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4
10 de septiembre de 2012
10 de septiembre de 2012
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La fábrica Marvel no para, menos aún teniendo en cuenta que a estas alturas de 2011 estaban poniendo a punto Los Vengadores, la película que reuniría gran cantidad de superhéroes que estos pasados años han estrenado film propio: Iron Man, Hulk, Thor, además de Ojo de Halcón, La Viuda Negra y Nick Fury que han hecho breves apariciones en alguna de ellas. Se les suma Capitán América: El Primer Vengador, dirigida Joe Johnston, un realizador que no crea mucha confianza vista su filmografía (aunque yo defiendo su versión de El Hombre Lobo con Benicio Del Toro).
Como viene siendo habitual en cada primer largometraje sobre un nuevo personaje, encontramos los orígenes de cómo adquiere los poderes y se convierte en un superhombre. En Capitán América no es diferente, vemos la historia de cómo un enclenque Steve Rogers (Chris Evans) se convierte en la esperanza de los USA en la guerra contra el nazi Cráneo Rojo (Hugo Weaving), tras ser seleccionado por un doctor (Stanley Tucci) para un experimento que le dará superfuerza. En su misión le ayudarán el Coronel Chester Phillips (Tommy Lee Jones) y Peggy Carter (Hayley Atwell), de la que por supuesto se enamora.
Capitán América empieza con fuerza pero como gran cantidad de películas hoy día, se va diluyendo a medida que va avanzando el largometraje, debido a que tras las cámaras se encuentra un director que no tiene un punto de vista muy interesante de lo que es hacer buen cine. Al mismo tiempo que me aburría mientras avanzaba metraje, pensaba en la elección de Joe Johnston como director y me preguntaba quién es el productor que en su sano juicio le da las riendas de un proyecto como este al tipo que ya la cagó con un producto similar como fue Rocketeer, otro superhéroe ambientado en los años 30, que tuvo película propia, que nadie recuerda, y que ha envejecido peor que Mickey Rourke.
Por una vez, a la hora de analizar la película voy a dejar todos esos aspectos técnicos y artísticos que yo pienso que están bien o mal y me voy a meter en la situación de cualquier espectador perteneciente al target potencial de la película, el infantil o adolescente.
Cuando uno se mete a ver una película de superhéroes, lo que más ganas tiene de ver es al actor enfundado en el traje que ha dado a conocer al personaje, en Capitán América esto no sucede hasta el tercio final de la película, en una escena de acción que recoge diferentes momentos de batallas del Capitán América alrededor de sus viajes por el mundo (para que se me entienda, es una escena similar a los entrenamientos de Rocky, donde veíamos al personaje corriendo por la playa y después saltando a la comba en el gimnasio).
Esto no resultaría grave si hasta la llegada de la citada escena la película hubiera estado a la altura, pero no, especialmente en su segundo acto la película olvida el género al que pertenece y se convierte en un aburrimiento muy caro: el devaneo amoroso del Capitán con Peggy, el Capitán América se hace actor, el Capitán sale de gira, etcétera, y solo despierta un poco cuando el Capitán tiene que ir a rescatar a su mejor amigo, en una escena de acción poco lograda donde solo vemos los golpes del personaje a través de los monitores que defienden la guarida de Cráneo Rojo, para redondear el despropósito, todo queda fatalmente resuelto cuando en su momento más emocionante cortan con un fundido, trasladando la acción a otra parte, como si pensaran que somos tan tontos que nos vamos a creer que matan al protagonista en mitad de la película. Por supuesto hay un tercer acto con batalla final incluida, pero no hace falta comentarlo, bastará decir que mantiene el nivel de lo visto hasta entonces.
En el reparto un Chris Evans que lo único que ha hecho para ser Capitán América es tener el porte y la nacionalidad, una Hayley Atwell que por su papel ha subido enteros en Hollywood sin razón alguna, un Tommy Lee Jones que hace tiempo que está de vuelta de todo, un Hugo Weaving que encarna a un Cráneo Rojo desdibujado (tiene además una de las muertes más estúpidas vistas en tiempo), Stanley Tucci como el doctor que selecciona a Rogers para el experimento, de lo mejor (por lo menos durante su charla con el Capitán resulta entrañable) y Toby Jones, que encarna al ayudante de Cráneo Rojo, del que poco hay que decir dada la poca entidad del personaje.
