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5,4
1.952
7
5 de julio de 2017
5 de julio de 2017
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como si se tratara de un preámbulo a la esperadísima Dunkirk de Christopher Nolan, llega un biopic bastante modesto que se apoya del excelente trabajo de su actor protagónico para salir adelante, quedándose corta al no ser capaz de satisfacer las expectativas de aquellos que esperaban una cinta que mostrara las cualidades que hicieron extraordinario a uno de los personajes más influyentes del siglo XX.
De esta forma, más que mostrar a un líder fuerte cuyas capacidades como orador fueron excepcionales, el director Jonathan Teplitzky (Burning Man) presenta el viaje introspectivo de Winston Churchill durante los días que precedieron al Desembarco en Normandía. Así, se muestra como durante la Segunda Guerra Mundial el mandatario británico se opuso enérgicamente a la que fuera la operación militar más decisiva del conflicto bélico, guiado por sus temores a repetir una masacre como la que vivió en carne propia durante la Primera Guerra Mundial durante la batalla de Galípoli. Viendo superadas sus capacidades de mando, el político tendrá que sobrellevar la carga de liderar a una nación desde su escritorio en lugar del campo de batalla y asumir la responsabilidad por las vidas que estarían en riesgo durante esta arriesgada campaña militar, contando siempre con el apoyo incondicional de su esposa.
Aunque resulta bastante cuestionable la adecuación del guion a la realidad histórica, la cinta cuenta en general con una buena narrativa y diálogos excepcionales entre Churchill y figuras emblemáticas como Dwight Eisenhower, Bernard Montgomery y Clementine, su mujer, encontrado su punto más destacado en aquel que sostiene con el Rey Jorge VI. No obstante, en diversas ocasiones se excede presentando las manías del mandatario e incluye momentos con un dramatismo exagerado, por lo que en su esfuerzo de querer mostrar una faceta más “humana” del personaje, la película se percibe muy alejada de la realidad, pudiendo dejar una impresión errónea acerca del famoso estadista para concluir con un final que inevitablemente hace referencia a The King’s Speech, la cual por cierto es bastante superior.
En esta ocasión es Brian Cox (Braveheart, The Autopsy of Jane Doe) el encargado de encarnar al emblemático personaje, quien con su magnífica interpretación aporta lo más destacado de la cinta. Por otra parte, Miranda Richardson (Damage, The Hours) realiza un buen trabajo como Clementine. Completan el reparto John Slattery (Spotlight) y Julian Wadham (The English Patient, War Horse) como Dwight Eisenhower y Bernard Montgomery respectivamente, cumpliendo con sus actuaciones sin llegar a ser sobresalientes. Merece una mención especial James Purefoy (High-Rise), quien a pesar de aparecer poco en pantalla, realiza una excelente interpretación del rey Jorge VI (sin llegar al nivel de Colin Firth por supuesto).
Es así como Churchill, aún con sus deficiencias de guion, resulta ser una película bastante interesante que muestra una faceta desconocida del gobernante, encontrando en las buenas actuaciones y una magnífica banda sonora sus puntos más destacados. No obstante, se queda muy lejos de filmes como The King’s Speech o The Iron Lady, siendo incapaz de mostrar al primer ministro británico en su máximo esplendor durante uno de los momentos más decisivos de su carrera política. Por lo tanto, aquellos quienes gustan del cine histórico no quedarán del todo satisfechos con el trabajo de Teplitzky aunque siempre será interesante ver proyectada una visión distinta del notable británico.
Calificación: TÚ DECIDES.
Más reseñas en https://wraparty.wordpress.com
Twitter @wraparty
De esta forma, más que mostrar a un líder fuerte cuyas capacidades como orador fueron excepcionales, el director Jonathan Teplitzky (Burning Man) presenta el viaje introspectivo de Winston Churchill durante los días que precedieron al Desembarco en Normandía. Así, se muestra como durante la Segunda Guerra Mundial el mandatario británico se opuso enérgicamente a la que fuera la operación militar más decisiva del conflicto bélico, guiado por sus temores a repetir una masacre como la que vivió en carne propia durante la Primera Guerra Mundial durante la batalla de Galípoli. Viendo superadas sus capacidades de mando, el político tendrá que sobrellevar la carga de liderar a una nación desde su escritorio en lugar del campo de batalla y asumir la responsabilidad por las vidas que estarían en riesgo durante esta arriesgada campaña militar, contando siempre con el apoyo incondicional de su esposa.
