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Rusia Rusia · Stalingrado
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Críticas 3.174
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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22 de julio de 2022
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tremendismo. Sensacionalismo. Un afán desesperado por llamar la atención y montarla gorda, por buscar ese impacto, montada, de hecho, como una peli de terror (¿de ahí su éxito? sí, si le sumas algo con lo que todo el mundo está de acuerdo, no hay pega ni discusión, no es bueno maltratar a un niño, hasta ahí llego, cada día soy un poco más bueno, más que ayer pero menos que mañana, es lo grande del cine, que nos hace sentir y comprobar y saber que estamos en contra del espanto y a favor del paraíso, lo que nos llevamos por delante, que nos quiten lo bailao, otra certeza que nos acurruca en contra del más duro y frío invierno o de este calor que aplana apalanca apelmaza), con sus sustos cada tres segundos, con su in crescendo narrativo y su ritmo y su música que espeluzna.
El mal sin motivo ni explicación (más allá de la leve cutrez psicológica -las causas y consecuencias no tienen esa relación tan obvia y directa, todo es o está mucho más mezclado y retorcido y obtuso o alambicado oblicuo complejo- del hermano muerto -otro fratello por cierto, como en Noviembre, ¿qué le pasa a este hombre tan majo Achero, lo es, con ellos?- y del maniqueísmo abrumador grosero que contrapone a la familia supuestamente tradicional, nerviosos y sufrientes, cobardes e impotentes, llorosos -que recuerda a alguna parecida de las pelis del ínclito Eloy de la Iglesia El pico y su realismo histérico por ejemplo, solo faltó aquí que el padre fuera picoleto y el tío sacerdote para cerrar la fiesta- con/tras la no tan supuestamente por segunda vez convencional o que va más por libre, relajados, amorosos, comprensivos, dialogantes, sonrientes, suma y sigue, si me lo pides, te doy una entrada guapa para la lanzadera -¿puede haber algo en verdad más trillado y o cool que los tatuajes ya en ese momento por mucho que traten de aparentar lo contrario?) lo mismo que el bien porque sí, monolíticos, brutales, simples en su oposición (en ese sentido resulta muy forzado el recurso del tortazo del padre mola mazo al hijo para disimular algo).
Película que ni explica ni investiga ni analiza, explota, solo busca el morbo y el espectáculo, sádico, desagradable, te lo arrojan a la cara, bestia, agresiva, por momentos innecesariamente insoportable (por gratuita y excesiva).
Oscura, roma, nihilista (por regodearse en lo abyecto sin ahondar en ello, por no darle sentido ni luz), irracional (exalta la mirada superficial y caótica sobre hechos intrincados delicados que merecerían más tiento y rigor o cuidado y exhaustividad) a pesar de que se ponga de parte del bien, o quizás por eso, por ser tan sectaria y reducir esa dualidad tanto, a Barrio Sésamo, por negar a la realidad toda o buena parte de su ambigüedad y curiosidad, rareza o frontera, o por cómo estas cuestiones o aspectos de los hechos son en la mayoría de los casos sacrificados relegados (los muestran de forma muy secundaria sobre todo a través de Wagener desde el punto de vista más legal oficial) en aras de la más burda manipulación narrativa, suma afrentosa de atropellos y desafueros.
Tiene sus bondades interpretativas o hasta de ritmo y cierta habilidad para dosificar la tensión, pero es demasiado estrepitosa y amarillista y fea y facilona falsa finalmente. Y cuesta mucho escucharles a veces, les tapa el sonido ambiente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
(¿El amigo no participaba de lo del tren, más de lo mismo, por su evolucionado jipismo pacifista de santa herencia paterna? ¿Se hacen amigos porque son los dos marginales de diferentes y hasta contrarias maneras, uno por pertenecer a una familia tan habitual que se acaba convirtiendo en monstruosa casi como parodia o reflejo grotesco de esos valores y el otro por formar parte de un grupo que de tan al margen o teóricamente contracultural acaba estallando de generosidad y cristiana caridad, o simplemente porque los extremos se tocan?)
