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4
29 de diciembre de 2022
29 de diciembre de 2022
18 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desafortunada película de este estupendo director japonés. Esta vez, ha caído en unos personajes y unos modos que recuerdan más a un reciclaje/adaptación de cine de factura Hollywood, que a una película japonesa. Hay un buenismo irritantemente en esta historia, personajes de escasa hondura, pese a lo atroz de la historia, lo que le da un aire imposible a toda la trama, y convierte lo que podría haberse orientado hacia el cine social, en una simple fábula, un cuento infantil, algo que no casa del todo con los temas habituales del cine japonés, poco dado a concesiones almibaradas.
Por supuesto tiene cosas buenas aquí y allá, no es objetivamente una mala película y posiblemente resulte emocionante para muchos espectadores, pero a mí me ha provocado una erupción en la piel, porque ocurre que ya la había visto antes en rostros caucásicos, ya había sentido la emoción de esos momentos intensos y quirúrgicamente musicados de viaje interior, ya me sé esos altibajos emocionales, enlazando comedia y drama, ya conozco esa química imposible entre personajes radicalmente distintos, que en realidad, están hechos para vivir juntos una aventura. Hay tantas cosas que recuerdan a los perfiles anglosajones, a los caracteres americanos, a los giros hollywoodienses... que no consigo que la película me percuta. Porque lo que más me irrita en el mundo es la burda imitación, aunque esté bien hecha, la impostura, y menos en un cineasta al que tenía por original.
Por supuesto tiene cosas buenas aquí y allá, no es objetivamente una mala película y posiblemente resulte emocionante para muchos espectadores, pero a mí me ha provocado una erupción en la piel, porque ocurre que ya la había visto antes en rostros caucásicos, ya había sentido la emoción de esos momentos intensos y quirúrgicamente musicados de viaje interior, ya me sé esos altibajos emocionales, enlazando comedia y drama, ya conozco esa química imposible entre personajes radicalmente distintos, que en realidad, están hechos para vivir juntos una aventura. Hay tantas cosas que recuerdan a los perfiles anglosajones, a los caracteres americanos, a los giros hollywoodienses... que no consigo que la película me percuta. Porque lo que más me irrita en el mundo es la burda imitación, aunque esté bien hecha, la impostura, y menos en un cineasta al que tenía por original.

7,2
19.861
8
10 de mayo de 2010
10 de mayo de 2010
18 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay un chiste de Eugenio que dice así:
El saben aquel de un hombre de crogmañon y su pareja que están celebrando su matrimonio, allá por la zona de Albacete, y una vez concluido el rito, felizmente, la mujer se gira hacia el hombre y le dice...
- Cariño, dime algo que no me hayas dicho nunca.
Y el hombre le responde...
- Motocicleta.
Es difícil decir cosas nunca dichas de esta película, con críticas tan documentadas como las que aquí aparecen. Este escrito, por tanto, se intuye que quedará enterrado en la inmensidad de esta web. Sin embargo, el que suscribe acaba de ver la película por segunda vez y siente el deseo de escribir sobre ella para no darle el tostón a su esposa. Ante unas expectativas de éxito tan nulas, uno se puede permitir la libertad de escribir con cierta alegría, de contar chistes, pues probablemente, terminará siendo el único lector. Escribo pues para mí, y me digo lo siguiente:
Esta película se realizó entre los dos Padrinos. Ya lo sabías, ¿verdad, Uma? Claro, es el inicio de cinco de las críticas que acabas de leer sobre ella. Vamos a otra cosa.
Esta película, Uma, te fascina. Ya desde el inicio se hace una propuesta formal muy definida que la acota y la somete. Es una propuesta arriesgada, de un tiempo, los 70, con una generación de cineastas, que parecían despreciar los riesgos y se enfrentaban a ellos con valentía. No es una propuesta novedosa, hay que decirlo, otras películas tuvieron ese tempo, esa observación, ese silencio, pero aquí funciona a la perfección, y la ejecución es muy buena, porque tiene desparpajo y opera con libertad. No quiere copiar, sirve para contar alguna cosa, por tanto no es una formula gratuíta.
Esta película te fascina por eso, Uma, o... ¿o hay algo más? Sí, hay algo más... pero no alcanzas a verlo.
