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7
12 de febrero de 2021
12 de febrero de 2021
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aneesh Chaganty se estrena en el género del cine de terror con "Run" (traducida libremente como "Mamá te quiere" en España); un thriller macabro y repleto de tensión con una trama argumental ciertamente previsible.
La película gira en torno a la extraña relación madre-hija entre Diane (Sarah Paulson) y Chloe (Kiera Allen). Paulson se mete esta vez en el papel de una madre sobre protectora, con miedo a la soledad y que sufre de graves trastornos psicológicos, mientras que Allen encarna a su hija, una joven discapacitada a la que su madre obliga a vivir en la más absoluta desconexión. Los problemas comenzarán cuando Chloe comience a investigar más acerca de sus orígenes, su tratamiento y tenga nuevas inquietudes que resolver.
El principal "pero" de "Run" es una película que literalmente corre en el desarrollo de los acontecimientos. Su pulso narrativo frenético hace que todo transcurra demasiado deprisa, sin que haya posibilidad de profundizar y conocer lo suficiente a sus dos protagonistas. Se echa en falta poder conocer con mayor detalle el perfil más psicológico de Diane, qué le impulsa a actuar de esa forma, cuáles son sus miedos y, en definitiva, cómo se ha forjado esa personalidad psicópata. Por eso mismo, da la sensación de que la historia queda incompleta.
En ese transcurso acelerado de los acontecimientos la sensación de mal rollo, esa mezcla de miedo y tensión por lo que va a pasar después, se desarrolla satisfactoriamente con un ritmo in crescendo. Aunque no ocurren hechos demasiado trascendentales, su ritmo narrativo acelerado hace que sea una historia que engancha desde el primer minuto, lo cual hace que los aspectos positivos compensen a los negativos.
A nivel interpretativo, destaca el debut de Allen en la gran pantalla y, por supuesto, la impecable actuación de una Sarah Paulson que parece que se mantiene en las carnes de la sanguinaria y fría doctora Ratched (podéis ver la serie en Netflix, os la recomiendo), uno de sus papeles recientes más importantes. Y es que ya sabéis que hay actrices que "salen" en una película y otras son la película. Paulson es de las segundas.
En definitiva, "Mamá te quiere" es un thriller trepidante, adictivo y de rápido consumo que si bien no pretende asustar demasiado, sí que se reserva unas cuantas sorpresas que desconcertarán a más de uno. Es una lástima que finalmente esta haya sido otra de las muchas películas que no han pasado por cartelera, pero si eres amante de la tensión, la adrenalina y te encanta Sarah Paulson, la disfrutarás.
La película gira en torno a la extraña relación madre-hija entre Diane (Sarah Paulson) y Chloe (Kiera Allen). Paulson se mete esta vez en el papel de una madre sobre protectora, con miedo a la soledad y que sufre de graves trastornos psicológicos, mientras que Allen encarna a su hija, una joven discapacitada a la que su madre obliga a vivir en la más absoluta desconexión. Los problemas comenzarán cuando Chloe comience a investigar más acerca de sus orígenes, su tratamiento y tenga nuevas inquietudes que resolver.
El principal "pero" de "Run" es una película que literalmente corre en el desarrollo de los acontecimientos. Su pulso narrativo frenético hace que todo transcurra demasiado deprisa, sin que haya posibilidad de profundizar y conocer lo suficiente a sus dos protagonistas. Se echa en falta poder conocer con mayor detalle el perfil más psicológico de Diane, qué le impulsa a actuar de esa forma, cuáles son sus miedos y, en definitiva, cómo se ha forjado esa personalidad psicópata. Por eso mismo, da la sensación de que la historia queda incompleta.
En ese transcurso acelerado de los acontecimientos la sensación de mal rollo, esa mezcla de miedo y tensión por lo que va a pasar después, se desarrolla satisfactoriamente con un ritmo in crescendo. Aunque no ocurren hechos demasiado trascendentales, su ritmo narrativo acelerado hace que sea una historia que engancha desde el primer minuto, lo cual hace que los aspectos positivos compensen a los negativos.