Aunque resulta bastante cuestionable la adecuación del guion a la realidad histórica, la cinta cuenta en general con una buena narrativa y diálogos excepcionales entre Churchill y figuras emblemáticas como Dwight Eisenhower, Bernard Montgomery y Clementine, su mujer, encontrado su punto más destacado en aquel que sostiene con el Rey Jorge VI. No obstante, en diversas ocasiones se excede presentando las manías del mandatario e incluye momentos con un dramatismo exagerado, por lo que en su esfuerzo de querer mostrar una faceta más “humana” del personaje, la película se percibe muy alejada de la realidad, pudiendo dejar una impresión errónea acerca del famoso estadista para concluir con un final que inevitablemente hace referencia a The King’s Speech, la cual por cierto es bastante superior.
En esta ocasión es Brian Cox (Braveheart, The Autopsy of Jane Doe) el encargado de encarnar al emblemático personaje, quien con su magnífica interpretación aporta lo más destacado de la cinta. Por otra parte, Miranda Richardson (Damage, The Hours) realiza un buen trabajo como Clementine. Completan el reparto John Slattery (Spotlight) y Julian Wadham (The English Patient, War Horse) como Dwight Eisenhower y Bernard Montgomery respectivamente, cumpliendo con sus actuaciones sin llegar a ser sobresalientes. Merece una mención especial James Purefoy (High-Rise), quien a pesar de aparecer poco en pantalla, realiza una excelente interpretación del rey Jorge VI (sin llegar al nivel de Colin Firth por supuesto).
Es así como Churchill, aún con sus deficiencias de guion, resulta ser una película bastante interesante que muestra una faceta desconocida del gobernante, encontrando en las buenas actuaciones y una magnífica banda sonora sus puntos más destacados. No obstante, se queda muy lejos de filmes como The King’s Speech o The Iron Lady, siendo incapaz de mostrar al primer ministro británico en su máximo esplendor durante uno de los momentos más decisivos de su carrera política. Por lo tanto, aquellos quienes gustan del cine histórico no quedarán del todo satisfechos con el trabajo de Teplitzky aunque siempre será interesante ver proyectada una visión distinta del notable británico.
Calificación: TÚ DECIDES.
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6,2
37.015
9
27 de junio de 2017
27 de junio de 2017
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de ser objeto de innumerables críticas, el pretendido universo de DC Comics y Warner Bros ha sido capaz de dejar satisfechos a casi todos llevando a la pantalla grande a la icónica Wonder Woman, una heroína clásica que ha superado con creces su revitalización. Desde su primera aparición en Batman v Superman, la nueva versión de la princesa amazona había contado con el beneplácito de la audiencia, por lo que solo quedaba confirmar las expectativas con su película en solitario.
Dirigida por Patty Jenkins (Monster) el filme aparece como un flashback anterior a los acontecimientos de Batman v Superman. De esta forma, Diana Prince rememora su infancia y cómo fue que tuvo contacto con el mundo de los humanos. Recluida en la isla de Themyscira, la pequeña princesa consigue la aprobación de su madre para ser entrenada como la guerrera que está destinada a ser. La tranquilidad de las amazonas será interrumpida con la aparición de Steve Trevor, un espía estadounidense que ha llegado por accidente mientras escapa de las fuerzas alemanas. Tras ser rescatado por las guerreras, el recién llegado le dará a conocer a Diana todo lo que ocurre en el mundo exterior, asolado por la Primera Guerra Mundial. Como era de esperarse, la heroína no se quedará de brazos cruzados y decidirá ayudar para terminar con la “Gran Guerra”, segura de que el dios Ares es quien está manipulando a los alemanes y que por lo tanto su derrota significará el restablecimiento de la paz en todo el planeta.