Marvel, en sus films de personajes por su cuenta, se ha convertido en una productora en plan cadena de montaje, cada año presenta una serie de películas clónicas que repiten la misma fórmula sin novedad alguna, donde lo único que varia es el personaje principal. Mal vamos cuando lo único que puedo destacar de este Capitán América es el excelente trailer de la también excelente Los Vengadores que hay tras los créditos finales.
Como viene siendo habitual en cada primer largometraje sobre un nuevo personaje, encontramos los orígenes de cómo adquiere los poderes y se convierte en un superhombre. En Capitán América no es diferente, vemos la historia de cómo un enclenque Steve Rogers (Chris Evans) se convierte en la esperanza de los USA en la guerra contra el nazi Cráneo Rojo (Hugo Weaving), tras ser seleccionado por un doctor (Stanley Tucci) para un experimento que le dará superfuerza. En su misión le ayudarán el Coronel Chester Phillips (Tommy Lee Jones) y Peggy Carter (Hayley Atwell), de la que por supuesto se enamora.
Capitán América empieza con fuerza pero como gran cantidad de películas hoy día, se va diluyendo a medida que va avanzando el largometraje, debido a que tras las cámaras se encuentra un director que no tiene un punto de vista muy interesante de lo que es hacer buen cine. Al mismo tiempo que me aburría mientras avanzaba metraje, pensaba en la elección de Joe Johnston como director y me preguntaba quién es el productor que en su sano juicio le da las riendas de un proyecto como este al tipo que ya la cagó con un producto similar como fue Rocketeer, otro superhéroe ambientado en los años 30, que tuvo película propia, que nadie recuerda, y que ha envejecido peor que Mickey Rourke.
Por una vez, a la hora de analizar la película voy a dejar todos esos aspectos técnicos y artísticos que yo pienso que están bien o mal y me voy a meter en la situación de cualquier espectador perteneciente al target potencial de la película, el infantil o adolescente.
Cuando uno se mete a ver una película de superhéroes, lo que más ganas tiene de ver es al actor enfundado en el traje que ha dado a conocer al personaje, en Capitán América esto no sucede hasta el tercio final de la película, en una escena de acción que recoge diferentes momentos de batallas del Capitán América alrededor de sus viajes por el mundo (para que se me entienda, es una escena similar a los entrenamientos de Rocky, donde veíamos al personaje corriendo por la playa y después saltando a la comba en el gimnasio).
Esto no resultaría grave si hasta la llegada de la citada escena la película hubiera estado a la altura, pero no, especialmente en su segundo acto la película olvida el género al que pertenece y se convierte en un aburrimiento muy caro: el devaneo amoroso del Capitán con Peggy, el Capitán América se hace actor, el Capitán sale de gira, etcétera, y solo despierta un poco cuando el Capitán tiene que ir a rescatar a su mejor amigo, en una escena de acción poco lograda donde solo vemos los golpes del personaje a través de los monitores que defienden la guarida de Cráneo Rojo, para redondear el despropósito, todo queda fatalmente resuelto cuando en su momento más emocionante cortan con un fundido, trasladando la acción a otra parte, como si pensaran que somos tan tontos que nos vamos a creer que matan al protagonista en mitad de la película. Por supuesto hay un tercer acto con batalla final incluida, pero no hace falta comentarlo, bastará decir que mantiene el nivel de lo visto hasta entonces.
En el reparto un Chris Evans que lo único que ha hecho para ser Capitán América es tener el porte y la nacionalidad, una Hayley Atwell que por su papel ha subido enteros en Hollywood sin razón alguna, un Tommy Lee Jones que hace tiempo que está de vuelta de todo, un Hugo Weaving que encarna a un Cráneo Rojo desdibujado (tiene además una de las muertes más estúpidas vistas en tiempo), Stanley Tucci como el doctor que selecciona a Rogers para el experimento, de lo mejor (por lo menos durante su charla con el Capitán resulta entrañable) y Toby Jones, que encarna al ayudante de Cráneo Rojo, del que poco hay que decir dada la poca entidad del personaje.
Marvel, en sus films de personajes por su cuenta, se ha convertido en una productora en plan cadena de montaje, cada año presenta una serie de películas clónicas que repiten la misma fórmula sin novedad alguna, donde lo único que varia es el personaje principal. Mal vamos cuando lo único que puedo destacar de este Capitán América es el excelente trailer de la también excelente Los Vengadores que hay tras los créditos finales.
