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7,1
11.391
4
22 de enero de 2011
22 de enero de 2011
32 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
No lo entiendo. De verdad que no lo entiendo.
Dicen que es poética. Muy bien, reconozco que en algunas escenas se logra engendrar algo, pero de ahí a que la película al completo lo sea, pues no sé si soy yo muy cazurro o es que simplemente no congenio con este tipo de "poesía", porque lo que encuentro en "Aguirre" es tan redundante y está tan torpemente secundado por momentos que dan verdadera vergüenza ajena, que ni merece ser considerado como tal. Y en su intento la obra se convierte en la apoteosis del aburrimiento. Entre silencio, planos irrelevantes, más silencio, más planos rodados por rodar, y así hasta el infinito... los 90 minutos se hacen interminables.
El argumento no tiene nada de especial. El cuento sobre la ambición que se ha visto millones de veces. Pero es que tampoco está especialmente bien contado, ni nada. ¿Puede ser más predecible? ¿Y qué hay de sus protagonistas? Por dios, menudo diseño de personajes, se le va a gastar el molde a Herzog de tanto usarlo.
La ambientación no está tan mal, de hecho las imágenes de la selva, de los ríos, etcétera, son lo mejor de la película, pero para hacer lo que se hace aquí mejor dejarse de Aguirres y hostias y rodar un buen documental. Sin duda, la obra ganaría en acción y en argumento.
Respecto a las actuaciones, he leído unas cuantas críticas positivas hacia la del protagonista... ¿perdón? ¿Es que sólo existe Klaus Kinski? A mí el resto me dan bastante vergüenza ajena, qué queréis que os diga. Nadie se cree su papel, yo no sé si el director buscaba eso deliberadamente (y si es así desconozco el motivo), pero hay que ver, parece que no tengan sangre en las venas. No hablan, tardan horas en reaccionar, y por supuesto no se comunican ni por gestos. Cuando enfocan a uno, los que están al fondo no se mueven, nadie les dirige y ahí están, como estatuas rellenando espacio. Qué poético todo. En fin. Y para colmo los dos o tres que gesticulan lo hacen llevando su práctica al extremo, que parece que se estén asfixiando. Si hay uno que habla y parece que su mandíbula inferior tenga vida propia, joder.
Y tampoco es que Kinski realice la gran actuación. En la mitad de sus apariciones, lleva su mirada penetrante y sonrisa pre-ataque de histeria de fábrica, y sí, en otras parece el único ser con vida de la balsa, pero de ahí a que sea algo memorable hay un buen trecho.
(sigo en spoiler por los problemas de espacio de siempre, no revelo nada de momento)
Dicen que es poética. Muy bien, reconozco que en algunas escenas se logra engendrar algo, pero de ahí a que la película al completo lo sea, pues no sé si soy yo muy cazurro o es que simplemente no congenio con este tipo de "poesía", porque lo que encuentro en "Aguirre" es tan redundante y está tan torpemente secundado por momentos que dan verdadera vergüenza ajena, que ni merece ser considerado como tal. Y en su intento la obra se convierte en la apoteosis del aburrimiento. Entre silencio, planos irrelevantes, más silencio, más planos rodados por rodar, y así hasta el infinito... los 90 minutos se hacen interminables.
El argumento no tiene nada de especial. El cuento sobre la ambición que se ha visto millones de veces. Pero es que tampoco está especialmente bien contado, ni nada. ¿Puede ser más predecible? ¿Y qué hay de sus protagonistas? Por dios, menudo diseño de personajes, se le va a gastar el molde a Herzog de tanto usarlo.
La ambientación no está tan mal, de hecho las imágenes de la selva, de los ríos, etcétera, son lo mejor de la película, pero para hacer lo que se hace aquí mejor dejarse de Aguirres y hostias y rodar un buen documental. Sin duda, la obra ganaría en acción y en argumento.
Respecto a las actuaciones, he leído unas cuantas críticas positivas hacia la del protagonista... ¿perdón? ¿Es que sólo existe Klaus Kinski? A mí el resto me dan bastante vergüenza ajena, qué queréis que os diga. Nadie se cree su papel, yo no sé si el director buscaba eso deliberadamente (y si es así desconozco el motivo), pero hay que ver, parece que no tengan sangre en las venas. No hablan, tardan horas en reaccionar, y por supuesto no se comunican ni por gestos. Cuando enfocan a uno, los que están al fondo no se mueven, nadie les dirige y ahí están, como estatuas rellenando espacio. Qué poético todo. En fin. Y para colmo los dos o tres que gesticulan lo hacen llevando su práctica al extremo, que parece que se estén asfixiando. Si hay uno que habla y parece que su mandíbula inferior tenga vida propia, joder.