Más que como una reivindicación del género femenino, Wonder Woman debe de ser analizada como lo que es: una cinta de superhéroes, la cual cuenta con el acierto de desarrollar una buena historia, con escenas de acción bien realizadas y actuaciones bastante adecuadas para una película de este género. Ir más allá sería un error, puesto que abordar cuestiones de género basándose en un personaje de comics nunca dejará respuestas del todo satisfactorias. Si bien es plausible ver como una mujer es capaz de liderar a un escuadrón en pleno campo de batalla, tampoco resulta ser algo inédito en el mundo del cine. Por otra parte, la bien lograda inocencia que Jenkins imprime en una mujer que, a pesar de tener la fuerza para batirse con batallones enteros, es capaz de maravillarse con un helado y enternecerse al ver a un bebé por primera vez en su vida, puede ser considerada como una muestra de debilidad e ingenuidad en contra de aquellos que quieren posicionar a Wonder Woman como el ícono femenino de la década.
De esta forma, el filme es sobresaliente como una adaptación del comic, quedando por encima de muchas de su mismo tipo. En primer lugar, acierta con la introducción del personaje, incluyendo elementos míticos de forma adecuada para insertarlos perfectamente en el mundo ordinario mientras se va desarrollando el carácter de la heroína. Por otra parte, las secuencias de acción cuentan con una realización excelente, desarrollándose algunas incluso como escenas propias de una cinta del género bélico. Así, al constituirse como una mezcla entre Thor y Captain America, Wonder Woman cuenta con el adicional de que sus personajes (tanto míticos como humanos) fueron trabajados de forma apropiada, logrando generar empatía y aceptación con el público. No obstante, el resultado no es del todo perfecto, puesto que de nueva cuenta aparece lo que se ha convertido en un verdadero cáncer en este tipo de películas: la ausencia de un villano relevante. Así, Ares, Ludendorff y la doctora Maru se quedan cortos como los rivales a vencer. Además, aunque no cae en los excesos de “mi mamá se llama Martha”, la conclusión también termina siendo bastante simplista, dejando un final que se percibe bastante forzado.
Gal Gadot se confirma como una excelente elección para interpretar a la heroína más popular en la historia del comic, llevando de manera extraordinaria el papel y demostrando que su talento va más allá de su físico. Por otra parte Chris Pine (Star Trek, Hell or High Water) se convierte en el compañero ideal con su interpretación de Steve, haciendo una perfecta mancuerna con Gadot gracias a la gran química que se percibe entre ambos actores. Completan el reparto Ewen Bremmer (Trainspotting), Eugene Brave Rock (The Revenant) y Saïd Taghmaoui (The Infiltrator) como Sameer, Charlie y The Chief, los miembros del escuadrón de guerra de Diana, mientras que Connie Nielsen (Gladiator) y Robin Wright (Forrest Gump) conforman la parte amazónica del elenco como Hippolyta y Antiope. En lo que se refiere a los villanos, Danny Huston (Clash of the Titans) y la española Elena Anaya (La Piel que Habito) fueron los encargados de dar vida a Ludendorff y la Doctora Maru. Sin ser sobresaliente, la realidad es que todo el reparto cumple dentro del largometraje.
Es así como la entrega más reciente del DC Universe se presenta como un salvavidas para dar continuación al proyecto. El gran acierto de Wonder Woman radica en que, a diferencia de Batman v Superman, cuenta una historia fácil de comprender y digerir para todo tipo de público, lo cual permite disfrutarla incluso si no se tiene pleno conocimiento del cómic. Lo anterior, aunado a una excelente cinematografía, inevitablemente da como resultado una magnífica película de superhéroes, la cual debe de ser valorada como tal sin obligar a la heroína a liderar una batalla para reivindicar cuestiones de género, ya que éste no es el escenario más apropiado para ello.
Calificación: TÚ DECIDES.
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Dirigida por Patty Jenkins (Monster) el filme aparece como un flashback anterior a los acontecimientos de Batman v Superman. De esta forma, Diana Prince rememora su infancia y cómo fue que tuvo contacto con el mundo de los humanos. Recluida en la isla de Themyscira, la pequeña princesa consigue la aprobación de su madre para ser entrenada como la guerrera que está destinada a ser. La tranquilidad de las amazonas será interrumpida con la aparición de Steve Trevor, un espía estadounidense que ha llegado por accidente mientras escapa de las fuerzas alemanas. Tras ser rescatado por las guerreras, el recién llegado le dará a conocer a Diana todo lo que ocurre en el mundo exterior, asolado por la Primera Guerra Mundial. Como era de esperarse, la heroína no se quedará de brazos cruzados y decidirá ayudar para terminar con la “Gran Guerra”, segura de que el dios Ares es quien está manipulando a los alemanes y que por lo tanto su derrota significará el restablecimiento de la paz en todo el planeta.
