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Serie

2,2
1.811
1
16 de septiembre de 2009
16 de septiembre de 2009
19 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esto de las series españolas funciona igual que la usual vorágine y ansia de conocimiento que profesa un españolito medio después de haber hecho el zángano durante todas sus vacaciones de verano, en las que se ha limitado a atocinarse, dejando que los días pasen lentamente viendo la telemierda, aguantando playeos insoportables con más gente que en la hora punta del metro y viendo los interesantísimos partidos de pretemporada de fútbol.
Pues bien. Este españolito medio reconoce ensu vuelta al trabajo, en pleno síndrome postvacacional, que necesita redimirse de su vagancia aprendiendo algo, y empieza a coleccionar fascículos de bichos disecados, rompecabezas de ineligencia, novelas de Asimov o variedades de lámparas de Aladino; decide apuntarse a un gimnasio al que nunca irá, o va a cursillos sobre el yoga tántrico o a alguna clase de inglés a chapurrear palabrotas para intentar ligarse a su vecina extranjera.
Les suena esto, ¿verdad?
Pues lo mismo pasa con los creadores de casi todas las series españolas. Algún jerifalte les dice a los creativos que busquen un producto vendible, y esta pléyade de mentes pensadoras, que no es capaz ni de sumar dos + dos sin sufrir un cortocircuito cerebral; decide parir una horrorosa mierda sin sentido en la que se limitan a fichar a personajes de la farándula, a graznadores de Operación Truño, a alguna presentadora de concursos y a alguna vieja gloria seguramente embaucada; y meterlas de cabeza en un cóctel de episodios sin sentido alguno y lleno de estupideces intolerables y lamentables, que seguramente habrían ido a parar al cubo de la basura si no fuese porque ya estaba lleno de las revistas de tetas que leían durante sus horas de trabajo los pajilleros de los guionistas.
"La sopa boba" es otro motivo más para mandar a la mierda a todos los creadores televisivos que se piensan que somos idiotas de nacimiento. Y lo peor es que esta gente no tiene visos de cambiar en milenios. Sólo hacen algo aceptable cuando se equivocan o cuando es el becario de prácticas el que escribe los guiones.
¿Hasta cuándo va a durar esta tortura? ¿Se hará algún día realidad mi deseo de que se declaren anticonstitucionales las mierdas revenidas con las que nos obsequian casi todos los cineastas y "seriastas" españoles?
Pues bien. Este españolito medio reconoce ensu vuelta al trabajo, en pleno síndrome postvacacional, que necesita redimirse de su vagancia aprendiendo algo, y empieza a coleccionar fascículos de bichos disecados, rompecabezas de ineligencia, novelas de Asimov o variedades de lámparas de Aladino; decide apuntarse a un gimnasio al que nunca irá, o va a cursillos sobre el yoga tántrico o a alguna clase de inglés a chapurrear palabrotas para intentar ligarse a su vecina extranjera.
Les suena esto, ¿verdad?
Pues lo mismo pasa con los creadores de casi todas las series españolas. Algún jerifalte les dice a los creativos que busquen un producto vendible, y esta pléyade de mentes pensadoras, que no es capaz ni de sumar dos + dos sin sufrir un cortocircuito cerebral; decide parir una horrorosa mierda sin sentido en la que se limitan a fichar a personajes de la farándula, a graznadores de Operación Truño, a alguna presentadora de concursos y a alguna vieja gloria seguramente embaucada; y meterlas de cabeza en un cóctel de episodios sin sentido alguno y lleno de estupideces intolerables y lamentables, que seguramente habrían ido a parar al cubo de la basura si no fuese porque ya estaba lleno de las revistas de tetas que leían durante sus horas de trabajo los pajilleros de los guionistas.
"La sopa boba" es otro motivo más para mandar a la mierda a todos los creadores televisivos que se piensan que somos idiotas de nacimiento. Y lo peor es que esta gente no tiene visos de cambiar en milenios. Sólo hacen algo aceptable cuando se equivocan o cuando es el becario de prácticas el que escribe los guiones.
¿Hasta cuándo va a durar esta tortura? ¿Se hará algún día realidad mi deseo de que se declaren anticonstitucionales las mierdas revenidas con las que nos obsequian casi todos los cineastas y "seriastas" españoles?

