Haz click aquí para copiar la URL
España España · Somewhere Far Beyond
You must be a loged user to know your affinity with Richy
Críticas 1.477
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
6
2 de enero de 2017 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante panfleto antibélico centrado en los pacientes de un instituto psiquiátrico militar escocés durante la Primera Guerra Mundial.

El filme de MacKinnon trata de algunos de los efectos psicológicos que la guerra tiene en una serie de pacientes en varios grados. Soldados y oficiales que vuelven del frente con fuertes shocks emocionales a los que la institución intenta curar con los métodos más seguros y menos dañinos posibles. El responsable de ello es el capitán William Rivers (Jonathan Pryce), preocupado en verdad por el estado de sus pacientes a los que aconseja y trata.

MacKinnon comienza con un brillante plano-secuencia aéreo y elabora un relato sobrio, de calado, contando la historia (real) de hombres aparentemente cuerdos pero con su interior hecho pedazos, otros con visibles muestras de demencia, y otros, como el caso del poeta Siegfried Sassoon, recluidos sólo por sus opiniones antibélicas.

Los personajes tienen perfiles muy elaborados, destacando los de Jonny Lee Miller, James Wilby y, de forma más notoria, el de Jonathan Pryce: un psicólogo que prefiere los tratamientos lentos pero indoloros antes que los tratamientos de choque de otros colegas del gremio, en los que apenas hay diferencias con una verdadera tortura. Uno de los mejores momentos del filme es en el que John Neville muestra su exitoso tratamiento para curar la mudez, un hilarante ejemplo de humor negro “british”.

Buenas actuaciones y un mensaje atemporal para una obra prácticamente desconocida y a tener en cuenta.
6 de mayo de 2016 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El polémico Paul Verhoeven debutó con esta comedia de prostitutas en su interesante primera etapa holandesa, antes de cruzar el charco con “Robocop” (1987) y ganarse un merecido puesto en el cine de ciencia-ficción.

Como ha demostrado en toda su filmografía no de ciencia-ficción, nunca ha dejado de lado un tema recurrente en su cine como es el sexo, aportando una visión progresista y abierta sobre el mismo. No es de extrañar por tanto que sus primeros cortos y largometrajes contuvieran componentes eróticos, siendo “Delicias holandesas” un claro ejemplo de ello.

El filme se centra en la vida de dos prostitutas del Barrio Rojo de Amsterdam, mostrando sus relaciones con los clientes y los aspectos de su vida privada. Lo más destacable es el muestrario de fantasías y perversiones de los clientes, generalmente ricachones de intachable reputación con gustos inconfesables que dan rienda suelta a su libido en sesiones controladas por las prostitutas.

Verhoeven habla de prostitución como servicio social (por otro lado legal en Holanda), de parafilias sexuales y de malos tratos, todo en un tono de comedia un tanto ridículo pero efectivo, con pinceladas de drama urbano. Consigue mantener cierto ritmo para evitar la saturación, y acierta en el toque desenfadado de la fotografía y de la banda sonora.

Al ser su primer largo, es evidente que contiene muchos fallos que luego corregirá con “Delicias turcas” (1973), su siguiente trabajo, algo más serio y profesional.
6 de mayo de 2016 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Iñárritu parece haberse acostumbrado a hacer películas diseñadas para ganar Óscars y, además, batir o igualar récords. Ya ha igualado a John Ford y a Joseph Mankiewicz al ganar dos Óscars consecutivos como mejor director, ha sido el primero en ganar dos Óscars consecutivos como mejor película, y su director de fotografía sigue ganando estatuillas desde hace tres años. Algo tiene que tener este hombre para ser el nuevo niño mimado de Hollywood, apuntando maneras desde sus comienzos con “Amores perros” (2000), y desde luego, creando un nuevo capítulo en la historia del séptimo arte con esta extraordinaria “El renacido”.

“Birdman” (2014) era brillante pero pretenciosa en exceso, sin embargo “El renacido” carece de pretenciosidad y deslumbra mucho más. Iñárritu sabe cómo aprovechar los medios a su alcance, explotar sus posibilidades y llevarlas al extremo. Lo primero que llama la atención es el aspecto visual, la fotografía hiperrealista de Emmanuel Lubezki que, sin apenas artificios ni trucos luminosos, consigue mostrar lo maravillosa, bella y trágica que es la naturaleza salvaje que enmarca la historia del filme, recogiendo toda la esencia de majestuosos y fríos paisajes como nunca antes, y digo bien, jamás se ha visto en el cine. Lo segundo, la violencia descarnada de la que hace gala, mostrada sin tapujos y con toda su crudeza, tan natural en ese marco como puede ser la nieve que cae o el agua que corre por el río. Y lo tercero, Leonardo DiCaprio dándolo todo, pasando frío de verdad para ganarse su ansiado y mucho antes merecido Óscar con un papel soberbio, muy físico y difícil aunque no el mejor de su carrera.

Iñárritu nos muestra una lucha sin cuartel, la del hombre contra una naturaleza hostil que se empeña en seguir su curso, impertérrita ante el sufrimiento de un ser humano cuya fuerza vital radica en la sed de sangre, en la satisfacción de la posible venganza. La supervivencia de Hugh Glass (DiCaprio) no es muy distinta a otras ya vistas en la gran pantalla, no tiene nada de especial salvo por el hecho de que Lubezki e Iñárritu ponen mucho cuidado en que el espectador la viva, sienta el frío, el cansancio, el dolor y el hambre con una técnica de cámaras y tomas subjetivas distinta a cualquier otra vista antes.

