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Críticas ordenadas por utilidad
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6
23 de agosto de 2024
23 de agosto de 2024
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Una película revisionista del colonialismo del oeste estadounidense, tres largas horas que lejos de su discurso sociales y morales las panorámicas parecen ser lienzos impresionistas de Charles Marion Russell, es un western que pierde su registro de epica entre un ritmo accidentado y personajes artificiosos que transitan por terrenos comunes sin ningún rastro de pujanza, donde anticipo con facilidad algunas de las situaciones argumentales que se plantean con cierta dejadez. La trama se sitúa primero en el año 1859 y sintetiza un conflicto mayor a través de varias historias varios y personajes:
Una madre y la hija que sobreviven un ataque Indio y son rescatadas por los soldados unionistas de un fuerte.
Un vaquero solitario y comerciante de caballos, que escapa con una prostituta teas verse envueltos de una vieja venganza.
Los indios apache que defienden su territorio y los colonos que invaden.
Unos bandidos que matan indios por negociar por cabelleras.
Un llanero que dirige una caravana por el camino de Santa Fe mientras son acechados por exploradores pawnee;
Una pareja británica que anota la travesía en sus diarios.
Todos estos personajes, que son colocados como estereotipos, integradas en la narración con unas motivaciones personales que, en su capa de obviedad, funcionan para interrogar la moralidad del oeste en una época turbulenta marcada por la violencia contra las comunidades indígenas, los prejuicios raciales y los conflictos territoriales como antesala de la Guerra Civil, en una nación dividida que apunta a la ruta de la política expansionista impulsada por las raíces colonialistas. El problema fundamental radica, no obstante, en el hecho de que los personajes están constituidos con un desarrollo pobre que reduce sus acciones a conversaciones pueriles, caminatas por el pueblo, los tiroteos anticipados y paseos a caballo por las praderas que solo responden a descripciones anodinas que rellenan el metraje inútilmente, cuya poca sustancia queda manchada por la tinta de los estereotipos comúnmente asociados al viejo oeste de carácter, con escenas delineadas con cierta gratuidad, en una serie de subtramas que permanecen situadas en unos barullos irresolubles que no van a ninguna parte en específico por la falta de cohesión interna que habita el núcleo estructural del guion. Este revoltijo solo consigue que el argumento tropiece constantemente y se vuelva aburrido cuando traza su límite entre los héroes y los villanos., y que nos podamos sentir un tanto perdidos al menos su primera hora.
En este sentido, las actuaciones del reparto son aceptables porque al menos cumplen con el factor de funcionalidad de describir lo que sucede, pero a veces me asalta la sensación de que todos tienen trasfondos inconclusos que esperan ser explorados adecuadamente para justificar sus acciones.
El punto de solidez se encuentra, por otro lado, en la forma en que Costner refleja la atmósfera de los horizontes lejanos a través de los decorados realistas, el vestuario de época, la reproducción auténtica del período y los paisajes absorbentes de diversas topografías espaciotemporales que se magnifican con el uso del gran plano general. Su fotografía es a veces impresionante y la recreación del periodo en el que se basa es intachable, contándose asimismo los usos y costumbres de los indígenas y de los nuevos pobladores de una manera cruda y creíble.
Además viene acompañada por una banda sonora de John Debney que acentúa los pocos momentos de intensidad con su música orquesta, pues refuerza nuestra idea del formato serie, ya que hay dos piezas, al principio y al final de la cinta, que destacan sobremanera respecto al resto, donde la banda sonora se coloca entre lo puramente ambiental y lo inexistente, pues la del final nos prepara para seguir en una nueva entrega, la cual esperamos sea más concreta y menos larga.
Una madre y la hija que sobreviven un ataque Indio y son rescatadas por los soldados unionistas de un fuerte.
Un vaquero solitario y comerciante de caballos, que escapa con una prostituta teas verse envueltos de una vieja venganza.