Esta película tiene un tratamiento sonoro magistral. Ya lo han dicho otros, Uma, pero vale la pena incidir en ese punto. El uso reiterado de las convesaciones es un elemento de suspense efectivo. Su edición es muy precisa, tiene que serlo, o la película se va al traste. Esos aparatos son casi un personaje secundario más, una especie de "garganta profunda" que va soltando detalles, aportando datos. La "filmación" del sonido está resuelta con gran brillantez, no como un arreglo para salvar un problema, sino como un elemento más de fascinación.
El sonido, y la imagen que éste toma ante nuestros ojos, te fascina, Uma. Pero hay algo más. ¿Qué es? Se esconde en las reverberaciones de tu cabeza, en las imagenes y ruidos entrecortados que te vienen a la memoria, y que repites una y otra vez, buscando el matiz, buscando la clave...
Te fascina en esta película algo que siempre te subyuga: la mezcla entre la realidad y la ficción. Sí, ahí hemos dado con algo.
El saben aquel de un hombre de crogmañon y su pareja que están celebrando su matrimonio, allá por la zona de Albacete, y una vez concluido el rito, felizmente, la mujer se gira hacia el hombre y le dice...
- Cariño, dime algo que no me hayas dicho nunca.
Y el hombre le responde...
- Motocicleta.
Es difícil decir cosas nunca dichas de esta película, con críticas tan documentadas como las que aquí aparecen. Este escrito, por tanto, se intuye que quedará enterrado en la inmensidad de esta web. Sin embargo, el que suscribe acaba de ver la película por segunda vez y siente el deseo de escribir sobre ella para no darle el tostón a su esposa. Ante unas expectativas de éxito tan nulas, uno se puede permitir la libertad de escribir con cierta alegría, de contar chistes, pues probablemente, terminará siendo el único lector. Escribo pues para mí, y me digo lo siguiente:
Esta película se realizó entre los dos Padrinos. Ya lo sabías, ¿verdad, Uma? Claro, es el inicio de cinco de las críticas que acabas de leer sobre ella. Vamos a otra cosa.
Esta película, Uma, te fascina. Ya desde el inicio se hace una propuesta formal muy definida que la acota y la somete. Es una propuesta arriesgada, de un tiempo, los 70, con una generación de cineastas, que parecían despreciar los riesgos y se enfrentaban a ellos con valentía. No es una propuesta novedosa, hay que decirlo, otras películas tuvieron ese tempo, esa observación, ese silencio, pero aquí funciona a la perfección, y la ejecución es muy buena, porque tiene desparpajo y opera con libertad. No quiere copiar, sirve para contar alguna cosa, por tanto no es una formula gratuíta.
Esta película te fascina por eso, Uma, o... ¿o hay algo más? Sí, hay algo más... pero no alcanzas a verlo.
Esta película tiene un tratamiento sonoro magistral. Ya lo han dicho otros, Uma, pero vale la pena incidir en ese punto. El uso reiterado de las convesaciones es un elemento de suspense efectivo. Su edición es muy precisa, tiene que serlo, o la película se va al traste. Esos aparatos son casi un personaje secundario más, una especie de "garganta profunda" que va soltando detalles, aportando datos. La "filmación" del sonido está resuelta con gran brillantez, no como un arreglo para salvar un problema, sino como un elemento más de fascinación.
El sonido, y la imagen que éste toma ante nuestros ojos, te fascina, Uma. Pero hay algo más. ¿Qué es? Se esconde en las reverberaciones de tu cabeza, en las imagenes y ruidos entrecortados que te vienen a la memoria, y que repites una y otra vez, buscando el matiz, buscando la clave...
Te fascina en esta película algo que siempre te subyuga: la mezcla entre la realidad y la ficción. Sí, ahí hemos dado con algo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Realidad y ficción. Nuestro personaje escucha algo gravado. Es real, pero de ello se desprende una hipótesis, una fabulación humana, una ficción o un sueño, quien sabe. En "Blow Up" iba de sueños, aquí entran otros factores, otras neuras. En la parte final, cuando nuestro hombre entra en acción, cuando deja de ser espectador para convertirse en actor, la dirección de Coppola es tan eficaz en el uso de la imagen, de los detalles, de los espacios, de los sonidos, del montaje, que consigue fabricar un espacio/tiempo "ondulado", deformado a su antojo como deforman los espejos de las ferias. Ambiguedad para crear un misterio nuevo, distorsionar la película y terminar de meternos en la cabeza de nuestro protagonista. La empatía es ahí máxima, intima, y con ello, con esa paranoia que se desmarca de la simple trama de misterio, la película gana dimensiones y alcanza su cénit, porque ya estamos dentro de la cabeza de un hombre obsesivo, cargado de sentimientos de culpa, profundamente transtornado. Esas secuencias te fascinan, Uma. No puede haber nada más, nada puede superarlas... ¿O lo hay?