7 de septiembre de 2012
7 de septiembre de 2012
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desapercibida ha pasado por todo el mundo la película basada en el personaje del cómic italiano Dylan Dog, creado por Tiziano Sclavi, y que a decir verdad desconozco de primera mano aunque tengo referencia de oídas. El hecho de que no sea un personaje muy conocido ha lastrado toda posibilidad de una comercialización digna y ha hecho que fracase en su estreno USA en una exhibición minoritaria. Por otro lado, en una época en la que personajes mucho más conocidos como Green Lantern no han funcionado en taquilla, poca confianza hay para Dylan Dog, y visto el resultado no merecía confianza alguna, cosa que resulta previsible viendo el currículum de todos los involucrados, empezando por su director, un Kevin Munroe que hasta ahora tenía la dudosa reputación (o falta de ella) de haber realizado el remake en 3D de las Tortugas Ninja,
Dylan Dog (Brandon Routh) es un detective de casos paranormales retirado que acepta el encargo de una chica (Anita Briem), testigo de cómo su padre ha sido asesinado tras haberle sido sustraída una cruz que da mucho poder al que la tiene. Dylan junto a su compañero Marcus (Sam Huntington) investigan el caso y descubren que tras el incidente se encuentran dos clanes enfrentados, uno de vampiros liderado por Vargas (Taye Diggs) y otro por hombres lobo encabezado por Gabriel (Peter Stormare).
Dylan Dog: Los Muertos de la Noche se mueve en el terreno del cine negro con toques de cine fantástico, con un guión que explota todos los tópicos del género sin gracia alguna (la voz en off, la femme fatale, el héroe con un pasado turbulento...), con una trama que resulta repetitiva desde el mismo momento en que el personaje acepta el caso: Dylan llega a lugar, Dylan interroga a personaje, Dylan pelea con algún ser de ultratumba, Dylan llega a otro lugar, se pelea con otro ser... y así sucesivamente durante los 107 minutos de duración hasta llegar a un desenlace donde se enfrenta al monstruo todopoderoso de marras que vencerá (con menos problemas y emoción de los esperados).
A una historia que no engancha (empieza a fatigar películas que traten el tema de vampiros contra hombres lobo) no ayuda la poca empatía de cada uno de los personajes y las subtramas, especialmente molesta la dedicada a Marcus, personaje inaguantable que tras morir revive transformado en zombie, al que hay que aguantarle las gracietas. La otra subtrama localizable tampoco aporta nada, como es la poco justificada historia de amor entre Dylan y su cliente (se ven dos veces contadas).
En el reparto dos actores provenientes del Superman Returns de Bryan Singer, el siempre soseras Brandon Routh (me pregunto que le vieron a este chico para darle el papel del hombre de acero) y un irritante Sam Huntington como Marcus, les secundan una tal Anita Briem que es mejor olvidar, un Taye Diggs especialista en participar en truños de este calibre (¿Por qué le siguen dando papeles?), y un buen actor como Peter Stormare, algo perdido,
Poco cabía esperar de Dylan Dog: Los Muertos de la Noche viendo el equipo artístico y técnico que participa en ella. Es eso lo que nos ofrece precisamente la película de Munroe, poco. Por salvar algo, si es que se puede, citar sus escenas de acción, modestas pero funcionales. Por hacer una comparación, se podría decir que es un Constantine (que no era nada del otro mundo) de rebajillas.
Dylan Dog (Brandon Routh) es un detective de casos paranormales retirado que acepta el encargo de una chica (Anita Briem), testigo de cómo su padre ha sido asesinado tras haberle sido sustraída una cruz que da mucho poder al que la tiene. Dylan junto a su compañero Marcus (Sam Huntington) investigan el caso y descubren que tras el incidente se encuentran dos clanes enfrentados, uno de vampiros liderado por Vargas (Taye Diggs) y otro por hombres lobo encabezado por Gabriel (Peter Stormare).
Dylan Dog: Los Muertos de la Noche se mueve en el terreno del cine negro con toques de cine fantástico, con un guión que explota todos los tópicos del género sin gracia alguna (la voz en off, la femme fatale, el héroe con un pasado turbulento...), con una trama que resulta repetitiva desde el mismo momento en que el personaje acepta el caso: Dylan llega a lugar, Dylan interroga a personaje, Dylan pelea con algún ser de ultratumba, Dylan llega a otro lugar, se pelea con otro ser... y así sucesivamente durante los 107 minutos de duración hasta llegar a un desenlace donde se enfrenta al monstruo todopoderoso de marras que vencerá (con menos problemas y emoción de los esperados).