Me hacía beber mi pis...
10 de febrero de 2022
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El secreto de la vida está en luchar a cara de perro contra el cambio, lo odio, el tiempo, la muerte, sin asumirlo ni respetarlo, escupirle en la cara, blasfemar contra él, cagarse en todos sus muertos, no reconocerlo ni rendirse cobardemente ante él, injuriarlo, ignorarlo, trampearlo, vadearlo, otra vez insultarlo, siempre, antes que nada, por encima de todas las cosas, huye como de la peste o el diablo de toda la basura seudofilosófica que te diga lo contrario, de los vendedores de crece pelo, esos gurús de extarradio, de todo aquel que te venda/trafique o bendiga/beatifique ese puto infierno, el mal absoluto, lo que nos roba o hurta todo lo bueno, lo que más queremos.
A fuerza de buscar/bucear en su mundo rico interior, en su diferencia esencial tan peculiar o particular respecto a todos los demás, en su rareza total, se ve que se vuelven o convierten o tal vez confirman o más bien son, siempre en verdad lo han sido, completamente iguales al resto que se creen también la mar de especiales, el limo de dios, intercambiables, sustituibles, indiferentes, clones, pelmas, una redundancia recurrente, un autorretrato eternamente repetido, uno realmente auténtico no lo pregonaría, nunca jamás corearía tópicos como si estuviera o estuviese descubriendo el nuevo mundo, no caería tan bajo, no se creería la hostia, lo sería, punto, puto.
Son tan enrollados y sabios y están tan realizados y logrados, plenos y aptos que no pueden ser también más tediosos o aburridos, mediocres y crematísticos, vulgares, conservadores, horteras y pesados.
Lo que importa no es el viaje ni el camino, la alforja llena y tirarse a la bartola mientras te abanica un negro o una negra y yo no soy racista.
Decía Kundera, casi ya centenario, resistiendo contra viento y marea, qué cojones, que el Kitsch era la negación absoluta de la mierda, su no reconocimiento u ocultamiento tanto literal como metafóricamente, la negación radical de todo lo más desagradable y feo y que también es parte esencial de todos nosotros.
Divine comía o comió mierda.
Jonh Waters decía o dijo de él o de ella que nunca fue Kitsch, que fue punk toda la vida de dios, antes siquiera de que ese concepto existiera, pese a que la hayan tratado de santificar las gentes más extremadamente religiosas y puritanas de nuestro tiempo, qué miedo, los/las del burka de occidente, ni a los muertos respetan esos/esas pedorras.
Todo encaja o cuela.
Alle Willis comenta que lo Kitsch es tratar/creer que haces algo la mar de bien, con todo tu amor y dedicación, con toda tu alma y tu corazón, la mejor intención, mucha esperanza y empeño puestos en ello, y que te salga en realidad un truño, un puta mierda porque no tienes ni una pizca de talento, no te ha llamado por ahí el caprichoso señor, eres un negado, ese fenómeno tan triste y cómico, tan frecuente y derrotado, tan feroz y divertido, tan penoso/tierno/cierto, tan habitual y lastimoso, que tire la primera piedra el que esté libre de pecado, amén.
¿Esta película o coso documento es una mierda a propósito/malamente o de manera involuntaria? ¿Es kitsch o azar? ¿Es consciente o completa y simplemente desastrosa, se derrenga, una debacle, desbarra, delira? ¿Por qué el protagonista tiene tan poca gracia y salero, un muermo de cuerpo entero, y los entrevistados parece que estén oliendo todo el rato... justo eso, lo que comían en Saló con tanto glamour y fruición? ¿Un síntoma o una enfermedad? ¿La cara o la espalda?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Casanova es un artista, o así se autodenomina sin ningún rubor ni empacho para que no haya al respecto ningún lugar ni a la razonable duda, a la contra. Es de los míos, mis ídolos, uno de los nuestros. Por supuesto. Genios un tanto inadvertidos.