Sí, lo hay. Rebobina, escucha otra vez... ¡echa al perro que no te deja concentrar! Rebobina... busca la esencia, siempre la esencia. ¿Lo tienes?
¿Cual es la esencia, Uma? ¿Qué tiene esta conversación que la hace distinta? ¿Por que de algo anodino surge la fascinación? ¿Por qué tiene esta peli este ritmo, entre fatigoso e histérico? ¿Por qué es tan circunspecta? ¿Por que confunde realidad y ficción? ¿Por qué...? ¡No lo ves Uma! ¡No lo ves!
¡Claro! ¡Ya lo tengo!
¡Harry Caul!
Eso te fascina Uma. Porque, como pocas, ésta es una película de personaje, aunque la construcción formal lo disimula y te ha despistado. Ahora lo ves. Nos han sentado en una butaca que está en la cabeza de Harry Caul. La conversación esconde algo, porqué Harry lo intuye, lo husmea. Harry es un hombre silencioso, que solo sabe escuchar. Se abraza a su chica sin quitarse el impermeable. No habla, no le cae bien la gente, es circunspecto, ... todo lo que puede decirse de esta película, son a la vez características de nuestro héroe. El sentimiento de culpa transtorna, distorsiona la realidad. La del personaje, y la tuya Uma, que no sabes si ha ocurrido o no alguna cosa en ese impoluto cuarto de baño.
Ya lo tienes, ya puedes estar tranquilo, Uma. Harry Caul. Esa es la clave. Y Gene Hackman lo borda. Sin su interpretación esta película no te hubiera fascinado. Gracias Gene. Gracias Francis, aunque la peli tiene detalles mejorables, como la trama, que nos saca del sueño con brusquedad y se nos queda alguna cosa por el camino, aunque luego, debes reconocerlo, Uma, la secuencia final es una maravilla, porque la imagen vuelve a ser lo que ha sido siempre: la cabeza de Harry Caul.
Bueno, Uma, ya has tenido suficiente por hoy. Saludos a los despistados que den con este texto, y aplausos a su curiosidad.
Solo una cosa más: MOTOCICLETA.
Sí, lo hay. Rebobina, escucha otra vez... ¡echa al perro que no te deja concentrar! Rebobina... busca la esencia, siempre la esencia. ¿Lo tienes?
¿Cual es la esencia, Uma? ¿Qué tiene esta conversación que la hace distinta? ¿Por que de algo anodino surge la fascinación? ¿Por qué tiene esta peli este ritmo, entre fatigoso e histérico? ¿Por qué es tan circunspecta? ¿Por que confunde realidad y ficción? ¿Por qué...? ¡No lo ves Uma! ¡No lo ves!
¡Claro! ¡Ya lo tengo!
¡Harry Caul!
Eso te fascina Uma. Porque, como pocas, ésta es una película de personaje, aunque la construcción formal lo disimula y te ha despistado. Ahora lo ves. Nos han sentado en una butaca que está en la cabeza de Harry Caul. La conversación esconde algo, porqué Harry lo intuye, lo husmea. Harry es un hombre silencioso, que solo sabe escuchar. Se abraza a su chica sin quitarse el impermeable. No habla, no le cae bien la gente, es circunspecto, ... todo lo que puede decirse de esta película, son a la vez características de nuestro héroe. El sentimiento de culpa transtorna, distorsiona la realidad. La del personaje, y la tuya Uma, que no sabes si ha ocurrido o no alguna cosa en ese impoluto cuarto de baño.