A una historia que no engancha (empieza a fatigar películas que traten el tema de vampiros contra hombres lobo) no ayuda la poca empatía de cada uno de los personajes y las subtramas, especialmente molesta la dedicada a Marcus, personaje inaguantable que tras morir revive transformado en zombie, al que hay que aguantarle las gracietas. La otra subtrama localizable tampoco aporta nada, como es la poco justificada historia de amor entre Dylan y su cliente (se ven dos veces contadas).
En el reparto dos actores provenientes del Superman Returns de Bryan Singer, el siempre soseras Brandon Routh (me pregunto que le vieron a este chico para darle el papel del hombre de acero) y un irritante Sam Huntington como Marcus, les secundan una tal Anita Briem que es mejor olvidar, un Taye Diggs especialista en participar en truños de este calibre (¿Por qué le siguen dando papeles?), y un buen actor como Peter Stormare, algo perdido,
Poco cabía esperar de Dylan Dog: Los Muertos de la Noche viendo el equipo artístico y técnico que participa en ella. Es eso lo que nos ofrece precisamente la película de Munroe, poco. Por salvar algo, si es que se puede, citar sus escenas de acción, modestas pero funcionales. Por hacer una comparación, se podría decir que es un Constantine (que no era nada del otro mundo) de rebajillas.

6,7
85.673
9
6 de septiembre de 2012
6 de septiembre de 2012
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera entrega de la saga Arma Letal, que se inició en el año 1987 y que ha contado con hasta tres secuelas, la última de no muy grato recuerdo. La verdad es que revisitando la primera parte de esta franquicia dirigida íntegramente por Richard Donner, uno se da cuenta de la superioridad del cine de acción de los 80 y 90 por encima del que encontramos en la actualidad. Arma Letal supone además el nacimiento de una de las parejas más icónicas del cine de las últimas décadas como es la formada por Martin Riggs y Roger Murtaugh, encarnada por la pareja Mel Gibson y Danny Glover.
El film de Donner sigue el esquema de las Buddy Movies, películas de colegas policías de caracteres opuestos que son obligados a formar equipo para resolver un caso policial. En este caso la pareja está formada por Roger Murtaugh (Glover), padre de familia, formal y con sentido estricto del deber, y Martin Riggs (Gibson), un policía conflictivo que no acepta la muerte de su esposa y que es un suicida en potencia. Ambos unen fuerzas en un caso de narcotráfico con asesinatos de por medio que les lleva a enfrentarse a unos tales El General (Mitch Ryan) y Mr. Joshua (Gary Busey), villanos de la función. El guión de Shane Black no es para nada original y no tiene ninguna sorpresa pero la verdad es que funciona por múltiples aspectos que relataré a continuación.
Excelso largometraje realizado por uno de los directores más talentosos de los 70 y 80 como es Richard Donner (La Profecía, Superman, Los Goonies), que combina de manera harto eficaz cine de acción, comedia y elementos dramáticos, éstos en realidad solo presentes durante la primera parte del largometraje, cuando se trata el conflicto del policía encarnado por Mel Gibson: por ejemplo la escena de Riggs solo en su caravana a punto de volarse la tapa de los sesos (la verdad es que la escena es sobrecogedora, eso pese a que sabemos que no lo va a hacer porque queda una hora de metraje y es el protagonista, pero la labor tanto de Donner en la puesta en escena como de un creíble Gibson consigue hasta hacer dudar al espectador).
Durante la segunda parte del largo, con todas la cartas sobre la mesa, conociendo los villanos y teniendo en cuenta que Arma Letal es una producción de Joel Silver, hombre que se ha hecho un nombre en el cine de acción (Matrix, Jungla de Cristal), Arma Letal pasa a convertirse en un espectáculo lleno de explosiones, tiroteos y persecuciones, filmada de manera magnífica por Donner, apoyado por una gran labor en la fotografía de tintes azulados de Stephen Goldblatt y por la emocionante música de Michael Kamen. Es por cierto en el apartado musical donde Arma Letal tiene alguna pequeña tara, ya que Kamen es acompañado por Eric Clapton a la guitarra, en realidad Clapton solo está presente durante los pasajes melodramáticos de la historia de Riggs, pero la verdad es que falla al tratar de hacerse notar en exceso, en unas melodías donde predomina más su virtuosismo que la intención de acompañar a las imágenes.
