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5,7
11.781
2
29 de junio de 2009
29 de junio de 2009
13 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estaba yo acordándome ahora de aquella mañana en la que fui a donde yo pensaba que había aparcado la noche anterior, pero en lugar de mi coche me encontré allí estacionado a un enano, de piel verduzca y ataviado con un enorme bombín, que estaba sentado sobre un sillón de orejas naranja con dibujos amarillos que representaban fajas de señora mayor. Me extrañó, así que le pregunté por mi coche. No supo responderme, pero a su vez me preguntó a mí la hora, y no le pude contestar porque ese día, precisamente, yo no llevaba zapatos con cordones.
Tamaña confusión me despertó la necesidad urgente de leer el periódico, así que, me dirigí al establecimiento oportuno, y allí mantuve una intensa charla con el kioskero. Intensa pero corta, ya que el hombre es turco, y no le entiendo nada, y lo más extraño… me fijé en que tenía el culo atrás y un par de orejas, una a cada lado de su cabeza. ¿Habría sido siempre así? ¿Serían así todos los turcos?... La incertidumbre me estaba matando. Sólo encontré consuelo en autolesionarme dándome de cabezazos contra una farola. Y ni con esto se me encendió la bombilla.
No sé si lo estoy contando bien…
Moraleja: tira tu maquinilla vieja. Ah! Y el ego es muy malo.
Tamaña confusión me despertó la necesidad urgente de leer el periódico, así que, me dirigí al establecimiento oportuno, y allí mantuve una intensa charla con el kioskero. Intensa pero corta, ya que el hombre es turco, y no le entiendo nada, y lo más extraño… me fijé en que tenía el culo atrás y un par de orejas, una a cada lado de su cabeza. ¿Habría sido siempre así? ¿Serían así todos los turcos?... La incertidumbre me estaba matando. Sólo encontré consuelo en autolesionarme dándome de cabezazos contra una farola. Y ni con esto se me encendió la bombilla.
No sé si lo estoy contando bien…
Moraleja: tira tu maquinilla vieja. Ah! Y el ego es muy malo.
2
31 de enero de 2011
31 de enero de 2011
12 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por lo visto, el guionista quiere que nos imaginemos el final y parte del contenido. ¡Imagínatelo tú, tío!, que para eso cobras.
Hay que ver como corre Sbaraglia, parece el último mohicano, que también se pasaba la peli corriendo. Pero esas no son maneras de hacer jogging, hombre, que vas por ahí como si te estuviese persiguiendo Godzilla. Menudas zancadas, ya verás, a los 50 vas a tener los meniscos hechos cisco.
La peli, a parte de estúpida de contenido, es fea de continente. Es una peli verde, pero no por picaruela, si no porque la fotografía es verde, como en Matrix. Y todo lo que se retrata es gris, se ha puesto mucho ciudado en eso (sólo en eso). Paredes grises, ropas grises, cielos grises, personajes grises. El sonido es incierto, a veces se oye lo que hablan, a veces no, a veces crees que sí, pero no.
Es una mezcla entre El cabo del terror y Forrest Gump, pero en infernal, y tedioso.
No entiendo como gente que lleva tantos años en esto del cine, tal como Gerardo Herrero, hacen las cosas tan mal.
Muy bien Solá, lo único digno de la peli.
Hay que ver como corre Sbaraglia, parece el último mohicano, que también se pasaba la peli corriendo. Pero esas no son maneras de hacer jogging, hombre, que vas por ahí como si te estuviese persiguiendo Godzilla. Menudas zancadas, ya verás, a los 50 vas a tener los meniscos hechos cisco.
La peli, a parte de estúpida de contenido, es fea de continente. Es una peli verde, pero no por picaruela, si no porque la fotografía es verde, como en Matrix. Y todo lo que se retrata es gris, se ha puesto mucho ciudado en eso (sólo en eso). Paredes grises, ropas grises, cielos grises, personajes grises. El sonido es incierto, a veces se oye lo que hablan, a veces no, a veces crees que sí, pero no.
Es una mezcla entre El cabo del terror y Forrest Gump, pero en infernal, y tedioso.
No entiendo como gente que lleva tantos años en esto del cine, tal como Gerardo Herrero, hacen las cosas tan mal.
Muy bien Solá, lo único digno de la peli.
28 de enero de 2009
28 de enero de 2009
12 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Querida amiga: si se te ha pegado un tío pesado al que no soportas, aquí te damos el método infalible. PÓNLE ESTA MIERDA. (Puedes adquirirla, ahora en oferta, en la tienda FA por tan sólo 8,96 €) No volverás a verle el pelo. Y tan seguros estamos de lo infalible de nuestro método que si no quedas satisfecha te devolvemos el dinero (previo examen psiquiátrico del muchacho, no vaya a ser...)
4
9 de septiembre de 2015
9 de septiembre de 2015
11 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seguro que la aventura en la que se basa esta película fue apasionante, de la forma en que lo son estas cosas, es decir, a toro pasado, porque el día a día de las grandes historias suele ser un rollo, como cualquier día a día. Y es por esto, precisamente, que se inventó el recurso de novelar los hechos reales, para hacerlos más sugerentes a la hora de darlos a conocer.
El problema de esta peli es que ni sabe hacer justicia a la aventura, si sabe hacerla atractiva al espectador. A mí, personalmente, me importaba un pijo si los rubitos estos se ahogaban o se los comía un tigre (eso es de otra peli, que me lío)
Cierto es que está bien rodada y ofrece alguna secuencia chula, como esa en la que uno de los tripulantes pesca un tiburón adulto a pulso agarrándolo por las cocochas. La cosa impacta.
