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Críticas 76
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
7
25 de septiembre de 2010 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Últimamente parece que estoy acertando (también gracias a recomendaciones) a la hora de ver películas españolas, porque de un tiempo a esta parte me están gustando más de lo que podría imaginar, y pensar que hace tiempo no soportaba ni que me las mencionaran. Las dos partes de REC, Agora, Spanish Movie, Pagafantas, Fuera de Carta, el Orfanato, Camino, los Cronocrímenes... Todas, en mayor o menor medida, cumplen con su propuesta y forman un grupo muy agradable de filmes provenientes de este país del que estar bastante orgulloso. Cierto es que hay pocos sobresalientes o notables altos, pero casi podría decirse que, de vez en cuando, nos llevamos alguna sorpresa como la aquí expuesta.

Y es que la Celda 211 es un filme que navega entre el thriller y el drama carcelario, muy bien desarrollado e interpretado. Gran énfasis en lo segundo, ya que no sólo tiene un ritmo bastante ágil que mantiene el interés en todo momento, sino que los actores se preocupan por mantener al espectador bien interesado por todo lo que ocurre, ya que resultan creíbles en cada una de las situaciones por las que pasan. No sólo eso, sino que también es importante la manera en que se relacionan entre ellos, las personalidades, los intereses... todo varía a lo largo de una trama a contrarreloj en donde la supervivencia se convierte en la máxima prioridad. Y es que Juan, el protagonista que se ve metido de lleno en medio de un motín carcelario bastante peliagudo, no finaliza el filme como lo empieza, por lo que me gustaría destacar no sólo la muy admirada interpretación de Luis Tosar como Malamadre (que se merece esos elogios y más) sino también la de Alberto Ammann como el mencionado Juan, que tiene uno de los papeles más difíciles y, aunque al principio parece que no va a destacar, acaba realizando una interpretación muy destacable.

Por otro lado, el interés radica en el conocido síndrome de Estocolmo, en cómo uno puede llegar a identificarse con gente tan violenta y peligrosa si sufre una experiencia que no permite la vuelta atrás. Es cierto que a veces la trama puede ser un poco maniquea (el personaje de Resines es probablemente el peor en este aspecto, malo hasta la médula), pero lo cierto es que mantiene una ambigüedad bastante aceptable que se ve presidida sobre todo por un Malamadre con el que puedes llegar a identificarte, de la misma forma que lo hace Juan.

En resumen, no es la octava maravilla, pero por su puesta en escena, su propuesta, la efectividad de sus intérpretes y el guión, bien merece un visionado o dos. Ojalá el cine español fuera siempre así de convincente.
22 de agosto de 2010 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué puede salir de una película donde aparecen Stallone, Statham, Rourke, Jet Li, Lundgren y demás bestias del cine de acción noventero y del nuevo siglo? Pues lo que ofrece Los mercenarios: Tiros y más tiros, placajes, montones de hostias por doquier, explosiones a tutiplén, cuchillos, metralletas, músculos con las venas bien marcadas, persecuciones, coches volando, edificios cayendo... Lo tiene todo, por tener tiene incluso los tópicos más vistos del cine de acción de hace dos décadas: Damiselas en apuros, malos que maltratan a las mujeres sin ningún pudor, la típica dictadura bananera malvada (aunque con un buen giro de tuerca), el ex-agente de la CIA sin escrúpulos, armas con nombres de mujeres, el consabido mensaje del alma atormentada... y un largo etc. Stallone se lo ha tomado muy en serio a la hora de hacer un festival que homenajea por completo el cine que lo hizo famoso, hasta el punto en que sus personajes llegan a ser parodias de otros que los actores interpretaron (buenísimo en ese aspecto el momento en que se juntan esas tres leyendas en la Iglesia, especialmente cuando hablan de lo mucho que le gusta al personaje de Stallone meterse en la selva) realizando montones de chistes autoreferenciales que indudablemente dejan escapar una sonrisilla de complaciencia cuando son comprendidos.