Ya lo tienes, ya puedes estar tranquilo, Uma. Harry Caul. Esa es la clave. Y Gene Hackman lo borda. Sin su interpretación esta película no te hubiera fascinado. Gracias Gene. Gracias Francis, aunque la peli tiene detalles mejorables, como la trama, que nos saca del sueño con brusquedad y se nos queda alguna cosa por el camino, aunque luego, debes reconocerlo, Uma, la secuencia final es una maravilla, porque la imagen vuelve a ser lo que ha sido siempre: la cabeza de Harry Caul.
Bueno, Uma, ya has tenido suficiente por hoy. Saludos a los despistados que den con este texto, y aplausos a su curiosidad.
Solo una cosa más: MOTOCICLETA.
8
13 de julio de 2010
13 de julio de 2010
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
El vientre del hombre (o mujer) es el termómetro de su estado emocional. En él se manifiestan sus contradicciones. Así lo quiere Greenaway, con esa premisa plantea esta película. Una metáfora certera y cinematográficamente útil. Las entrañas de este arquitecto, desquiciado por un lado por sus pasiones y por otro por las intrigas terrenales, se consumen en Roma, el campo de batalla donde sus conflictos tienen terreno abonado para tomar una dimensión letal.
Boullé toma condición de mito, y en un contexto corrupto, esa pasión se ve acechada y mancillada. Arte y mediocridad, belleza y fealdad, pureza y corrupción. La batalla se plantea en un vientre, y es fácil adivinar quien vencerá y quien resultará derrotado sin ninguna piedad.
¡Lo bello es tan efímero en manos de nosotros los terrícolas, que llenamos la vida de intrigas y bajezas! No queda nada al final de la esencia, o muy poco, porque son los terrícolas los que terminan haciendo bandera de palabras que ellos mismos han convertido en huecas. Ahí está el cinismo de nuestra civilización de masas. No hay victoria posible.
Esta es una película política. Una denuncia en toda regla. Muy poco esperanzadora, porque la realidad es también muy poco esperanzadora. Un cancer pudre las cosas bellas para aprovecharse de ellas, como pudre el vientre de un pobre arquitecto.
Ya lo sabíamos, pero a veces lo olvidamos, nos olvidamos de que somos grandes consumidores de mentiras.
Pero... queda algo en este demoledor panorama: los mitos, los Boullé, los arquitectos vencidos que pasarán a ser mitos. Las pasiones.
Nadie puede dominar las ideas, los sueños, las pasiones puras, porque siempre hay alguien que recoge del suelo su bandera, aunque sea para morir por ello. La batalla, pues, sigue, aunque sepamos que la perderemos una vez tras otra.
Boullé toma condición de mito, y en un contexto corrupto, esa pasión se ve acechada y mancillada. Arte y mediocridad, belleza y fealdad, pureza y corrupción. La batalla se plantea en un vientre, y es fácil adivinar quien vencerá y quien resultará derrotado sin ninguna piedad.
¡Lo bello es tan efímero en manos de nosotros los terrícolas, que llenamos la vida de intrigas y bajezas! No queda nada al final de la esencia, o muy poco, porque son los terrícolas los que terminan haciendo bandera de palabras que ellos mismos han convertido en huecas. Ahí está el cinismo de nuestra civilización de masas. No hay victoria posible.
Esta es una película política. Una denuncia en toda regla. Muy poco esperanzadora, porque la realidad es también muy poco esperanzadora. Un cancer pudre las cosas bellas para aprovecharse de ellas, como pudre el vientre de un pobre arquitecto.
Ya lo sabíamos, pero a veces lo olvidamos, nos olvidamos de que somos grandes consumidores de mentiras.
Pero... queda algo en este demoledor panorama: los mitos, los Boullé, los arquitectos vencidos que pasarán a ser mitos. Las pasiones.
Nadie puede dominar las ideas, los sueños, las pasiones puras, porque siempre hay alguien que recoge del suelo su bandera, aunque sea para morir por ello. La batalla, pues, sigue, aunque sepamos que la perderemos una vez tras otra.
7
18 de enero de 2011
18 de enero de 2011
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hemos vivido unos años en los que el cine realista había desarrollado un estilo muy determinado al que se ha apuntado todo aquel director que se precie de estar a la vanguardia, en la cresta misma de la ola. Cámaras frenéticas, planos subjetivos enloquecidos, ausencia de límites en el contenido de las imagenes, con lo que nos hemos puesto las botas con sexo y violencia hasta salirnos por las orejas. Eso, ya está, ya lo tenemos: la cámara sin trípode y en manos de un operador con parkinson ES el realismo. Pues yo andaba ya un poco hastiado de tanto mareo, y de un cine tan ansioso por sorprender que al final ha terminado por ser previsible.
