No es un prodigio cinematográfico, no pasará a los anales del cine como clásico del cine de acción, pero sin duda cumple su cometido con creces: básicamente entretiene. ¿Cómo? Pues con unas más que decentes coreografías kung-funianas a ritmo de música techno, una caracterización de personajes más o menos atractivos (aparición estelar de Christopher Lambert, que si bien no está de óscar, ayuda a dar un toquecito de clase al film) y unos efectillos especiales curiosos.
Si no tienes nada que hacer un domingo tarde, coge las palomitas y disfruta de unas cuantas patadas. Mucho mejor que la tipica Karate Kimura XII. Los fans del videojuego se lo pasarán en grande.

Muy notable trabajo de Cameron, que supo dar un enfoque acertado a esta segunda parte, alejándose del terror psicológico puro (imposible superar la primera entrega) para adentrarse en la acción más trepidante y brutal que se recuerda en una película de estas características.
Weaver vuelve a enfundarse el traje de rambo para achicharrar literalmente a cuanto bicho se pone por delante. Mención especial para la lucha final entre Ripley y la reina alien. Antológica.

Recuerdo haber visto de niño esas películas "japo" de Godzilla, un tío embutido en un disfraz destrozando maquetas por aquí y por allí (sin duda era su gracia). Y guardo un grato recuerdo de ella, sobre todo cuando peleaba con algún bichejo venido del espacio.
No puedo decir lo mismo de esta versión, que pretende superar a las antiguas a base de efectos especiales (simplemente correctos, pero esto ya lo había hecho Spielberg antes y muchísimo mejor), pero carente de gracia en su desarrollo y con unos personajes muy poco carismáticos. Del montón.

Hablamos de buenas historias, densas y adultas con personajes profundos y con un sinfín de giros y situaciones inesperadas... o como mínimo con un poquito de argumento para entretener. Dejémonos de bufones que no saben hacer nada más que dar palos disfrazados de Paco Clavel y con menos gracia que un luchador de sumo con tacones. El compañero de la crítica anterior lleva razón: qué interés tiene un juego en el cual dos tíos iguales con chaquetas de diferente color se pasean por las calles dando palos sin motivos??Qué puñetas sacamos de ahi?? Pues el insufrible pastel que nos reune aquí. Seguro que mi perro defeca guiones más interesantes después de su atracón de huesos de pollo de los domingos.

Con la excusa de entretener, el señor Sommers nos cuela esta película de típicos bichos marinos que curiosamente se alimentan de humanos, y si se trata de toda la tripulación de un transatlántico de lujo, pues mejor (¿por qué no se contentarán con gambitas y percebes?).
Aventuras de sobremesa en la que los buenos se escapan por los pelos y los malos acaban digeridos y ocasionando algún empacho que otro. Mención especial para el pulpo mutante.