Decía Eugenio en un chiste, este sí, verdadero genio, dónde si no iba a ser, que si no se asciende uno a sí mismo en la jerarquía militar (o en la que sea), vas apañado, no hay manera, se eterniza la espera. Y eso es lo que repiten como un lorito, esa cantinela, aquí poco más o menos todos, que hay que ir por la vida pisando fuerte (la isla de las cabezas cortadas), sintiéndose Napoleón, sin importarte nada lo que piensen o digan los demás, a quién le importa lo que yo haga, viviendo en rosa, a tope, drastica/draconianamente, intensa/dionisíacamente, es decir, ser un hijo de puta de risa o más bien un pobre desgraciado con mucha jeta, de todo un poco.
Miami Vice (creo recordar) estuvo mejor, solo con la música de la entradilla ya ganaría por goleada.
John Waters está para el arrastre, ya no es lo que era, igual que le pasa a Rosalía desde el mal querer, se ha echado a perder, se corrompen. Ahora es un burgués con dinero y mucho tiempo, un abuelete que ya ni se droga, ni para eso sirve, qué pena, su dejación de funciones da una infinita vergüenza, todavía vivito y coleando, a la mierda el mito, diciendo sandeces, sano como un altramuz, sin intemperie.
Solo hay algo peor que todo esto, que vivir del cuento este, decir o andar diciendo que los odias.
Viva Peter Sellers.
24 de enero de 2022
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bésame, tonto. Más extraño que la ficción.
Buena idea mal tratada o trasladada a la pantalla.
Mal escritor crea un mal personaje de (no) ficción. Los dos son muy poco atrayentes. Es muy repelente ese escribidor neurasténico y casi agorafóbico, no hay indicio o rastro en él que recuerde mínimamente a su supuesta genialidad, y el actor tampoco ayuda, exagera más el problema, a manos llenas lo aumenta. Y ella es pura filfa con esos vaivenes o bandazos constantes de geisha a cansina a alegre a desgraciada o perdida o llorera. La actriz, vaya, un tanto cargante. Igual que el resto de acompañantes o qué decir del hermano lerdo o gilipollas, su horrorosa y pelma mujer, la tarada madre, Antonio ridículo completamente, el otro escritor como majadero grotesco, la chica de la cita, hasta los extras si te fijas.
Ni tiene gracia cuando se pone paródica ni se puede tomar en serio cuando se vuelve grave o solemne, desgarrada y llorosa.
Desaprovechan el sabroso asunto de lo que Dios, ese cabrón, les hace malamente a sus indefensas criaturas o víctimas, lo mismo que frivolizan o banalizan las relaciones crispadas/tensas entre la realidad y la imaginación que podían dar tanto juego, donde lo milagroso se cruza con lo cochambroso, o aparenta ser analítica y desmitificadora, pero es finalmente convencional y aparatosa, más fantasía trilladamente romántica que arriesgada existencial propuesta. En verdad, es como si de cada cosa jugosa, eligieran siempre el peor enfoque posible, el que da más grima o provoca más tedio o indiferencia, como si fuera una película desenraizada/desencajada, sin claro criterio, ni demasiado indie o intelectual y rara brillante ni tampoco entretenida al estilo Atrapado en el tiempo. Un fiasco pintón y lastimero.
Boba y pretenciosa. Inane y farragosa. Huera y tontorrona.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La escena de las sucesivas humillaciones es desagradable y una manera brusca y poco elegante de cortar por lo sano para poder saltar/llegar al final esperado. Pero hay más que están mal desarrolladas, aquella en la que él quiere comprobar si es real o ve visiones, cuando el hermano la conoce, la cena de la familia, la conversación con la ex (true blood)...
17 de septiembre de 2021
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El corazón del caribú.
Mucho me temo que debo advertir a los más sensibles lectores, si los hubiera, de mis sagradas líneas que los animales que participaron en este documental sí que sufrieron lo suyo y hasta murieron algunos.
Marlon Brando era una caradura del copón bendito, un hijo de puta con todas las letras, con ventanas a la calle, un vago y un pesetero, y un analfabeto, eso sí, gracioso, con garbo, con cojones, con kilos.
