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Críticas 54
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
9 de abril de 2023 Sé el primero en valorar esta crítica
El piano es todo un símbolo en Japón. Quizá sea más correcto decir que la música lo es. Desde los monjes budistas zen que la usaban para meditar durante la edad media hasta el moderno J- Pop, a través de la misma se puede estudiar prácticamente la historia del país nipón. Hoy día cuatro de diez mujeres japonesas dice tocar el piano, así como dos de cada diez hombres. Mejor o peor, con mayor o menor talento, pero son cifras poderosas. Música se escribe con los kanjis 音 (on - sonido, ruido, nota) y 楽 (gaku - consuelo, alivio, comodidad). Hay algo dentro de este arte que parece ser el alivio del alma.

Precisamente eso es lo que le falta a la protagonista de esta cinta, una talentosa pianista que está en crisis, que no es capaz de acercarse a los teclados. El por qué es una de las cosas que se irá descubriendo. Yui Aragaki interpreta con fuerza a un personaje rendido y paralizado, que contrasta con la dicharachera Fumino Kimura, su ex compañera de clase, a la que debe sustitutir. Porque, en el auge de su talento, al dejar su instrumento, Aragaki vuelve desde Tokio hasta el hogar de su juventud, las Islas Gotō, en Nagasaki, un lugar no suficientemente filmado y cuya fotografía espectacular ya sería en sí un motivo para acercarse al largometraje.

La sustitución tiene lugar en una escuela, pues su antigua compañera es una profesora en una zona algo rural. Además de dedicarse a dar clases, tutela al coro de la escuela, un grupo de muchachas que llevan trabajando tres años para presentarse al concurso de coros, liderados por su capitana, Nazuna. Originalmente un club femenino, la llegada de la profesora nueva abre la puerta a los chicos para ingresar en el mismo. Entre el reparto de jovenes masculino destaca Kuwahara, un chico aniñado que, pese a su prodigiosa voz, debe cuidar a su hermano autista fuera de clases. Nazuna también tiene problemas familiares, pues vive con sus abuelos desde que su padre abandonó a su familia.

La protagonista se pierde entre estos dramas familiares, y aunque al principio se mantiene hierática y distante, concentrada en su propia huida, la convivencia con los alumnos le va acercando a ellos. Entre todos preparan una canción que tiene que ver con una carta que es como una cápsula del tiempo, una carta escrita al propio yo dentro de quince años, para lo cuál tanto alumnos como profesora deben imaginar esa carta. Los adolescentes, para escribirla imaginando su futuro y su maestra, recordar lo que ella misma escribió para regresar a su pasado.

Y sí, vale, tiene muchas licencias poéticas, todo parece coincidir en un timing perfecto y hay cosas que parecen un poco descontextualizadas (La parte de que haya una Iglesia en la que nunca haya nadie pero que de repente sea muy importante en la historia me fascina), pero solo por la solidez de los personajes, por la manera tan entrañable de tratar el autismo, por puesta en escena y mensaje y porque, aunque no lo disimula, consigue su objetivo de ser conmovedora, merece la pena acercarse a ella.

El título, por cierto, está sacado de uno de esos aforismos japoneses que cuelga en la sala de música y que no está de más recordar de tanto en tanto: "No te desanimes. Ten una canción en los labios. Mantén el sol en tu corazón."
30 de septiembre de 2021 Sé el primero en valorar esta crítica
A diferencia de Occidente, la tradición china tiene problemas para separar la relación entre mente y cuerpo. El shen (神), un concepto que hace referencia al espíritu es una de las tres sustancias que conforman el cuerpo, junto con el Qi y el Jin se ha traducido originalmente como espíritu, pero tiene que ver más con el concepto occidental de mente. El shen indica la memoria, la consciencia, la identidad, la vida emocional y la memoria. Todos ellos dependen del corazón. Asimismo, es responsable del pensamiento. Por tanto, jamás podremos separar los pensamientos del corazón, siendo el encargado de regularlos.

¿Por qué toda esta introducción? Porque no se puede entender esta película sin tener este concepto de base. Porque el viaje que hacen Mann y Yu está basado en el Shen de ambos. El eje sobre el que pivota todo el film es la pérdida de conciencia durante cinco años de Mann. Pero su corazón no miente. Sigue enamorada de Yu, aunque se hayan divorciado. No sabe exactamente lo que ha pasado, ni el flujo de acontecimientos que ha perdido y debe reconstruir. Él es el ancla al que se agarra aunque, su corazón recuerda lo que su pensamiento ha olvidado. Y la clave para curarse estará en equilibrar ambos.