“El renacido” bebe de Peckinpah, Pollack y Malick, cogiendo lo mejor de cada uno y reinventando su cine con los mismos elementos pero dándoles un lavado de cara para los nuevos tiempos. Si bien quizás se eche de menos algo más de elaboración en el guion o más profundidad en los personajes, Iñárritu ha sabido crear una obra potente, de gran calado y difícil de olvidar. Obligatoria.
6 de mayo de 2016 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las cosas buenas de que tu pareja haya tenido una infancia cinematográfica muy similar a la tuya, es que puedes rescatar algunas películas que creías olvidadas o que, directamente, desconocías. En una conversación salió el tema de una película que ella recordaba haber visto de pequeña en la que salía el rubio de “Starsky y Hutch” (David Soul) y un vampiro muy feo que le causó mucha impresión. Echando mano a la aplicación de FA y a la escasa filmografía de Soul, no tardamos en encontrar la película en cuestión: “El misterio de Salem’s Lot”.

Enésima adaptación de una obra de Stephen King, esta vez de la mano de un maestro del terror ciertamente irregular como es Tobe Hooper, pero con un par de obras notables dentro del género como son “La matanza de Texas” (1974) y “Poltergeist” (1982), aunque esta última tenga más tufillo spielbergiano que otra cosa.

El telefilme, estrenado en formato miniserie, adapta la novela “El misterio de Salem’s Lot”, una de las primeras que escribió el de Maine. Desconozco la novela, así que puedo opinar sobre el aspecto más estrictamente cinematográfico, independientemente de que el guion sea más o menos fiel al texto original. A este respecto, puedo decir que el filme es uno de los mejores de Hooper y una de las películas de terror que, de haberla visto en mi infancia como la vio mi pareja, me hubieran causado una fuerte impresión, ya que incluso ahora que he visto tantas películas del género y tengo muy inhibida la capacidad de asombro, el filme ha logrado inquietarme.

Algo tendrá que ver que “Poltergeist” sea precisamente una de mis películas de terror favoritas, porque veo atisbos de ella en lo que se refiere a escenografía y planteamiento en algunos momentos. La paulatina transformación en vampiros de los habitantes de un pequeño pueblo es la excusa perfecta para jugar con los personajes, presentándolos primero para convertirlos después, y usando ese proceso de conversión como principal atractivo. Es terror de la vieja escuela, con el que hemos crecido muchos de nosotros, dejándonos secuencias tan notables como la del niño vampiro que llama a las ventanas, o el enterrador sentado en medio de una habitación en penumbra. Además, todo nos recuerda de alguna forma a la archiconocida novela de Bram Stoker, añadiendo a la imagen clásica del vampiro principal una especie de homenaje al “Nosferatu” (1922) de Murnau.

Muy recomendable.
12 de abril de 2016 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mientras que Ridley Scott pasaba del cine épico con “El reino de los cielos” (2005) a la comedia romántica con “Un buen año” (2006), su hermano Tony seguía por el camino del cine más puramente comercial. En “Déjà Vu” vuelve a contar con Denzel Washington para un thriller con elementos de ciencia-ficción y aprovechando el juego que dan siempre las paradojas temporales.

El filme comienza con la explosión de un ferry y gira en torno a ella y al terrorista responsable. Mediante una tecnología novedosa, un agente de policía (Washington) sumamente perspicaz e intuitivo podrá averiguar lo que sucedió días antes de tener lugar la misma, metiéndose literalmente en las casas e intimidades de cualquier persona cual voyeur temporal. Y cómo no, aprovechará para conocer mejor a esa chica mona (Paula Patton) que murió en la explosión y cuyo cadáver pudo observar en la mesa de autopsias.

Como toda película producida por Jerry Bruckheimer, el ritmo de la cinta es endiablado, primando la acción sobre cualquier intento de profundizar en personajes o guion. Curiosamente, este último desarrolla un planteamiento interesante pero no saca el jugo suficiente, quedándose en la superficie marcada por el típico blockbuster. Esto se hace más notorio en la forma que tiene Scott de resolverlo todo, dejando de lado la coherencia y arriesgando el todo por el todo para ofrecer un final que cumpla con la más estricta ortodoxia de los cánones del cine comercial, sin necesidad de estrujar el cerebro del espectador más allá de lo permitido. Estas películas tienen una estructura ya definida de la que pocas de ellas se salen, y “Déjà Vu” no es precisamente una excepción.

Scott recoge teorías científicas de física moderna de aquí y allá y hace una amalgama de ellas, adaptándolas a la historia en vez de hacer que la historia se adapte a sus limitaciones, lo cual hubiera resultado mucho más interesante. Pero en fin, es cine comercial, es Bruckheimer y es Tony Scott, y bastante hacen ya con mantener la atención del espectador en un filme que consigue su objetivo de entretener a la gente un buen rato.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow
    Bienvenido al nuevo buscador de FA: permite buscar incluso con errores ortográficos
    hacer búsquedas múltiples (Ej: De Niro Pacino) y búsquedas coloquiales (Ej: Spiderman de Tom Holland)
    Se muestran resultados para
    Sin resultados para