Me pareció muy interesante una película del año pasado llamada Ajami, una película con afan realista que formalmente se limitaba a mostrar los hechos, sin volver loco al espectador. La película termina siendo cruda y creíble. De Dioses y Hombres se afilia en esta línea. Puede que estemos ante un nuevo estilo de cine realista, donde es más importante lo que ocurre dentro del encuadre que la forma que se da a ese encuadre.
De Dioses y Hombres es una película realista y cruda. Está narrada a un ritmo pausado, sin prisas. La puesta en escena está depurada al máximo, se guía por la austeridad, no solo en aquello que muestra, sino en como lo muestra. No hay más planos que los imprescindibles para mostrar lo que está contando, ni uno más. Y de ese modo, la cámara, desaparece y el espectador viaja al interior de la película.
La primera parte se hace casi aburrida, se puede llegar a pensar que es innecesaria tanta rutina. El dispensario, el huerto, la comida, los oficios... La película no empieza nunca. ¿Estamos en un documental? He leído en otras críticas que tanta lentitud hace daño a la película. Discrepo de ello. La primera parte es un elemento imprescindible para que funcione la segunda parte, es su única razón de ser. Sin ese ritmo lento inicial, el desenlace no tendría la potencia que tiene.
En la segunda parte, la película no acelera su ritmo. Lo que crece exponencialmente es la tensión dramática. Y es precisamente la pausa con la que ocurren los acontecimientos, en la cual ya estamos metidos, la que genera esa tensión. Es una brillante ejecución por parte de Xavier Beauvois, que demuestra que domina a la perfección los mecanismos para narrar una historia.
La violencia está implícita en las imagenes austeras. Y pongo como ejemplo, sin desvelar, una secuencia que a juicio del que suscribe, es sencillamente genial: mientras los monjes rezan en la capilla, un helicoptero sobrevuela el monasterio. El ruido en la callada hora de la oración, resulta aterrador. No hace falta nada más. Toda la película, conceptualmente, está fabricada para que momentos como el que acabo de describir funcionen.
(Sigo sin desvelar)
Me pareció muy interesante una película del año pasado llamada Ajami, una película con afan realista que formalmente se limitaba a mostrar los hechos, sin volver loco al espectador. La película termina siendo cruda y creíble. De Dioses y Hombres se afilia en esta línea. Puede que estemos ante un nuevo estilo de cine realista, donde es más importante lo que ocurre dentro del encuadre que la forma que se da a ese encuadre.
De Dioses y Hombres es una película realista y cruda. Está narrada a un ritmo pausado, sin prisas. La puesta en escena está depurada al máximo, se guía por la austeridad, no solo en aquello que muestra, sino en como lo muestra. No hay más planos que los imprescindibles para mostrar lo que está contando, ni uno más. Y de ese modo, la cámara, desaparece y el espectador viaja al interior de la película.
La primera parte se hace casi aburrida, se puede llegar a pensar que es innecesaria tanta rutina. El dispensario, el huerto, la comida, los oficios... La película no empieza nunca. ¿Estamos en un documental? He leído en otras críticas que tanta lentitud hace daño a la película. Discrepo de ello. La primera parte es un elemento imprescindible para que funcione la segunda parte, es su única razón de ser. Sin ese ritmo lento inicial, el desenlace no tendría la potencia que tiene.
En la segunda parte, la película no acelera su ritmo. Lo que crece exponencialmente es la tensión dramática. Y es precisamente la pausa con la que ocurren los acontecimientos, en la cual ya estamos metidos, la que genera esa tensión. Es una brillante ejecución por parte de Xavier Beauvois, que demuestra que domina a la perfección los mecanismos para narrar una historia.
La violencia está implícita en las imagenes austeras. Y pongo como ejemplo, sin desvelar, una secuencia que a juicio del que suscribe, es sencillamente genial: mientras los monjes rezan en la capilla, un helicoptero sobrevuela el monasterio. El ruido en la callada hora de la oración, resulta aterrador. No hace falta nada más. Toda la película, conceptualmente, está fabricada para que momentos como el que acabo de describir funcionen.