Y tampoco es que Kinski realice la gran actuación. En la mitad de sus apariciones, lleva su mirada penetrante y sonrisa pre-ataque de histeria de fábrica, y sí, en otras parece el único ser con vida de la balsa, pero de ahí a que sea algo memorable hay un buen trecho.
(sigo en spoiler por los problemas de espacio de siempre, no revelo nada de momento)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Luego están los recursos cinematográficos. ¿A qué tanto silencio, tan poca interacción entre personajes, tantos planos alargados en los que no ocurre nada? ¿De verdad quieren retratar a un grupo de personas (¡no de robots!) que se dirigen a una tierra utópica? A mí no me molesta que se prescinda de los diálogos si hay una buena razón, pero es que aquí no la hay. Son un grupo de gente aislada y desesperada sobreviviendo en la selva, no tienen más remedio que relacionarse entre ellos y hablar, tiene que haber algo de colegueo, conflictos, tensión acumulada y demás, pero nada... era demasiado pedir al parecer. Si Herzog pretendía hacer una obra contemplativa, le ha salido el tiro por la culata, porque yo lo único que veo es una sucesión de almas en pena, entre las actuaciones tan limitaditas y la poca conversación que se traen, que tampoco es que fuera una fiesta aquello, pero seguro que había mucha más vida que en esta recreación tan insulsa.
Ahora sí, spoileo para enumerar algunas cosillas especialmente vergonzosas del metraje:
-Esos siete minutos viendo un PUTO DESFILE DE DISFRACES en la montaña, lo siento pero no tiene otro nombre, me parece el colmo de la nadería en imágenes.
-Lo de la balsa que se queda atrapada en el acantilado. No sabía si reír o llorar.
-Esos momentos en los que parece que se va a desarrollar a un personaje, pero no, como en el caso del cura, o del indio traductor...
-Esas flechas que vienen de no sé sabe dónde, que parece que sólo funcionan por rachas porque antes de que te dés cuenta ya está la balsa inundada de ellas y les mete el miedo en el cuerpo, pero en los siguientes minutos casualmente ni una alcanza su objetivo.
-Esos efectos de sangre tan falsos, que se nota que son pegotes de pintura a la legua.
-La escena de la cabeza parlante, si es un intento de humor alemán, es demasiado sobrio (a juego con el resto de la oba) para provocar alguna reacción; si pretende ser seria es el absurdo más ridículo que había visto hasta el momento en la peli...
-...porque la que se lleva la palma es aquella en la que un hombre cae atravesado por una flecha, y suelta la frasecita más gilipollas del panorama cinematográfico, sin nada que se le acerque, creo yo: "Las flechas largas están de moda". No podía dar crédito a mis ojos, he buscado en otras críticas y sí, efectivamente se dice y no es un invento de los subtítulos.
Para compensar, algunas escenas tienen su gracia; la del final por ejemplo me parece logradísima, con Aguirre solo en la balsa dando rienda suelta a su locura, pero no es suficiente para salvar de la quema una película sobrevaloradísima, en la que todo resulta tan artificial, debido tanto a la completa desidia de los actores como a la manía de anteponer la composición de planos a la historia, que no implica emocionalmente en casi ningún momento.
Ahora sí, spoileo para enumerar algunas cosillas especialmente vergonzosas del metraje:
-Esos siete minutos viendo un PUTO DESFILE DE DISFRACES en la montaña, lo siento pero no tiene otro nombre, me parece el colmo de la nadería en imágenes.
-Lo de la balsa que se queda atrapada en el acantilado. No sabía si reír o llorar.
-Esos momentos en los que parece que se va a desarrollar a un personaje, pero no, como en el caso del cura, o del indio traductor...
-Esas flechas que vienen de no sé sabe dónde, que parece que sólo funcionan por rachas porque antes de que te dés cuenta ya está la balsa inundada de ellas y les mete el miedo en el cuerpo, pero en los siguientes minutos casualmente ni una alcanza su objetivo.
-Esos efectos de sangre tan falsos, que se nota que son pegotes de pintura a la legua.
-La escena de la cabeza parlante, si es un intento de humor alemán, es demasiado sobrio (a juego con el resto de la oba) para provocar alguna reacción; si pretende ser seria es el absurdo más ridículo que había visto hasta el momento en la peli...
-...porque la que se lleva la palma es aquella en la que un hombre cae atravesado por una flecha, y suelta la frasecita más gilipollas del panorama cinematográfico, sin nada que se le acerque, creo yo: "Las flechas largas están de moda". No podía dar crédito a mis ojos, he buscado en otras críticas y sí, efectivamente se dice y no es un invento de los subtítulos.
Para compensar, algunas escenas tienen su gracia; la del final por ejemplo me parece logradísima, con Aguirre solo en la balsa dando rienda suelta a su locura, pero no es suficiente para salvar de la quema una película sobrevaloradísima, en la que todo resulta tan artificial, debido tanto a la completa desidia de los actores como a la manía de anteponer la composición de planos a la historia, que no implica emocionalmente en casi ningún momento.
