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4,1
992
3
19 de febrero de 2018
19 de febrero de 2018
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta difícil averiguar por dónde no hace aguas esta película de Antonio Cuadri, responsable inmediato, aunque no único, de este fallido proyecto. Seguramente el lugar en el que se desarrolla la historia, el imponente Festival de San Sebastián, sea lo único que merezca salvarse de una película destinada al olvido absoluto. Uno no puede agarrarse a su pobre guion ni a sus diálogos, y mucho menos a sus interpretaciones, tan casposas como los personajes que pueblan la historia.
Es posible que en la cabeza de los guionistas esta historia de enredos y malentendidos ambientada en un festival prometía bastante, pero en la forma en la que todo sucede no hay otro adjetivo más adecuado que caótico. Como si el objetivo principal de la película fuese presentar la acción lo antes posible sin reparar en detalles que le den profundidad, estilo o simplemente cuerpo, “Operación Concha” apuesta por una huida hacia adelante en la que nada brilla.
Los diálogos, poco trabajados y muy simples, no son capaces de articular lo que los personajes piden, aunque esto sea tremendamente sencillo, demostrando a cada momento que el recorrido de esta comedia tiene un futuro muy corto. Cualquier línea de guion es empeorada por la siguiente, en un ejercicio complicado de repetir para cualquier sucesora.
Lo que más llama la atención son las pobres interpretaciones. ¿Dónde quedaron la frescura de Ugalde o el saber estar de Mollá? Sus mejores tiempos pasaron a la historia y en “Operación Concha” dejan claro que ya no volverán, aceptando unos papeles mal construidos y que no tienen apenas personalidad. Quizás Elejalde pudiese salvarse, pero para el peso que tendría que demostrar su personaje, queda lejos del mínimo exigible.
Se ruedan muchas comedias a lo largo del año, y mientras unas pocas elegidas logran el aplauso de crítica y público, el resto está obligado a sobrevivir con unas pocas líneas en la prensa y confiando en que el boca-oreja obre el milagro. “Operación Concha” debería entrar en este grupo, pero viendo el resultado final, mejor que no espere un milagro ni siquiera en el mercado doméstico.
Es posible que en la cabeza de los guionistas esta historia de enredos y malentendidos ambientada en un festival prometía bastante, pero en la forma en la que todo sucede no hay otro adjetivo más adecuado que caótico. Como si el objetivo principal de la película fuese presentar la acción lo antes posible sin reparar en detalles que le den profundidad, estilo o simplemente cuerpo, “Operación Concha” apuesta por una huida hacia adelante en la que nada brilla.
Los diálogos, poco trabajados y muy simples, no son capaces de articular lo que los personajes piden, aunque esto sea tremendamente sencillo, demostrando a cada momento que el recorrido de esta comedia tiene un futuro muy corto. Cualquier línea de guion es empeorada por la siguiente, en un ejercicio complicado de repetir para cualquier sucesora.
Lo que más llama la atención son las pobres interpretaciones. ¿Dónde quedaron la frescura de Ugalde o el saber estar de Mollá? Sus mejores tiempos pasaron a la historia y en “Operación Concha” dejan claro que ya no volverán, aceptando unos papeles mal construidos y que no tienen apenas personalidad. Quizás Elejalde pudiese salvarse, pero para el peso que tendría que demostrar su personaje, queda lejos del mínimo exigible.
Se ruedan muchas comedias a lo largo del año, y mientras unas pocas elegidas logran el aplauso de crítica y público, el resto está obligado a sobrevivir con unas pocas líneas en la prensa y confiando en que el boca-oreja obre el milagro. “Operación Concha” debería entrar en este grupo, pero viendo el resultado final, mejor que no espere un milagro ni siquiera en el mercado doméstico.
5
25 de mayo de 2016
25 de mayo de 2016
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Mr. Right" es un caso extraño. Una película que cuenta con un guión aceptable, un reparto bastante conocido y un director con cierto tirón en nuestro país, parece no haber sido capaz de encontrar distribuidora interesada en llevarla a las salas. En muchas ocasiones resulta desconcertante encontrar algunos productos de medio pelo resistiendo en cartelera durante unas semanas, películas sin gran atractivo que logran hacerse un hueco, y con eso "Mr. Right" no hubiera extrañado entre las grandes.
