Cine español de calidad, algo que ya no es una sorpresa. Para mí, nunca lo fue, de hecho. Dos actores muy sólidos, una gran dirección. Sentimientos, diálogos frescos, nada más. Y nada menos. Habrá que seguir a Marqués-Marcet, no es fácil debutar con una historia sencilla y a la vez compleja y hacerlo con tanta solvencia. Elegante a ratos, quizás adolece de ciertos momentos en los que el espectador debe asumir que conoce más a los personajes de lo que realmente es. Algún diálogo reiterativo, pero en general todo encaja. Los actores, fundamentales, desde luego sin ellos la historia quizás fuera menos creíble. Muy bien resuelto el tema de la falta absoluta de exteriores con las fotografías de paisajes que envía ella desde la distancia o que cuelga en su página de facebook. La tecnología como nexo de unión de la pareja en la distancia se nos descubre, como no podía ser de otra forma, también como un árido medio que acentúa incluso la separación. Memorable el baile que se marcan vía skype.

Se puede, sí señor. Daniel Monzón nos lo demuestra de nuevo. Lo hizo con su anterior y premiada película carcelaria, entrando en un género que parecía vetado para los nacionaeles. Y ahora se atreve con escenas en las que hay persecuciones con autos, con helicópteros, lanchas, motos de agua... Cine de acción, con mucho ritmo, buenos actores (quizás el más tierno y flojito sea Jesús Castro, demosle tiempo, no obstante). La película no aburre en absoluto, interesa, está muy bien rodada, con un guión trepidante, gotas de humor, muchísima acción, diálogos con sentido. Y eso que el tema ya está más que trillado y que hay ciertos giros que ya hemos visto mil veces en otras películas del género. Pero se ve con gusto, vaya. Enhorabuena a Monzón y a un cine español capaz de hacer estas películas.

El director de Millenium aporta un algo europeo a un thriller con producción y estilo USA. Farrell y Rapace cumplen con creces, aportan a sus personajes credibilidad, el guión flojea en algunos momentos, faltan cosas por explicar. El personaje de F. Murray Abraham está poco perfilado, se pasa de puntillas por los detalles que al espectador le chocan y que hacen la trama poco creíble en algunas fases del film. Con todo y con eso, está por encima del a media y se ve con interés, aunque sabemos que todo está ya inventado e imaginamos cómo acabará.

Un Bill Murray en estado de gracia, como casi siempre en los últimos años, nos regala una interpretación en la línea de algunos personajes que bordó Jack Nicholson. Sin duda, un papel agradecido, con marchamo de premio en festivales o, por qué no, alguna nominación en los Globos de Oro o de los Oscar. Pero la historia del gruñón antipático que se aparta de la sociedad y se hace odioso ya nos la han contado muchas veces. Últimamente, Clint Eastwood lo hizo en la espectacular Gran Torino. Todos sabíamos, casi con seguridad, como iba a terminar la película, lo que habla muy poco de un guión previsible, unos diálogos trillados y unas situaciones que ya hemos visto. No hay más. Murray y una Naomi Watts que está madurando como actriz de una manera admirable, algo que no pueden decir todas en este mundo del cine, en el que la edad y el físico te marcan y, llegado el momento, te apartan del foco a una gran velocidad.

El título basta. Cuesta introducirse en un drama tan hondo y personal, cuando lo consigues, mediada ya la película, te empiezas a dar cuenta de que todo, absolutamente todo, gira en torno a las vibrantes y poderosas interpretaciones del elenco femenino protagonista. Nunca hubo película con tal grado de desprecio hacia los actores masculinos, ni siquiera son accesorios, podría construirse el drama sin ellos. Magnética Michelle Pfeiffer, convincente Renée Zellweger, un descubrimiento Alison Lohman, sorprendente Robin Wright.

Sin más, un drama que destaca por su reparto.