Grandioso film en el que se puede apreciar que, con la inestimable colaboración de la suerte y los contactos -o viceversa; el orden de los factores no altera el producto-, hasta el más tonto y mediocre puede alcanzar cotas astronómicas de lo que sea -incluso un puesto de consejero-. El personaje de Forrest Gump representa al funambulista al que le salta por encima un enano en la obra de Nietzsche "Así Habló Zaratustra"; sólo que aquí el funambulista lleva presas, agarres y hasta casco, así que es el enano el que se pega al final la hostia y acaba perdido, y sin enana, en la cola de Cáritas.

Viendo esta película, a uno se le quitan las ganas de prepararse unas oposiciones. Lo mejor que puede hacer uno en esta vida es llamarse Borjamari.

A veces, la mejor forma de expresar la mayor de las evidencias es recurriendo al esperpento; no vaya a ser que caigamos en la trampa de asumir como irrelevante lo que tenemos ante las jodidas narices y que el horror se disipe con lo transparente que tiene el aire. Kubrick sabía esto mejor que nadie. Pasolini, también. Pero Pasolini era menos sutil y calculador, así que dejó para la posteridad esta burrada, que es mucho más que una burrada, y que es la befa, la mofa y el despiporre totales. Para partirse el culo.

De todas las pelis de monos que he visto -2001, Tarzán (todas), El Planeta de los Simios o cualquiera de Chuck Norris-, ésta es la mejor. Gran parte del mérito de esta obra maestra reside en su protagonista, el orangután, que es mejor actor que Clint Eastwood y reparte hostias como panes al más puro estilo clásico de la escuela Stanislavski. Ni que decir tiene que es también el mono el más inteligente de todo el entramado y, por qué no decirlo, la mejor persona. Porque es esto precisamente el mensaje del film; los monos tienen también sus derechos, brother, porque, entre otras cosas, tienen la obligación de aguantarnos a los humanos y, en este caso, compartir reparto con un buen puñado de simios inferiores.

Parece que a mucha gente le ha molestado que Marc Rocco maquille tanto la historia real del personaje que interpreta MAGNÍFICAMENTE Bacon, pero igual esta gente se ha olvidado de que estamos ante una película. Deberían prohibirle el uso de google a este tipo de personas y todos seríamos más felices creyendo en historias verdaderas cuando estamos viendo un jodido film basado en hechos inventados.

Además, creo que Rocco maquilla las cosas aposta para que le tiren piedros y sentirse más en el pellejo del protagonista. Qué gran director.

Hay una simpática palabra en español que describe perfectamente lo que es esta presunta -y presuntuosa- película: ÑORDO. Pero no se trata del típico ñordo que se ve venir de lejos -por ejemplo, el que se deja arrastrar plácidamente por el arroyo fecal-, sino de un ÑORDO MAYESTÁTICO Y ALEVOSO, de esos que sólo se perciben cuando ya los tienes a 3 centímetros de la boca -el mortífero zurullo playero que te viene con una ola-. Y es que, claro, tratándose de un film como éste, con director y actores de relumbrón, uno se deja llevar y se mete donde más le cubre.

Lo único rescatable de toda esta hez es el entrañable John C. Reilly y lo buenorra que está la Kate Winslet (incluso echando la pota). He dicho.