Los indios apache que defienden su territorio y los colonos que invaden.
Unos bandidos que matan indios por negociar por cabelleras.
Un llanero que dirige una caravana por el camino de Santa Fe mientras son acechados por exploradores pawnee;
Una pareja británica que anota la travesía en sus diarios.
Todos estos personajes, que son colocados como estereotipos, integradas en la narración con unas motivaciones personales que, en su capa de obviedad, funcionan para interrogar la moralidad del oeste en una época turbulenta marcada por la violencia contra las comunidades indígenas, los prejuicios raciales y los conflictos territoriales como antesala de la Guerra Civil, en una nación dividida que apunta a la ruta de la política expansionista impulsada por las raíces colonialistas. El problema fundamental radica, no obstante, en el hecho de que los personajes están constituidos con un desarrollo pobre que reduce sus acciones a conversaciones pueriles, caminatas por el pueblo, los tiroteos anticipados y paseos a caballo por las praderas que solo responden a descripciones anodinas que rellenan el metraje inútilmente, cuya poca sustancia queda manchada por la tinta de los estereotipos comúnmente asociados al viejo oeste de carácter, con escenas delineadas con cierta gratuidad, en una serie de subtramas que permanecen situadas en unos barullos irresolubles que no van a ninguna parte en específico por la falta de cohesión interna que habita el núcleo estructural del guion. Este revoltijo solo consigue que el argumento tropiece constantemente y se vuelva aburrido cuando traza su límite entre los héroes y los villanos., y que nos podamos sentir un tanto perdidos al menos su primera hora.
En este sentido, las actuaciones del reparto son aceptables porque al menos cumplen con el factor de funcionalidad de describir lo que sucede, pero a veces me asalta la sensación de que todos tienen trasfondos inconclusos que esperan ser explorados adecuadamente para justificar sus acciones.
El punto de solidez se encuentra, por otro lado, en la forma en que Costner refleja la atmósfera de los horizontes lejanos a través de los decorados realistas, el vestuario de época, la reproducción auténtica del período y los paisajes absorbentes de diversas topografías espaciotemporales que se magnifican con el uso del gran plano general. Su fotografía es a veces impresionante y la recreación del periodo en el que se basa es intachable, contándose asimismo los usos y costumbres de los indígenas y de los nuevos pobladores de una manera cruda y creíble.
Además viene acompañada por una banda sonora de John Debney que acentúa los pocos momentos de intensidad con su música orquesta, pues refuerza nuestra idea del formato serie, ya que hay dos piezas, al principio y al final de la cinta, que destacan sobremanera respecto al resto, donde la banda sonora se coloca entre lo puramente ambiental y lo inexistente, pues la del final nos prepara para seguir en una nueva entrega, la cual esperamos sea más concreta y menos larga.

5,6
5.536
6
20 de mayo de 2024
20 de mayo de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
La película se basa en la "Mille Miglia de 1957" y su importancia crucial para la supervivencia de Ferrari, como fabricante de automóviles.
Hay que empezar comentando que para las dos horas y once minutos que dura la película, te tiene que atraer el mundo automovilismo para atraparte a la butaca, pues se centra en un momento crítico de Enzo Ferrari divo de las carreras, aunque en todo momento hay que ser consciente que no es la vida de Enzo y ni de Ferrari, por lo que queda el filme un tanto anecdotario. Existe una película documental del mismo nombre del 2017, que cuenta lo mismo pero más extensamente en las carreras Ferrari, y que sirve perfectamente como complemento, histórico.
El largometraje es un biopic que no quiere conformarse con ser una película biográfica al uso, lo cual lleva a una serie de decisiones que definen aquello en lo que acaba convirtiéndose: una mezcla con algunos ingredientes fascinantes, pero que no terminan de dar forma a un plato realmente apetecible. Dicho de forma más clara, acaba siendo menos que la suma de sus partes, dejando la sensación de que podía haber dado mucho más de sí, la dirección nunca parece tener muy claro cuál es su verdadero eje dramático.