7,9
35.041
10
15 de febrero de 2008
15 de febrero de 2008
18 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
No necesito guías turísticos para la ciudad eterna. Las tres veces que he visitado esta irrepetible ciudad he seguido los pasos de Audrey Hepburn, Gregory Peck y Eddie Albert y he comprendido perfectamente en qué consiste la magia del cine en su máximo esplendor. Sólo me ha quedado descubrir cómo se entraba al apartamento de Joe desde esa escondida Via Margutta, muy cerca de la Piazza del Popolo...
Sí, ya sé que todo es un truco. Sí, ya sé que sólo es una historia de amor. Pero yo me he enamorado locamente de Roma. Gracias, Billy. Gracias, Audrey. Gracias, Gregory. Y gracias, Eddie.
Sí, ya sé que todo es un truco. Sí, ya sé que sólo es una historia de amor. Pero yo me he enamorado locamente de Roma. Gracias, Billy. Gracias, Audrey. Gracias, Gregory. Y gracias, Eddie.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Vacaciones en Roma contiene una selección de las escenas más memorables del cine romántico y cómico:
- El cambio de la moldura del megacuarto de palacio por el calentador del apartamento de Peck.
- La excusa enrevesada de Gregory Peck a su jefe por haberse quedado dormido.
- La escena del cambio de la princesa dormida de la cama de Peck al diván.
- Los comentarios del casero de Peck. Intervenciones breves, pero descacharrantes.
- La payasada de Gregory Peck en la boca de la verdad
- El mechero multiusos de Eddie Albert.
- El periodista con una sandía le intenta coger la cámara a un infante.
- Eddie Albert practicando la pesca en su casa de una manera peculiar
- El peluquero repeinando a Audrey en pleno baile.
- La despedida desgarradora de la princesa y el periodista. Destacar que a la primera no le hizo nunca falta confesarse, uno de los sublimes aciertos del filme.
- El genial colofón: el desfile de los periodistas y la lealtad de Peck y Albert con Audrey.
- El cambio de la moldura del megacuarto de palacio por el calentador del apartamento de Peck.
- La excusa enrevesada de Gregory Peck a su jefe por haberse quedado dormido.
- La escena del cambio de la princesa dormida de la cama de Peck al diván.
- Los comentarios del casero de Peck. Intervenciones breves, pero descacharrantes.
- La payasada de Gregory Peck en la boca de la verdad
- El mechero multiusos de Eddie Albert.
- El periodista con una sandía le intenta coger la cámara a un infante.
- Eddie Albert practicando la pesca en su casa de una manera peculiar
- El peluquero repeinando a Audrey en pleno baile.
- La despedida desgarradora de la princesa y el periodista. Destacar que a la primera no le hizo nunca falta confesarse, uno de los sublimes aciertos del filme.
- El genial colofón: el desfile de los periodistas y la lealtad de Peck y Albert con Audrey.

5,4
31.416
6
23 de septiembre de 2012
23 de septiembre de 2012
16 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando leí la sinopsis de la película, con la intención de escoger filme con el que ocupar el domingo tarde con sesión cinematográfica familiar, comenté en casa:
"Esta debe de ser una de las mierdas más grandes de la historia del cine. No he podido siquiera leer la sinopsis hasta el final."
Pero instintivamente sabía que había caído en la trampa. La expectativa de tener la oportunidad de visionar virgen una de las mayores mierdas de la historia fue demasiado.
Sí, me la tragué entera y con gusto. Aún estoy asombrado de la cantidad de paridas y de burradas por segundo que Sandler y sus secuaces pudieron meter. No hablaré de los cameos y las habituales referencias musicales presentes en las películas de Adam para preservar a los vírgenes de un momento inolvidable, comparable al que se siente al ver Austin Powers por primera vez.
Y sí, esta película me ha entretenido más que Casablanca. ¿Pasa algo?
"Esta debe de ser una de las mierdas más grandes de la historia del cine. No he podido siquiera leer la sinopsis hasta el final."
Pero instintivamente sabía que había caído en la trampa. La expectativa de tener la oportunidad de visionar virgen una de las mayores mierdas de la historia fue demasiado.
