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6,1
967
7
26 de septiembre de 2022
26 de septiembre de 2022
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
‘Ali y Ava’ será esa luz en tu semana si has vuelto ya al trabajo después de unas merecidas vacaciones. Si por el contrario sigues disfrutando de ellas, será el complemento perfecto para terminarlas con el corazón agradecido por su autenticidad, humanidad y calidez.
Por diferentes razones, Ali y Ava se sienten solos. Se conocen a través de Sofía, la hija de los inquilinos eslovacos de Ali a quien Ava cuida. A partir de ahí y durante un mes lunar, una conexión profunda comienza a crecer entre ellos, a pesar de las secuelas de la relación anterior de Ava y la confusión emocional de Ali; y todo ello alimentado por la pasión de ambos por la música.
Clio Barnard, directora británica con varios éxitos a sus espaldas como ‘The Arbor’, o ‘The Selfish Giant’ se mete de lleno en la rutina de unos personajes que bien podríamos ser cualquiera de nosotros para decirnos en voz alta, y sabiéndose irreprochable, que la música salva nuestras vidas cada día que la vivimos.
Con una banda sonora plagada de hits de artistas británicos y americanos como Karen Dalton, Buzzcocks, La Roux, Daniel Avery, Bob Dylan, The Specials o Sylvan Esso, entre muchos otros se narran sus historias y se muestran al público personajes que parecían herméticos o demasiado distantes como para darse una oportunidad. Tanto Ali como Ava están basados en personas reales, quizá de ahí sea de donde se destile la infinita autenticidad que nos habla de los momentos más duros y bajos de una persona mientras sobrevive a base de pequeñas píldoras de felicidad que hacen la vida soportable.
La puesta en escena es sencilla y honesta. Vivimos en los barrios más marginales de Bradford, cerca de Manchester junto a nuestros protagonistas y vemos que aun queda mucho para poder vivir en tolerancia y mutuo respeto. Clío Barnard presenta un retrato social auténtico, bañado de salarios bajos, autoestimas destruidas, vecindarios asalvajados, racismo y violencia por doquier.
Y por eso su calidez te gana. Porque todos vivimos en esos barrios o sentimos la presión social que se amontona sobre nuestros hombros, pero soñamos, como lo hacen ‘Ali y Ava’ con ser un poquito más felices. Ellos se atreven a intentarlo y con ellos nosotros nos creemos capaces de lo mismo.
El relato por supuesto no es de tonos pastel, de hecho es bastante brutal y desgarrador. Pero deslumbra porque la candidez de hablar con un extraño que te escucha sin juzgar siempre nos sorprende con la guardia baja por lo fácil que es hacerlo. Cuando esto ocurre y los personajes se desnudan el uno frente al otro, capa tras capa somos conscientes de lo poco que ejercitamos la empatía hacia el prójimo.
‘Ali y Ava’ es una de esas películas que te golpea con su intensidad, te captura con su honestidad y se queda en el fondo de tu cabeza gracias a personajes nada normativos que viven su vida acompañados de una banda sonora eléctrica que les mantiene a flote.
Tienes que ir al cine a disfrutar de su música, su cuidada fotografía, unas interpretaciones sin parangón y el ruido de la lluvia mientras chapotea contra el asfalto.
Crítica para www.magazinema.es
Nota 3,8 sobre 5
Por diferentes razones, Ali y Ava se sienten solos. Se conocen a través de Sofía, la hija de los inquilinos eslovacos de Ali a quien Ava cuida. A partir de ahí y durante un mes lunar, una conexión profunda comienza a crecer entre ellos, a pesar de las secuelas de la relación anterior de Ava y la confusión emocional de Ali; y todo ello alimentado por la pasión de ambos por la música.
Clio Barnard, directora británica con varios éxitos a sus espaldas como ‘The Arbor’, o ‘The Selfish Giant’ se mete de lleno en la rutina de unos personajes que bien podríamos ser cualquiera de nosotros para decirnos en voz alta, y sabiéndose irreprochable, que la música salva nuestras vidas cada día que la vivimos.