En el reparto Mel Gibson y Danny Glover compartiendo protagonismo y química en pantalla, sobre los que gira todo el film puesto que están presentes en cada una de sus escenas, con el plus de que se les ve pasarlo en grande, ya no solo en esta Arma Letal, sino en cada una de sus secuelas a pesar de la calidad decreciente de la saga. Les hace frente la pareja de villanos formada por Mitch Ryan y Gary Busey, éste encarnando uno de los villanos más recordados de la década de los 80.
Un clásico del cine algo menospreciado simplemente por pertenecer a un género como es el cine de acción y las buddy movies. Arma Letal es una película ejemplar en cada uno de sus apartados, que vista hoy no ha envejecido nada, lo que hace innecesario plantearse el remake del que hace tiempo se viene hablando, que para empezar tendrá el hándicap de no poder encontrar una pareja sustituta a la altura de la formada por Gibson y Glover.
El film de Donner sigue el esquema de las Buddy Movies, películas de colegas policías de caracteres opuestos que son obligados a formar equipo para resolver un caso policial. En este caso la pareja está formada por Roger Murtaugh (Glover), padre de familia, formal y con sentido estricto del deber, y Martin Riggs (Gibson), un policía conflictivo que no acepta la muerte de su esposa y que es un suicida en potencia. Ambos unen fuerzas en un caso de narcotráfico con asesinatos de por medio que les lleva a enfrentarse a unos tales El General (Mitch Ryan) y Mr. Joshua (Gary Busey), villanos de la función. El guión de Shane Black no es para nada original y no tiene ninguna sorpresa pero la verdad es que funciona por múltiples aspectos que relataré a continuación.
Excelso largometraje realizado por uno de los directores más talentosos de los 70 y 80 como es Richard Donner (La Profecía, Superman, Los Goonies), que combina de manera harto eficaz cine de acción, comedia y elementos dramáticos, éstos en realidad solo presentes durante la primera parte del largometraje, cuando se trata el conflicto del policía encarnado por Mel Gibson: por ejemplo la escena de Riggs solo en su caravana a punto de volarse la tapa de los sesos (la verdad es que la escena es sobrecogedora, eso pese a que sabemos que no lo va a hacer porque queda una hora de metraje y es el protagonista, pero la labor tanto de Donner en la puesta en escena como de un creíble Gibson consigue hasta hacer dudar al espectador).
Durante la segunda parte del largo, con todas la cartas sobre la mesa, conociendo los villanos y teniendo en cuenta que Arma Letal es una producción de Joel Silver, hombre que se ha hecho un nombre en el cine de acción (Matrix, Jungla de Cristal), Arma Letal pasa a convertirse en un espectáculo lleno de explosiones, tiroteos y persecuciones, filmada de manera magnífica por Donner, apoyado por una gran labor en la fotografía de tintes azulados de Stephen Goldblatt y por la emocionante música de Michael Kamen. Es por cierto en el apartado musical donde Arma Letal tiene alguna pequeña tara, ya que Kamen es acompañado por Eric Clapton a la guitarra, en realidad Clapton solo está presente durante los pasajes melodramáticos de la historia de Riggs, pero la verdad es que falla al tratar de hacerse notar en exceso, en unas melodías donde predomina más su virtuosismo que la intención de acompañar a las imágenes.
En el reparto Mel Gibson y Danny Glover compartiendo protagonismo y química en pantalla, sobre los que gira todo el film puesto que están presentes en cada una de sus escenas, con el plus de que se les ve pasarlo en grande, ya no solo en esta Arma Letal, sino en cada una de sus secuelas a pesar de la calidad decreciente de la saga. Les hace frente la pareja de villanos formada por Mitch Ryan y Gary Busey, éste encarnando uno de los villanos más recordados de la década de los 80.
Un clásico del cine algo menospreciado simplemente por pertenecer a un género como es el cine de acción y las buddy movies. Arma Letal es una película ejemplar en cada uno de sus apartados, que vista hoy no ha envejecido nada, lo que hace innecesario plantearse el remake del que hace tiempo se viene hablando, que para empezar tendrá el hándicap de no poder encontrar una pareja sustituta a la altura de la formada por Gibson y Glover.