Sí, me la tragué entera y con gusto. Aún estoy asombrado de la cantidad de paridas y de burradas por segundo que Sandler y sus secuaces pudieron meter. No hablaré de los cameos y las habituales referencias musicales presentes en las películas de Adam para preservar a los vírgenes de un momento inolvidable, comparable al que se siente al ver Austin Powers por primera vez.
Y sí, esta película me ha entretenido más que Casablanca. ¿Pasa algo?

6,9
717
6
26 de diciembre de 2008
26 de diciembre de 2008
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
36 horas es un buen filme bélico con un planteamiento de base muy atractivo: La idea de que los nazis intenten sacar información sobre el aún desconocido desembarco de Normandía a un americano capturado en plena Segunda Guerra Mundial haciéndole creer que la guerra ha acabado, recreando a la perfección un hospital de ex-combatientes americano, haciendo a todos los alemanes hablar en inglés e incluso inventando los acontecimientos del periodo de presunta amnesia del capturado, es muy jugosa.
Lamentablemente este exquisito filón no es aprovechado al máximo, gracias a una serie de convencionalismos del guión que estropean gran parte del elemento sorpresa que debería ser protagonista absoluto. Tampoco se aprovecha lo más mínimo el factor del estado psicológico del engañado, absolutamente fundamental para entender muchas de sus reacciones. A pesar de estas dos grandes pegas, el filme entretiene y mucho, destacando la excepcional actuación de Werner Peters como el odioso nazi calvo y gordo, obsesionado con la practicidad de sus peculiares decisiones. James Garner, Eva Marie Saint (Con la muerte en sus talones) y Rod Taylor (Los pájaros) cumplen, pero tampoco mucho más.
Aviso para navegantes: esta película hay que verla en versión absolutamente original SIN SUBTÍTULOS. No puede ser que unos alemanes hablen en español cuando quieren hablar en inglés, y en español cuando quieren hablar en alemán (en la versión en lengua española, claro está). Vaya lío, con subtítulos incluido. Let's learn english. Lass mal Deutsch lernen.
Lamentablemente este exquisito filón no es aprovechado al máximo, gracias a una serie de convencionalismos del guión que estropean gran parte del elemento sorpresa que debería ser protagonista absoluto. Tampoco se aprovecha lo más mínimo el factor del estado psicológico del engañado, absolutamente fundamental para entender muchas de sus reacciones. A pesar de estas dos grandes pegas, el filme entretiene y mucho, destacando la excepcional actuación de Werner Peters como el odioso nazi calvo y gordo, obsesionado con la practicidad de sus peculiares decisiones. James Garner, Eva Marie Saint (Con la muerte en sus talones) y Rod Taylor (Los pájaros) cumplen, pero tampoco mucho más.
Aviso para navegantes: esta película hay que verla en versión absolutamente original SIN SUBTÍTULOS. No puede ser que unos alemanes hablen en español cuando quieren hablar en inglés, y en español cuando quieren hablar en alemán (en la versión en lengua española, claro está). Vaya lío, con subtítulos incluido. Let's learn english. Lass mal Deutsch lernen.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Demasiado pronto descubre el pastel el paciente-prisionero. Lo ideal hubiese sido mantener el suspense hasta el fin, con todo el mundo jugando al gato y el ratón. Aunque la jugarreta inesperada de Gerber (Rod Taylor) casi al final, adelantando el reloj, es un gran acierto...pero presupone que los prisioneros han perdido la noción del tiempo, cosa muy dudosa en tan reducido y acelerado transcurso de acontecimientos.
7
6 de agosto de 2008
6 de agosto de 2008
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Simpatiquísima parodia sobre el superhéroe Superman que caló hondo en esas maravillosas sobremesas de verano de 1984, cuando un servidor tenía unos once añitos solamente y con una gigantesca palmera de chocolate en la mano y la tripita llena después del almuerzo me disponía a seguir las aventuras de Ralph Hinkley, héroe por accidente, torpe hombre volador y corazón de oro.
Qué grande que era nuestra vida en la infancia, cuando se nos blindaba de preocupaciones y sólo nos teníamos que preocupar por estudiar, hacer los deberes y jugar. Creo que el personaje aéreo, interpretado de manera entrañable por William Katt, representaba un niño grande que debía madurar de golpe para echarse a sus hombros la carga pesada que suponía que unos extraterrestres le hubiesen confiado un traje con superpoderes para salvar al mundo del crimen y de la autodestrucción. Eso sí, por un despiste de nuestro héroe, que perdía nada más empezar el libro de instrucciones, la tarea no iba a ser nada fácil...