Con una banda sonora plagada de hits de artistas británicos y americanos como Karen Dalton, Buzzcocks, La Roux, Daniel Avery, Bob Dylan, The Specials o Sylvan Esso, entre muchos otros se narran sus historias y se muestran al público personajes que parecían herméticos o demasiado distantes como para darse una oportunidad. Tanto Ali como Ava están basados en personas reales, quizá de ahí sea de donde se destile la infinita autenticidad que nos habla de los momentos más duros y bajos de una persona mientras sobrevive a base de pequeñas píldoras de felicidad que hacen la vida soportable.
La puesta en escena es sencilla y honesta. Vivimos en los barrios más marginales de Bradford, cerca de Manchester junto a nuestros protagonistas y vemos que aun queda mucho para poder vivir en tolerancia y mutuo respeto. Clío Barnard presenta un retrato social auténtico, bañado de salarios bajos, autoestimas destruidas, vecindarios asalvajados, racismo y violencia por doquier.
Y por eso su calidez te gana. Porque todos vivimos en esos barrios o sentimos la presión social que se amontona sobre nuestros hombros, pero soñamos, como lo hacen ‘Ali y Ava’ con ser un poquito más felices. Ellos se atreven a intentarlo y con ellos nosotros nos creemos capaces de lo mismo.
El relato por supuesto no es de tonos pastel, de hecho es bastante brutal y desgarrador. Pero deslumbra porque la candidez de hablar con un extraño que te escucha sin juzgar siempre nos sorprende con la guardia baja por lo fácil que es hacerlo. Cuando esto ocurre y los personajes se desnudan el uno frente al otro, capa tras capa somos conscientes de lo poco que ejercitamos la empatía hacia el prójimo.
‘Ali y Ava’ es una de esas películas que te golpea con su intensidad, te captura con su honestidad y se queda en el fondo de tu cabeza gracias a personajes nada normativos que viven su vida acompañados de una banda sonora eléctrica que les mantiene a flote.
Tienes que ir al cine a disfrutar de su música, su cuidada fotografía, unas interpretaciones sin parangón y el ruido de la lluvia mientras chapotea contra el asfalto.
Crítica para www.magazinema.es
Nota 3,8 sobre 5
26 de septiembre de 2022
26 de septiembre de 2022
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Atreverse con una de las grandes novelas creadas en el corazón de Canadá es una tarea a la que no cualquier director sería capaz de hacer frente. Sebastien Pilote vuelve a poner en boca de todos a Maria Chapdelaine mientras la introduce en cines occidentales recordando, con ello, la historia de cientos de familias que a comienzos del pasado siglo luchaban contra las estaciones para crear un hogar en un territorio salvaje e inhóspito. Lo hace de manera loable, con mucho que destacar, pero con sensaciones finales encontradas.
El 1910, Maria Chapdelaine, una joven de diecisiete años, vive con su familia a orillas del río Péribonka al norte del lago Saint-Jean (Canadá). Los Chapdelaine trabajan incansablemente para hacer retroceder los límites del bosque. Es un hogar donde ni el agotamiento físico puede menguar el calor de la vida familiar. Maria, fuerte y llena de esperanza, se encuentra frente a un gran dilema. Empujada al mundo de los adultos, de repente se verá obligada decidir sobre su futuro como mujer.
Con un metraje que corre durante más de dos horas y media, ‘Maria Chapdelaine’ bien podría haber sido una miniserie de esas que encandilan al público por su buena factura, increíbles paisajes y una historia con la que todos podemos relacionarnos a pesar de las enormes diferencias vitales que nos separan de ella. Cómo película funciona, pero nos deja con una sensación de no culminación, de espera infinita a un cierre que nunca llegará porque las luces de la sala ya se han encendido.
A nivel estético ‘Maria Chapdelaine’ es una joya visual y sonora. En pocas ocasiones se nos queda en el recuerdo el crujir de la nieve bajo los pies de los protagonistas, o se nos hace tan familiar el ladrido de un cánido que hace las veces de timbre mientras nos emociona y nos hace pensar quien será quien viene ahora a visitar a la familia a un lugar tan recóndito. Las estaciones pasan, y con ellas, cambia por completo el color de las escenas ante nosotros. El frío se introduce en nuestros cuerpos cuando la pantalla se llena de un blanco pulcro que no se inmuta ni siquiera bajo el peso de los carruajes.