A nivel interpretativo, destaca el debut de Allen en la gran pantalla y, por supuesto, la impecable actuación de una Sarah Paulson que parece que se mantiene en las carnes de la sanguinaria y fría doctora Ratched (podéis ver la serie en Netflix, os la recomiendo), uno de sus papeles recientes más importantes. Y es que ya sabéis que hay actrices que "salen" en una película y otras son la película. Paulson es de las segundas.
En definitiva, "Mamá te quiere" es un thriller trepidante, adictivo y de rápido consumo que si bien no pretende asustar demasiado, sí que se reserva unas cuantas sorpresas que desconcertarán a más de uno. Es una lástima que finalmente esta haya sido otra de las muchas películas que no han pasado por cartelera, pero si eres amante de la tensión, la adrenalina y te encanta Sarah Paulson, la disfrutarás.

6,4
22.475
7
27 de julio de 2019
27 de julio de 2019
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El afán que tiene Disney por hacer caja y seguir viviendo sin ideas nuevas está llegando a su máxima expresión este 2019. Después del remake de "Dumbo" y de una innecesaria cuarta entrega de "Toy Story", 25 años después llega, de nuevo, a la gran pantalla, uno de sus clásicos más famosos: "El Rey León".
Rodeado de una gran expectación y con unas expectativas por las nubes, la live-action más prometedora de Disney deja un sabor un tanto agridulce. Y aunque en términos generales la sensación es positiva, es más por el hecho de rememorar el clásico como algunos habíamos imaginado.
La nueva versión de "El Rey León" es un alarde constante del virtuosismo técnico que Favreau consigue dirigir acertadamente. Las imágenes de la sabana africana son realmente impresionantes y, sin duda, emociona ver plasmados en la más pura ¿realidad? algunas de las escenas más míticas de la cinta original.
A diferencia de otros remakes, como "La Bella y la Bestia", se echa en falta una nueva propuesta, algunas licencias que podrían haber dotado, por ejemplo, de un enfoque más feminista al grupo de leonas cuando se sublevan contra Scar. Porque la nueva versión es eso: una copia plano por plano de la película de 1994, como si el director no se atreviese a cambiar absolutamente nada por temor a empeorar el resultado.
Lo cierto es que, pese a que los elementos con los que cuenta Favreau son los mismos que los de la primera, la receta es más complicada de llevar a buen puerto, ya que ciertas escenas resultan difíciles de plasmar a la "realidad", hecho que se nota especialmente en los números musicales, uno de los puntos donde más flaquea la nueva propuesta de Disney.
Y es que la animación tiene algo de lo que carece la versión renovada, y es la gran posibilidad de matices, gestos y expresiones del que carece el remake. Si algo se echa en falta es la magia de la original; esos pequeños matices que avivaban la película y que hace que en esta no se distinga si estamos viendo "El Rey León" o un documental de La 2 o del National Geographic.
Otro de los puntos que más chirrían, desde mi punto de vista, tiene que ver con el doblaje al castellano. Y es que muchos de los actores de doblaje no son los mismos que en la versión de dibujos, lo que hace que en personajes tan relevantes y con voces tan inconfundibles como las de Simba o Scar cueste acostumbrarse.
Y es que es imposible no ser crítico con la que posiblemente sea mi película favorita de animación, pero, pese a todo, creo que Disney y Favreau no han podido hacer un trabajo mejor. Ver llorar a Timón y Pumba, a Scar subiéndose por todos los resquicios en su "Preparos" o simplemente los genitales de los leones macho habría resultado grotesco.
Por ende, creo que la nueva propuesta de "El Rey León" es merecedora del respeto de todos y, sin duda, una película que todos deberíamos ir a ver al cine, bien por curiosidad o simplemente por revivir el niño que llevamos dentro y recordar quiénes somos.
Rodeado de una gran expectación y con unas expectativas por las nubes, la live-action más prometedora de Disney deja un sabor un tanto agridulce. Y aunque en términos generales la sensación es positiva, es más por el hecho de rememorar el clásico como algunos habíamos imaginado.