A nivel puramente fílmico tenemos una película que es agradable de ver. Desde el comienzo desenfadado, con una presentación de personajes muy divertida y un ritmo bastante bueno hasta la inclinación cada vez más al drama puro. La historia que quiere contar está muy clara. Y tiene unos lapsus bastante grandes, que conste. Personajes secundarios apenas mencionados que desaparecen sin ninguna explicación. Fundido a negro. Algún número musical coreografiado en mitad de la nada como si fuera un largometraje de Tsai Ming-Liang. Fundido a negro. Un exceso de drama sobre drama sobre drama hasta que al final pasa de ser algo bonito a hacerse simplemente inverosímil. ¿Adivináis cuál va a ser la transición? Efectivamente, fundido a negro. Pero incluso con todas estas cosas, la historia de amor que cuenta es lo suficientemente poderosa y la química entre los actores es tan brutal que vale para sustentar toda la cinta y que no se haga pesada.

Porque al final hay que verla sin más pretensiones que la de centrarse en la historia de la pareja y olvidar todo lo que le rodea. Está claro que busca el drama para rodear y hacer más visible un amor que no parece necesitar tanto este recurso. Pero lo cierto es que funciona y deja momentos de todo tipo. Desde las cosas hilarantes, como algunas de las cosas que sorprenden a Mann de los cinco años perdidos hasta la reflexión de cosas como la identidad y el cambio, y cómo las circunstancias pueden cambiar totalmente la persona que somos o creemos ser. Termino en spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
No quiero ser yo quien juzgue el arte de nadie, pero me ha parecido un poco excesivo tocar en una mismo largometraje cosas tan profundas como el alzehimer en gente joven, la tetraplejia y la eutanasia sin llegar a detenerse profundamente en ninguna. Al final da la sensación de que si se hubiese apostado solo por alguna y llegar hasta el final en vez de pasar más superficialmente por todas ellas habría quedado una película mucho más redonda.
16 de agosto de 2021 Sé el primero en valorar esta crítica
Chateaubriand llamó así a su famosa autobiografía después de disponer que se publicase a su muerte. Así, los recuerdos que debían perderían con él, se dispersarían por el mundo. En el mismo texto, el autor francés escribe que hay personas que se interponen entre nosotros y el pasado, impidiendo a los recuerdos llegar a nuestra memoria, mientras que otras se mezclan con lo que hemos sido. No sé si Leste Chen habrá tenido el tiempo (y la paciencia) de leer a Chateaubriand, pero Battle of Memories parece evocar todas estas ideas sobre la memoria, el tiempo y el olvido.

Es cierto que el cineasta taiwanés emplea la ciencia ficción como medio y no como fin, que no ahonda en el tema memorístico y lo usa para llevarnos por el camino que quiere y que al final todo es una excusa para hacer una película policíaca cuyos aires de thriller terminan en un final demasiado fácil para el espectador, después de haber estado sufriendo (en el buen sentido) toda la película la agonía del descubrimiento, la fragmentación de la memoria.

La premisa es que, en un futuro donde se pueden eliminar recuerdos, un escritor a punto de divorciarse elimina los recuerdos de su mujer, pero a la hora de recuperarlos sus recuerdos se mezclan con los de otro cliente y empieza a ser testigo de crímenes cometidos. Maravilloso Chen comparando los avances de la medicina estética, que reconstruía los rostros y la autoestima de los soldados mutilados hasta hoy, que se convierte en algo muchas veces banal. Es el cliente el que emplea la herramienta como quiere. Un hombre sensible puede querer eliminar sus recuerdos igual que un asesino quiere desembarazarse de los suyos ¿Siempre tiene el cliente la razón? Maravillas capitalistas.

El caso es que entonces empieza una carrera contrarreloj para determinar la identidad del asesino, porque los recuerdos se ven en primera persona, claro. Tenemos un dualismo audiovisual claro, en el que los recuerdos se muestran en blanco y negro y la realidad temporal a color para que no nos perdamos del todo porque los recuerdos son fragmentados, y somos nosotros quienes tenemos que ir reconstruyendo lo que ha podido suceder. ¿Suena tramposo, verdad? Pues lo es aún más de lo que parece.

A ritmo lento, pero con escenas absolutamente maravillosas, como el bucle de las bañeras infinitas, se cocina un largometraje tan inteligente como entretenido. Una joyita escondida que se queda, seguro, en algún rincón de nuestra memoria.
12 de junio de 2021 Sé el primero en valorar esta crítica
Robert Schumann decía que la música era el lenguaje que le permitía comunicarse con el más allá. Sin duda, cuando empiezan a sonar las notas, de alguna manera todo cambia y los bordes del mundo se difuminan. El tiempo y el espacio parecen perder su lugar y durante los segundos que permanece en nuestros oídos tenemos la sensación de que todo es posible.