Más que como una reivindicación del género femenino, Wonder Woman debe de ser analizada como lo que es: una cinta de superhéroes, la cual cuenta con el acierto de desarrollar una buena historia, con escenas de acción bien realizadas y actuaciones bastante adecuadas para una película de este género. Ir más allá sería un error, puesto que abordar cuestiones de género basándose en un personaje de comics nunca dejará respuestas del todo satisfactorias. Si bien es plausible ver como una mujer es capaz de liderar a un escuadrón en pleno campo de batalla, tampoco resulta ser algo inédito en el mundo del cine. Por otra parte, la bien lograda inocencia que Jenkins imprime en una mujer que, a pesar de tener la fuerza para batirse con batallones enteros, es capaz de maravillarse con un helado y enternecerse al ver a un bebé por primera vez en su vida, puede ser considerada como una muestra de debilidad e ingenuidad en contra de aquellos que quieren posicionar a Wonder Woman como el ícono femenino de la década.
De esta forma, el filme es sobresaliente como una adaptación del comic, quedando por encima de muchas de su mismo tipo. En primer lugar, acierta con la introducción del personaje, incluyendo elementos míticos de forma adecuada para insertarlos perfectamente en el mundo ordinario mientras se va desarrollando el carácter de la heroína. Por otra parte, las secuencias de acción cuentan con una realización excelente, desarrollándose algunas incluso como escenas propias de una cinta del género bélico. Así, al constituirse como una mezcla entre Thor y Captain America, Wonder Woman cuenta con el adicional de que sus personajes (tanto míticos como humanos) fueron trabajados de forma apropiada, logrando generar empatía y aceptación con el público. No obstante, el resultado no es del todo perfecto, puesto que de nueva cuenta aparece lo que se ha convertido en un verdadero cáncer en este tipo de películas: la ausencia de un villano relevante. Así, Ares, Ludendorff y la doctora Maru se quedan cortos como los rivales a vencer. Además, aunque no cae en los excesos de “mi mamá se llama Martha”, la conclusión también termina siendo bastante simplista, dejando un final que se percibe bastante forzado.
Gal Gadot se confirma como una excelente elección para interpretar a la heroína más popular en la historia del comic, llevando de manera extraordinaria el papel y demostrando que su talento va más allá de su físico. Por otra parte Chris Pine (Star Trek, Hell or High Water) se convierte en el compañero ideal con su interpretación de Steve, haciendo una perfecta mancuerna con Gadot gracias a la gran química que se percibe entre ambos actores. Completan el reparto Ewen Bremmer (Trainspotting), Eugene Brave Rock (The Revenant) y Saïd Taghmaoui (The Infiltrator) como Sameer, Charlie y The Chief, los miembros del escuadrón de guerra de Diana, mientras que Connie Nielsen (Gladiator) y Robin Wright (Forrest Gump) conforman la parte amazónica del elenco como Hippolyta y Antiope. En lo que se refiere a los villanos, Danny Huston (Clash of the Titans) y la española Elena Anaya (La Piel que Habito) fueron los encargados de dar vida a Ludendorff y la Doctora Maru. Sin ser sobresaliente, la realidad es que todo el reparto cumple dentro del largometraje.
Es así como la entrega más reciente del DC Universe se presenta como un salvavidas para dar continuación al proyecto. El gran acierto de Wonder Woman radica en que, a diferencia de Batman v Superman, cuenta una historia fácil de comprender y digerir para todo tipo de público, lo cual permite disfrutarla incluso si no se tiene pleno conocimiento del cómic. Lo anterior, aunado a una excelente cinematografía, inevitablemente da como resultado una magnífica película de superhéroes, la cual debe de ser valorada como tal sin obligar a la heroína a liderar una batalla para reivindicar cuestiones de género, ya que éste no es el escenario más apropiado para ello.