Los personajes están mal dibujados y peor interpretados. El prota es una pena, hablando claro. No tiene ni una miaja de carisma, ni de masculinidad, aún cuando le crece la barda, esa tan típica de los navegantes que van a la deriva. En ningún momento llego a comprender la férrea motivación de este señor ni su empeño en parecerse al Tiki ese.
Al final, todo se limita a una recopilación de situaciones manidas y muy predecibles, sazonadas con un humor simplón y tontiqui.
El problema de esta peli es que ni sabe hacer justicia a la aventura, si sabe hacerla atractiva al espectador. A mí, personalmente, me importaba un pijo si los rubitos estos se ahogaban o se los comía un tigre (eso es de otra peli, que me lío)
Cierto es que está bien rodada y ofrece alguna secuencia chula, como esa en la que uno de los tripulantes pesca un tiburón adulto a pulso agarrándolo por las cocochas. La cosa impacta.
Los personajes están mal dibujados y peor interpretados. El prota es una pena, hablando claro. No tiene ni una miaja de carisma, ni de masculinidad, aún cuando le crece la barda, esa tan típica de los navegantes que van a la deriva. En ningún momento llego a comprender la férrea motivación de este señor ni su empeño en parecerse al Tiki ese.
Al final, todo se limita a una recopilación de situaciones manidas y muy predecibles, sazonadas con un humor simplón y tontiqui.

7,4
7.343
6
22 de julio de 2015
22 de julio de 2015
11 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ameno espectáculo de variedades de añejo argumento y arcaicas hechuras, que si se disfruta hoy en día es por ser una película del año de la pera, que si no, de qué. La misma cosa facturada en nuestros días no la aguantaría nadie más allá de diez minutos.
No es que el prota me caiga mal; es que desapruebo sus métodos. Menudo gañán.
Veréis. El tema es que Burt Lancaster se casó con una señora y tuvieron un hijo, y luego, la muy repelente, le dejó por un Duque, y como en el medievo no se había inventado la custodia compartida, pues se lía una buena porque ambos quieren quedarse con el niño, que en principio, no se sabe por qué, se queda a vivir en el monte con su padre.
Pero el día en que se vuelven a encontrar todos (padre, madre, niño y duque), el cretino de Burt asesina violenta y gratuitamente a la mascota del novio de su ex, porque le tiene tirria, imagino, pero el bicho no tenía la culpa de ná y era bien precioso. Esto cabrea al Duque, que ordena a su séquito que se lleven al niño, y el tarugo de Burt, en vez de permitir que su retoño crezca en un entorno desahogado donde vivirá de puta madre, le insta a huir, jugándose la vida por los tejaos mientras los soldados del duque le tiran flechas, lo que pone de manifiesto que al duque el niño se la bufa, y que si se lo quiere llevar no es por hacer feliz a su madre, la del niño, sino para joder a Burt, que se acaba de cargar a su mascota. Y la madre, a todo esto, mientras el chiquillo está a punto de partirse la crisma y de ser ensartado cual pichón, sin decir ni mú… Pero esta gente…
Lo que es el defensor del menor tampoco se había inventado todavía en el medievo, ni en los cincuenta.
Todo lo que viene después es igual de acrobático y estúpido. Burt se empecina en rescatar a su hijo de la opulencia y el minué, y se dispone a hacerlo a base de cabriolas, volteretas y piruetas. ¿Lo conseguirá?...
Es como estar viendo una de Robin Hood en la que el héroe se haya vuelto saltimbanqui e incapaz de hacer algo útil, y si se deja ver sin problemas no es por las habilidades circenses de Lancaster, ciertamente meritorias, pero lo mismo daba que fuesen de un desconocido doble, sino por las de Tourneur, y porque, esto es así, la peli, en su simpleza bobalicona, entretiene.
No es que el prota me caiga mal; es que desapruebo sus métodos. Menudo gañán.
Veréis. El tema es que Burt Lancaster se casó con una señora y tuvieron un hijo, y luego, la muy repelente, le dejó por un Duque, y como en el medievo no se había inventado la custodia compartida, pues se lía una buena porque ambos quieren quedarse con el niño, que en principio, no se sabe por qué, se queda a vivir en el monte con su padre.
Pero el día en que se vuelven a encontrar todos (padre, madre, niño y duque), el cretino de Burt asesina violenta y gratuitamente a la mascota del novio de su ex, porque le tiene tirria, imagino, pero el bicho no tenía la culpa de ná y era bien precioso. Esto cabrea al Duque, que ordena a su séquito que se lleven al niño, y el tarugo de Burt, en vez de permitir que su retoño crezca en un entorno desahogado donde vivirá de puta madre, le insta a huir, jugándose la vida por los tejaos mientras los soldados del duque le tiran flechas, lo que pone de manifiesto que al duque el niño se la bufa, y que si se lo quiere llevar no es por hacer feliz a su madre, la del niño, sino para joder a Burt, que se acaba de cargar a su mascota. Y la madre, a todo esto, mientras el chiquillo está a punto de partirse la crisma y de ser ensartado cual pichón, sin decir ni mú… Pero esta gente…
Lo que es el defensor del menor tampoco se había inventado todavía en el medievo, ni en los cincuenta.
Todo lo que viene después es igual de acrobático y estúpido. Burt se empecina en rescatar a su hijo de la opulencia y el minué, y se dispone a hacerlo a base de cabriolas, volteretas y piruetas. ¿Lo conseguirá?...
Es como estar viendo una de Robin Hood en la que el héroe se haya vuelto saltimbanqui e incapaz de hacer algo útil, y si se deja ver sin problemas no es por las habilidades circenses de Lancaster, ciertamente meritorias, pero lo mismo daba que fuesen de un desconocido doble, sino por las de Tourneur, y porque, esto es así, la peli, en su simpleza bobalicona, entretiene.
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