8
21 de noviembre de 2009
21 de noviembre de 2009
30 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Puedo escuchar el mar" es una obra que carece de la espectacularidad de otras películas de Ghibli. Es corta, y eso unido a su condición de película para televisión hace que la historia y los personajes no alcancen los niveles de complejidad a los que tiene acostumbrado el estudio.
Eso, que podría parecer un obstáculo, aquí acaba funcionando a la perfección. No se molesta en analizar el comportamiento de sus personajes a fondo, sino que se muestra todo de una forma más sencilla. Y esa sencillez termina sorprendentemente siendo la base de la empatía que generan, por medio de escenas que les hacen identificarse con la realidad.
El mejor ejemplo de esto está en la relación entre Taku y Rikako. Ésta última es una chica a quien en muchas ocasiones cuesta pillarle el punto. Es desconfiada, egocéntrica y manipuladora, y sin embargo tiene un carisma que me impide llegar a odiarla; de hecho me acabo sintiendo más cómodo intentando entenderla y apreciarla a su manera. Eso es lo mismo que transmite Taku durante toda la película; hay ocasiones en las que le pone de los nervios y le pegaría un puñetazo en toda la boca, pero sencillamente no puede. Le sigue atrayendo algo de ella, y sigue queriendo buscar algo positivo en sus formas. Es fácil saber qué está sintiendo en cada momento, y termino metiéndome en la piel del personaje de forma que llego a compartir su conflicto.
Sí que hay en algunas ocasiones la sensación de que los personajes no están muy delimitados en su actitud, y que no siguen líneas claras (me pasa mucho con Matsuno, el amigo de Taku), pero en todo caso no es algo que se convierta en un problema.
Eso, que podría parecer un obstáculo, aquí acaba funcionando a la perfección. No se molesta en analizar el comportamiento de sus personajes a fondo, sino que se muestra todo de una forma más sencilla. Y esa sencillez termina sorprendentemente siendo la base de la empatía que generan, por medio de escenas que les hacen identificarse con la realidad.
El mejor ejemplo de esto está en la relación entre Taku y Rikako. Ésta última es una chica a quien en muchas ocasiones cuesta pillarle el punto. Es desconfiada, egocéntrica y manipuladora, y sin embargo tiene un carisma que me impide llegar a odiarla; de hecho me acabo sintiendo más cómodo intentando entenderla y apreciarla a su manera. Eso es lo mismo que transmite Taku durante toda la película; hay ocasiones en las que le pone de los nervios y le pegaría un puñetazo en toda la boca, pero sencillamente no puede. Le sigue atrayendo algo de ella, y sigue queriendo buscar algo positivo en sus formas. Es fácil saber qué está sintiendo en cada momento, y termino metiéndome en la piel del personaje de forma que llego a compartir su conflicto.
Sí que hay en algunas ocasiones la sensación de que los personajes no están muy delimitados en su actitud, y que no siguen líneas claras (me pasa mucho con Matsuno, el amigo de Taku), pero en todo caso no es algo que se convierta en un problema.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En realidad, me molesta más otro fallo bastante grave en comparación, y es que los diálogos resultan en ocasiones demasiado adornados para gente de su edad. Hacia el final hay una escena poderosísima desde el punto de vista sentimental, en la que se destaca la nostalgia en el reencuentro de los ex-alumnos del instituto una vez se ha ido cada uno por su camino. Es una escena que el espectador puede llegar a sentir como suya, y plantea aspectos interesantísimos, como el hecho de que, con el tiempo, aquellas personas que se llegaron a odiar tienden a idealizarse cuando pertenecen a una época pasada, y se les acaba cogiendo un cierto cariño (se muestra, por ejemplo, en el hecho de que todo el mundo eche de menos a Rikako). El problema es que ese mismo discurso está quedando explícito en una conversación. Ese diálogo aprovecha la fuerza emotiva de esa escena e intenta colar una reflexión sobre ésta que en muchos aspectos resulta demasiado falsa; al final, esto hace que pierda (aunque mínimamente) el encanto.
De todas maneras, superado el escollo de la falta de pretensiones del argumento y el problema ya comentado de los diálogos en ocasiones, ésta es una película muy agradable. Recomendable para pasar un buen rato, porque se ve del tirón y aparte está narrada con una naturalidad que termina resultando fascinante.
De todas maneras, superado el escollo de la falta de pretensiones del argumento y el problema ya comentado de los diálogos en ocasiones, ésta es una película muy agradable. Recomendable para pasar un buen rato, porque se ve del tirón y aparte está narrada con una naturalidad que termina resultando fascinante.