Pero aquí está, directa al mercado doméstico con todas sus armas, la historia de un sicario a la inversa que asesina a aquellos que le contratan. El mundo al revés que diría aquel. Sin embargo, como tantas veces en la vida, desea cambiar de modo de vida cuando conoce a la protagonista. Este guión, tan rocambolesco como original, conjuga tintes de humor negro, a veces hasta surrealista, con la comedia pura y dura, creando un mejunje de complicada digestión.
El núcleo de la película es su pareja protagonista, dos actores muy interesantes con una destacable química, lo mejor de la película. Sus alocadas situaciones, salpicadas por diálogos a veces absurdos, se mantienen por su buen hacer. Quizás Rockwell mantenga su nivel en este tipo de películas y luzca bien, pero creo que Kendrick puede volar más alto como ya ha demostrado, y parece pasarlo bien aquí sin más, un buen motivo para, simplemente, estar. Junto a ellos Tim Roth aporta apellido y poco más, ya que sus secuencias son repetitivas y sin necesidad de registros diferentes.
Una comedia ¿romántica? fuera del típico circuito comercial habitual que, por momentos, rehuye lo convencional para presentar una idea bastante original que se va diluyendo por el camino, en parte debido a la plana dirección de Cabezas. El director no reconoce los momentos en los que cambiar de ritmo y registro le hubieran venido muy bien al desarrollo, y se limita solamente a cumplir el encargo. "Mr. Right" cumple las expectativas si éstas no eran muy elevadas, en caso contrario resultará insulsa más allá de su original comienzo y falta de fuelle en el tramo final.
Pero aquí está, directa al mercado doméstico con todas sus armas, la historia de un sicario a la inversa que asesina a aquellos que le contratan. El mundo al revés que diría aquel. Sin embargo, como tantas veces en la vida, desea cambiar de modo de vida cuando conoce a la protagonista. Este guión, tan rocambolesco como original, conjuga tintes de humor negro, a veces hasta surrealista, con la comedia pura y dura, creando un mejunje de complicada digestión.
El núcleo de la película es su pareja protagonista, dos actores muy interesantes con una destacable química, lo mejor de la película. Sus alocadas situaciones, salpicadas por diálogos a veces absurdos, se mantienen por su buen hacer. Quizás Rockwell mantenga su nivel en este tipo de películas y luzca bien, pero creo que Kendrick puede volar más alto como ya ha demostrado, y parece pasarlo bien aquí sin más, un buen motivo para, simplemente, estar. Junto a ellos Tim Roth aporta apellido y poco más, ya que sus secuencias son repetitivas y sin necesidad de registros diferentes.
Una comedia ¿romántica? fuera del típico circuito comercial habitual que, por momentos, rehuye lo convencional para presentar una idea bastante original que se va diluyendo por el camino, en parte debido a la plana dirección de Cabezas. El director no reconoce los momentos en los que cambiar de ritmo y registro le hubieran venido muy bien al desarrollo, y se limita solamente a cumplir el encargo. "Mr. Right" cumple las expectativas si éstas no eran muy elevadas, en caso contrario resultará insulsa más allá de su original comienzo y falta de fuelle en el tramo final.

4,6
2.263
3
6 de junio de 2021
6 de junio de 2021
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me vienen a la mente, antes de escribir esta crítica, las palabras que pronunciaba Mr. Ego en la fantástica “Ratatouille” al criticar el trabajo del Chef Gusteau: “Pero la cruda verdad que los críticos debemos enfrentar es que, en términos generales, la producción de basura promedio es más valiosa que lo que nuestros artículos pretenden señalar”. A él le conmovía el suculento plato que acababa de degustar, sensación contraria a la que a mí me deja esta película. Pero como ocurre en cualquier crítica, lo subjetivo se apodera de ella.
Porque pocos podrán negar que el argumento de la película parece sencillo al leerlo y complejo al intentar explicarlo. Necesita un esfuerzo extra por parte del espectador para entrar en su juego, y yo no he sido capaz. Es una película que nace lenta y continúa lenta, y aunque haya matices que seguramente hagan evolucionar la trama, nunca consiguen ser suficientes como para articular sus ideas y arrojar luz al conjunto. Parece haber una intención en Cavestany de innovar en un proyecto que se aleja de lo habitual, un proyecto que se le escapa de las manos.