La nueva versión de "El Rey León" es un alarde constante del virtuosismo técnico que Favreau consigue dirigir acertadamente. Las imágenes de la sabana africana son realmente impresionantes y, sin duda, emociona ver plasmados en la más pura ¿realidad? algunas de las escenas más míticas de la cinta original.
A diferencia de otros remakes, como "La Bella y la Bestia", se echa en falta una nueva propuesta, algunas licencias que podrían haber dotado, por ejemplo, de un enfoque más feminista al grupo de leonas cuando se sublevan contra Scar. Porque la nueva versión es eso: una copia plano por plano de la película de 1994, como si el director no se atreviese a cambiar absolutamente nada por temor a empeorar el resultado.
Lo cierto es que, pese a que los elementos con los que cuenta Favreau son los mismos que los de la primera, la receta es más complicada de llevar a buen puerto, ya que ciertas escenas resultan difíciles de plasmar a la "realidad", hecho que se nota especialmente en los números musicales, uno de los puntos donde más flaquea la nueva propuesta de Disney.
Y es que la animación tiene algo de lo que carece la versión renovada, y es la gran posibilidad de matices, gestos y expresiones del que carece el remake. Si algo se echa en falta es la magia de la original; esos pequeños matices que avivaban la película y que hace que en esta no se distinga si estamos viendo "El Rey León" o un documental de La 2 o del National Geographic.
Otro de los puntos que más chirrían, desde mi punto de vista, tiene que ver con el doblaje al castellano. Y es que muchos de los actores de doblaje no son los mismos que en la versión de dibujos, lo que hace que en personajes tan relevantes y con voces tan inconfundibles como las de Simba o Scar cueste acostumbrarse.
Y es que es imposible no ser crítico con la que posiblemente sea mi película favorita de animación, pero, pese a todo, creo que Disney y Favreau no han podido hacer un trabajo mejor. Ver llorar a Timón y Pumba, a Scar subiéndose por todos los resquicios en su "Preparos" o simplemente los genitales de los leones macho habría resultado grotesco.
Por ende, creo que la nueva propuesta de "El Rey León" es merecedora del respeto de todos y, sin duda, una película que todos deberíamos ir a ver al cine, bien por curiosidad o simplemente por revivir el niño que llevamos dentro y recordar quiénes somos.

5,7
22.134
7
6 de febrero de 2019
6 de febrero de 2019
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cualquier persona es más que probable que sea capaz de decirte varios títulos de series originales de Netflix. La compañía audiovisual estadounidense ha conseguido abanderar la insignia de lo nuevo y rompedor en el mercado audiovisual. Sin embargo, si nos referimos a cine, Netflix no ha conseguido aún su tan ansiado reconocimiento. Aunque esto puede que haya cambiado con la adaptación de "Bird Box" de Eric Heisseger.
La trama que presenta "A ciegas" no aporta gran cosa a todas las películas post-apocalípticas que existen y que están por existir. La idea de una presencia sobrenatural que provoca suicidios inexplicables en masa ya está más que explorada y explotada. Este hilo narrativo ya fue tratado, sin ir más lejos, en la película M. Night Shyamalany, "El incidente", de 2007. Por tanto, poco puede aportar Netflix en esta particular adaptación dirigida por Susanne Bier. ¿O no?
Cuando un guion no es el fuerte en una producción, los directores (directora en este caso) suelen recurrir a un buen elenco de actores que sirvan como contrapeso y aseguren, de algún modo, el éxito de la cinta. A veces, basta con escoger a una buena actriz, como hace Bier en este caso con Sandra Bullock.
La actriz estadounidense vuelve a brillar y eclipsar al resto de personajes encarnando a Malorie Hayes, una joven mujer con dos hijos que tendrá que luchar por la supervivencia de ella y los suyos. Poco se puede remarcar del resto del reparto, cuyos personajes son más bien planos, anecdóticos e incluso innecesarios.