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6,5
4.067
7
17 de noviembre de 2017
17 de noviembre de 2017
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si bien las relaciones entre padres e hijos siempre serán difíciles, los Walls fueron un caso aparte. El director Destin Daniel Cretton (Short Term 12) adapta el best seller autobiográfico de Jeannette Walls, una exitosa periodista y escritora estadounidense que logró destacar a pesar de haber vivido una niñez y adolescencia en condiciones bastante precarias. En lo que podría definirse como una familia nómada, los Walls tuvieron que cambiar constantemente de residencia debido a que el alcoholismo crónico del padre hacía imposible que pudiera conseguir una forma estable de subsistencia. Bajo el disfraz de ser un “espíritu libre”, Rex convencía a todos de que el cambio de aires simplemente era una aventura más que daría sabor a sus vidas. Mientras tanto, Rose Mary vivía en su burbuja artística, descuidando a sus propios hijos y cediendo a los absurdos caprichos de su marido. Inevitablemente, los cuatro pequeños crecieron para dejar de creer en cuentos de hadas, convencidos de que la única forma de salir adelante sería por sus propios medios. Así, el eterno “Castillo de Cristal” que siempre prometió su padre se vino abajo, por lo que Jeannette encontró el éxito en la ciudad de Nueva York. No obstante, el pasado siempre estará presente en su vida a pesar de sus esfuerzos por dejarlo atrás.
En lugar de ser lineal, la narrativa inicia en la edad adulta de Jeannette, valiéndose de flashbacks para relatar los hechos más significativos que marcaron la niñez y adolescencia de la protagonista. En este sentido, cabe señalar que la cinta tiene el atino de presentar los hechos de manera imparcial, ya que aunque expone de forma clara como la desatención de los padres causó estragos casi irremediables en la vida de sus hijos, el público no tendrá ninguna duda de que ambos los amaban. Así, se trata de una historia llena de claroscuros que no intenta manipular oíniones para que se inclinen hacia algún lado de la balanza. Al final, a pesar de que Rex y Rose Mary en ningún momento serán capaces de causar admiración, el espectador tampoco será capaz de sentir animadversión hacia ellos, por lo que la película es un relato y no un juicio de valor, dejando que cada quien saque sus propias conclusiones.
La ganadora del Oscar Brie Larson (Room) es la encargada de encarnar a Jeannette, cumpliendo con un buen trabajo sin llegar a ser sobresaliente. Por otra parte, Woody Harrelson (The Messenger, The People vs. Larry Flint) merece una mención especial por su actuación como Rex, imprimiéndole una gran credibilidad a su papel como el alcohólico y aventurero jefe de familia. Asimismo, Naomi Watts (Lo Imposible, 21 grams) cuenta con una excelente participación como Rose Mary. Por último, destaca la presencia de Ella Anderson (Mother´s Day), quien brinda una extraordinaria interpretación como Jeannette en su etapa de niña.
A pesar de que a primera instancia podría considerársele como un filme parecido a Captain Fantastic, cinta en la cual el tema central era el cuestionamiento de las formas de vida comúnmente aceptadas en la actualidad, The Glass Castle más bien es un testimonio convincente sobre la superación personal, la reconciliación con el pasado y la complejidad de los lazos afectivos entre padres e hijos, aquellos que siempre estarán llenos de matices que hacen imposible juzgarlos de forma tajante. Así, al final será el público quien con su propio rasero juzgue a todos los protagonistas, haciéndole recordar que por más aberrante o inverosímil que pueda resultar un comportamiento, los imperdonables no tienen cabida cuando se trata de la familia.
Calificación: TÚ DECIDES.
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En lugar de ser lineal, la narrativa inicia en la edad adulta de Jeannette, valiéndose de flashbacks para relatar los hechos más significativos que marcaron la niñez y adolescencia de la protagonista. En este sentido, cabe señalar que la cinta tiene el atino de presentar los hechos de manera imparcial, ya que aunque expone de forma clara como la desatención de los padres causó estragos casi irremediables en la vida de sus hijos, el público no tendrá ninguna duda de que ambos los amaban. Así, se trata de una historia llena de claroscuros que no intenta manipular oíniones para que se inclinen hacia algún lado de la balanza. Al final, a pesar de que Rex y Rose Mary en ningún momento serán capaces de causar admiración, el espectador tampoco será capaz de sentir animadversión hacia ellos, por lo que la película es un relato y no un juicio de valor, dejando que cada quien saque sus propias conclusiones.