La esperanza lleva el verde a la escena cuando la primavera permite el deshielo y la aparición de arándanos que podrán ser recolectados en verano inunda un suelo sumamente fértil. Un verano que pasa fugaz ante nosotros, pero que es suficiente para valorar lo mucho que cambia la vida de nuestros protagonistas un clima amable. Sus ropajes se vuelven ligeros y los encuentros con vecinos y amigos frecuentes mientras el trabajo, a destajo, aprovechando el buen tiempo, consume sus días.
Tienes que disfrutarla en la gran pantalla, es allí donde tomará sentido su grandeza paisajística, su luz y su preciosa fotografía.
‘Maria Chapdelaine’ es una película en la que dejarse mecer. Si es vista sabiendo que vamos a disfrutar de una mezcla perfecta entre el western, el melodrama y una especie de ‘coming of age’ de los de antes, será una grata experiencia en la que tendremos tiempo de zambullirnos en los detalles de las rudas vestimentas, interiores sencillos pero cálidos y en pequeños momentos, que finalmente tienden a dar sentido a nuestra vida.
Sebastien Pilote consigue todo esto gracias a una buena elección de localizaciones y a un elenco sólido que nunca parece fuera de lugar. Las caracterizaciones son exquisitas, los tempos en los diálogos y las miradas que los protagonistas comparten y cruzan, perfectas para completar lo que las palabras no pueden.
Sara Montpetit, en el que es su estreno como actriz, parece lleva toda la vida ante la cámara. Da vida a un personaje tímido con unas ganas de vivir tremendas de forma delicada manteniendo el personaje siempre a flote, dejándola mostrar lo justo en una sociedad demasiado puritana. Quizá sea eso lo que más choca del conjunto, que pese a las ganas de vivir parece no hay tensión contenida entre los protagonistas. Parece que el deseo de sentir y vivir intensamente nunca haya corrido por sus cuerpos. Todo queda como en standby, esperando un ‘permiso’ que nunca llega.
Sobre todo lo notamos en los pretendientes de la joven, quienes se acercan a ella como por orden de fila y exponen sus virtudes, dejando tan solo alguna que otra sonrisa a la protagonista. En tu mente solo querrás un punto más de vitalidad, de intensidad, sabiendo que con ello la película ganaría galones y te haría volver a ella cuando te apeteciese un despertar romántico épico, algo que aquí, no acaba de cuajar.
Para quienes no habíamos visto trabajar a Hélène Florent, es una oportunidad perfecta para caer rendida a sus pies. Ella sola cohesiona a todo el reparto, mientras da vida a una mujer que se deja el alma día tras día en una casa que depende de ella para poder concentrar su atención en trabajar la tierra que les de de comer.
Su presencia es notable, y cada vez que la cámara se posa sobre ella nos sobrecoge por su fuerza y naturalidad. Nos recuerda a esas mujeres que disfrutamos en la película de Paula Cons, ‘La isla de las mentiras‘. Su contraparte masculina, no queda atrás. Sébastien Ricard aporta galones como padre de familia junto a Émile Schneider y Antoine Olivier Pilon, dos jóvenes reconocidos, cuyos personajes desearíamos haber visto más en acción.
El único problema con ‘Maria Chapdelaine’ es que nos quedamos con ganas de más. No ya de una segunda parte, sino de un cierre que nos llene, que nos recompense las 2 horas y 30 minutos que hemos estado abriéndole nuestro corazón a sus protagonistas. Todo lo demás es enormemente disfrutable y te deja con una sensación de bienestar y calma muy agradable gracias a la desconexión que nos permite su entorno y forma de vida.
Crítica para www.magazinema.es
El 1910, Maria Chapdelaine, una joven de diecisiete años, vive con su familia a orillas del río Péribonka al norte del lago Saint-Jean (Canadá). Los Chapdelaine trabajan incansablemente para hacer retroceder los límites del bosque. Es un hogar donde ni el agotamiento físico puede menguar el calor de la vida familiar. Maria, fuerte y llena de esperanza, se encuentra frente a un gran dilema. Empujada al mundo de los adultos, de repente se verá obligada decidir sobre su futuro como mujer.
Con un metraje que corre durante más de dos horas y media, ‘Maria Chapdelaine’ bien podría haber sido una miniserie de esas que encandilan al público por su buena factura, increíbles paisajes y una historia con la que todos podemos relacionarnos a pesar de las enormes diferencias vitales que nos separan de ella. Cómo película funciona, pero nos deja con una sensación de no culminación, de espera infinita a un cierre que nunca llegará porque las luces de la sala ya se han encendido.
