Podría empezar con una retahila nostálgico-freak sobre la legendaria película de George Pal, sobre la máquina original y un largo etc, pero no lo haré. Esta versión de 2002 es una hija de su tiempo y por tanto un intento torpe, inoportuno y sin complejos de hacer dinero apelando al imaginario cinematográfico del personal. Como producto de entretenimiento cumple a duras penas y si quitamos el diseño de producción pulcro y con medios saltan a la vista un guión carente de encanto y un reparto que en mi opinión hace lo que puede pero que no levanta el espectáculo: Guy Pearce es mejor actor de lo que parece en esta película y su problema es más bien las líneas del personaje, mientras que Irons troca los Morlocks malolientes que todos recordábamos en un engendro metrosexual bastante extraño. En definitva, no es una catástrofe pero está a años luz de ser un clásico del género.

Lo acepto: empieza cogiéndote de tus partes, y eso es maravilloso. Pocas películas pueden presumir de que ya en sus primeros compases cuetan con toda la atención del espectador, pero menos aún son las que mantienen el hechizo hasta la última nota. Flightplan no es una de ellas, porque aguanta el tipo en el desarrollo de la historia pero se mete en un atolladero del que solo podía salir como lo hace, con un giro convencional y peliculero en el mal sentido. ¿Se podría haber hecho de otra forma?: honestamente, y a la vista de la premisa inicial (que no desvelaré pues es la esencia de la película), era dificil salir airoso, pero sin duda mientras dura el engaño Schwentke escribe con mano firme y Foster está muy esforzada en sus cuitas maternales. En definitiva, película Sudoku (entretenida mientras la haces pero que deja una ineludible sensación de vacío).

Coincido plenamente con las alabanzas en lo referente a la audacia visual y al ritmo narrativo: pocas películas tienen la capacidad de cogerte desde el primer minuto y mantenerte sin respiro hasta el final, y esta es una de ellas. El merito, aparte de que Meirelles sabe muy bien lo que hace, es de un reparto muy apropiado y con unas actuaciones de una frescura excelente y sobre todo de que la premisa argumental es fascinante: conocer los entresijos de una favela brasileña. Ahora bien, el único pero que puedo encontrarle a Ciudad de Dios es que, en esencia, es una película que podría haber firmado Scorsese: hay muchos momentos en las que la sensación de deja-vú con "Uno de los nuestros" o "Casino" es tremenda, tanto formalmente (montaje ágil, voz en off) como en su contenido (descripción pormenorizada de un sistema de hampa local y de las peculiaridades de sus componentes). En cualquier caso, esto es pecata minuta a la vista del resultado global, que resulta hipnótico.

PD: es imprescindible complementar con el visionado de "Tropa de élite", fantástica película que ofrece el punto de vista de la policia en todos estos asuntos.

Es frecuente que se nos olvide que el cine, al fin y al cabo, son una serie de individuos delante de una cámara dando vida a lo que otros individuos han imaginado. Así de fácil. O de difícil, en caso de que se meta de por medio gente como Michael Bay. El caso es que Running Time es una historia sencilla, rodada con unos medios más que modestos y en blanco y negro: es eso precisamente lo que la hace tan amateur y al mismo tiempo tan sabia, tan primaria y tan sofisticada. Y luego sale Bruce Campbell, uno de esos actores que, por azares del destino, no alcanzaron la relevancia que su carisma pedía y cuyas contadas apariciones son un regalo para los que le conocen. Aquí compone un atracador de poca monta que recién salido de la cárcel se encuentra en una difícil encrucijada vital, y le da ese toque mezcla de chulería estratosférica y de vulnerabilidad que no es fácil de conseguir, a pesar de las limitaciones del guión. En definitiva, historia breve que quizás hubiera encajado mejor en un corto, rodada en una falsa sola toma y bien interpretada, de modo que no se hace pesada en ningún momento.

No es nada frecuente que se de esta extraña conjunción de guionista inspirado, director motivado y reparto en estado de gracia; menos frecuente es aún que algún productor quiera correr riesgos con un producto de estas características. El caso es que Adaptation es un auténtico regalo para los que consideran que el cine debe contar con la inteligencia del espectador, y de hecho el guión de Charlie Kaufman es de esos que da varias piruetas sin red. Se puede ser original y nefasto, pero en este caso la narración no-lineal, meta-literaria y meta-cinematográfica (ahí queda eso) funciona de una forma maravillosa y el cerebro desbocado de Kaufman cuenta con el apoyo de un reparto simplemente inspirado: Cage nos recuerda que algún día fue un gran actor, Streep hace lo que sabe y Chris Cooper está simplemente inolvidable. En definitiva, inteligente narración en la que realidad y ficción se confunden hasta límites insospechados y que hará recobrar a muchos su fe en el cine.