8,0
22.828
9
4 de septiembre de 2012
4 de septiembre de 2012
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Considerada la primera obra maestra de Akira Kurosawa, Rashomon es un film de 1950 ganadora de la mejor película de habla no inglesa en la edición de los Oscar de 1952, donde además consiguió la nominación a la mejor dirección artística, curioso teniendo en cuenta que se desarrolla en contadas localizaciones, aunque no por ello desacertadas. Basada en la combinación de dos relatos cortos de Ryunosuke Akutagawa (que no he leído), está protagonizada por actores habituales del cine de su director como Toshiro Mifune, Masayuki Mori, Machiko Kyô y Takashi Simura entre otros.
En una tormenta, un bribón llega a las puertas de Rashomon donde se encuentra a dos hombres asombrados por un suceso al que han asistido ese mismo día en comisaría, estos dos hombres, un padre de familia y un monje, le cuentan la historia: el bandido Tajômaru (Mifune) se enamora de una dama (Kyô) que va paseando por el bosque con su marido (Mori), el primero les sigue y tras atacar al esposo, viola a la mujer, acto seguido mata al marido y se da a la fuga, aunque es atrapado. La película narra las testificaciones de cada uno de los envueltos en el crimen, el bandido, la mujer y la víctima (mediante una médium), cada versión de lo sucedido diferente a la anterior pues cada uno tiene algo que ocultar. Solo tras haber escuchado cada una conoceremos la verdad gracias a un cuarto personaje.
Drama, suspense, peleas y hasta algún toque fantástico, eso y más encontramos en Rashomon, referente actual pues hay gran cantidad de películas recientes que utilizan la técnica de contar una historia según fragmentos y perspectivas de diferentes personajes (la reiterativa En el Punto de Mira, la divertida Basic, la también asiática Hero...). Film innovador en su momento, con un Kurosawa elegante en estilo, con mucho recurso cinematográfico (travellings, picados, contrapicados, o la misma manera de contar la historia) sobreponiéndose a la precariedad de la producción pues no había dinero (Japón acababa de perder la 2ª Guerra Mundial). El único punto en contra de su trabajo cabe encontrarlo en las batallas con espadas entre Tajômaru y el marido de la dama, que vistas hoy día resultan ridículas, alargadas en exceso, cortan el ritmo ágil con el que se suceden los hechos. Pese a ello hay que entender que era otra época y que se contaban con otros medios. No deja de ser una pequeña tara de una obra que resulta sobresaliente.
A pesar de esa mencionada falta de dinero el director japonés se pudo permitir algún lujo, como hacer que construyeran en un estudio la puerta donde sucede la introducción de la historia, la puerta de Rashomon, pues no encontró en todo Japón un lugar que encajara con la majestuosidad que buscaba. El gasto dio sus frutos pues como he comentado, en la edición de los premios de la Academia de 1952 estuvo nominada en el apartado a la mejor dirección artística (lo que también se conoce como escenografía). Pero no solo en ese apartado es meritorio el largometraje de Kurosawa, no se puede pasar inadvertida la excelente música de Fumio Hayasaka o la labor de cada uno de sus actores (aunque Toshiro Mifune resulta algo exagerado).
Es la primera película que veo de su autor y desde luego una experiencia que ha hecho que me interese descubrir el resto de su filmografía, que iré visionando y comentando por aquí a medida que las vaya disfrutando. Un clásico.
En una tormenta, un bribón llega a las puertas de Rashomon donde se encuentra a dos hombres asombrados por un suceso al que han asistido ese mismo día en comisaría, estos dos hombres, un padre de familia y un monje, le cuentan la historia: el bandido Tajômaru (Mifune) se enamora de una dama (Kyô) que va paseando por el bosque con su marido (Mori), el primero les sigue y tras atacar al esposo, viola a la mujer, acto seguido mata al marido y se da a la fuga, aunque es atrapado. La película narra las testificaciones de cada uno de los envueltos en el crimen, el bandido, la mujer y la víctima (mediante una médium), cada versión de lo sucedido diferente a la anterior pues cada uno tiene algo que ocultar. Solo tras haber escuchado cada una conoceremos la verdad gracias a un cuarto personaje.
