demostrando que el campus de Harvard puede ser un mundo tan fascinante como el de los pistoleros: por un lado un nido de arribistas sin escrúpulos, pero por otro un caldo de cultivo para la innovación y las iniciativas más arriesgadas, algo que a un europeo como yo le choca, porque el principal objetivo de nuestros universitarios más destacados es convertirse en funcionarios.

En cuanto a deslices gana Coppola por no haber cometido ninguno, mientras que Fincher se permite uno, aunque no demasiado criticable (el videoclip de los remeros). Comparar a Jesse Eisenberg y Justin Timberlake con Al Pacino y Robert DeNiro es enfangarse demasiado, pero justo es reconocer que los dos chavales mantienen un nivel interpretativo del copón excelso. Aunque la banda sonora de Trent Reznor, una debilidad de un servidor, encaje como un guante, tampoco estoy seguro de que se pueda comparar a las inmortales composiciones de Nino Rota.

Termino con una importante similitud: la identificación del director con el personaje principal, pese a que este sea un cabrón con todas las letras. Michael Corleone siempre fue el alter ego del director, tanto en su momento de plenitud (la segunda entrega) como en su decadencia (la tercera). Seguro que cuando Fincher recoja en marzo algún Oscar, pensará algo así como "I´m the CEO, bitches", sobre todo ante todos estos que ahora resulta que dicen saber desde hace un montón de años que Fincher era un clásico en vida. Yo recuerdo perfectamente los palos que se llevó "El club de la lucha" (1999) en su estreno y también recuerdo que después de "La habitación del pánico" (2002) muchos le daban casi por muerto. Fincher también lo recuerda.
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