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Críticas 222
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
24 de julio de 2019
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jack Garfein, solo rodó dos películas, "The strange one (El extraño)" y "Algo salvaje". En ambas tuvo problemas con los productores y con el Código Hays, que establecía los límites "morales" que no debían traspasar las películas en Estados Unidos, bien fuera una cuestión de destape, o un hecho que molestara a los bienpensantes, o algo que se saltara la discriminación racial: como la presencia de actores negros.

Garfein era un superviviente de los campos de exterminio nazis. En concreto del campo de Bergen-Belsen. Una vez establecido en Estados Unidos, desarrolló una reconocida carrera como director teatral, y colaboró en el Actors Studio. Conocidos autores (Becket, O'Neill, Arthur Miller...), fueron adaptados a la escena por Garfein. A la vez, fue profesor de actores y actrices de sobra conocidos: Sissy Spacek, Irène Jacob...

El 1957 rodó "The strange one (El extraño)", película en la que tuvo sus primeros problemas con la producción y con el denominado código Hays: introdujo a un grupo de actores afroamaericanos, contraviniendo las políticas de segregación racial vigentes en ese momento.

En 1961 rodó "Algo salvaje", su segundo y último largometraje. Adaptación de la novela "Mary Ann", de Alex Karmel, con fotografía de Eugen Schüfftan (Metrópolis), y música de Aaron Copland. Descrita por el autor como un viaje espiritual, cuenta la historia de una estudiante (Carrol Baker), que al regreso de la universidad, es salvajemente violada. Las secuencias son todo lo explícitas que podían serlo en la época y tienen una enorme fuerza.

Ante la imposibilidad de contar esta agresión a su madre (ni a la policía), decide "desparecer". Abandona la casa materna y alquila una habitación en el Bronx. Es aquí donde conoce a otro ser solitario, desclasado y alcohólico (Ralph Meeker). Con él Mary Ann pasará de ser salvada a un encierro forzoso en el apartamento de su salvador. El personaje de Meeker quiere tomar como rehén a la persona que ha salvado del suicidio para que, a la vez, le salve de su soledad y de la ruina que es su vida. Son secuencias muy bien rodadas, pues trasmiten toda la angustia del encierro, de la necesidad de la huida, y con una violencia larvada que explota en algunas escenas.

Ese viaje espiritual del que habla Garfein pude ser interpretado como la metáfora de un superviviente de los campos: la imposibilidad de contar algo que no debía haber ocurrido, el encierro en sí mismo ante la falta de comprensión del mundo... Pero también como la metáfora de que solo la libertad puede hacernos mejores (Camus)...

Una fotografía impecable, una partitura de Coplan que subraya las disonancias, y una gran actuación de Carrol Baker (pareja del director), y de Ralph Meeker, contribuyen a "materializar" ese viaje espiritual, esta metáfora cinematográfica sobre "lo que no puede ser contado" y sobre la libertad como condición para liberarnos de nuestros miedos.

Para apreciar todas las claves es preciso ver la película. No se la pierdan. Es un tesoro escondido.
14 de noviembre de 2022
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
De Tarik Sale habíamos visto en la Seminci “The Nile Hilton Incident”, transmutada en España en “El Cairo confidencial”, como guiño estrambótico a otra excelente película. Tarik Saleh, sueco, hijo de una familia originaria de Egipto, hace género policial, criminal, noir, o thriller, como se denomina ahora a casi todo. Es “Boy from Heaven”, por tanto un thriller con intriga y asesinatos, policías y perseguidos. La particularidad es que Tarik Saleh lleva estos elementos de género al Egipto actual, introduciendo de paso una crítica contundente al sistema cerrado del país, tanto a la dictadura militar como al aparato religioso suní. El director, en la presentación de la película, contó que su inspiración para realizarla había sido “El nombre de la rosa” de Umberto Eco, pero trasladando esa idea argumental a la actualidad y al mundo musulmán.

Adam es hijo de un pescador del delta del Nilo cuya opción, casi única para no seguir siendo pescador como su padre, es conseguir una beca para la Universidad de Al-Azhar de El Cairo. Una universidad muy antigua, tan antigua que su “plan de estudios” sigue siendo la del Medievo (en términos occidentales). Como alumno Adam tendrá la mala suerte de ser captado por los servicios de seguridad egipcios como informante en la lucha entre el gobierno militar y la jerarquía suní que tiene que nombrar al nuevo rector de la universidad y, por tanto, la mayor autoridad en esa rama del Islam.

Como todo buen thriller nos tiene pegados a la butaca dos horas y consigue que sigamos la intriga sin muchas dificultades hasta el momento final. El sistema corrupto, violento y sin escrúpulos instalado en Egipto queda retratado en toda su crudeza, sin maniqueísmo y con un conjunto de actores excelentes. La película no ha podido ser rodada en Egipto, como es obvio, y el patio y la mezquina que pasan por Al-Azhar han sido sustituidos por mezquita Süleymaniye de Estambul.

