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Críticas de Travis Bickle
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Críticas 93
Críticas ordenadas por utilidad
9
18 de noviembre de 2022
31 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
Han sido muchos los años de calma tensa desde que se anunció un documental sobre Sabina hasta que definitivamente ha visto la luz y la espera ha merecido mucho la pena. Fernando León de Aranoa es la garantía de que un proyecto así se sepa de antemano que será de calidad y es que el artífice de obras como El buen patrón, Los lunes al sol o Barrio, es un grandísimo cineasta con todo lo que conlleva el significado de ese término, mientras que Joaquín Sabina es simplemente una leyenda viva de la música y las letras a la altura de los más grandes entre los que podrían destacarse sus siempre admirados Bob Dylan o Leonard Cohen.

Quien haya seguido una pizca la vida de Sabina podrá comprobar que realmente en Sintiéndolo mucho no se nos va a descubrir un Sabina que no conociésemos ya: sus primeros años en Úbeda, su paso por Granada, su pasión por el mundo mariachi y taurino, sus excesos, sus problemas de salud, sus miedos y sus fobias, sus putas, su amor por la literatura, su ciudad de Madrid, su veneración en toda Latinoamérica, su admiración por otros músicos, sus amistades, su pensamiento, sus bromas, su caos, en definitiva, su vida. Y sin embargo, sí que nos permite conocer al Joaquín más personal, sincero, el que nada tiene que ocultar ni que perder, el que duda y se muestra vulnerable, el que muere y vuelve a resurgir de sus cenizas, el que reflexiona sobre su pasado, comprende su presente y mira de reojo al futuro.

Alegra ver este tipo de trabajos sobre un artista tan bien realizados que destilan respeto y admiración a partes iguales y, principalmente y contra todo pronóstico, estando el maestro vivo y en plena actividad. Más allá de un producto cinematográfico puede tomarse como un homenaje merecido a una personalidad que tanto ha aportado al mundo de la música y la literatura, al arte en general, y por supuesto que los reconocimientos en vida adquieren una mayor dimensión de justicia para con el protagonista.

Durante todo el recorrido de dos horas hay momentos para la risa, la tensión, la emoción, la preocupación o la diversión. Por momentos adquiere dimensiones que son estados emocionales en estado puro. Y es que, como más o menos se sugiere en un momento del documental, las letras del genio de Úbeda pueden suponer un retrato de sus vivencias si se escuchan es un orden cronológico. Hasta los propios títulos de sus canciones podrían dar pie a este juego si las usamos como hilo conductor:

“Quien más, quien menos”, “Cuando era más joven” y transita “Con un par” entre “Arenas movedizas” y “Donde habita el olvido” a lomos de un “Caballo de cartón” como “Peces de ciudad”, se pregunta “¿Quién me ha robado el mes abril?” Uno vaga “Sin pena ni gloria” con un “Manual para Héroes o canallas” jurando “Amores eternos” a “Mujeres fatal” y viviendo de “Contrabando” y siempre en “Números rojos”. Pero cuando por fin salió de esos “Círculos viciosos”, pensó que «Yo me bajo en Atocha» y sin abandonar su “Doble vida”, “Partido a partido”, se convirtió en el rey de “El rocanrol de los idiotas” teniendo siempre presentes a los “Nacidos para perder”. Ahora, “Tan joven y tan viejo” y «A mis cuarenta y diez» bien pasados, podría preguntarse “¿Qué estoy haciendo aquí?”, y si ya todo no es “Agua pasada”. “Y sin embargo”, aún grita «Yo también sé jugarme la boca», mantiene un “Pacto entre caballeros”, está en “Pie de guerra”, da “Besos en la frente” e “Incluso en estos tiempos”, a pesar de confesar que se le resiste “La canción más hermosa del mundo”, “Cuando aprieta el frío” y se acomoda junto “A la orilla de la chimenea”, tiene “Ganas de…” pasar “Esta noche contigo”, “Princesa”. “Es mentira” que ya no tenga “Motivos de un sentimiento”, que no se pierda por “El bulevar de los sueños rotos”, que no haya gozado de los encantos de las “Malas compañías” que siempre son las mejores, que no sueñe con “Medias negras”, que no se acuerde de ti cuando ve “Una de romanos”, cuando llegan las “Rebajas de enero” o que hayas dejado de ser su “Rubia de la cuarta fila”. Y es que “El hombre del traje gris”, ese que canta “Pongamos que hablo de Madrid”, hace mucho tiempo que abandonó “Calle Melancolía” y ahora tiene “Más de cien mentiras” y una cuantas “Lágrimas de plástico azul” para seguir “Pasándolo bien” y decir aquello de “Esta boca es mía”. “Resumiendo”, sin prisa de que nadie deposite “Siete crisantemos” sobre su tumba, ha hecho “Inventario” y tras más de “19 días y 500 noches”, puede decir: «Sintiéndolo mucho… Lo niego todo».
Travis Bickle
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9
27 de mayo de 2015
21 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
George Miller: “Motores… carburante… cámaras preparadas… actores en sus puestos… luces… ¿dónde está mi Tab? y… ¡acción!”