Los actores todos están bien en general, especialmente Penélope Cruz (Laura Garello), ante el poso dramático de sus escenas. En el que si alguien en este metraje, hubiera merecido un óscar, efectivamente hubiera sido ella. En cambio, Adrián Driver (Enzo) topa con la dificultad de hacer que el espectador se emocione, con la vehemencia de Enzo Ferrari por los coches y la velocidad.
El problema es que el guion les mantiene detenidos en una furia que ni avanza ni alimenta. Su director sigue ante esto, mostrando su talón de Aquiles en su narrativa trabajo.
El final la historia termina de una forma un tanto cortante, ya que quienes han leído o visto sobre la vida de Enzo Ferrari, hubieran deseado entrar en el famoso. juicio cuestionado de la XXIV edición de la Mille Miglia.
Como también creo que desde España se hubiera agradecido, que nos hubieran mostrado quiera era el español XI Marqués de Portago, un aristocrata deportista de múltiples deportes y gran playboy de 28 años, realmente un personaje muy peculiar, que llegó a definirse “ en que cuando el dinero te aburre y las mujeres no terminan de saciarte, el riesgo se convierte como una droga”; un tipo en el que tan solo 17, ganó 5.000 dólares en una apuesta temeraria ante pasar con una avioneta, por debajo del por puente de Londres, un piloto que cobraba 40.000 dólares anuales por ser piloto de Ferrari en los cincuenta, y que escribió a su novia una nota, teniendo fallecer en la carrera. Un personaje muy cinematográfico al creo se le saca poco provecho.
Hay que empezar comentando que para las dos horas y once minutos que dura la película, te tiene que atraer el mundo automovilismo para atraparte a la butaca, pues se centra en un momento crítico de Enzo Ferrari divo de las carreras, aunque en todo momento hay que ser consciente que no es la vida de Enzo y ni de Ferrari, por lo que queda el filme un tanto anecdotario. Existe una película documental del mismo nombre del 2017, que cuenta lo mismo pero más extensamente en las carreras Ferrari, y que sirve perfectamente como complemento, histórico.
El largometraje es un biopic que no quiere conformarse con ser una película biográfica al uso, lo cual lleva a una serie de decisiones que definen aquello en lo que acaba convirtiéndose: una mezcla con algunos ingredientes fascinantes, pero que no terminan de dar forma a un plato realmente apetecible. Dicho de forma más clara, acaba siendo menos que la suma de sus partes, dejando la sensación de que podía haber dado mucho más de sí, la dirección nunca parece tener muy claro cuál es su verdadero eje dramático.
Los actores todos están bien en general, especialmente Penélope Cruz (Laura Garello), ante el poso dramático de sus escenas. En el que si alguien en este metraje, hubiera merecido un óscar, efectivamente hubiera sido ella. En cambio, Adrián Driver (Enzo) topa con la dificultad de hacer que el espectador se emocione, con la vehemencia de Enzo Ferrari por los coches y la velocidad.
El problema es que el guion les mantiene detenidos en una furia que ni avanza ni alimenta. Su director sigue ante esto, mostrando su talón de Aquiles en su narrativa trabajo.
El final la historia termina de una forma un tanto cortante, ya que quienes han leído o visto sobre la vida de Enzo Ferrari, hubieran deseado entrar en el famoso. juicio cuestionado de la XXIV edición de la Mille Miglia.
Como también creo que desde España se hubiera agradecido, que nos hubieran mostrado quiera era el español XI Marqués de Portago, un aristocrata deportista de múltiples deportes y gran playboy de 28 años, realmente un personaje muy peculiar, que llegó a definirse “ en que cuando el dinero te aburre y las mujeres no terminan de saciarte, el riesgo se convierte como una droga”; un tipo en el que tan solo 17, ganó 5.000 dólares en una apuesta temeraria ante pasar con una avioneta, por debajo del por puente de Londres, un piloto que cobraba 40.000 dólares anuales por ser piloto de Ferrari en los cincuenta, y que escribió a su novia una nota, teniendo fallecer en la carrera. Un personaje muy cinematográfico al creo se le saca poco provecho.

