A Bergman le ocurre algo similar a la valoración que se hace de Shakespeare. Al gran trágico inglés se le valora poco como comediógrafo, siendo maravillosas sus obras risueñas y de final feliz. En este caso tenemos delante una deliciosa comedia de Bergman, con un guión estupendo y todas las virtudes interpretativas de su "trouppe" sabiamente conducidas por este genio de la dirección de actores. Una trivia: hay un cameo de Bergman en el tren, tocado con una bouna (también aparece en "Un verano con Mónica como un marido en la sala de espera). ¿Homenaje a Hitchcock?

A pesar de las limitaciones e incurias del cine mexicano de esos años, después de haber visto otras versiones (la de David Greene, con Richard Chamberlain) me quedo con esta versión, la cenicienta de las producciones y aunque reconozco los grandes méritos de Greene, Chamberlain, Tony Curtis y el gran Trevor Howard, en mi memoria "El Conde de Montecristo" será siempre Arturo de Córdova, Haydé Mapy Cortés y Danglar Carlos López Moctezuma.
Y doy fe que no es chauvinismo. No soy mexicana ni me gustó este film (que vi primero en televisión) hasta que lo comparé con lo hecho en Hollywood, especialmente la pelea entre Chamberlain y Tony Curtis.
Podemos (en hispanoamérica) hacer productos dignos.
Y éste es uno de ellos. A pesar de las quejas de Buñuel, el ingrato

Me parece una combinación de "Pigmalión” y "Rebeca", con la cual la han comparado. La primera vez que la vi no la soporté y tuve que verla una tercera vez para disfrutarla. Magnífico duelo actoral. No tengo una opinión definitiva. Quiero volver a verla. Provoca decirle a Day-Lewis: "¡Regresa, Edipo, te hemos perdonado!"

Estamos ante un film donde Bergman armoniza los mundos del cine y la música, o mejor dicho, armoniza, por medio del cine, la vida en la música. Lo esencial no es ni el cine ni la música. Lo esencial es la vida. Lo ha hecho varias veces en su fecunda filmografía: en "La flauta mágica" de Mozart, en la pista sonora de "Como en un espejo", con la Partita en la menor para cello de Bach y en "Sonata de otoño", al doblar a Ingrid Bergman y a Liv Ullmann con el preludio N° 2 de Chopin. Pero en ninguna con tan clara armonización de esta razón vital como en "Hacia la felicidad" (1950).

En "Till glädje" Hacia la felicidad (1950) esta hermosa película juvenil de Bergman, se muestra la vida de dos violinistas desde sus comienzos, y en el día a día de su vida matrimonial, tanto en el hogar como en el atril; sus encuentros y desencuentros, el ansia de Stig por el triunfo y la fama, su decepción ante el fracaso, con Marta, quien desde el comienzo acepta su condición de simple ejecutante de orquesta. Sönderby, alter ego de Bergman, junto con ella filosofa acerca de que las grandes obras orquestales no existirían sin los músicos de la segunda fila: "sin las abejas obreras que libaran la miel no habría panal".
Sönderby expresa su incapacidad para expresarse con palabras claras.
En momento en que penetra en casa de de Stiga y Marta sin querer y sin que ellos se enteren los encuentra abrazados con tal ternura que retrocede y vuelve a llamar antes de entrar, observando el mismo brillo en la mirada de Marta.
Sólo después de haber visto toda la película cobra sentido la frase que Sönderby le dice a los miembros del coro antes de arrancar con la Oda a la Alegría:

: "...es una cuestión de alegría. No una alegría que se exprese con risas.
O una alegría que nos haga ser felice. Me refiero a una alegría que es tan grande...
…tan particular...
…que va más allá del dolor y la desesperación.
Es una alegría más allá de toda comprensión.
Es...bueno (se toca la nariz)...
...no sé explicarlo mejor.

¿Cómo se puede malbaratar un casting de lujo, con el mejor actor (sin duda) de Hollywood, la actriz más destacada de la década, de la mano de un director que nos ha dado obras memorables y emblemáticas del cine estadounidense? Una indigestión, o mala metabolización de Bergman, o un empeño snob, innecesario por demás, en parecerse a otros totalmente diferentes, nos da esta pésima, triste y evitable decepción del maestro Kazan llamada "The arrangement". Al mejor cazador se le escapa la liebre, digo yo, para consolarme y seguir queriendo a este viejo amigo. La falla fundamental se llama guión. Y la segunda, inautenticidad. No lo entiendo. No había necesidad de esta agonía estéril. Menos mal que hubo cierto repunte en las dos últimas películas. Le perdonamos lo de la lista negra. Pero esto no.