La ganadora del Oscar Brie Larson (Room) es la encargada de encarnar a Jeannette, cumpliendo con un buen trabajo sin llegar a ser sobresaliente. Por otra parte, Woody Harrelson (The Messenger, The People vs. Larry Flint) merece una mención especial por su actuación como Rex, imprimiéndole una gran credibilidad a su papel como el alcohólico y aventurero jefe de familia. Asimismo, Naomi Watts (Lo Imposible, 21 grams) cuenta con una excelente participación como Rose Mary. Por último, destaca la presencia de Ella Anderson (Mother´s Day), quien brinda una extraordinaria interpretación como Jeannette en su etapa de niña.
A pesar de que a primera instancia podría considerársele como un filme parecido a Captain Fantastic, cinta en la cual el tema central era el cuestionamiento de las formas de vida comúnmente aceptadas en la actualidad, The Glass Castle más bien es un testimonio convincente sobre la superación personal, la reconciliación con el pasado y la complejidad de los lazos afectivos entre padres e hijos, aquellos que siempre estarán llenos de matices que hacen imposible juzgarlos de forma tajante. Así, al final será el público quien con su propio rasero juzgue a todos los protagonistas, haciéndole recordar que por más aberrante o inverosímil que pueda resultar un comportamiento, los imperdonables no tienen cabida cuando se trata de la familia.
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29 de agosto de 2017
29 de agosto de 2017
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el 2009 la búsqueda de la justicia encontró su rostro en André Bamberski, un contador francés que luchó durante casi 30 años por esclarecer las causas de la muerte de Kalinka, su hija adolescente cuyo deceso estuvo enmarcado por circunstancias bastante extrañas mientras pasaba el verano en Alemania en la casa de su madre y padrastro. No conforme con el parte médico oficial y convencido de que Dieter Krombach, el padrastro, tuvo alguna implicación en el incidente, Bamberski empezó con su propia investigación, la cual arrojó resultados perturbadores que lo motivaron a librar una incesante lucha ante las cortes alemanas, francesas e internacionales con el objetivo de que el responsable pagara por sus acciones.
El caso llamó la atención de los medios nacionales e internacionales, mientras que la inverosimilitud de sus circunstancias motivó al director Vincent Garenq (Présumé coupable) a realizar junto con Julien Rappeneau una “libre adaptación” en el largometraje Au nom de ma fille (“En el nombre de mi hija”). El resultado es un auténtico tour de forcé que revela las trampas burocráticas y políticas que un ciudadano común tiene que sortear para lograr que se haga justicia. Así, la película es un reflejo de que en ciertas ocasiones el Derecho es insuficiente cuando la política y la habilidad de la contraparte son capaces de superar a las autoridades encargadas de la impartición de justicia.
Con una estructura muy bien delimitada, el director marca de forma muy puntal cada una de las etapas que tuvo que superar Bamberski, exponiendo de forma clara todo el proceso legal y personal al cual dedicó una vida entera, aún a costa de su propia integridad física y emocional. De esta forma, la historia se cuenta sin recurrir al sentimentalismo exagerado, logrando mantener el interés del público y transmitir su mensaje de manera contundente. No obstante, el esfuerzo del director fue un poco excesivo, puesto que el poco desarrollo de los personajes resta emotividad a la historia, por lo que la audiencia no consigue conectar del todo con el personaje. Asimismo, hubiera sido deseable conocer más acerca del antagonista y así tener una visión completa de la historia.
En lo que se refiere a las actuaciones, prácticamente todo el peso recae en los hombros de Daniel Auteuil, quien realiza un magnífico trabajo interpretando a André Bamberski al darle la credibilidad suficiente al personaje. Por otra parte, Sebastian Koch (Bridge of Spies, The Danish Girl) asume el papel de Dieter Krombach, realizando un trabajo aceptable con un personaje que bien pudo ser mejor aprovechado. Cierra el reparto Marie-Josée Croze (Les invasions barbares) como Dany, cumpliendo con su rol secundario como la contrariada madre de Kalinka.