Después de darse de hostias “Bronson” contra ”Monster”, ambos se embarcan en una furiosa huida de las garras del que se parece al esqueleto de la portada Killers de Iron Maiden, acompañados de un puñado de pseudo-feministas ligeras de ropa y un cuasi-esperma de dentadura brillante. La huida tendrá como objetivo sobrevivir a toda costa matando a todo aquel que se cruce por medio a base de quemar gasolina y motores en mitad del desierto (saluden a Lawrence de mi parte).

Quien haya visto las anteriores películas sabrá lo que es Mad Max y lo que se iba a encontrar. Y quien no las haya visto les habrá parecido o una auténtica aberración o les habrá hecho tilín ver las que por entonces protagonizó el bueno de Mel. Una locura cargada de personajes esperpénticos, combustible, explosiones y kilómetros por recorrer que promete dar acción y cumple su cometido y mucho más. George Miller hace lo mismo que en sus antecesoras pero consigue innovar y ofrecer al espectador una obra original que, aunque no muestra nada que no hayamos visto antes (valga la contradicción), no te deja retirar la mirada de la pantalla. Pero cuando antaño el presupuesto no daba para más, ahora se nota que la solvencia y la tecnología permiten una espectacularidad y realización mayores sin abandonar la esencia primaria.

Artísticamente hablando, Charlize Theron está perfecta en su papel de fría-calculadora con un marcado pasado que le hace descargar todo su odio en su camión diabólico de 2000 caballos y no sé cuántas toneladas (la mismita del anuncio de J’adore) y, Tom Hardy, escueto y preciso según marca su papel y el medio folio a doble espacio de su guión pero que comienza a consolidarse en el panorama cinematográfico como un actor a tener muy en cuenta para el presente y el futuro.
Travis Bickle
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7
1 de noviembre de 2016
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puede que el pecado capital de Inferno sea que sigue descaradamente la premisa de “salvemos al mundo de su inminente destrucción y colguémonos la medalla de héroes de la humanidad”. No me he leído ninguna de las obras de Dan Brown por lo que no puedo saber si la adaptación de la novela al cine es más o menos fiel, sino que las valoro como películas nacidas a partir de una obra literaria y nada más. Pero igual que un libro gusta más que otro, lo mismo ocurre con las películas y ésta de Inferno me parece estar un peldaño por debajo de sus anteriores: Ángeles y demonios y en especial de El Código Da Vinci.

Como siempre, el entretenimiento está servido en generosas dosis de acción y cuestiones por resolver que nunca son tan simples como aparentan ser. Desde luego, los alumnos del profesor Robert Langdon mejor que no traten de pedirle cita para una tutoría porque lo que se dice pisar la facultad más bien poquito. A nivel “turístico”, de nuevo son muy gratas todas las imágenes de las ciudades y monumentos arquitectónicos que se nos muestran especialmente con las panorámicas de la ciudad de Florencia resaltando la cúpula de Brunelleschi o Santa Sofía en Estambul.

Probablemente esta vez sea menor la capacidad de suspense que podía respirarse con El Código Da Vinci donde el espectador se podía preguntar de manera “¿y ahora qué?” pero no desde el sentido de estar perdido sino de estar satisfactoriamente atrapado en una historia dinámica llena de intriga y que nunca decae en su interés. Pero Inferno se asienta más en la convencionalidad quizás por haber quemado ya todas las balas que hacían de estas películas una saga novedosa y agradablemente polémica.
Travis Bickle
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8
30 de abril de 2018
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con Irrational Man Woody Allen consigue equilibrar un poco la balanza en favor de sus películas más brillantes que en los últimos años había decaído salvando contadas excepciones.