Hace poco he tenido la fortuna de volver a saborear muchos episodios de "El gran héroe americano" y he de decir que las virtudes que hicieron que la serie me encantase de niño estaban intactas. Ese despistado profesor Hinkley, un colega, más que un superior para sus alumnos Tony y Rhonda (el guaperas Michael Paré -"El experimento Philadelphia"- y la chica mona Faye Grant - la doctora Julie en "V"-); el socarrón Bill Maxwell, federal chusquero de vuelta de todo, interpretado genialmente por Robert Culp y la abogada Pam Davidson (Connie Selleca "Hotel"), la novia sufrida del profesor Hinkley, que hace las funciones de madre. En las segunda y tercera temporadas, se introducía en el lía el jefe de Maxwell Karl Lyle; envidioso de los sospechosos éxitos continuos de su subordinado deteniendo a delincuentes al 100% de efectividad... gracias a la ayuda de su socio - a la fuerza, muchas veces - Ralph.
Claro está que la asociación de dos personas antagónicas como Ralph y Bill Maxwell es lo que da a la serie una gracia especial, y hace que haya funcionado durante varias temporadas. Lástima de los penosos efectos especiales de los vuelos, pero eso es lo de menos, ¿verdad?
Qué grande que era nuestra vida en la infancia, cuando se nos blindaba de preocupaciones y sólo nos teníamos que preocupar por estudiar, hacer los deberes y jugar. Creo que el personaje aéreo, interpretado de manera entrañable por William Katt, representaba un niño grande que debía madurar de golpe para echarse a sus hombros la carga pesada que suponía que unos extraterrestres le hubiesen confiado un traje con superpoderes para salvar al mundo del crimen y de la autodestrucción. Eso sí, por un despiste de nuestro héroe, que perdía nada más empezar el libro de instrucciones, la tarea no iba a ser nada fácil...
Hace poco he tenido la fortuna de volver a saborear muchos episodios de "El gran héroe americano" y he de decir que las virtudes que hicieron que la serie me encantase de niño estaban intactas. Ese despistado profesor Hinkley, un colega, más que un superior para sus alumnos Tony y Rhonda (el guaperas Michael Paré -"El experimento Philadelphia"- y la chica mona Faye Grant - la doctora Julie en "V"-); el socarrón Bill Maxwell, federal chusquero de vuelta de todo, interpretado genialmente por Robert Culp y la abogada Pam Davidson (Connie Selleca "Hotel"), la novia sufrida del profesor Hinkley, que hace las funciones de madre. En las segunda y tercera temporadas, se introducía en el lía el jefe de Maxwell Karl Lyle; envidioso de los sospechosos éxitos continuos de su subordinado deteniendo a delincuentes al 100% de efectividad... gracias a la ayuda de su socio - a la fuerza, muchas veces - Ralph.
Claro está que la asociación de dos personas antagónicas como Ralph y Bill Maxwell es lo que da a la serie una gracia especial, y hace que haya funcionado durante varias temporadas. Lástima de los penosos efectos especiales de los vuelos, pero eso es lo de menos, ¿verdad?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Capítulos destacados:
- El piloto con los encuentros en la tercera fase y el encuentro entre todos los personajes de la trama
- En el que Ralph y Bill buscan a un plesiosaurio en las Bahamas.
- El de los salvajes en moto.
- El reencuentro con los extraterrestres para pedirles el libro de instrucciones del traje.
- El del monstruo eléctrico en las cloacas, una especia de homenaje a Alien.
- El capítulo en el cual la gente se quedaba dormida con la palabra "guión".
- Y el de la posesión de Bill Maxwell por un espíritu maligno.
- El piloto con los encuentros en la tercera fase y el encuentro entre todos los personajes de la trama
- En el que Ralph y Bill buscan a un plesiosaurio en las Bahamas.
- El de los salvajes en moto.
- El reencuentro con los extraterrestres para pedirles el libro de instrucciones del traje.
- El del monstruo eléctrico en las cloacas, una especia de homenaje a Alien.
- El capítulo en el cual la gente se quedaba dormida con la palabra "guión".
- Y el de la posesión de Bill Maxwell por un espíritu maligno.
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