Es decir, la película es justo lo que cabría de esperar de ella. Ofrece lo que dice que va a ofrecer y es honesta en ese aspecto, no se le puede pedir más. Y sin embargo, sabiendo todo esto, deja un sentimiento agridulce, sobre todo para haber asistido a una reunión de actores míticos del género. Creo que se debe a la falta de pretensiones, a un guión aburrido y manido con situaciones que hemos visto tantísimas veces que ya nada de lo mostrado nos sorprende. De hecho, por el final peca de querer ir más allá que otras películas en cuanto a víctimas, explosiones, tiros, peleas, cuchillos... y todo lo que se te ocurra, hasta el punto en que uno acaba saturado y bastante quemado. Pero ese es el principal problema, más allá de los actores y los chistes referenciales (que son magníficos, si no lo mejor del filme) no hay nada: ni originalidad en alguna situación, ni giros argumentales que nos revelen alguna sorpresilla, ni drama, ni alguna cosa memorable más allá de una "mascletá" digna de las mejores fiestas valencianas.

En definitiva, ofrece lo que cabría esperar de la película, pero tampoco es la panacea del cine de acción de antaño, aunque esté muy encima de lo que se venía ofreciendo últimamente. Está bastante bien si quieres disfrutar de acción a tutiplén sin complicaciones, pero no busques más.
18 de mayo de 2010 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En ocasiones los prejuicios pueden llegar a ser un impedimento a la hora de descubrir una pequeña obra maestra. No he leído nada de Conan, ni las novelas ni la adaptación al cómic de Thomas o, posteriormente, Busiek (bueno, de este un par de cómics), lo único que conocía del personaje antes de ver este filme era la aberrante y aborrecible serie de animación que ni en mis años mozos lograba arrancarme una sonrisa. El caso es que han habido numerosos intentos de ver esta película, y todo porque pensaba que sería espectacularidad simple y desfasada. Hasta que, por fin, tras la lectura de ciertas críticas, me animé a verla entera dedicándole toda mi atención. Y la verdad, nunca en mi vida me he quedado más estupefacto.

Lo que parecía un filme de fantasía épica sin más se convirtió, prácticamente al instante, en una de esas joyas que hay que ver una y otra vez. No es sólo un relato de aventuras con el bueno de Arnold repartiendo estopa a diestro y siniestro, no, Conan el bárbaro es mucho más, es una crítica asombrosa contra la religión, el movimiento hippie y una oda hacia la fortaleza humana como pocas veces se ha visto. De hecho, irradia un feminismo que hace que quede ingenuo el de muchas películas actuales. En otras palabras, esta película de John Milius no enamora por sus combates, ni tan siquiera por sus escenarios o por su generosa dosis de violencia y sexo. No, es mucho más que eso, es poesía visual y jamás podría existir en estos tiempos que corren porque finiquita la trama de un modo un tanto inusual y repleto de simbología. Un modo que, hoy en día, sería boicoteado por los productores de turno, porque es lo menos comercial y fascinante que se haya visto nunca en el género. No es de extrañar, pues, que esta película desatara tantas pasiones y fuera artífice de numerosas (malas) copias en su momento.

Es, en definitiva, una rara avis del cine de aventuras que queda para el recuerdo gracias a su implacable propuesta, perfecto desarrollo y magnífica puesta en escena.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Implacable es la primera escena: La mirada de Thulsa Doom (impresionante James Earl Jones) paralizando tanto a la madre de Conan como al espectador. Nunca una frase ha traspasado tanto la pantalla como puede ser la de "El poder del acero no es nada comparado con el poder de la carne". Pequeños detalles como estos son los que hacen que este filme sea clásico irrepetible.
2 de mayo de 2010 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay casos en los que la objetividad es imposible de mantener en la opinión de un filme. Hay momentos en que, por mucho que sea uno consciente de los defectos y carencias de una determinada obra, puedes perdonarlos e incluso ignorarlos, no por querer tener la razón, sino porque el disfrute de la misma vale más que cualquier juicio meticuloso y analítico que se pueda obtener. Iron Man, el primer filme de Favreau, es uno de esos casos, recibió numerosas críticas positivas, especialmente de un público encantado con las actuaciones de sus actores, especialmente por Robert Downey Jr., completamente en su salsa como Tony Stark. Por ello, se esperaba mucho de esta secuela, especialmente porque el reparto se podría considerar casi perfecto y las expectativas estaban altas desde los primeros trailers e imágenes.

