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colaborador
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4,9
19.634
1
15 de julio de 2013
15 de julio de 2013
128 de 197 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay dos tipos de películas de adolescentes. Las tontas, que hay alguna pasable. Y las muy tontas, que son las que tienen pretensiones de no ser tontas, y son infumables.
A mí estas pelis que van de pesimistas, nihilistas y demás gaitas ciertamente consiguen su propósito: espero que la siguiente escena será aún peor, y acierto; luego no espero nada porque de nada va, y efectivamente como si en la pantalla no hubiese nada. Así que la nota sólo puede ser igual al relleno de las cabezas que han perpretado esto: nada.
Lo más inquietante de esta película es la confirmación de que FilmAffinity no hace control antidoping para publicar críticas.
A mí estas pelis que van de pesimistas, nihilistas y demás gaitas ciertamente consiguen su propósito: espero que la siguiente escena será aún peor, y acierto; luego no espero nada porque de nada va, y efectivamente como si en la pantalla no hubiese nada. Así que la nota sólo puede ser igual al relleno de las cabezas que han perpretado esto: nada.
Lo más inquietante de esta película es la confirmación de que FilmAffinity no hace control antidoping para publicar críticas.

7,3
29.118
7
18 de diciembre de 2011
18 de diciembre de 2011
90 de 121 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me encantan estas películas que apelan al chantaje sentimental facilón. Sé que hay gente que prefieren un proceso más cerebral para que florezca la emotividad. Supongo que les hace sentir menos animales, o sea un autoengaño sentimental facilón.
'Warrior' es una especie de Street Fighter (subgénero que odio a muerte) pero con alma. Al principio es un festival de tópicos, bien hecho, pero un nifunifá de esos tan americanos. Pero a partir de que empiezan los mandobles uno se contagia de esa adrenalina y cae plácidamente en la trampa. Me chifla caer en las trampas que ves a la legua, eso es que están muy bien preparadas y no hay escapatoria.
Otra cosa que se agradece es que si los personajes de una película son garrulos, los actores lo sean también. Ya está bien de esos actores de método que actúan y sólo ves eso: que "actúan". La actuación es como la paleta de pintura, hay que escoger los colores adecuados, no los más llamativos.
'Warrior' es una especie de Street Fighter (subgénero que odio a muerte) pero con alma. Al principio es un festival de tópicos, bien hecho, pero un nifunifá de esos tan americanos. Pero a partir de que empiezan los mandobles uno se contagia de esa adrenalina y cae plácidamente en la trampa. Me chifla caer en las trampas que ves a la legua, eso es que están muy bien preparadas y no hay escapatoria.
Otra cosa que se agradece es que si los personajes de una película son garrulos, los actores lo sean también. Ya está bien de esos actores de método que actúan y sólo ves eso: que "actúan". La actuación es como la paleta de pintura, hay que escoger los colores adecuados, no los más llamativos.

8,0
3.319
9
5 de octubre de 2009
5 de octubre de 2009
65 de 72 usuarios han encontrado esta crítica útil
Leo McCarey hizo esta película en una década en que empezaba, como algunas veces en la historia, a despuntar un valor en la sociedad: la juventud. Anteriormente el anciano era el depositario de la sabiduría. Pero empezó a despuntar el vigor y fuerza como virtudes sociales.
Las intenciones de McCarey son claras desde el pricipio. Te clava el cuarto mandamiento nada más empezar: Honrarás a tu padre y a tu madre.
Y luego te suelta una película preciosa en la que te sientes incómodo. No es nada maniquea. No pinta a la pareja de ancianos como perfectos. Son pesados a veces, una molestia otras, y nada diplomáticos. Como son los abuelos, vamos. Y tampoco dibuja unos hijos arpíos que quieren desprenderse de ellos a toda costa. Es más, podrían considerarse buenos hijos y todo. Lo que asusta precisamente es eso, que en familias con gente "buena" los pequeños egoísmos pueden dañar, y mucho.
Si ves esta película y luego te asomas al salón de su casa a ver a tu padre y tu madre sentados en su sitio de siempre, sentirás lo que dice el personaje de Thomas Mitchell: somos unos desagradecidos.
Eso sí, luego por la calle al primero que te pare le dirás: "¿La familia? Bien, gracias."
Las intenciones de McCarey son claras desde el pricipio. Te clava el cuarto mandamiento nada más empezar: Honrarás a tu padre y a tu madre.
Y luego te suelta una película preciosa en la que te sientes incómodo. No es nada maniquea. No pinta a la pareja de ancianos como perfectos. Son pesados a veces, una molestia otras, y nada diplomáticos. Como son los abuelos, vamos. Y tampoco dibuja unos hijos arpíos que quieren desprenderse de ellos a toda costa. Es más, podrían considerarse buenos hijos y todo. Lo que asusta precisamente es eso, que en familias con gente "buena" los pequeños egoísmos pueden dañar, y mucho.
Si ves esta película y luego te asomas al salón de su casa a ver a tu padre y tu madre sentados en su sitio de siempre, sentirás lo que dice el personaje de Thomas Mitchell: somos unos desagradecidos.
Eso sí, luego por la calle al primero que te pare le dirás: "¿La familia? Bien, gracias."
8
10 de enero de 2007
10 de enero de 2007
85 de 113 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta serie es la bilblia en verso. Vamos, que es la leche. No le doy un 10 porque creo que es imposible darle un 10 a una serie: no todos los capítulos pueden ser una obra maestra. Hay algunos que sólo son buenos o muy buenos.
La producción es espectacular. En el DVD de la segunda temporada salen fotos antiguas del Deadwood verdadero y es... ¡igual! ¡Qué pasada!
Los personajes son excepcionales, tanto los históricos como los imaginados, pero quisiera destacar a Al Swearengen (interpretado por Ian McShane). Es alucinante su actuación, no me extraña que produzca tanto pavor en sus lacayos, sólo que te mire y te cagas de miedo. Y si encima lo ves en V.O. alucinarás con su voz. Cada capítulo se adueña más de la serie, y no me extraña.
Yo sólo he visto 2 temporadas y claro, como todas las series, hacer una crítica hasta que no la has visto enterita es precipitado, pero no he podido reprimirme porque la recomendaría vestido con mallas, con pompones y haciendo acrobacias circenses.
Vedla y disfrutad. No veréis otra cosa igual.
La producción es espectacular. En el DVD de la segunda temporada salen fotos antiguas del Deadwood verdadero y es... ¡igual! ¡Qué pasada!
Los personajes son excepcionales, tanto los históricos como los imaginados, pero quisiera destacar a Al Swearengen (interpretado por Ian McShane). Es alucinante su actuación, no me extraña que produzca tanto pavor en sus lacayos, sólo que te mire y te cagas de miedo. Y si encima lo ves en V.O. alucinarás con su voz. Cada capítulo se adueña más de la serie, y no me extraña.
Yo sólo he visto 2 temporadas y claro, como todas las series, hacer una crítica hasta que no la has visto enterita es precipitado, pero no he podido reprimirme porque la recomendaría vestido con mallas, con pompones y haciendo acrobacias circenses.
Vedla y disfrutad. No veréis otra cosa igual.