8,4
83.834
10
5 de marzo de 2011
5 de marzo de 2011
24 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El apartamento" es una de esas películas que te venden en todos los frentes como una obra maestra. Que si tiene un guión excepcional, que si los actores están muy creíbles y carismáticos, que si emociona y hace reír a partes iguales... y claro, uno se queda sin saber qué pensar, si le gustará tanto como a la mayoría o se llevará una tremenda decepción. En mi caso, todo esto se ve incrementado porque ya me quedé un poco frío con "El crepúsculo de los dioses" del mismo autor, sin duda una muy buena película pero que yo, personalmente, no citaría ni loco entre las más destacadas del cine.
Por suerte, esta vez no ha sido así. Me ha parecido maravillosa.
Una de las muchas virtudes que veo a "El apartamento", pero sin duda la más importante de ellas, es que es profunda, rabiosa y categóricamente humana. Te la crees de cabo a rabo, compartes la suerte de la pareja protagonista, sonríes en sus momentos dulces y padeces en las situaciones difíciles. Es tal la compenetración con la historia que no importa que te estén contando algo que, al fin y al cabo, tampoco es en exceso original.
Gran parte de esa sensación se logra gracias a una descripción de personajes impecable, con sus virtudes y defectos, y a la recreación por parte de unos actores que realizan su trabajo con precisión. En especial los protagonistas de la historia. Jack Lemmon regala una interpretación antológica y cargada de carisma, como el empleado que vende su dignidad para abrirse un hueco entre la panda de trepas, mujeriegos y corruptos que conforman la cúpula de su empresa. Shirley MacLaine, encarnando a una ascensorista con (aparentemente) rectos principios morales, logra que te enamores de ella al primer golpe de vista.
Y cómo olvidar el guión, tan milimétricamente calculado, tan perfecto y a la vez tan sorprendente. Una mirada crítica a cómo está estructurada la sociedad, con sus relaciones obligadas, sus pautas a seguir, su deshumanización. En ella, dos personajes perdidos en la mediocridad, tratando de dar un sentido a sus vidas. Y el guión logra que el espectador empatice con ellos, que se reconforte al ver que en este par de fracasados hay algo, una humanidad y una simpatía que se ven ahogadas por la mecánica del mundo en que viven.
Esto por no hablar del ácido retrato de la empresa, en la que por lo visto los méritos no cuentan a la hora de ascender, sólo hacer la pelota y ser un "buen" empleado, los enchufes y las extorsiones están a la orden del día y, en suma, se la despoja de toda seriedad y rigor para terminar mostrando cómo, con simples favores, se puede llegar mucho más alto que haciendo bien tu trabajo.
Es de destacar también la ironía respecto a algo tan importante en la sociedad como son las apariencias, encarnada sobre todo en Baxter, a quien no parece importarle lo que piensen de él sus vecinos y crea un personaje antipático, irresponsable y mujeriego a los ojos de quienes le rodean.
Por suerte, esta vez no ha sido así. Me ha parecido maravillosa.
Una de las muchas virtudes que veo a "El apartamento", pero sin duda la más importante de ellas, es que es profunda, rabiosa y categóricamente humana. Te la crees de cabo a rabo, compartes la suerte de la pareja protagonista, sonríes en sus momentos dulces y padeces en las situaciones difíciles. Es tal la compenetración con la historia que no importa que te estén contando algo que, al fin y al cabo, tampoco es en exceso original.
Gran parte de esa sensación se logra gracias a una descripción de personajes impecable, con sus virtudes y defectos, y a la recreación por parte de unos actores que realizan su trabajo con precisión. En especial los protagonistas de la historia. Jack Lemmon regala una interpretación antológica y cargada de carisma, como el empleado que vende su dignidad para abrirse un hueco entre la panda de trepas, mujeriegos y corruptos que conforman la cúpula de su empresa. Shirley MacLaine, encarnando a una ascensorista con (aparentemente) rectos principios morales, logra que te enamores de ella al primer golpe de vista.
Y cómo olvidar el guión, tan milimétricamente calculado, tan perfecto y a la vez tan sorprendente. Una mirada crítica a cómo está estructurada la sociedad, con sus relaciones obligadas, sus pautas a seguir, su deshumanización. En ella, dos personajes perdidos en la mediocridad, tratando de dar un sentido a sus vidas. Y el guión logra que el espectador empatice con ellos, que se reconforte al ver que en este par de fracasados hay algo, una humanidad y una simpatía que se ven ahogadas por la mecánica del mundo en que viven.
Esto por no hablar del ácido retrato de la empresa, en la que por lo visto los méritos no cuentan a la hora de ascender, sólo hacer la pelota y ser un "buen" empleado, los enchufes y las extorsiones están a la orden del día y, en suma, se la despoja de toda seriedad y rigor para terminar mostrando cómo, con simples favores, se puede llegar mucho más alto que haciendo bien tu trabajo.