5,5
3.825
5
7 de mayo de 2024
7 de mayo de 2024
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El realizador madrileño nos lleva en un viaje emocional, mundos separados cultural y socialmente, la denuncia de desapariciones de personas, paisajes diferentes, el espíritu de supervivencia, esta son las constantes que pone en juego de este largometraje.
Tal vez lo destacable de su rodaje como película española es su paisajismo del valle de kullu al norte de la India a 6.000 metros de altitud y bajo cero, el Monasterio de Rey Gompa, aunque también se rodo una, porción en canarias. Viene a realizarnos un paseo de senderismo sin movernos de las butacas, y lo hace con tintes españoles. Y aunque evita caer en tópicos excesivos, no puede evitar pasar por varios lugares comunes que esperarías de una película así. Y se queda a medio camino en los múltiples temas que introduce.
Miguel Herrán vuelve a asumir sobre sus hombros buena parte del peso dramático. Su interpretación muestra toda una transformación interior que va evolucionando de un joven mochilero turista despreocupado con su pareja y su hijo en la India, hasta el hombre forjado por las adversidad y el dolor de su pena en la que otra cultura le hace tener otra perspectiva en su vida. En un filme que nos lleva desde un thriller, hasta el drama personal en el redescubrimiento interior.
Miguel Herrán y Alexandra Masangkay nos cuenta esta aventura en la cordillera del Himalaya, en la que talvez lo peor lo podamos encontrar, en que para dos horas de metraje, su historia no nos cuente mucho sobre sus personajes, y en no saber claramente en como deja la transformación de su protagonista
Tal vez lo destacable de su rodaje como película española es su paisajismo del valle de kullu al norte de la India a 6.000 metros de altitud y bajo cero, el Monasterio de Rey Gompa, aunque también se rodo una, porción en canarias. Viene a realizarnos un paseo de senderismo sin movernos de las butacas, y lo hace con tintes españoles. Y aunque evita caer en tópicos excesivos, no puede evitar pasar por varios lugares comunes que esperarías de una película así. Y se queda a medio camino en los múltiples temas que introduce.
Miguel Herrán vuelve a asumir sobre sus hombros buena parte del peso dramático. Su interpretación muestra toda una transformación interior que va evolucionando de un joven mochilero turista despreocupado con su pareja y su hijo en la India, hasta el hombre forjado por las adversidad y el dolor de su pena en la que otra cultura le hace tener otra perspectiva en su vida. En un filme que nos lleva desde un thriller, hasta el drama personal en el redescubrimiento interior.
Miguel Herrán y Alexandra Masangkay nos cuenta esta aventura en la cordillera del Himalaya, en la que talvez lo peor lo podamos encontrar, en que para dos horas de metraje, su historia no nos cuente mucho sobre sus personajes, y en no saber claramente en como deja la transformación de su protagonista
4
9 de enero de 2024
9 de enero de 2024
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Está precuela tiene un atributo que han sabido sacar provecho a la perfección, y es que todo el mundo es conocedor de La Casa de Papel y su método de exprimir.el guión. El éxito mundial del proyecto fue tal que ha cambiado los mecanismos del género. Así que en Berlín no es necesario ir poco a poco. La serie arranca a todo trapo y no frena en un solo instante hasta que su episodio final termina, por lo qué denota su afan, en intenta no dar opción al aburrimiento.
Todo lo que antes podía resultar tedioso queda fuera. Si La Casa de Papel dilataba hasta la extenuación sus momentos de tensión, aquí optan por acumularlos. Siempre pasan cosas y la sensación es de que todo puede estallar por los aires de un instante a otro. Incluso hay persecuciones y escenas.