Es así como Au nom de ma fille inaugura de forma brillante el 21° Tour de Cine Francés en México, contando de manera muy puntual una historia que si bien puede ser tanto devastadora como inspiradora, también resulta controversial al exponer los claroscuros de la justicia, la cual puede llegar a tener matices diversos dependiendo del cristal con que se mire. Sin lugar a dudas, el público saldrá con un grato sabor de boca y con ganas de averiguar más acerca de la historia del heroico contador francés
Calificación: TÚ DECIDES.
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El caso llamó la atención de los medios nacionales e internacionales, mientras que la inverosimilitud de sus circunstancias motivó al director Vincent Garenq (Présumé coupable) a realizar junto con Julien Rappeneau una “libre adaptación” en el largometraje Au nom de ma fille (“En el nombre de mi hija”). El resultado es un auténtico tour de forcé que revela las trampas burocráticas y políticas que un ciudadano común tiene que sortear para lograr que se haga justicia. Así, la película es un reflejo de que en ciertas ocasiones el Derecho es insuficiente cuando la política y la habilidad de la contraparte son capaces de superar a las autoridades encargadas de la impartición de justicia.
Con una estructura muy bien delimitada, el director marca de forma muy puntal cada una de las etapas que tuvo que superar Bamberski, exponiendo de forma clara todo el proceso legal y personal al cual dedicó una vida entera, aún a costa de su propia integridad física y emocional. De esta forma, la historia se cuenta sin recurrir al sentimentalismo exagerado, logrando mantener el interés del público y transmitir su mensaje de manera contundente. No obstante, el esfuerzo del director fue un poco excesivo, puesto que el poco desarrollo de los personajes resta emotividad a la historia, por lo que la audiencia no consigue conectar del todo con el personaje. Asimismo, hubiera sido deseable conocer más acerca del antagonista y así tener una visión completa de la historia.
En lo que se refiere a las actuaciones, prácticamente todo el peso recae en los hombros de Daniel Auteuil, quien realiza un magnífico trabajo interpretando a André Bamberski al darle la credibilidad suficiente al personaje. Por otra parte, Sebastian Koch (Bridge of Spies, The Danish Girl) asume el papel de Dieter Krombach, realizando un trabajo aceptable con un personaje que bien pudo ser mejor aprovechado. Cierra el reparto Marie-Josée Croze (Les invasions barbares) como Dany, cumpliendo con su rol secundario como la contrariada madre de Kalinka.
Es así como Au nom de ma fille inaugura de forma brillante el 21° Tour de Cine Francés en México, contando de manera muy puntual una historia que si bien puede ser tanto devastadora como inspiradora, también resulta controversial al exponer los claroscuros de la justicia, la cual puede llegar a tener matices diversos dependiendo del cristal con que se mire. Sin lugar a dudas, el público saldrá con un grato sabor de boca y con ganas de averiguar más acerca de la historia del heroico contador francés
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6,4
16.564
9
9 de marzo de 2017
9 de marzo de 2017
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las fibras más sensibles del dogma cristiano son sacudidas por uno de los directores más importantes de los últimos tiempos. Martin Scorsese (The Departed, The Wolf of Wall Street) cumple su tan postergado cometido de adaptar la obra del japonés Shûsaku Endô, en un trabajo que más bien pareciera una auto-exploración acerca la fortaleza de sus propios principios religiosos. Alejado de su habitual tendencia al género de gánsteres y violencia, el neoyorkino realiza una película con ritmo semi-lento, en la cual la contemplación y la meditación estarán presentes en todo momento.
La introspección de Scorsese se ubica en el siglo XVII cuando Rodrigues y Garupe, dos sacerdotes jesuitas de origen portugués, reciben noticias de que el padre Ferreira ha apostatado públicamente durante su labor misionera en Japón. Incrédulos ante los rumores que circulan acerca de su querido mentor, ambos jóvenes deciden embarcarse en el país asiático para averiguar qué sucedió. No obstante, lo único que encontrarán será un territorio hostil que no tolerará la incursión de un nuevo culto, con un inquisidor dispuesto a erradicar el cristianismo a como dé lugar, aun teniendo que recurrir a métodos extremos como la tortura y el asesinato.