A nivel estético ‘Maria Chapdelaine’ es una joya visual y sonora. En pocas ocasiones se nos queda en el recuerdo el crujir de la nieve bajo los pies de los protagonistas, o se nos hace tan familiar el ladrido de un cánido que hace las veces de timbre mientras nos emociona y nos hace pensar quien será quien viene ahora a visitar a la familia a un lugar tan recóndito. Las estaciones pasan, y con ellas, cambia por completo el color de las escenas ante nosotros. El frío se introduce en nuestros cuerpos cuando la pantalla se llena de un blanco pulcro que no se inmuta ni siquiera bajo el peso de los carruajes.
La esperanza lleva el verde a la escena cuando la primavera permite el deshielo y la aparición de arándanos que podrán ser recolectados en verano inunda un suelo sumamente fértil. Un verano que pasa fugaz ante nosotros, pero que es suficiente para valorar lo mucho que cambia la vida de nuestros protagonistas un clima amable. Sus ropajes se vuelven ligeros y los encuentros con vecinos y amigos frecuentes mientras el trabajo, a destajo, aprovechando el buen tiempo, consume sus días.
Tienes que disfrutarla en la gran pantalla, es allí donde tomará sentido su grandeza paisajística, su luz y su preciosa fotografía.
‘Maria Chapdelaine’ es una película en la que dejarse mecer. Si es vista sabiendo que vamos a disfrutar de una mezcla perfecta entre el western, el melodrama y una especie de ‘coming of age’ de los de antes, será una grata experiencia en la que tendremos tiempo de zambullirnos en los detalles de las rudas vestimentas, interiores sencillos pero cálidos y en pequeños momentos, que finalmente tienden a dar sentido a nuestra vida.
Sebastien Pilote consigue todo esto gracias a una buena elección de localizaciones y a un elenco sólido que nunca parece fuera de lugar. Las caracterizaciones son exquisitas, los tempos en los diálogos y las miradas que los protagonistas comparten y cruzan, perfectas para completar lo que las palabras no pueden.
Sara Montpetit, en el que es su estreno como actriz, parece lleva toda la vida ante la cámara. Da vida a un personaje tímido con unas ganas de vivir tremendas de forma delicada manteniendo el personaje siempre a flote, dejándola mostrar lo justo en una sociedad demasiado puritana. Quizá sea eso lo que más choca del conjunto, que pese a las ganas de vivir parece no hay tensión contenida entre los protagonistas. Parece que el deseo de sentir y vivir intensamente nunca haya corrido por sus cuerpos. Todo queda como en standby, esperando un ‘permiso’ que nunca llega.
Sobre todo lo notamos en los pretendientes de la joven, quienes se acercan a ella como por orden de fila y exponen sus virtudes, dejando tan solo alguna que otra sonrisa a la protagonista. En tu mente solo querrás un punto más de vitalidad, de intensidad, sabiendo que con ello la película ganaría galones y te haría volver a ella cuando te apeteciese un despertar romántico épico, algo que aquí, no acaba de cuajar.
Para quienes no habíamos visto trabajar a Hélène Florent, es una oportunidad perfecta para caer rendida a sus pies. Ella sola cohesiona a todo el reparto, mientras da vida a una mujer que se deja el alma día tras día en una casa que depende de ella para poder concentrar su atención en trabajar la tierra que les de de comer.
Su presencia es notable, y cada vez que la cámara se posa sobre ella nos sobrecoge por su fuerza y naturalidad. Nos recuerda a esas mujeres que disfrutamos en la película de Paula Cons, ‘La isla de las mentiras‘. Su contraparte masculina, no queda atrás. Sébastien Ricard aporta galones como padre de familia junto a Émile Schneider y Antoine Olivier Pilon, dos jóvenes reconocidos, cuyos personajes desearíamos haber visto más en acción.
El único problema con ‘Maria Chapdelaine’ es que nos quedamos con ganas de más. No ya de una segunda parte, sino de un cierre que nos llene, que nos recompense las 2 horas y 30 minutos que hemos estado abriéndole nuestro corazón a sus protagonistas. Todo lo demás es enormemente disfrutable y te deja con una sensación de bienestar y calma muy agradable gracias a la desconexión que nos permite su entorno y forma de vida.