(Sigo sin desvelar)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Concepto, estilo, ritmo, todo está al servicio de una cosa: los personajes. No puede ser de otro modo. Esto tan sencillo, tan elemental, no siempre es tan diáfano para muchos directores. A veces uno piensa que es la excepción, cuando debería ser la esencia. Beauvois aquí lo tiene muy claro. Aunque inicialmente no lo parezca, es una película coral, que narra el proceso interior de ocho seres ante unos acontecimientos extremos. Esa coralidad es un acierto, porque le da mayores dimensiones a la película, ofrece un analisis más amplio y complejo sobre lo que trata de contar y aquello sobre lo que se cuestiona, que no es otra cosa que el sentido de la vida, el apego a la misma, los valores que la hacen valiosa. Y lo más interesante es que como resultado del análisis, observamos que no existe una respuesta única que valga para todos. Cada individuo obtiene sus propias respuestas.
No está tan claro que exista un bien y un mal, un camino correcto y otro incorrecto, una decisión acertada y otra erronea. ¿Por qué? Pues porque somos nosotros mismos quienes mandamos sobre nuestra vida, somos la máxima autoridad, la única a la que debemos rendir cuentas. Pequeños Dioses.
No está tan claro que exista un bien y un mal, un camino correcto y otro incorrecto, una decisión acertada y otra erronea. ¿Por qué? Pues porque somos nosotros mismos quienes mandamos sobre nuestra vida, somos la máxima autoridad, la única a la que debemos rendir cuentas. Pequeños Dioses.
2
11 de marzo de 2010
11 de marzo de 2010
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Negro Buenos Aires es un ejemplo de cómo se desaprovecha el dinero en el cine español. Ramon Térmens, por alguna razón que se me escapa, consigue un presupuesto generoso con el que consigue una buena fotografía, un buen montaje, una ambientación remarcable, unas interpretaciones decentes, y un rábano de película (como diría Jonathan Shields). Como siempre, el dinero no hace la felicidad, y en el cine menos que en ninguna otra parte. Si el guión se te desmonta a diestro y siniestro, si no pasas de encadenar paranoias propias solo porque te molan (aunque estén bien filmadas), si tus diálogos son topicazos, si tus personajes no tienen equilibrio, si la historia es un juego intrascendente tan oscuro que te pierdes, etc, etc, etc, terminas con una película de chavales, de hijos de un mundo de estética, de video-clips y de playstations. Los chavales se piensan que lo saben todo, que descubren sant grilá con todo lo que hacen. Los hay maduros, también es verdad, pero no es el caso. Térmens tiene un buen sentido estético, consigue unos buenos encuadres y crea una atmosfera con potencial. Una buena factura formal, en definitiva, pero un gran vacío detrás. Mal vamos si los nuevos cineastas no saben ver más allá de los video-clips. Una historia tiene que ser bien contada, tiene que interesar, enamorar, emocionar, tiene que llevar a alguna parte, y conectar con la gente, dejando a un lado "las paranoias que me molan". Ya sea hecha con muchos millones o con cuatro cuartos.
Hay talento en este país, no tengo ninguna duda. ¿Pero, dónde demonios está? Quizás es culpa de los productores, que no apuestan por las ideas nuevas, sino sólo por las trilladas, como si eso les garantizara el éxito, cuando lo que suele pasar es que se fabrica un rábano. Lo siento por Ramon Térmens, que es medio paisano mío. Pero las cosas son como son. Creo que tiene potencial, pero le falta mucha madurez, y saber qué es lo que busca y lo que quiere explicar. Si un día hace un peliculón me alegraré más que nadie.
Hay talento en este país, no tengo ninguna duda. ¿Pero, dónde demonios está? Quizás es culpa de los productores, que no apuestan por las ideas nuevas, sino sólo por las trilladas, como si eso les garantizara el éxito, cuando lo que suele pasar es que se fabrica un rábano. Lo siento por Ramon Térmens, que es medio paisano mío. Pero las cosas son como son. Creo que tiene potencial, pero le falta mucha madurez, y saber qué es lo que busca y lo que quiere explicar. Si un día hace un peliculón me alegraré más que nadie.
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