Su montaje se centra ante que no decaiga el ritmo, y que se devorarán la serie a la velocidad de la luz. Es verdad que hay agujeros de guion y muchas casualidades y deus ex machina bastante vagos. No obstante su afán de girar tanto su trama entre policías y ladrones estirando la historia, que por momentos raya en la simpleza y la estupidez sin pudor alguno. Tanta subtrama hacia el romance y el sentimentalismo ha sido una decisión audaz, pero muy discutible. El personaje principal se ve arrastrado por un amor obsesivo, perdiendo el foco del atraco. Esta elección en el guion, lleva a críticas por decisiones incoherentes y tramas forzadas.
El frenesí en el que se convierte Berlín es altamente adictivo y, sobre todo, muy ligero. La estructura es mucho menos compleja. Un fast food de esos tan agradecidos que solucionan una noche hambrienta. Los personajes no necesitan mucha introducción, y los deja en ir descubriendo de ellos por el camino. No necesitamos tantas escenas de acción con metralletas y explosiones. El montaje vuelve a ir rapidísimo mientras la historia pasa como un juego de ilusionismo. Hay guiños y referencias a la original. Y el protagonista, otra vez, irradia un carisma desbordante. La serie se vuelve un cóctel molotov.
Los guionistas, Álex Pina y Esther Martínez Lobato, buscan crear un “universo y ADN nuevo” con esta serie. A pesar de su intento de romper moldes, la mezcla de comedia romántica y thriller no convence del todo, en esta nueva banda llena de enamorados ladrones y jóvenes promesas. La serie enfrenta el desafío de mantener el equilibrio entre el romance y la acción, pero esa dualidad le hace perder potencial y por momento la hace chirriar, en que personajes tan fríos y metódicos caigan en el error, arrastrados por las emociones.
Todo lo que antes podía resultar tedioso queda fuera. Si La Casa de Papel dilataba hasta la extenuación sus momentos de tensión, aquí optan por acumularlos. Siempre pasan cosas y la sensación es de que todo puede estallar por los aires de un instante a otro. Incluso hay persecuciones y escenas.
Su montaje se centra ante que no decaiga el ritmo, y que se devorarán la serie a la velocidad de la luz. Es verdad que hay agujeros de guion y muchas casualidades y deus ex machina bastante vagos. No obstante su afán de girar tanto su trama entre policías y ladrones estirando la historia, que por momentos raya en la simpleza y la estupidez sin pudor alguno. Tanta subtrama hacia el romance y el sentimentalismo ha sido una decisión audaz, pero muy discutible. El personaje principal se ve arrastrado por un amor obsesivo, perdiendo el foco del atraco. Esta elección en el guion, lleva a críticas por decisiones incoherentes y tramas forzadas.
El frenesí en el que se convierte Berlín es altamente adictivo y, sobre todo, muy ligero. La estructura es mucho menos compleja. Un fast food de esos tan agradecidos que solucionan una noche hambrienta. Los personajes no necesitan mucha introducción, y los deja en ir descubriendo de ellos por el camino. No necesitamos tantas escenas de acción con metralletas y explosiones. El montaje vuelve a ir rapidísimo mientras la historia pasa como un juego de ilusionismo. Hay guiños y referencias a la original. Y el protagonista, otra vez, irradia un carisma desbordante. La serie se vuelve un cóctel molotov.
Los guionistas, Álex Pina y Esther Martínez Lobato, buscan crear un “universo y ADN nuevo” con esta serie. A pesar de su intento de romper moldes, la mezcla de comedia romántica y thriller no convence del todo, en esta nueva banda llena de enamorados ladrones y jóvenes promesas. La serie enfrenta el desafío de mantener el equilibrio entre el romance y la acción, pero esa dualidad le hace perder potencial y por momento la hace chirriar, en que personajes tan fríos y metódicos caigan en el error, arrastrados por las emociones.