Coppola como visionario no tiene precio (se ve que era un romántico que creía en el progreso y la liberación del individuo, o santo inocente o sinvergüenza, no hay otra); el cine, con la tecnología cada vez más grotesca (chula/avanzada/popular/al alcance de la mano) que nos asola, no solo no se ha hecho/convertido en algo más democrático y libre y artístico, sino más bien justo lo contrario, más domado y propagandístico y comercial, igual que con el resto, la expansión masiva de las redes y su posibilidad comunicativa casi universal ha provocado, no solo eso, claro, pero sí en su gran mayoría, una inmensa mediocridad, estupidez y difusión fácil por parte del poder de sus mierdas represivas, sus miedos inventados y sus grandes mentiras, no hay salida, no hay niña gorda de Ohio creando las meninas, esa niñata es Greta la ecóloga, un monigote, un adefesio, o cualquier pobre chavala obesa que acaba de publicar su última foto en instagram mientras es vacunada y que lo único que escribe son tuits a favor de Rociito.
Coppola se dejaba llevar, y hacía bien, como los de la nouvelle vague, que la película estuviera influenciada/afectada por el contexto/momento, o ambiente, por lo que allí pasaba, no como los Almodóvar, Garci o Wilder que hasta la última coma la tienen obsesivamente controlada/calculada/manipulada.
La mujer de Coppola es una cínica simpática, una amoral espectacular, le da igual todo, ocho que ochenta, lo disfruta, muerte, destrucción, caos, ruina, tormenta, todo sea por el cine, por el arte, por la obra de mi marido y la gloria de mi madre.
Sofia Coopola velaba armas, absorbía como una esponja, ya aprendía/mamaba el oficio de primera mano, era una criaja de apenas cuatro o cinco años.
Echaron a Keitel, el pobre, injustiça.
A Willard le dio un jamacuco y todavía hoy, a los ochenta y un tacos, sigue vivo, las cosas no son como empiezan, el río se remonta.
Hooper es una versión mala o menor, edulcorada, más dispersa, de Brando, no tan jeta, o no con tanta fuerza para poder imponerse.
Fishburne era un niño salvaje, amaba/anhelaba la guerra, la gran juerga, la libertad a tumba abierta, la maría.
La Bohème.
Milius dice cosas chulas, parece un crío con ansias épicas. Lucas más tiene mentalidad de chupatintas, son el yin y el yang. Me quedo con el primero, aparta de mí a los tibios que los vomitaré de mi boca.
Explotaron a los filipinos, todo el santo día currando por dos duros, mucho arte y trascendencia, pero a la hora de pagar, si te he visto no me acuerdo, con el regateo.
Ferdinad Marcos siempre estuvo allí. Imelda, también, supervisando. Con una mano destruían comunistas malos al sur de lo país, esos revoltosos insurgentes, y con la otra, la siniestra, prestaban los helicópteros wagnerianos para gran esparcimiento del género humano.
Tú lo que quieres es que me coma el tigre, que me coma el tigre, mis carnes morenas.
Canned Heat.
Droga hubo mucha, locura, para regalar, rock and roll, claro, de sexo no se habla, se echa en falta.
Coppola demuestra inteligencia cuando habla, hasta cuando yerra, un espíritu nervioso, despierto, acelerado, hiperconsciente, asimilativo, hambriento, en pugna entre lo caótico creativo peligroso y el orden necesario pero castrador, no quiere ser pretencioso, pero pretende/intenta hacer una obra grande, que pare el tiempo, dejar huella quería y marcharme entre aplausos, ahí se mueve, desde la ambición al miedo, del deseo a sus limitaciones, de su yo alto/hinchado a las miserias del resto, entre lo que sueña y lo que puede realmente.
Vale, está bien, acorde, escaso, ole.
2 de marzo de 2021
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mascarada. El tren del infierno. Noche de reyes. El libro rojo de las mutaciones. Shall we dance? Cry me a river. Karate fantoche. Un mundo nuevo. Doctor Manhattan.