Resulta especialmente impactante y reseñable resultan tanto las localizaciones aparentemente selváticas así como la constante música, que advierte del peligro que se cierne sobre los protagonistas e imprime ritmo y tensión al espectador. Su uso, desde mi punto de vista, quizás excesivo, provocan un estado de tensión constante que muchas veces desemboca en una falsa premonición, creando demasiadas expectativas.
No obstante, aunque la trama y los personajes resultan laxos, es precisamente la música, los efectos sonoros y los continuos flash-backs y flash-forwards los que agilizan el relato de tal forma que este acabe resultando ameno e interesante.
En cuanto a los resultados, la discreta cifra que su antecesora hizo en la gran pantalla (64 millones de dólares frente a un presupuesto de 48 millones) dista mucho de los buenos resultados que está cosechando "A ciegas". Y es que si algo tiene Netflix es el don de convertir en un super-éxito todo lo que hace. Según datos oficiales de la compañía, la última película de Sandra Bullock batió el récord de la película más vista en Netflix en la primera semana de estreno, con más de 45 millones de visualizaciones y tras las Navidades superaba los 80 millones.
Sin duda, Netflix ha conseguido, tras numerosos y fallidos esfuerzos, le pese a quien le pese, un referente cinematográfico en el catálogo de la compañía. Y es que, si algo tienen Netflix y Sandra Bullock en común es que ambos, si ya de por sí son buenísimos, juntos son el éxito asegurado.
La trama que presenta "A ciegas" no aporta gran cosa a todas las películas post-apocalípticas que existen y que están por existir. La idea de una presencia sobrenatural que provoca suicidios inexplicables en masa ya está más que explorada y explotada. Este hilo narrativo ya fue tratado, sin ir más lejos, en la película M. Night Shyamalany, "El incidente", de 2007. Por tanto, poco puede aportar Netflix en esta particular adaptación dirigida por Susanne Bier. ¿O no?
Cuando un guion no es el fuerte en una producción, los directores (directora en este caso) suelen recurrir a un buen elenco de actores que sirvan como contrapeso y aseguren, de algún modo, el éxito de la cinta. A veces, basta con escoger a una buena actriz, como hace Bier en este caso con Sandra Bullock.
La actriz estadounidense vuelve a brillar y eclipsar al resto de personajes encarnando a Malorie Hayes, una joven mujer con dos hijos que tendrá que luchar por la supervivencia de ella y los suyos. Poco se puede remarcar del resto del reparto, cuyos personajes son más bien planos, anecdóticos e incluso innecesarios.
Resulta especialmente impactante y reseñable resultan tanto las localizaciones aparentemente selváticas así como la constante música, que advierte del peligro que se cierne sobre los protagonistas e imprime ritmo y tensión al espectador. Su uso, desde mi punto de vista, quizás excesivo, provocan un estado de tensión constante que muchas veces desemboca en una falsa premonición, creando demasiadas expectativas.
No obstante, aunque la trama y los personajes resultan laxos, es precisamente la música, los efectos sonoros y los continuos flash-backs y flash-forwards los que agilizan el relato de tal forma que este acabe resultando ameno e interesante.
En cuanto a los resultados, la discreta cifra que su antecesora hizo en la gran pantalla (64 millones de dólares frente a un presupuesto de 48 millones) dista mucho de los buenos resultados que está cosechando "A ciegas". Y es que si algo tiene Netflix es el don de convertir en un super-éxito todo lo que hace. Según datos oficiales de la compañía, la última película de Sandra Bullock batió el récord de la película más vista en Netflix en la primera semana de estreno, con más de 45 millones de visualizaciones y tras las Navidades superaba los 80 millones.
Sin duda, Netflix ha conseguido, tras numerosos y fallidos esfuerzos, le pese a quien le pese, un referente cinematográfico en el catálogo de la compañía. Y es que, si algo tienen Netflix y Sandra Bullock en común es que ambos, si ya de por sí son buenísimos, juntos son el éxito asegurado.