Drama, suspense, peleas y hasta algún toque fantástico, eso y más encontramos en Rashomon, referente actual pues hay gran cantidad de películas recientes que utilizan la técnica de contar una historia según fragmentos y perspectivas de diferentes personajes (la reiterativa En el Punto de Mira, la divertida Basic, la también asiática Hero...). Film innovador en su momento, con un Kurosawa elegante en estilo, con mucho recurso cinematográfico (travellings, picados, contrapicados, o la misma manera de contar la historia) sobreponiéndose a la precariedad de la producción pues no había dinero (Japón acababa de perder la 2ª Guerra Mundial). El único punto en contra de su trabajo cabe encontrarlo en las batallas con espadas entre Tajômaru y el marido de la dama, que vistas hoy día resultan ridículas, alargadas en exceso, cortan el ritmo ágil con el que se suceden los hechos. Pese a ello hay que entender que era otra época y que se contaban con otros medios. No deja de ser una pequeña tara de una obra que resulta sobresaliente.
A pesar de esa mencionada falta de dinero el director japonés se pudo permitir algún lujo, como hacer que construyeran en un estudio la puerta donde sucede la introducción de la historia, la puerta de Rashomon, pues no encontró en todo Japón un lugar que encajara con la majestuosidad que buscaba. El gasto dio sus frutos pues como he comentado, en la edición de los premios de la Academia de 1952 estuvo nominada en el apartado a la mejor dirección artística (lo que también se conoce como escenografía). Pero no solo en ese apartado es meritorio el largometraje de Kurosawa, no se puede pasar inadvertida la excelente música de Fumio Hayasaka o la labor de cada uno de sus actores (aunque Toshiro Mifune resulta algo exagerado).
Es la primera película que veo de su autor y desde luego una experiencia que ha hecho que me interese descubrir el resto de su filmografía, que iré visionando y comentando por aquí a medida que las vaya disfrutando. Un clásico.

6,9
19.267
9
3 de septiembre de 2012
3 de septiembre de 2012
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dirigida por el hasta ahora desconocido Jonathan Levine (Seducción Mortal), 50/50 es una producción independiente de Summit Entertainment que con un coste de solo 8 millones de dólares ha recaudado en USA 34. Cuenta en su reparto con el muy de moda Joseph Gordon-Levitt, Seth Rogen, Anna Kendrick, y en papeles más breves, Bryce Dallas Howard, Angelica Huston, Phillip Baker Hall y Matt Frewer.
Adam (Gordon-Levitt) es un joven de 27 años que trabaja en una emisora de radio junto a su mejor amigo, Kyle (Rogen). En un chequeo médico le es diagnosticado un cáncer en la espina dorsal del que hay un 50% de posibilidades de sobrevivir, de ahí el título. Desde entonces cambian sus hábitos de vida, lo que incluye ir a una terapeuta, Katherine (Kendrick), y hacer quimioterapia. La ayuda tanto de Kyle y Katherine, como de su madre (Huston) y otros dos pacientes que también padecen la enfermedad (Baker Hall, Frewer) le harán ver la importancia de la vida hasta que llegue el momento de la verdad.
Si 50/50 son las posibilidades que tiene el protagonista del film de salir con vida de él, casi el mismo porcentaje se podría aplicar a la película al tratar de combinar drama con comedia (en ocasiones romántica). Ello es en parte debido al guión del debutante Will Reiser, que trata de darle un toque positivo, en ocasiones hasta cómico pero siempre sin resultar frívolo. En especial estas pinceladas las aporta el personaje al que da vida Seth Rogen y los elaborados diálogos sobre chicas y sexo que tiene con su compañero enfermo.
Obviamente no faltan momento más delicados, sentimentales, pero nunca cayendo en la lágrima fácil como otras propuestas que han tratado el tema (La Decisión de Anne por ejemplo), ello no evita que el final no resulte emotivo, final que por supuesto no quiero revelar. Todo este guión es llevado con brío por la puesta en escena que le da su director, Jonathan Levine, que lo firma todo con corrección sin resultar en exceso llamativo. Digamos que el look visual de 50/50 no desentonaría dentro de la carrera de Jason Reitman, incluso el tratamiento del film encajaría perfecto dentro de la carrera del director de Juno, todo tan indie, todo tan pulcro.