Y la verdad, una vez vista, la película dista mucho de ser perfecta o de aprovechar todas sus posibilidades. Nuevamente, el villano principal está algo desaprovechado, algunos personajes podrían haber dado más de sí, la batalla final decepciona un poco y el ritmo decae por en medio. Sin embargo, como decía anteriormente, esos defectos acaban sepultados ante el cómputo global del filme, que roza el sobresaliente gracias a una fantástica mezcla de elementos y personalidad que hace que se convierta en una de las películas más divertidas, memorables y entretenidas que se puedan ver en la cartelera. Nuevamente, todo gracias a la fantástica combinación de ingredientes que ya brillaban con luz propia en la primera entrega. Los actores cumplen con creces su cometido: Robert Downey Jr. ES Tony Stark, Cheadle está mucho más creíble y carismático como Rohdes que Terrence en la precuela, Rourke y Rockwell cogen el listón de Bridges como los villanos de esta nueva entrega supliendo con creces su ausencia y Paltrow es la más sale perdiendo, no porque tenga que competir con una Johanson perfecta como Natasha, sino porque su personaje se vuelve un poco más histérico y hay momentos en los que parece más un recurso cómico que un elemento de gran importancia.

(Continúa en el spoiler)
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(Continúa de arriba)

Pero es que además, la guinda del pastel la podemos encontrar en la presencia inequívoca de un universo compartido, en el que "todo puede ocurrir" y algo se está cociendo. Un sentido del espectáculo colosal en donde las armaduras y las armas de dos grandes empresas tecnológicas desfilan como si pudieran existir en el mundo real. Aparte, la manera de rodar algunas escenas como si estuviéramos viendo las noticias o un programa determinado hace que la inmersión sea absoluta, lo hace todo más creíble y magnético. Y por si todo esto fuera poco, las escenas de acción están rodadas como sólo los mejores directores del género saben: Son claras, concisas, no abusan de los efectos videocliperos con los que sufrimos ahora e, incluso, son creíbles y viscerales.

En definitiva, es todo lo que debe ser una secuela: Más y mejor. Probablemente el único filme en imagen real del año, por el momento, que permanece en mi memoria tras su visionado y todo un festín para cualquier aficionado de Marvel.
21 de abril de 2010 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al final tendré que caer rendido ante las habilidades de un director tan capaz como John McTiernan que, de haber seguido dando muestras de su capacidad, estaría entre los mejores directores de acción de todos los tiempos, si es que no entra ya en dicho calificativo con la realización de filmes como Depredador o La Jungla del Cristal. Con esta película, pensaba que me iba a deleitar de otra de sus grandes obras. Pero aunque sea injusto pedirle el mismo nivel que en las anteriormente mencionadas, creo que incluso se queda por debajo del notable.

Pero no nos equivoquemos, esta es una película que trata la civilización nórdica antigua con gran acierto, sin ablandarla, pese a que pierde en ferocidad y mala leche debido al contraste que podrá verse más adelante con las "bestias" a las que deben aplacar. Y es ahí donde vemos al mejor McTiernan, aquel que recoge lo mejor que hizo en Depredador: un ritmo vertiginoso y sólido que hace que el filme te pase en un suspiro, utilizando a uno de los personajes como hilo conductor (en este caso Antonio Banderas interpretando a un árabe que sobrevive como puede en una sociedad que desconoce y trata de comprender) y alargando el misterio del enemigo visceral sin que se diluya y sin artificios de ningún tipo. Aparte, la escena en donde los personajes se infiltran en el nido del enemigo resulta fascinante, por la puesta en escena y la tensión. En esos aspectos, el filme cumple con creces.

Por desgracia, el guión pierde muchísimo por el final, ignoro si se debe a que la novela no tiene mucha enjundia o porque es una adaptación pobre de la susodicha. Pero lo cierto es que decepciona ver que algunos personajes se pierden en la trama, personajes como el jefe de la aldea, su propio hijo (que parecía que iba a hacer alguna pesquisa, pero desaparece sin más) o la chica que se enamora del protagonista, a la cual consideraba imprescindible al final del filme. Y además, las batallas en la aldea dejan mucho que desear en cuanto a épica y emoción. Los invasores llegan, vemos cómo despedazan a unos cuantos y se van las dos veces que lo intentan. Resulta realmente decepcionante que, en la escaramuza final, todo se resuelva en un anticlímax que resulta descorazonador y que baja muchos enteros a un filme que merecía mucho más.

Por otro lado, la suspensión de incredulidad alcanza grados demasiado risibles en cuanto al aprendizaje de cierto idioma y otros momentos en donde el invasor, de repente, parece muy fácil de aplacar. En definitiva, no es mal filme, pero pudo ser mucho mejor.
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