No se puede objetar nada al trabajo de ambos protagonistas, que por momentos, y por exigencias del guion, se encuentran tan perdidos como el espectador que solo ve secuencias sin encontrar un sentido lógico. Machi y Nieto expresan dudas y extrañeza mientras avanza un viaje que estira y encoge la historia, un ejercicio kafkiano que interpretar.
Como decía antes, este subjetivo ejercicio crítico refleja impresiones personales que pueden no captar todos los detalles que el guion pretende mostrar, bien por dejación, bien por ineptitud. Esperando que no sea por la segunda opción y se trate simplemente de una desconexión general transitoria, estaré atento a un nuevo trabajo de Cavestany para comprobarlo.
Porque pocos podrán negar que el argumento de la película parece sencillo al leerlo y complejo al intentar explicarlo. Necesita un esfuerzo extra por parte del espectador para entrar en su juego, y yo no he sido capaz. Es una película que nace lenta y continúa lenta, y aunque haya matices que seguramente hagan evolucionar la trama, nunca consiguen ser suficientes como para articular sus ideas y arrojar luz al conjunto. Parece haber una intención en Cavestany de innovar en un proyecto que se aleja de lo habitual, un proyecto que se le escapa de las manos.
No se puede objetar nada al trabajo de ambos protagonistas, que por momentos, y por exigencias del guion, se encuentran tan perdidos como el espectador que solo ve secuencias sin encontrar un sentido lógico. Machi y Nieto expresan dudas y extrañeza mientras avanza un viaje que estira y encoge la historia, un ejercicio kafkiano que interpretar.
Como decía antes, este subjetivo ejercicio crítico refleja impresiones personales que pueden no captar todos los detalles que el guion pretende mostrar, bien por dejación, bien por ineptitud. Esperando que no sea por la segunda opción y se trate simplemente de una desconexión general transitoria, estaré atento a un nuevo trabajo de Cavestany para comprobarlo.
10 de mayo de 2021
10 de mayo de 2021
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
“A veces las cosas no tienen sentido hasta el final de la historia”. Como si fuese un mantra sobre el que cimentar su base, esta historia busca su lugar en el mundo sin un aparente sentido lógico encaminándose hacia un final que cumpla su axioma: que su conclusión justifique las locuras que se le ocurren por el camino.
Con esta idea en la cabeza, los guionistas tratan de enlazar viajes en el tiempo a futuro y pasado, mientras poco a poco los protagonistas se ganan el favor del espectador, que ha empatizado de manera casi inexplicable con ellos. Su mezcla de ingenuidad y sencillez hace que cada vez que meten la pata sean aún más queridos.
La aparición de Hendrix, Armstrong, Mozart, ese robot con sentimientos que se arrepiente, el señor Muerte guitarrista, una pirámide que aparece en un barrio residencial… personajes y elementos de complicada conjunción que aquí, extrañamente, no desentonan. Parece una locura total, y en realidad puede que lo sea, pero no importa porque a esas alturas el espectador ya ha conectado con la historia y soporta casi cualquier idea que se le proponga. Quizás esa sea la mayor virtud de la película, su atrevimiento para proponer disparates consiguiendo que el público los acepte.
Entre tanta idea descabellada, la película plantea un desafío para los protagonistas: salvar al mundo y salvar a sus familias. Y, como era de esperar, Reeves y Winter son capaces de conseguir lo que se propongan, aunque no sin ayuda de unas alocadas hijas que apoyan incondicionalmente. La película, que nunca se toma en serio a sí misma, reivindica la música como lenguaje universal que nos une a todos para salvar el universo, y de paso intenta que todo esto tenga sentido al final.
Con esta idea en la cabeza, los guionistas tratan de enlazar viajes en el tiempo a futuro y pasado, mientras poco a poco los protagonistas se ganan el favor del espectador, que ha empatizado de manera casi inexplicable con ellos. Su mezcla de ingenuidad y sencillez hace que cada vez que meten la pata sean aún más queridos.