Quien espere algo nuevo de Woody Allen se equivoca. Realmente no ofrece nada nuevo desde que abandonase sus películas de humor absurdo con La última noche de Boris Grushenko y estamos hablando del año 1975. Más o menos graciosas, más o menos serias, la obra de Allen es un reflejo de sus pasiones y preocupaciones y esto lo ha llevado a la pantalla con distintos grados de maestría. El valor en este caso de Irrational Man es que cuando uno la ve y conoce la obra del director todo le suena ya, pero aún así se percibe un aire fresco y desenfadado lleno de chispa imaginativa y fuerza. Esto mismo se hacía de rogar en títulos como Magia a la luz de la Luna, A Roma con amor o Conocerás al hombre de tus sueños que simplemente pasaban por obras correctas.

Obviamente, las películas de Woody por su estructura, muchas veces casi teatral, confían su éxito en sus actores y aquí, tanto Emma Stone como sobre todo Joaquin Phoenix, dan el do de pecho. Ambos están perfectamente compenetrados en la pantalla pero si Stone está notable, Phoenix está de sobresaliente... otra vez. Es un actorazo y sin necesidad de abrir la boca es capaz de transmitir todo: su físico, sus pelos, su mirada, sus gestos..., todo lo hace bien.

En cuanto a la historia es más que sugerente: ¿Se puede con una mala acción mejorar el mundo? ¿Si nuestras malas acciones verdaderamente sirven para mejorar siguen siendo malas acciones? ¿Podemos cambiar nuestra vida con acciones radicales? ¿Todo el mundo está a la altura de las consecuencias de sus propias acciones? ¿La vida es para algunos un castigo hagan lo que hagan? ¿Hasta qué punto somos dueños de nuestra propia vida?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Travis Bickle
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End of the Century
Documental
Estados Unidos2003
7,8
761
Documental
9
6 de noviembre de 2017
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hey ho, let’s go! Hey ho, let’s go! Hey ho, let`s go! Hey ho, let`s go! Así comenzaba su andadura allá por el año 1976 una de las bandas más revolucionarias y rompedoras que el panorama del rock haya conocido: RAMONES. Sin embargo, reunían todos los ingredientes para que el mayor de los fracasos se consumase: fuertes conflictos internos, drogas, mala suerte y escasas ventas podrían ser algunos de los motivos para que esta banda no hubiese llegado hasta donde llegó.

End of the century plasma realmente bien todo el recorrido del grupo desde sus orígenes hasta su epílogo de la mano de los propios Joey, Johnny, Dee Dee, Tommy, Marky, C.J. y otros tantos que apuntan su criterio y visión así como una gran cantidad de anécdotas cuanto menos interesantes. Siendo fiel al estilo de los RAMONES el ritmo y la fuerza del documental no decae nunca y tanto por su forma como por su contenido lo convierten en un documento único e indispensable.

Tenían el reconocimiento y la admiración de todos. Mostraron algo nuevo al mundo que otros muchos tomaron como referencia. Gustaban. Pero no vendían. Siempre estuvieron a la espera de hacer ese disco que por fin vendiese pero que nunca llegó. En cambio, llenaban allá donde fuesen y mucho más si era fuera de su país con unos conciertos frenéticos a toda hostia y a un volumen brutal. La gente no había visto una cosa así antes y les encantaba.

Eso sí, la marca RAMONES vende hasta sin querer. Tanto que hasta nos podemos encontrar a cualquier pijo-mierda o niñata repelente con una camiseta de los RAMONES en un concierto de Pablo Alborán sin tener ni puta idea de lo que visten.

Y al final, a pesar de todos los problemas, reveses y trágico destino de todos sus miembros fundadores, ahí está la banda punk-rock más famosas del mundo perdurando en el tiempo como una de las más incomprendidas pero influyentes de todo el mundo: The Clash, Blondie o Patti Smith son algunos ejemplos relevantes que alguna vez bebieron de los RAMONES para su música.
Travis Bickle
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