¿Toques de queda, cuarentenas, virus inoculados, epidemia, pandemia, vacuna, farmacéuticas, miedo, poder, os suena de algo todo este tinglado espurio o mejunje horrísono por casualidad tal vez o es solo conspiración, paranoia, delirio? ¿Vivimos inmersos, nos tiraron a ese agujero infecto de una patada en el culo, a una mala, para variar, película de Jólivud? ¿Los que crean la realidad que padecemos cada día son unos cutres plagiadores del cine más reciente, se pasan las noches tomando apuntes para repetir lo aprendido al día siguiente, las medidas que adoptan, toda la represión y el abuso nacen de la ficción más comercial y populosa o es nada más la historia que eternamente se repite y ya, por su escasa imaginación, aburre? ¿La entera realidad es un espejo vulgar de la ficción más banal, somos todos extras sin línea de diálogo, carne de cañón, números, ovejas, borregos, al matadero de cinco en cinco? ¿Cuándo van a llegar por fin la revolución y la explosión y la música y el baile y el aire y las rosas y la primavera y la playa?
¿Es necesario poner la muerte por encima de la vida a cualquier precio, por delante de la pura y animal supervivencia para ser de una vez por todas libre y no tener miedo? Kirilov diría que no, aquí parece que sí. ¿Las ideas valen más que los cuerpos, la metafísica más que la materia? ¿No es la vida el máximo valor humano, por el que hay que sacrificarlo todo, o puede ser intercambiado o superado en determinadas y puntuales ocasiones, sacrificado en el altar de la pura y subjetiva dignidad? ¿El sufrimiento y el terror endurecen o debilitan, depende? ¿Hay una parte dentro de nosotros inviolable, ingobernable, a salvo de todo, siempre finalmente podemos elegir si somos capaces de renunciar a vivir?
Política, ciencia y religión como la triada del absoluto mal para someter a la población a través del miedo propagado por los corruptos y manipuladores medios de masas o no comunicación.
Ideas claras y eternas, obviedades que la realidad vomita cada día copan/abarrotan esta narración de apariencia y forma simplona y vaga, pero potente, circular, bien resuelta, pese a sus excesos pirotécnicos y su reduccionismo en aras del espectáculo más superficial.
No es una gran obra, ni mucho menos, pero sí tiene pegada; es un cuento fácil, ágil y maniqueo que maneja con cierta pericia los monstruos de barraca de feria y que los mezcla con cierta gracia con algunas grandes cuestiones que hablan de las masas manejadas a modo, de las mentiras masivas de todos los días, de la ficción creativa/artística como contraposición o posible salvación/sanación y de las máscaras necesarias para luchar contra el poder, en fin, de toda la farsa gruesa que nos ocupa y de toda esa retahíla tan habitual y manida.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Quizás la historia de amor fou sea lo más prescindible, lo más sobrante, sería mejor la sobriedad, la contención, la asepsia amorosa sin concesiones ni románticos arabescos, sin insinuaciones ni mareos bobos.
Y tal vez la parte más dulce o cómica quede demasiado relegada en beneficio de la oscuridad tétrica de alpargata, efectista, hinchada, exagerada.
Es una fábula que al final explota y nos libera, engañosamente por supuesto, ya que cuando despiertas y abres los ojos, las cadenas siguen ahí, bien puestas, atadas y apretadas, las amamos, las queremos siempre bien sujetas, no vaya a ser que se nos enfaden los amos y nos castiguen o ya no nos tiren los cacahuetes deseados.
O de como una relación sadomaso de sexo torturado y salvaje trata de enmascararse/sublimarse a través de una historia de sublevación; la belleza de lo siniestro vendida a todo a cien, lo sórdido convertido en bonito celofán, el alma negra traducida al idioma universal.
Hubo un tiempo no muy lejano en el que Natalie era lo más, ya pasó, como todo, desgraciadamente.
Cartón piedra, Shakespeare, Dickens y Dumas.
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