Gran parte del éxito de la propuesta es de todo el elenco de actores, desde un nominable a todos los premios por haber Joseph Gordon-Levitt, a un Seth Rogen del que nunca pensé que llegaría a alabar en algún largometraje, son acompañados de Anna Kendrick, repitiendo un papel similar al de Up in the Air donde ya destacó, y de un acertado grupo de secundarios, entre ellos una recuperada Angelica Huston, Bryce Dallas Howard y la tierna pareja de enfermos encarnados por Phillip Baker Hall y Matt Frewer.
No quiero finalizar mi reseña de 50/50 sin destacar la labor musical de un Michael Giacchino que resulta conmovedor y que, además, se deja acompañar de canciones de gente como Pearl Jam, Radiohead, Bee Gees, Roy Orbison, Gerry Rafferty, Liars. Como se puede ver una banda sonora realmente variada.
Esta es una de esas películas que hay que ver en cine, no solo por la calidad de la película, sino porque entre la oscuridad es más fácil camuflar las lágrimas que le pueden caer a más de uno. Que yo no lloré, por supuesto. En todo caso, una película que trata un problema que afecta a mucha gente de una manera revitalizadora y con sentido del humor, que nunca va mal. Sin duda una de las grandes ausentes de los premios Oscar que se celebraron en 2012.
Adam (Gordon-Levitt) es un joven de 27 años que trabaja en una emisora de radio junto a su mejor amigo, Kyle (Rogen). En un chequeo médico le es diagnosticado un cáncer en la espina dorsal del que hay un 50% de posibilidades de sobrevivir, de ahí el título. Desde entonces cambian sus hábitos de vida, lo que incluye ir a una terapeuta, Katherine (Kendrick), y hacer quimioterapia. La ayuda tanto de Kyle y Katherine, como de su madre (Huston) y otros dos pacientes que también padecen la enfermedad (Baker Hall, Frewer) le harán ver la importancia de la vida hasta que llegue el momento de la verdad.
Si 50/50 son las posibilidades que tiene el protagonista del film de salir con vida de él, casi el mismo porcentaje se podría aplicar a la película al tratar de combinar drama con comedia (en ocasiones romántica). Ello es en parte debido al guión del debutante Will Reiser, que trata de darle un toque positivo, en ocasiones hasta cómico pero siempre sin resultar frívolo. En especial estas pinceladas las aporta el personaje al que da vida Seth Rogen y los elaborados diálogos sobre chicas y sexo que tiene con su compañero enfermo.
Obviamente no faltan momento más delicados, sentimentales, pero nunca cayendo en la lágrima fácil como otras propuestas que han tratado el tema (La Decisión de Anne por ejemplo), ello no evita que el final no resulte emotivo, final que por supuesto no quiero revelar. Todo este guión es llevado con brío por la puesta en escena que le da su director, Jonathan Levine, que lo firma todo con corrección sin resultar en exceso llamativo. Digamos que el look visual de 50/50 no desentonaría dentro de la carrera de Jason Reitman, incluso el tratamiento del film encajaría perfecto dentro de la carrera del director de Juno, todo tan indie, todo tan pulcro.
Gran parte del éxito de la propuesta es de todo el elenco de actores, desde un nominable a todos los premios por haber Joseph Gordon-Levitt, a un Seth Rogen del que nunca pensé que llegaría a alabar en algún largometraje, son acompañados de Anna Kendrick, repitiendo un papel similar al de Up in the Air donde ya destacó, y de un acertado grupo de secundarios, entre ellos una recuperada Angelica Huston, Bryce Dallas Howard y la tierna pareja de enfermos encarnados por Phillip Baker Hall y Matt Frewer.
No quiero finalizar mi reseña de 50/50 sin destacar la labor musical de un Michael Giacchino que resulta conmovedor y que, además, se deja acompañar de canciones de gente como Pearl Jam, Radiohead, Bee Gees, Roy Orbison, Gerry Rafferty, Liars. Como se puede ver una banda sonora realmente variada.
Esta es una de esas películas que hay que ver en cine, no solo por la calidad de la película, sino porque entre la oscuridad es más fácil camuflar las lágrimas que le pueden caer a más de uno. Que yo no lloré, por supuesto. En todo caso, una película que trata un problema que afecta a mucha gente de una manera revitalizadora y con sentido del humor, que nunca va mal. Sin duda una de las grandes ausentes de los premios Oscar que se celebraron en 2012.
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