Me gustó “El Cairo confidencial”, película sobrevalorada para algunos, y me ha gustado este “Boy from Heaven”, pendiente de cómo la titularán en España. Tarik Saleh no es Costa Gavras, ni mucho menos, pero se atreve a contarnos la miseria política, religiosa y moral del las élites del país de origen de sus antepasados. No está nada mal.
31 de octubre de 2021
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta historia de amor y de deseo entre una chica y un chico, hijos de la emigración magrebí (Argelia y Túnez) a Francia, está contada por Leyla Bouzid con una enorme delicadeza. La chica ejerce cosas tan sencillas como manifestar su amor y su deseo, y tomar la iniciativa contra los prejuicios y tabúes de su enamorado y de sus familias. Hay un conflicto generado por el machismo, por los prejuicios del chaval que no asume ese autonomía del deseo en una mujer, esa emancipación ejercida en libertad por ella.

Hay un camino de aprendizaje, de desavenencias, de reencuentros, que la directora nos cuenta con mucho tino y mucho cariño por sus personajes.

La ruptura de esos prejuicios, de esos tabúes que encierran en jaulas mentales a tantos hombres y mujeres, es una necesidad absoluta para lograr no solo vivir en libertad, sino para desarrollar la posibilidad de la felicidad personal.
7 de marzo de 2021
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Motín" ("Mutiny"), de Edward Dmytryk es una película que desarrolla un episodio imaginario durante la Guerra anglo-estadounidense de 1812 (1812-1815). Como consecuencia del bloqueo británico al comercio y a la navegación estadounidense, el Gobierno norteamericano encarga a un capitán, encarnado por Mark Stevens, que burle el bloqueo naval y navegue hasta El Havre, en Francia, donde embarcará un importante cargamento de oro. Fundamental para seguir financiando la guerra.
El capitán contará para esta expedición, como primer oficial, con un experimentado marino, caído en desgracia, y que está locamente enamorado de una dama que vive en Francia. Motivo que le estimula a participar en la expedición.
Con estos mimbres, el guion de Philip Yordan y Sidney Hamon, encadena una película de aventuras marineras y bélicas de cierta entidad: el bloqueo burlado, por ejemplo. A partir de aquí lo que importa son los caracteres de los personajes, y las motivaciones que los empujan. Los personajes principales, como son el capitán o el primer oficial, están bien construidos, destacando las ambigüedades del este último. Es de destacar, igualmente, el personaje de Angela Lansbury, ejemplo de mujer "fatal" guiada por sus intereses crematísticos, bien interpretada por la actriz, aunque en un papel un tanto plano y prejuicioso. Pero también son de destacar un puñado de marineros, bien caracterizados, que enterados del cargamento, planean lo que anuncia el título del film.
El final vuelve a ser puro cine de aventuras bélicas, en las que se recata un episodio de esta guerra, como fue la intervención de uno de los primeros submarinos. En este caso con éxito.

La película está lastrada no tanto por sus licencias marineras o de ingeniería, sino por su corta duración. Lo cual no permite desarrollar mejor el argumento, con más amplitud, bien armado en su esencia, y dirigido con el oficio habitual por Dmytryk.

Entretenido en todo caso y con suficiente calidad para que merezca ser visto.
14 de noviembre de 2022
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pierre Anthon, enfadado por los escasos estímulos para encontrar sentido a la vida que le proporcionan en el instituto (y en su casa) se encarama a un árbol cual barón rampante de Italo Calvino. Sus compañeros se conjuran para intentar que Pierre Anthon descienda del árbol sacrificando cada uno sus pertenencias más valiosas: algo que decidirá no el interesado sino otra persona. Cada una de esas pertenencias irá construyendo una especie de instalación, utilizando un término del mundo del arte.

La dinámica en la que entran estos chicos sacrificando lo más valioso de sus pertenencias o partes de sus cuerpos, me trae recuerdos de “El señor de las moscas”, de William Golding que retrata un proceso de “salvajización” de unos niños cuando las normas de la civilización desaparecen. Los chicos de “Nada” roban un Cristo o una bandera, pero también sacrifican un virgo o un dedo. Las dinámicas destructivas solo pueden ir a más hasta la hecatombe final.

Reconociendo de partida lo interesante del planteamiento sobre el sentido de la vida en la adolescencia, que la puesta en escena es correcta y que las interpretaciones de las jóvenes actrices y de los actores es brillante, debo reconocer también que choqué frontalmente con la película desde la misma línea de salida. El título del film es muy acertado (“Nada, Nothing, Intet”), pues de nihilismo hablamos, pero la deriva que adquiere ese nihilismo en la película no está tratado, en mi opinión, con rigor (y menos con humor, como en Golding), sino como en una película de género con toques gore. Para que la película fuera verosímil, los pasos hacia ese mayor delirio en el que caen los adolescentes, deberían haber sido otros. Y si la opción era haber hecho una película de género, sobraba la apuesta tipo “Dogma” en su puesta en escena.

En todo caso, el debate el debate está abierto y las opiniones enfrentadas por lo que escuche en su proyección y leo ahora.
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