5,6
18.933
7
15 de septiembre de 2019
15 de septiembre de 2019
0 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dos años han transcurrido desde que la primera parte del remake de "IT" se convirtiese en todo un fenómeno de masas. Veintisiete años para los habitantes de Derry. Lo importante no es el tiempo. Lo importante es que el director, Andy Muschietti, ha vuelto a hacer un buen trabajo y ha conseguido cerrar un clásico de la historia del cine y de la literatura con más o menos aciertos.
Desde mi punto de vista, con más aciertos que en la primera parte. Y es que la complejidad y densidad de la novela de Stephen King no jugaban a favor del director. Tampoco el éxito de la primera parte, que se acabó convirtiendo en la película de terror más taquillera de la historia de Estados Unidos con más de 700 millones de dólares de recaudación.
Cerrar satisfactoriamente una historia que conocen y siguen tantas personas implica tener que hacerlo con detalle, con mimo y con precaución. De ahí que "IT 2" dure 30 minutos más que su predecesora, hasta rozar las tres horas, algo imprescindible para poder desarrollar todas las subtramas y evitar que el espectador se pierda en el transcurrir de los años.
Y es que, aunque volveremos a ver al reparto de jóvenes promesas del cine de la primera cinta, han pasado 27 años y los miembros del Club de los Perdedores se han hecho adultos. Pese a todo, en esta secuela, el Club de los Perdedores volverá a reunirse tal y como prometieron de jóvenes para enfrentarse de nuevo al payaso Pennywhise, que ha regresado para sembrar el caos y el terror en Derry.
En el reparto de actores, de nuevo, mención especial merece Bill Skarsgard, quien da vida a Pennywhise. El joven actor sueco consigue sacar lo mejor del personaje con su mirada perdida y su risa siniestra, que se quedarán grabadas en la mente del espectador. Gran trabajo también en cuanto a los actores escogidos para interpretar las versiones de adulto de los jóvenes perdedores, que se ajustan con bastante fidelidad a su versión infantil. Destacan sobre todo Jessica Chastain ("El caso Sloane", "Molly's Game") en el papel de Beverly Marsh y James McAvoy ("Glass", "Múltiple"...) como Bill Denbrough.
La película, en términos generales, supone todo un esperpento de la capacidad imaginativa de King. Lo deja claro desde el comienzo, cuando los protagonistas se reencuentran en el restaurante, y no hace más que ir in crescendo hasta culminar en una orgía de efectos audiovisuales que es lo que supone el último enfrentamiento con Pennywhise. Aunque hay sustos efectistas repartidos por el metraje, lejos queda el clásico de terror, donde la siniestralidad del payaso y de la historia en sí queda maquillada por unos grotescos a la par que ridículos efectos especiales que causan más risa que pavor.
Uno de los grandes aciertos de este segundo capítulo es intercalar nuevas escenas de los protagonistas de jóvenes que se complementan con las de adulto, creando un juego visual de continuación de planos muy interesante a la par que necesario, especialmente al comienzo, donde puede resultar más complicado identificar a los personajes de adulto. De algún modo, estas escenas dan calidez y ternura a la historia, a la par que ayudan a comprenderla y suponen el cierre de un ciclo.
Los admiradores de Stephen King encontrarán más gratas sorpresas a lo largo de los casi 170 minutos de metraje, como la aparición estelar aunque breve del propio King como el propietario de la tienda de antigüedades a la que acude Bill y con quien hablará y bromeará, precisamente, sobre la tarea de escribir. Además, sin entrar en spoilers, Muschietti mantiene guiños a otros clásicos del escritor, como "Carrie" o "El resplandor".
Frente a todos los efectos especiales y la grandiosidad de una película de estas dimensiones, conviene analizar la película, reflexionar y detenerse en lo humano. No es fácil concluir una historia y mucho menos que el resultado convenza a todos. El final de "IT 2" me parece sinceramente brutal, porque se basa en lo que verdaderamente tiene poder, está al alcance de todos y que muchas veces pasamos por alto: el poder de la palabra.