La aparición de Hendrix, Armstrong, Mozart, ese robot con sentimientos que se arrepiente, el señor Muerte guitarrista, una pirámide que aparece en un barrio residencial… personajes y elementos de complicada conjunción que aquí, extrañamente, no desentonan. Parece una locura total, y en realidad puede que lo sea, pero no importa porque a esas alturas el espectador ya ha conectado con la historia y soporta casi cualquier idea que se le proponga. Quizás esa sea la mayor virtud de la película, su atrevimiento para proponer disparates consiguiendo que el público los acepte.
Entre tanta idea descabellada, la película plantea un desafío para los protagonistas: salvar al mundo y salvar a sus familias. Y, como era de esperar, Reeves y Winter son capaces de conseguir lo que se propongan, aunque no sin ayuda de unas alocadas hijas que apoyan incondicionalmente. La película, que nunca se toma en serio a sí misma, reivindica la música como lenguaje universal que nos une a todos para salvar el universo, y de paso intenta que todo esto tenga sentido al final.

5,7
2.426
6
24 de febrero de 2021
24 de febrero de 2021
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un punto de inflexión. Solamente esto es lo que necesita la película para variar su rumbo. Si su inicio es sorprendente, prácticamente único, es en el momento en el que aparece el personaje de Rodríguez cuando la película pierde fuelle, sin dejar de tener esa personalidad propia de la que presume.
La falta de escrúpulos de la familia protagoniza una primera parte vigorosa, con gran personalidad, en la que se presenta a los personajes como personas que hacen todo lo posible para vivir y para aprovecharse de cualquier resquicio que encuentren en las leyes. Así es como sobreviven entre pequeños hurtos, devoluciones fraudulentas y cupones de descuento sin demostrar ningún orden moral.
En medio de teorías de conspiración algo vistas ya -esa tecnología que nos controla no es ninguna novedad-, todo se complica como suele suceder en estos casos, y es ahí donde la aparición de Gina Rodríguez lo cambia todo. Porque hasta ahí, los estupendos Jenkins y Winger habían convencido a su hija de su forma de vida, la única que conocía.
Pero al personaje de Wood se le abre un mundo ante sus ojos. La actriz firma una imponente interpretación, introvertida y taciturna como corresponde. Pero su forma de ser tan solitaria y egoísta cambia, sufre una transformación al ver que hay mucho más que disfrutar, diferentes maneras de afrontar la vida. Este personaje perdido está muy bien llevado por July, directora y también guionista, que sabe mostrar esa fragilidad e indecisión con buen pulso.
“Cómo sobrevivir en un mundo material” podría haberse decidido por continuar narrando la vida de esta disfuncional familia y sus robos continuos hasta el final, pero para su último tramo opta por quedarse más con los sentimientos que con las artimañas, asegurándose, eso sí, de incluir un final coherente con todo lo que ha narrado por el camino.
La falta de escrúpulos de la familia protagoniza una primera parte vigorosa, con gran personalidad, en la que se presenta a los personajes como personas que hacen todo lo posible para vivir y para aprovecharse de cualquier resquicio que encuentren en las leyes. Así es como sobreviven entre pequeños hurtos, devoluciones fraudulentas y cupones de descuento sin demostrar ningún orden moral.
En medio de teorías de conspiración algo vistas ya -esa tecnología que nos controla no es ninguna novedad-, todo se complica como suele suceder en estos casos, y es ahí donde la aparición de Gina Rodríguez lo cambia todo. Porque hasta ahí, los estupendos Jenkins y Winger habían convencido a su hija de su forma de vida, la única que conocía.
Pero al personaje de Wood se le abre un mundo ante sus ojos. La actriz firma una imponente interpretación, introvertida y taciturna como corresponde. Pero su forma de ser tan solitaria y egoísta cambia, sufre una transformación al ver que hay mucho más que disfrutar, diferentes maneras de afrontar la vida. Este personaje perdido está muy bien llevado por July, directora y también guionista, que sabe mostrar esa fragilidad e indecisión con buen pulso.
“Cómo sobrevivir en un mundo material” podría haberse decidido por continuar narrando la vida de esta disfuncional familia y sus robos continuos hasta el final, pero para su último tramo opta por quedarse más con los sentimientos que con las artimañas, asegurándose, eso sí, de incluir un final coherente con todo lo que ha narrado por el camino.
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