Es de destacar también la ironía respecto a algo tan importante en la sociedad como son las apariencias, encarnada sobre todo en Baxter, a quien no parece importarle lo que piensen de él sus vecinos y crea un personaje antipático, irresponsable y mujeriego a los ojos de quienes le rodean.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Y, por supuesto, el aspecto romántico. Aquí la obra llega a su punto más elevado, es tal la química que muestran Lemmon y MacLaine que desde el primer momento deseas que su relación llegue a buen puerto.
Pero es que, además, se tratan temas tan duros como el hecho de amar a alguien que sabes que no te corresponde a pesar de sus palabras, en el caso de Fran, y en el de Baxter, haberse forjado un intenso vacío sentimental a fuerza de prestarse como herramienta para el juego de aquellos que dictan su destino profesional.
Desde luego, no trata ninguna de estas situaciones con una solemnidad excesiva, pero tampoco cae en la desensibilización y el resultado es un equilibrio casi perfecto.
La comedia, por otro lado, es maravillosa. Es cierto que el humor ha envejecido, pero francamente, yo no le doy demasiada importancia... La cuestión es que la película crea una simpatía increíble, que la recibes con una sonrisa y al final, en ese hermoso y sencillo final, no te queda otra que dibujar una sonrisa aún más amplia. Es una comedia porque te hace sentirte bien, no porque haga reír a cada rato. De hecho, hay un único momento concreto en el que la obra me arranca una buena carcajada. Ocurre al principio: Baxter está dispuesto a ver "Gran hotel" y tiene que tragarse antes el mensaje de un patrocinador, con lo que se entretiene haciendo zapping mientras esto ocurre. Vuelve, y se prepara por fin para el inicio de la película: "Pero antes, escuchen el mensaje de nuestro segundo patrocinador". Con lo cual, nuestro protagonista apaga la televisión y se va a dormir. Esa tontería, ese momento tan poco destacable entre el resto, me arrancó una risa tan espontánea que me sorprendió, y con eso ya estuve servido para todo el metraje.
En fin, seguiría hablando y hablando de las numerosas cualidades de este clásico, pero en algún punto hay que cortar. Sólo decir que me parece una película muy sincera y hermosa a su manera, carente de la artificialidad de muchas grandes obras, que hace de la sencillez y la lucidez sus principales bazas para narrar una pequeña fábula cotidiana, y logra con ello emocionar con una intensidad al alcance de muy pocas. No es ya la excelencia del guión, de las caracterizaciones de sus protagonistas o de los secundarios que les acompañan, ni siquiera de las numerosas frases míticas que acompañan los diálogos. Además de eso, "El apartamento" tiene mucho carisma, es sumamente simpática y su historia cala de verdad. Recomendada para ver una y otra vez, porque este cine no cansa y crea afición.
Pero es que, además, se tratan temas tan duros como el hecho de amar a alguien que sabes que no te corresponde a pesar de sus palabras, en el caso de Fran, y en el de Baxter, haberse forjado un intenso vacío sentimental a fuerza de prestarse como herramienta para el juego de aquellos que dictan su destino profesional.
Desde luego, no trata ninguna de estas situaciones con una solemnidad excesiva, pero tampoco cae en la desensibilización y el resultado es un equilibrio casi perfecto.
La comedia, por otro lado, es maravillosa. Es cierto que el humor ha envejecido, pero francamente, yo no le doy demasiada importancia... La cuestión es que la película crea una simpatía increíble, que la recibes con una sonrisa y al final, en ese hermoso y sencillo final, no te queda otra que dibujar una sonrisa aún más amplia. Es una comedia porque te hace sentirte bien, no porque haga reír a cada rato. De hecho, hay un único momento concreto en el que la obra me arranca una buena carcajada. Ocurre al principio: Baxter está dispuesto a ver "Gran hotel" y tiene que tragarse antes el mensaje de un patrocinador, con lo que se entretiene haciendo zapping mientras esto ocurre. Vuelve, y se prepara por fin para el inicio de la película: "Pero antes, escuchen el mensaje de nuestro segundo patrocinador". Con lo cual, nuestro protagonista apaga la televisión y se va a dormir. Esa tontería, ese momento tan poco destacable entre el resto, me arrancó una risa tan espontánea que me sorprendió, y con eso ya estuve servido para todo el metraje.
En fin, seguiría hablando y hablando de las numerosas cualidades de este clásico, pero en algún punto hay que cortar. Sólo decir que me parece una película muy sincera y hermosa a su manera, carente de la artificialidad de muchas grandes obras, que hace de la sencillez y la lucidez sus principales bazas para narrar una pequeña fábula cotidiana, y logra con ello emocionar con una intensidad al alcance de muy pocas. No es ya la excelencia del guión, de las caracterizaciones de sus protagonistas o de los secundarios que les acompañan, ni siquiera de las numerosas frases míticas que acompañan los diálogos. Además de eso, "El apartamento" tiene mucho carisma, es sumamente simpática y su historia cala de verdad. Recomendada para ver una y otra vez, porque este cine no cansa y crea afición.