En definitiva, el segundo capítulo de IT tiene todo lo que cabría esperar de él y mucho de lo que ya vimos en la primera parte: más humor negro, más momentos dramáticos, más intriga y tensión y algún que otro susto en una película que pone punto y final a un remake que, sin duda, marcará a las nuevas generaciones.
Desde mi punto de vista, con más aciertos que en la primera parte. Y es que la complejidad y densidad de la novela de Stephen King no jugaban a favor del director. Tampoco el éxito de la primera parte, que se acabó convirtiendo en la película de terror más taquillera de la historia de Estados Unidos con más de 700 millones de dólares de recaudación.
Cerrar satisfactoriamente una historia que conocen y siguen tantas personas implica tener que hacerlo con detalle, con mimo y con precaución. De ahí que "IT 2" dure 30 minutos más que su predecesora, hasta rozar las tres horas, algo imprescindible para poder desarrollar todas las subtramas y evitar que el espectador se pierda en el transcurrir de los años.
Y es que, aunque volveremos a ver al reparto de jóvenes promesas del cine de la primera cinta, han pasado 27 años y los miembros del Club de los Perdedores se han hecho adultos. Pese a todo, en esta secuela, el Club de los Perdedores volverá a reunirse tal y como prometieron de jóvenes para enfrentarse de nuevo al payaso Pennywhise, que ha regresado para sembrar el caos y el terror en Derry.
En el reparto de actores, de nuevo, mención especial merece Bill Skarsgard, quien da vida a Pennywhise. El joven actor sueco consigue sacar lo mejor del personaje con su mirada perdida y su risa siniestra, que se quedarán grabadas en la mente del espectador. Gran trabajo también en cuanto a los actores escogidos para interpretar las versiones de adulto de los jóvenes perdedores, que se ajustan con bastante fidelidad a su versión infantil. Destacan sobre todo Jessica Chastain ("El caso Sloane", "Molly's Game") en el papel de Beverly Marsh y James McAvoy ("Glass", "Múltiple"...) como Bill Denbrough.
La película, en términos generales, supone todo un esperpento de la capacidad imaginativa de King. Lo deja claro desde el comienzo, cuando los protagonistas se reencuentran en el restaurante, y no hace más que ir in crescendo hasta culminar en una orgía de efectos audiovisuales que es lo que supone el último enfrentamiento con Pennywhise. Aunque hay sustos efectistas repartidos por el metraje, lejos queda el clásico de terror, donde la siniestralidad del payaso y de la historia en sí queda maquillada por unos grotescos a la par que ridículos efectos especiales que causan más risa que pavor.
Uno de los grandes aciertos de este segundo capítulo es intercalar nuevas escenas de los protagonistas de jóvenes que se complementan con las de adulto, creando un juego visual de continuación de planos muy interesante a la par que necesario, especialmente al comienzo, donde puede resultar más complicado identificar a los personajes de adulto. De algún modo, estas escenas dan calidez y ternura a la historia, a la par que ayudan a comprenderla y suponen el cierre de un ciclo.
Los admiradores de Stephen King encontrarán más gratas sorpresas a lo largo de los casi 170 minutos de metraje, como la aparición estelar aunque breve del propio King como el propietario de la tienda de antigüedades a la que acude Bill y con quien hablará y bromeará, precisamente, sobre la tarea de escribir. Además, sin entrar en spoilers, Muschietti mantiene guiños a otros clásicos del escritor, como "Carrie" o "El resplandor".
Frente a todos los efectos especiales y la grandiosidad de una película de estas dimensiones, conviene analizar la película, reflexionar y detenerse en lo humano. No es fácil concluir una historia y mucho menos que el resultado convenza a todos. El final de "IT 2" me parece sinceramente brutal, porque se basa en lo que verdaderamente tiene poder, está al alcance de todos y que muchas veces pasamos por alto: el poder de la palabra.
En definitiva, el segundo capítulo de IT tiene todo lo que cabría esperar de él y mucho de lo que ya vimos en la primera parte: más humor negro, más momentos dramáticos, más intriga y tensión y algún que otro susto en una película que pone punto y final a un remake que, sin duda, marcará a las nuevas generaciones.
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