7,6
1.879
9
14 de septiembre de 2010
14 de septiembre de 2010
64 de 71 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay una tendencia en el cine en el que para contar algo, se recurre a lo fácil: dramatizarlo todo. La coartada es que el cine ha de reflejar la vida, y la visión mayoritaria de la vida actualmente es ésa: un drama. Una falacia sustentada en un error.
Esta película está basada en la autobiografía de James J. Corbett, un boxeador del siglo XIX. Seguramente los hechos contados en el filme están tergiversados, pero no son falsos. Los hechos, repito.
Bien, pues a grandes rasgos éste es el ambiente en el que creció Corbett: orígenes pobres, padre borrachuzo, peleas familiares y conflictos conyugales. Los ingredientes perfectos para hacer un dramón moderno de tomo y lomo. Porque en esa época no existía aún Auschwitz, porque si no el guionista actual gasea a Corbett como fin de fiesta, para mayor regocijo lacrimoso del espectador.
Sin embargo "Gentleman Jim", de la tragicomedia de la vida, obvia la visión dramática y narra lo mismo pero en versión festiva. ¿Somos pobres? Mejor, así nos colamos en las fiestas de los ricachones, y juerga. ¿El padre llega borracho? Juerga. ¿Los hermanos están todo el día atizándose? Juerga. ¿Los novios se putean? Juerga.
Hacer bien esto lo encuentro dificilísimo. Narrar con desenfado es un don. O lo haces muy bien o quedas en el más espantoso de los ridículos. No suele haber término medio.
La mayor objeción que suele haber a este tipo de películas es "que no reflejan la realidad". Pero, ¿desde cuándo el arte ha de reflejar la realidad? Bueno, aquí yerro yo, porque el cine sí ha de reflejar la realidad, pero la realidad del cine, no de la vida. La tentación del cinéfilo es no saber separarlos.
Realmente no es nada fácil hacer una película feliz. No señor, no es nada fácil.
Esta película está basada en la autobiografía de James J. Corbett, un boxeador del siglo XIX. Seguramente los hechos contados en el filme están tergiversados, pero no son falsos. Los hechos, repito.
Bien, pues a grandes rasgos éste es el ambiente en el que creció Corbett: orígenes pobres, padre borrachuzo, peleas familiares y conflictos conyugales. Los ingredientes perfectos para hacer un dramón moderno de tomo y lomo. Porque en esa época no existía aún Auschwitz, porque si no el guionista actual gasea a Corbett como fin de fiesta, para mayor regocijo lacrimoso del espectador.
Sin embargo "Gentleman Jim", de la tragicomedia de la vida, obvia la visión dramática y narra lo mismo pero en versión festiva. ¿Somos pobres? Mejor, así nos colamos en las fiestas de los ricachones, y juerga. ¿El padre llega borracho? Juerga. ¿Los hermanos están todo el día atizándose? Juerga. ¿Los novios se putean? Juerga.
Hacer bien esto lo encuentro dificilísimo. Narrar con desenfado es un don. O lo haces muy bien o quedas en el más espantoso de los ridículos. No suele haber término medio.
La mayor objeción que suele haber a este tipo de películas es "que no reflejan la realidad". Pero, ¿desde cuándo el arte ha de reflejar la realidad? Bueno, aquí yerro yo, porque el cine sí ha de reflejar la realidad, pero la realidad del cine, no de la vida. La tentación del cinéfilo es no saber separarlos.
Realmente no es nada fácil hacer una película feliz. No señor, no es nada fácil.
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