6,7
28.148
4
2 de marzo de 2011
2 de marzo de 2011
22 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estoy de acuerdo en que "Irreversible" es una película difícil de digerir. El problema es que para mí lo difícil es la forma de rodar de Gaspar Noé, y no el morboso contenido.
Normalmente, cuando una película presenta las situaciones de ésta, esperas que te impacte, que te dé asco y náuseas. Al final voy a creerme de verdad que soy un cabrón o un insensible, porque lo que es impacto poco, pero náusea mucha, y no por la crudeza de la violación ni por las palizas sino por esa manía de agarrar la cámara y darle vueltas, lucecitas por aquí y por allá, en fin... divirtiéndose con el cacharro, vamos. Y jodiendo al personal.
Dejando fuera los sutiles (je) movimientos de cámara, queda una historia que busca impactar y ser guay a cada momento. La escena de la violación, por ejemplo, ¿es real? Puede ser. ¿Es aburrida? Pues también. Porque dura nueve minutos y no crea la misma sensación de desasosiego e indignación en el minuto dos que en el ocho. Pero también porque está rodada de una forma tan sosa, tan anodina, tan estática, que empiezas por decir "qué hijo de puta" y terminas con un "por dios, que se corra ya". No creo que sea ése el impacto que busca Noé, y si es así es aún más cabrón de lo que parece.
Y así va todo, con peleas que ni sé de dónde salen, muchos nombrecitos, escenas de un realismo acojonante como aquella en la que un tío va tan campante hostiando a la gente con una bombona de butano, gente chillando, diálogos idiotas, y una estructura narrativa invertida que no impide que el guión resulte de lo más predecible.
En spoiler hablo de escenas aparte de la violación.
Normalmente, cuando una película presenta las situaciones de ésta, esperas que te impacte, que te dé asco y náuseas. Al final voy a creerme de verdad que soy un cabrón o un insensible, porque lo que es impacto poco, pero náusea mucha, y no por la crudeza de la violación ni por las palizas sino por esa manía de agarrar la cámara y darle vueltas, lucecitas por aquí y por allá, en fin... divirtiéndose con el cacharro, vamos. Y jodiendo al personal.
Dejando fuera los sutiles (je) movimientos de cámara, queda una historia que busca impactar y ser guay a cada momento. La escena de la violación, por ejemplo, ¿es real? Puede ser. ¿Es aburrida? Pues también. Porque dura nueve minutos y no crea la misma sensación de desasosiego e indignación en el minuto dos que en el ocho. Pero también porque está rodada de una forma tan sosa, tan anodina, tan estática, que empiezas por decir "qué hijo de puta" y terminas con un "por dios, que se corra ya". No creo que sea ése el impacto que busca Noé, y si es así es aún más cabrón de lo que parece.
Y así va todo, con peleas que ni sé de dónde salen, muchos nombrecitos, escenas de un realismo acojonante como aquella en la que un tío va tan campante hostiando a la gente con una bombona de butano, gente chillando, diálogos idiotas, y una estructura narrativa invertida que no impide que el guión resulte de lo más predecible.
En spoiler hablo de escenas aparte de la violación.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La escena del final (principio) tiene su tela. Son veinte minutos, ¡veinte! viendo a una pareja hacerse carantoñas. Sí, sale la Bellucci, pero joder...
Lo de la discoteca, sí, muy guay oye, un tío haciéndose una raya y morreándose con dos tías, eso no lo he visto nunca. ¡Qué desfase, la hostia!
Lo del bar gay, como bien han comentado, ridículo. Menudo pastiche de notas rayantes, cámara meneándose por todas partes, lucecitas y aburrimiento adornado con un retrato cazurro de hombres en edad de celo. No sé si homófobo o directamente idiota, como si oírles decir "chúpame la polla" todo el rato fuera algo que me tuviera que escandalizar.
Y bueno, aún estoy tratando de descifrar la escena del principio. No sé si soy muy torpe o qué...
Lo de la discoteca, sí, muy guay oye, un tío haciéndose una raya y morreándose con dos tías, eso no lo he visto nunca. ¡Qué desfase, la hostia!
Lo del bar gay, como bien han comentado, ridículo. Menudo pastiche de notas rayantes, cámara meneándose por todas partes, lucecitas y aburrimiento adornado con un retrato cazurro de hombres en edad de celo. No sé si homófobo o directamente idiota, como si oírles decir "chúpame la polla" todo el rato fuera algo que me tuviera que escandalizar.