Crítica para www.magazinema.es
7
6 de febrero de 2022
6 de febrero de 2022
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Joseph Sikora retoma su icónico papel de Tommy Egan en la cuarta entrega del Universo ‘Power‘, dejando atrás Nueva York y planeando tomar una ciudad propia, Chicago. ‘Power Book IV: Force’ se centra en el personaje favorito de los fans, Tommy Egan, después de que éste corte los lazos y ponga a Nueva York en su espejo retrovisor para siempre. Cuando Tommy abandona Nueva York tras perder a Ghost, LaKeisha y la única ciudad que ha conocido, hace un rápido rodeo para cerrar una vieja herida que le ha perseguido durante décadas.
Así es como empieza ‘Power Book IV: Force’, con una noche de tormenta de nieve, unas ganas tremendas de dejarlo todo atrás y un Mustang azul del 69 que todos querríamos tener, o al menos escuchar rugir, una vez en nuestras vidas. La pregunta que nos asalta nada más comenzar es ¿Será capaz Tommy de dejar verdaderamente atrás su pasado o es imposible abandonar los viejos hábitos?
Lo que debía ser una parada rápida se convierte en un laberinto de secretos familiares y mentiras que Tommy creía enterradas desde hace tiempo. Un paso lleva a otro y Tommy se ve envuelto rápidamente en el juego de la droga de Chicago, introduciéndose entre las dos mayores bandas de la ciudad. En una ciudad dividida por la raza, Tommy se encuentra a caballo entre ambas, convirtiéndose en el eje que no sólo las une, sino que tiene el PODER de verlas desmoronarse. A medida que la primera temporada se desarrolla a una velocidad vertiginosa, Tommy utiliza su condición de forastero en su beneficio, rompiendo todas las reglas locales y reescribiéndolas en su intento de convertirse en el mayor traficante de drogas de Chicago.
La respuesta la tenemos clara a los pocos segundos, es Tommy, sus viejos hábitos es lo único que lo mantiene con vida y no sería nadie sin su pasado y sin la necesidad de crear un futuro de color verde. Nuestro, Tommy, ese que siempre nos ha encandilado como público, puede ser descrito con muchos adjetivos, la mayoría de ellos no precisamente positivos, pero si algo encontrarás en la nueva serie de ‘Power’ es que sabe lo que hace, y no hay nada como eso para sobrevivir y llamar la atención en las calles de Chicago.
La jerga, las referencias culturales y los ágiles diálogos siguen siendo marca de la casa, igual que esa fina ironía que te hace sonreír cada vez que Tommy tiene la palabra. Todo es como lo recordabas, y, si por casualidad llegas nuevo y nunca antes habías visto a Tommy en escena, dará igual, porque es uno de esos personajes con los que te sientes cómodo desde el principio.
Pero no solo contamos con el en escena. El elenco de esta serie te traerá de vuelta a viejos conocidos. Lili Simmons a quien has visto en ‘Ray Donovan’ o ‘True Detective‘ interpretará el papel de una joven heredera irlandesa con mucho que ganar y perder en la lucha por el poder de las calles de Chicago. Junto a ella, haciendo de gran capo, está el siempre increíble Tommy Flanagan, uno de tus actores favoritos en ‘Sons of Anarchy‘. Mientras, en el otro lado de la lucha por el control de las calles estará Issac Keys dando vida a Diamond, quien regresa a las calles tras quince años encarcelado. Diamond busca, ahora, recuperar el futuro prometedor que tenía antes de ser encerrado, y aunque mucho ha cambiado, no dejará que nadie le arrebate lo que una vez fue suyo.
En este fuego cruzado navegará nuestro protagonista, quien por primera vez en su vida es su propio jefe. Toda una experiencia liberadora que supondrá añadir a un tablero de juego, ya de por si turbulento, una pieza caótica y sin ataduras. ¿Qué puede salir mal? Un tablero que, además, se adereza de racismo y machismo por doquier.
Las series creadas por Courtney Kemp Agboh siempre han sido honestas en ese aspecto, aquí su impronta sigue notándose cuando los personajes sufren abusos policiales por el color de su piel o comentarios totalmente fuera de tono por su sexo. Ello no implica que quede en mostrarlo y rendirse ante ello, Courtney lucha contra ello presentando personajes tridimensionales, bien desarrollados y con mucha presencia, que, a pesar de sufrir en sus carnes esas injusticias, se enfrentan a ellas con la cabeza bien alta.