6,0
17.728
6
26 de noviembre de 2023
26 de noviembre de 2023
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El cine de terror y de género en general han tomado mucho auge en este último periodo. En la última década hemos presenciado la aparición de frescos autores con nuevas propuestas encuadradas en lo que podemos llamar Art House Horror, un terror estético, alejado de la tendencia más característica del cine de los ochenta, del gore, y el sadismo psíquico, planteando en cambio un terror “adulto”.
El neoyorquino Jordan Haworth Peele es uno de los nombres más destacados de este nuevo ciclo de directores, quien logró crear una fuerte expectativa comercial y creativa con esta creación contemporánea.
La Película de Peele, no es de terror en el fondo de ella, aunque lo pueda parer, pues gran parte del tiempo solo utiliza los códigos del género para hacer más denso el suspense. Tampoco es una crítica social o un argumento engañoso. En realidad, la tercera película del director es una aterradora visión de la codicia, el miedo y la percepción de lo extraordinario desde sus lugares más oscuros, temibles y angustiosos.
Una premisa semejante es complicada de hacerla funcionar, y su director se toma una considerable cantidad de tiempo en desarrollarla. Al principio avanza hacia la idea de mostrar la vida al borde de lo cotidiano. El sur de California con su aridez es una mirada a lo remoto, con sus montañas enormes y su cielo interminable. El director establece de inmediato que el misterio está a la distancia, en lo que se difumina en el horizonte y el paisaje engañosamente apacible. Pero más que eso, profundiza en la tensión de lo desconocido que está a simple vista. Por lo que para el Peele el guión, lo inquietante no está del todo escondido. O mejor dicho, está en la periferia, latente y amenazante en medio de la condición de lo desconocido.
La dirección de su terror apunta a la crítica social, a la visibilización de la comunidad negra, el racismo y el cuestionamiento de los estandartes de la cultura norteamericana. Con ello va un paso más allá y presenta una largometraje altamente ambiciosa por sus múltiples referencias a la historia del cine y la televisión, por su complejidad dramática imbricada con la comicidad y su ridiculización de la cultura pop, rayando el espectáculo esperpéntico del far west.
A parte de sus múltiples musas creativas, Peele está obsesionado en contar la historia de ‘los otros’, los desposeídos, los vulnerados, los fracasado. De cómo el consumo hace que explotemos la realidad de ‘los otros’ y cómo revolucionar la perspectiva de la narración cuando el enfoque deja de ser el conquistador y la mirada se posa en los ojos del conquistado. Es como un intento de vuelta de tuerca a la narrativa histórica al poder, y poner el ojo en el débil y no en el fuerte.
En su subtrama expone una sitcom de los 90 en la que un chimpancé prácticamente mata a todo el elenco, ingresa en el filme no solo para regalarnos algunas de las escenas más memorables y más propias del terror, sino para hacer referencia a la rabiosa maquinaria de la televisión y el amarillismo. Finalmente, en el centro de la propuesta de su director guionista, se asienta en el sensacionalismo de los medios de comunicación. Si bien la hermana de O.J. logra tomar una foto con una rudimentaria atracción de un parque de diversiones, llega tarde con la primicia en un mundo en el que todos quieren ser protagonistas y testigos.
El guion es una absoluta maravilla; ·El reparto está extraordinariamente acertado con: Steven Yeun, Daniel Kaluuya y Keke Palmer, pues convencen ante lo que pide la película; Técnicamente irreprochable ante los espacios abiertos que se enfoca en su puesta de escena y en el impecable diseño de sonido.
No obstante por desgracia, la película tiene un grave problema de ritmo y de tono en algunos tramos, con el caer en demasia en lo extravagante en su simbolismo. Como por su sobredosis de ideas que hace ser duspersa.Pero esa dispersión, que también afecta a la narrativa, encuentra brillantes resonancias cuando las imágenes nos dicen a dónde mirar. Es, quizás, en una mirada sostenida, que no sabremos si es de reconocimiento o de despedida, la de un niño y un chimpancé con el morro ensangrentado, donde reside la clave del filme: hay que aprender a mirar (y a filmar) a la altura de los ojos.