Y bueno, aún estoy tratando de descifrar la escena del principio. No sé si soy muy torpe o qué...
5
8 de septiembre de 2012
8 de septiembre de 2012
20 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace ya dos años desde que vi esta serie, mis recuerdos específicos sobre ella no son tan nítidos como me gustaría, pero hace poco leí la versión en manga que sacaron casi al mismo tiempo, y las diferencias entre una y otra me han animado a intentar poner en orden mis pensamientos sobre lo que me pareció esta serie en su día, qué se podía rescatar de ella y por qué no funcionaba del todo bien.
Antes que nada, debo decir para cualquiera que se disponga a verla, que "School Days" es la serie anime polémica por excelencia. Desde su estreno lleva dividiendo a los fans sin apenas entrar en un término medio. Es una de las más populares y al mismo tiempo una de las más odiadas en todos los ránkings.
Lo cierto es que la crítica de Ana Cervantes describe con bastante acierto lo que ofrece la serie (otra cosa es la opinión al respecto, con la que estoy menos de acuerdo, e intentaré explicar por qué). La serie engaña con su apariencia de comedia romántica, de hecho empieza muy light con líos amorosos típicos de instituto. Pero detrás de esa fachada se esconde una obra con objetivos muy distintos, que intenta proporcionar una visión sádica, enfermiza y tremendista del amor.
La idea de "School Days", por tanto, es precisamente anular la inocuidad de una historia romántica pasándola por el filtro de personajes perturbados, actitudes obsesivas y un tono cada vez más oscuro y malsano. Se puede considerar como una variante del género harem que intenta desmantelar y retorcer sus tópicos, convirtiendo el trasfondo de comedia ligera y algo subida de tono en todo un catálogo de obsesiones y psicopatías.
Esta idea es buena, por sí misma, pero su ejecución resulta deficiente, en lo que respecta sobre todo a personajes. No estoy de acuerdo con que esta serie sea especialmente machista, no lo sería más que muchas comedias sexuales del anime y en todo caso el problema de fondo no es ése. Tampoco comparto que sea algo malo en sí odiar a alguno de los personajes, ya que creo que la serie está realizada con ese enfoque, no ensalza a sus protagonistas, al contrario, resalta su egoísmo y su incapacidad para tener en cuenta los sentimientos de los demás (en especial con Makoto y Sekai).
Lo que realmente daña a este anime es la descripción tan pobre de sus personajes. Makoto, por ejemplo, está tan anulado como tal que se convierte simplemente en un muñeco andante, actúa casi por inercia, no se plantea nada o casi nada de lo que hace y más que un personaje odioso se convierte en alguien completamente hermético e incomprensible. Por otro lado, da la impresión de que todas las chicas que se cruzan con él tienen que caer rendidas ante sus encantos, parecen forzadas a ello, y esto no sólo crea una plantilla de personajes planos y repetitivos en los que no se incide lo suficiente, sino que afecta a la propia estructura, la hace aburrida y se pierde la sorpresa. El efecto de acumulación es tan grave que afecta de manera brutal al interés en lo que ocurre.
Con todo, la serie sigue siendo entretenida, pero funciona mejor a nivel teórico, como idea, que en la práctica. En ese sentido es donde entra en juego el manga, que me sorprendió por su empaque en contraste con el anime. Comparo ambos en spoiler.
Antes que nada, debo decir para cualquiera que se disponga a verla, que "School Days" es la serie anime polémica por excelencia. Desde su estreno lleva dividiendo a los fans sin apenas entrar en un término medio. Es una de las más populares y al mismo tiempo una de las más odiadas en todos los ránkings.
Lo cierto es que la crítica de Ana Cervantes describe con bastante acierto lo que ofrece la serie (otra cosa es la opinión al respecto, con la que estoy menos de acuerdo, e intentaré explicar por qué). La serie engaña con su apariencia de comedia romántica, de hecho empieza muy light con líos amorosos típicos de instituto. Pero detrás de esa fachada se esconde una obra con objetivos muy distintos, que intenta proporcionar una visión sádica, enfermiza y tremendista del amor.
La idea de "School Days", por tanto, es precisamente anular la inocuidad de una historia romántica pasándola por el filtro de personajes perturbados, actitudes obsesivas y un tono cada vez más oscuro y malsano. Se puede considerar como una variante del género harem que intenta desmantelar y retorcer sus tópicos, convirtiendo el trasfondo de comedia ligera y algo subida de tono en todo un catálogo de obsesiones y psicopatías.
Esta idea es buena, por sí misma, pero su ejecución resulta deficiente, en lo que respecta sobre todo a personajes. No estoy de acuerdo con que esta serie sea especialmente machista, no lo sería más que muchas comedias sexuales del anime y en todo caso el problema de fondo no es ése. Tampoco comparto que sea algo malo en sí odiar a alguno de los personajes, ya que creo que la serie está realizada con ese enfoque, no ensalza a sus protagonistas, al contrario, resalta su egoísmo y su incapacidad para tener en cuenta los sentimientos de los demás (en especial con Makoto y Sekai).
