El primer capítulo de “La casa de papel” me impresionó por la buena realización, el argumento y la coherencia que mostraba. Reconozco que en los que siguieron esa coherencia se fue perdiendo a marchas forzadas y algunas tramas resultan absurdas y nada creíbles, pero por encima de todo ello he de admitir que es una serie con la que disfruto. Cierto que presenta muchos puntos que chirrían, cierto que los personajes hacen locuras cuando menos te lo esperas y que ni siquiera parecen poseer las personalidades adecuadas para las ambiciosas empresas que se plantean, pero el envoltorio es lujoso, es una serie muy bien rodada, y esos personajes tan cuestionables te generan empatía, les tomas cariño y quieres saber que será de sus azarosas vidas. ¡Qué más se puede pedir hoy en día! Casi todo imita algo que se ha hecho antes y casi ninguna obra de ficción soporta un análisis lógico demasiado riguroso. Entonces, aunque a menudo tengo que marginar al espectador crítico que llevo dentro, me quedo con el placer que me produce ver esta serie espectacular y sus locos y atractivos personajes.

Desde que se rodó Gravity parece que ha nacido un nuevo genero: la melancolía espacial. Yo soy fan de la ciencia ficción y no me podía perder este film, no del todo desdeñable. Las actuaciones son correctas, y es que cuenta con un excelente reparto, las imágenes interesantes, y transmite cierta intriga y desasosiego. Pero en definitiva, acaba siendo una divagación sobre el amor que nada aporta, a pesar de la araña terapeuta, y toda la parafernalia espacial y mística se desmorona bajo el plúmbeo peso de una pobre trama sentimental. Al final, no queda más que vacua pomposidad.

Pretende ser una película inspiradora: el talento, el esfuerzo, la tenacidad y el sacrificio que se sobreponen a un origen humilde y la condición de inmigrante. También se esfuerzan los actores y la directora, que mima cada escena con cariño. El problema es que resulta ser un petardo, lleno de tópicos, totalmente previsible, repleto de escenas ñoñas y sentimentaloides, carente de la más mínima crítica social, y con una irritante vocación aleccionadora. Una reedición del sueño americano si drama ni chispa ni sorpresa. En fin, puro aburrimiento de principio a fin, más te vale tener cerca el móvil para entretenerte un rato mientras la dejas correr.

En efecto, es una comedia con fondo y que aporta un disfrute muy digno. Hay cierta reflexión social sin caer en el maniqueísmo, cosa tan frecuente y pueril en el cine con pretensiones de crítica social. En muchos momentos es inevitable simpatizar con este buen patrón, excelentemente encarnado por Bardem, que busca el mayor éxito posible para su empresa y al mismo tiempo mantener la paz y el bienestar de sus trabajadores (aunque solo sea de forma utilitarista). La comicidad del film no deriva de meras payasadas de los personajes, como en tantas torpes comedias, sino de situaciones razonablemente creíbles que se le escapan de las manos al controlador empresario. Me encanta este personaje del patrón, tan sobrio y comedido, afrontando con paciencia las adversidades mientras por dentro se siente cada vez más saturado, hasta el punto de tomar decisiones más que cuestionables. El elenco que rodea a Bardem es de igual modo elogiable, con interpretaciones creíbles y roles muy bien elaborados.