El neoyorquino Jordan Haworth Peele es uno de los nombres más destacados de este nuevo ciclo de directores, quien logró crear una fuerte expectativa comercial y creativa con esta creación contemporánea.
La Película de Peele, no es de terror en el fondo de ella, aunque lo pueda parer, pues gran parte del tiempo solo utiliza los códigos del género para hacer más denso el suspense. Tampoco es una crítica social o un argumento engañoso. En realidad, la tercera película del director es una aterradora visión de la codicia, el miedo y la percepción de lo extraordinario desde sus lugares más oscuros, temibles y angustiosos.
Una premisa semejante es complicada de hacerla funcionar, y su director se toma una considerable cantidad de tiempo en desarrollarla. Al principio avanza hacia la idea de mostrar la vida al borde de lo cotidiano. El sur de California con su aridez es una mirada a lo remoto, con sus montañas enormes y su cielo interminable. El director establece de inmediato que el misterio está a la distancia, en lo que se difumina en el horizonte y el paisaje engañosamente apacible. Pero más que eso, profundiza en la tensión de lo desconocido que está a simple vista. Por lo que para el Peele el guión, lo inquietante no está del todo escondido. O mejor dicho, está en la periferia, latente y amenazante en medio de la condición de lo desconocido.
La dirección de su terror apunta a la crítica social, a la visibilización de la comunidad negra, el racismo y el cuestionamiento de los estandartes de la cultura norteamericana. Con ello va un paso más allá y presenta una largometraje altamente ambiciosa por sus múltiples referencias a la historia del cine y la televisión, por su complejidad dramática imbricada con la comicidad y su ridiculización de la cultura pop, rayando el espectáculo esperpéntico del far west.
A parte de sus múltiples musas creativas, Peele está obsesionado en contar la historia de ‘los otros’, los desposeídos, los vulnerados, los fracasado. De cómo el consumo hace que explotemos la realidad de ‘los otros’ y cómo revolucionar la perspectiva de la narración cuando el enfoque deja de ser el conquistador y la mirada se posa en los ojos del conquistado. Es como un intento de vuelta de tuerca a la narrativa histórica al poder, y poner el ojo en el débil y no en el fuerte.
En su subtrama expone una sitcom de los 90 en la que un chimpancé prácticamente mata a todo el elenco, ingresa en el filme no solo para regalarnos algunas de las escenas más memorables y más propias del terror, sino para hacer referencia a la rabiosa maquinaria de la televisión y el amarillismo. Finalmente, en el centro de la propuesta de su director guionista, se asienta en el sensacionalismo de los medios de comunicación. Si bien la hermana de O.J. logra tomar una foto con una rudimentaria atracción de un parque de diversiones, llega tarde con la primicia en un mundo en el que todos quieren ser protagonistas y testigos.
El guion es una absoluta maravilla; ·El reparto está extraordinariamente acertado con: Steven Yeun, Daniel Kaluuya y Keke Palmer, pues convencen ante lo que pide la película; Técnicamente irreprochable ante los espacios abiertos que se enfoca en su puesta de escena y en el impecable diseño de sonido.
No obstante por desgracia, la película tiene un grave problema de ritmo y de tono en algunos tramos, con el caer en demasia en lo extravagante en su simbolismo. Como por su sobredosis de ideas que hace ser duspersa.Pero esa dispersión, que también afecta a la narrativa, encuentra brillantes resonancias cuando las imágenes nos dicen a dónde mirar. Es, quizás, en una mirada sostenida, que no sabremos si es de reconocimiento o de despedida, la de un niño y un chimpancé con el morro ensangrentado, donde reside la clave del filme: hay que aprender a mirar (y a filmar) a la altura de los ojos.
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