Lo que realmente daña a este anime es la descripción tan pobre de sus personajes. Makoto, por ejemplo, está tan anulado como tal que se convierte simplemente en un muñeco andante, actúa casi por inercia, no se plantea nada o casi nada de lo que hace y más que un personaje odioso se convierte en alguien completamente hermético e incomprensible. Por otro lado, da la impresión de que todas las chicas que se cruzan con él tienen que caer rendidas ante sus encantos, parecen forzadas a ello, y esto no sólo crea una plantilla de personajes planos y repetitivos en los que no se incide lo suficiente, sino que afecta a la propia estructura, la hace aburrida y se pierde la sorpresa. El efecto de acumulación es tan grave que afecta de manera brutal al interés en lo que ocurre.
Con todo, la serie sigue siendo entretenida, pero funciona mejor a nivel teórico, como idea, que en la práctica. En ese sentido es donde entra en juego el manga, que me sorprendió por su empaque en contraste con el anime. Comparo ambos en spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La mayor diferencia entre ambas versiones es que en la versión manga, que es al parecer la menos fiel al videojuego original, la trama está centrada por completo en el trío Kotonoha-Makoto-Sekai. El resto de personajes están ahí pero no participan de la historia romántica, ni intentan captar la atención de Makoto. Esta idea tan sencilla da una dimensión menos fantasiosa y gratuita a la historia, se convierte en un triángulo amoroso de toda la vida con un chico que mantiene una relación a dos bandas.
Otra diferencia importante es que aquí Makoto sí piensa en lo que hace, y se arrepiente de muchas de sus decisiones, es un personaje mucho más reconocible como tal, y lo más importante, llega a causar una cierta empatía, sin que su actitud deje de resultar por momentos muy reprobable. Por otro lado tanto Sekai como Kotonoha están bastante explorados en su relación con el protagonista en comparación con el anime, y sus actitudes resultan también más comprensibles, más allá de los venazos obsesivos que acaban mostrando (de hecho su gran baza es que narra a través del punto de vista de los tres personajes). El final, por cierto, es distinto al del anime, y probablemente menos políticamente correcto aún, pero está rodeado de un contexto bastante más comprensible. De todas maneras en ambos casos se repite el mismo error: el paso de una situación de normalidad al desequilibrio mental está muy precipitado, no se nota la presión que hace capaces tanto a Kotonoha como a Sekai de matar a otra persona. Y aunque en ese sentido se pretende jugar con el factor sorpresa, creo que es una resolución tramposa, en los dos casos.
Recomiendo esta versión, con todo, a quien haya quedado decepcionado con el anime, si es por los motivos expuestos arriba, es decir, por la mala descripción de personajes. En ese sentido mejora y bastante lo que hay. No es que llegue a resultar redonda (ni se acerca) en eso, pero al menos durante la mayor parte de la historia sí resultan reconocibles, y en mi opinión incluso menos antipáticos, porque parte de ese odio tan fuerte que generan en el anime viene de lo incomprensible y aleatorio de sus actos y procesos mentales.
Otra diferencia importante es que aquí Makoto sí piensa en lo que hace, y se arrepiente de muchas de sus decisiones, es un personaje mucho más reconocible como tal, y lo más importante, llega a causar una cierta empatía, sin que su actitud deje de resultar por momentos muy reprobable. Por otro lado tanto Sekai como Kotonoha están bastante explorados en su relación con el protagonista en comparación con el anime, y sus actitudes resultan también más comprensibles, más allá de los venazos obsesivos que acaban mostrando (de hecho su gran baza es que narra a través del punto de vista de los tres personajes). El final, por cierto, es distinto al del anime, y probablemente menos políticamente correcto aún, pero está rodeado de un contexto bastante más comprensible. De todas maneras en ambos casos se repite el mismo error: el paso de una situación de normalidad al desequilibrio mental está muy precipitado, no se nota la presión que hace capaces tanto a Kotonoha como a Sekai de matar a otra persona. Y aunque en ese sentido se pretende jugar con el factor sorpresa, creo que es una resolución tramposa, en los dos casos.
Recomiendo esta versión, con todo, a quien haya quedado decepcionado con el anime, si es por los motivos expuestos arriba, es decir, por la mala descripción de personajes. En ese sentido mejora y bastante lo que hay. No es que llegue a resultar redonda (ni se acerca) en eso, pero al menos durante la mayor parte de la historia sí resultan reconocibles, y en mi opinión incluso menos antipáticos, porque parte de ese odio tan fuerte que generan en el anime viene de lo incomprensible y aleatorio de sus actos y procesos mentales.
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