Kentarô Hagiwara ha hecho una película en la que esta idea alcanza su mayor expresión. Con un comienzo fulgurante, apenas unos minutos en los que vemos la historia de Aki y su muerte a través de rápidas transiciones, pronto se nos presentará al otro personaje principal, Sato. Ambos son como el día la noche, alegre y extravertido uno, lleno de alegría de vivir, y el otro bastante huraño, serio y solitario. Sato encuentra un walkman perdido de Aki, y al ponerlo en marcha, son capaces de cambiar de cuerpo. Esto tendrá un por qué, y al final la relación que se establece entre ellos, y la evolución de los personajes serán el eje central de la película.

Pero toda la cinta gira en torno a la música: Porque Aki tenía una banda, porque Sato es un pianista que compone solo para sí mismo. Porque, como dicen en una escena genial, cuando uno tiene una conversación interesante o disfruta de la música, los segundos parecen durar mucho más, la vida parece ser mucho mejor. Así que en torno a este arte, ambos encuentran un punto en común: Aki quiere que la banda que lideraba, que se ha disuelto tras su marcha, vuelva a juntarse, y Sato descubre que esos segundos de disfrutar de la música son eternidades enteras cuando es capaz de compartirlas con los demás.

Podemos esperar lo típico de una película desenfadada, pero profunda: un triángulo amoroso clásico, una banda sonora maravillosa, el contraste entre la jaula de las vidas cotidianas respecto a la expresión artística. Un canto, y nunca mejor dicho, a la creatividad, a los años universitarios, a la vida misma. No se debe dejar de ver. Es una pequeña joya.
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spoiler:
Comparto aquí dos detalles muy interesantes:

- La referencia a 'El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas' cuando, con las jarras de zumo, Sato explica a Aki la relación del walkman y su existencia. Es como cuando el profesor le cuenta al protagonista la relación entre los dos mundos y este, tras una reflexión sobre su propia desaparición decide aceptar su destino.

- De entre todos los formatos de reproducción musical a elegir, la elección del walkman se realiza por lo que pasa con el sonido sobregrabado. Aún así, es extraño verlo en una película tan actual. Hay un par de escenas donde se le rinde homenaje, cuando se menciona a Sony como la mejor marca, que fue la que lo comercializó, y cuando el padre de Sato ve el walkman
23 de enero de 2017 Sé el primero en valorar esta crítica
El joven cineasta francés Michaël Terraz se dio a conocer en el Nocturna Film Fest de Madrid con L’Heritage, un corto que da un toque técnico moderno a algunos argumentos de la fantasía clásica.

La historia nos habla de un pintor incapaz de superar la muerte de su esposa que hereda un antiguo castillo misterioso. Con sus hijas, Camille y Meline se dirige al mismo, al que llega en una noche tormentosa. Una vieja ama de llaves les guiará por la antigua mansión, decorada con estrafalarios cuadros en las paredes. Augustin, el protagonista, acusando el insomnio, pinta a sus hijas mientras duermen. Y al amanecer una de ellas ha desaparecido, pero aparece una joven y bella mujer.

Por supuesto, la clave está en las pinturas, en los lienzos, como esas historias clásicas del gótico clásico y del género fantástico en la que el alma del individuo puede quedar atrapada en los trazos de los artistas (El retrato de Dorian Gray, El retrato oval, El extraño caso de Charles Dexter Ward) Asimismo, la vieja hechichera que trata de recuperar su juventud robandósela a las muchachas jovenes también es un tema tratado en muchos cuentos de los Hermanos Grimm, por ejemplo. Terraz resucita así los patrones clásicos de la literatura fantástica dándoles un nuevo tratamiento.

Y es que los recursos audiovisuales que muestra el director galo en apenas quince minutos parecen ilimitados. Un despliegue de atmósfera, imágenes generadas por ordenador, apariencia clásica y animación que muestran todo el potencial artístico de su creador.

Sin duda, gusta y entretiene. Reinventa, aporta algo distinto. Quizá peque de la juventud de Terraz, pues lo que le falta en ciertos aspectos (Introducción demasiado larga e insustancial, poco desarrollo de algunas fases de la historia) le sobra en otros (Aparición de elementos fantásticos, intriga, resolución onírica)

En cualquier caso, no deja de ser un homenaje a la fantasía clásica y a la película francesa de los Babluani que lleva el mismo título y que parte de la misma premisa de la casa heredada. Y Terraz no deja de ser un joven artista que quiere deleitar a su público demostrando todo su arsenal de recursos, todo lo que puede y sabe hacer para ofrecernos su arte. Se trata de una primera obra interesante y simpática, que se nos queda en la memoria y nos hace esperar entusiasmados futuros trabajos
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