De esta forma, el director toma prestada la voz del padre Rodrigues para narrar todos los pensamientos que le asaltan durante su travesía, en las cuales las dudas acerca de su propia fe estarán presentes en todo momento cuando constate que, al parecer, el choque cultural y el empecinamiento en impedir que una doctrina extranjera se apodere de las almas de una nación serán más fuertes que la voluntad de Dios para cumplir con su mandato de predicar su palabra en cada confín del mundo.
Andrew Garfield (Hacksaw Ridge) vuelve a sorprender este año con una excelente interpretación del padre Rodrigues, el personaje sobre el cual se centra casi toda la historia. Por otra parte, Adam Driver (Star Wars: Episode VII – The Force Awakens) cumple de forma sobre saliente con el papel de Garupe. Asimismo, Liam Neesson (Schindler’s List, Taken) vuelve a mostrar su probada calidad al encarnar al padre Ferreira. Destacan además dos actores japoneses, Issei Ogata como el despiadado inquisidor Inoue y Yosuke Kubozuka como Kichijiro, un personaje bastante significativo durante toda la trama que se presenta como un reflejo de la humanidad en general.
A pesar de perder el ritmo en algunas partes, la cinta cuenta con una excelente realización y una trama que en términos generales es bien llevada. Así, Silence se presenta como una reflexión acerca de los dogmas de fe, pero también sobre la expansión, o imposición, del propio culto por encima de otros. A final de cuentas ¿Quién tiene la autoridad moral para decidir cuál es la religión que debe de adoptar una nación? ¿Cuál es el precio que hay que pagar con tal de seguir los mandatos divinos? Cuestiones de fe que sin duda quedarán sin respuesta, siendo la mejor opinión la que cada uno emita desde su interior. Sin lugar a dudas, se trata de una de esas películas cuya existencia se agradece, siendo tan necesarias que a la vez resultan ser bastante incómodas.
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La introspección de Scorsese se ubica en el siglo XVII cuando Rodrigues y Garupe, dos sacerdotes jesuitas de origen portugués, reciben noticias de que el padre Ferreira ha apostatado públicamente durante su labor misionera en Japón. Incrédulos ante los rumores que circulan acerca de su querido mentor, ambos jóvenes deciden embarcarse en el país asiático para averiguar qué sucedió. No obstante, lo único que encontrarán será un territorio hostil que no tolerará la incursión de un nuevo culto, con un inquisidor dispuesto a erradicar el cristianismo a como dé lugar, aun teniendo que recurrir a métodos extremos como la tortura y el asesinato.
De esta forma, el director toma prestada la voz del padre Rodrigues para narrar todos los pensamientos que le asaltan durante su travesía, en las cuales las dudas acerca de su propia fe estarán presentes en todo momento cuando constate que, al parecer, el choque cultural y el empecinamiento en impedir que una doctrina extranjera se apodere de las almas de una nación serán más fuertes que la voluntad de Dios para cumplir con su mandato de predicar su palabra en cada confín del mundo.
Andrew Garfield (Hacksaw Ridge) vuelve a sorprender este año con una excelente interpretación del padre Rodrigues, el personaje sobre el cual se centra casi toda la historia. Por otra parte, Adam Driver (Star Wars: Episode VII – The Force Awakens) cumple de forma sobre saliente con el papel de Garupe. Asimismo, Liam Neesson (Schindler’s List, Taken) vuelve a mostrar su probada calidad al encarnar al padre Ferreira. Destacan además dos actores japoneses, Issei Ogata como el despiadado inquisidor Inoue y Yosuke Kubozuka como Kichijiro, un personaje bastante significativo durante toda la trama que se presenta como un reflejo de la humanidad en general.
A pesar de perder el ritmo en algunas partes, la cinta cuenta con una excelente realización y una trama que en términos generales es bien llevada. Así, Silence se presenta como una reflexión acerca de los dogmas de fe, pero también sobre la expansión, o imposición, del propio culto por encima de otros. A final de cuentas ¿Quién tiene la autoridad moral para decidir cuál es la religión que debe de adoptar una nación? ¿Cuál es el precio que hay que pagar con tal de seguir los mandatos divinos? Cuestiones de fe que sin duda quedarán sin respuesta, siendo la mejor opinión la que cada uno emita desde su interior. Sin lugar a dudas, se trata de una de esas películas cuya existencia se agradece, siendo tan necesarias que a la vez resultan ser bastante incómodas.
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