La banda sonora no tiene parangón, ésta es quizá la mejor selección de toda la franquicia y eso es hablar palabras mayores. Pero no es lo único excelso en cuanto al apartado técnico. La fotografía, sobre todo esa que nos permite disfrutar del skyline de Chicago en plena noche, deja sin aliento, y siempre te pilla con la guardia baja. Las escenas son rápidas y la acción nunca cesa. Tendrás la sensación de que te encuentras en una carrera continua.
Qué decir, ‘Power Book IV: Force’, es más de lo mismo, pero es como volver a casa, que nunca se hace viejo ni repetitivo, sino más bien refrescante tras un largo tiempo fuera de ella. Prepárate para engancharte. Bienvenido a la esencia ‘Power’.
Más críticas en www.magazinema.es
Así es como empieza ‘Power Book IV: Force’, con una noche de tormenta de nieve, unas ganas tremendas de dejarlo todo atrás y un Mustang azul del 69 que todos querríamos tener, o al menos escuchar rugir, una vez en nuestras vidas. La pregunta que nos asalta nada más comenzar es ¿Será capaz Tommy de dejar verdaderamente atrás su pasado o es imposible abandonar los viejos hábitos?
Lo que debía ser una parada rápida se convierte en un laberinto de secretos familiares y mentiras que Tommy creía enterradas desde hace tiempo. Un paso lleva a otro y Tommy se ve envuelto rápidamente en el juego de la droga de Chicago, introduciéndose entre las dos mayores bandas de la ciudad. En una ciudad dividida por la raza, Tommy se encuentra a caballo entre ambas, convirtiéndose en el eje que no sólo las une, sino que tiene el PODER de verlas desmoronarse. A medida que la primera temporada se desarrolla a una velocidad vertiginosa, Tommy utiliza su condición de forastero en su beneficio, rompiendo todas las reglas locales y reescribiéndolas en su intento de convertirse en el mayor traficante de drogas de Chicago.
La respuesta la tenemos clara a los pocos segundos, es Tommy, sus viejos hábitos es lo único que lo mantiene con vida y no sería nadie sin su pasado y sin la necesidad de crear un futuro de color verde. Nuestro, Tommy, ese que siempre nos ha encandilado como público, puede ser descrito con muchos adjetivos, la mayoría de ellos no precisamente positivos, pero si algo encontrarás en la nueva serie de ‘Power’ es que sabe lo que hace, y no hay nada como eso para sobrevivir y llamar la atención en las calles de Chicago.
La jerga, las referencias culturales y los ágiles diálogos siguen siendo marca de la casa, igual que esa fina ironía que te hace sonreír cada vez que Tommy tiene la palabra. Todo es como lo recordabas, y, si por casualidad llegas nuevo y nunca antes habías visto a Tommy en escena, dará igual, porque es uno de esos personajes con los que te sientes cómodo desde el principio.
Pero no solo contamos con el en escena. El elenco de esta serie te traerá de vuelta a viejos conocidos. Lili Simmons a quien has visto en ‘Ray Donovan’ o ‘True Detective‘ interpretará el papel de una joven heredera irlandesa con mucho que ganar y perder en la lucha por el poder de las calles de Chicago. Junto a ella, haciendo de gran capo, está el siempre increíble Tommy Flanagan, uno de tus actores favoritos en ‘Sons of Anarchy‘. Mientras, en el otro lado de la lucha por el control de las calles estará Issac Keys dando vida a Diamond, quien regresa a las calles tras quince años encarcelado. Diamond busca, ahora, recuperar el futuro prometedor que tenía antes de ser encerrado, y aunque mucho ha cambiado, no dejará que nadie le arrebate lo que una vez fue suyo.
En este fuego cruzado navegará nuestro protagonista, quien por primera vez en su vida es su propio jefe. Toda una experiencia liberadora que supondrá añadir a un tablero de juego, ya de por si turbulento, una pieza caótica y sin ataduras. ¿Qué puede salir mal? Un tablero que, además, se adereza de racismo y machismo por doquier.
Las series creadas por Courtney Kemp Agboh siempre han sido honestas en ese aspecto, aquí su impronta sigue notándose cuando los personajes sufren abusos policiales por el color de su piel o comentarios totalmente fuera de tono por su sexo. Ello no implica que quede en mostrarlo y rendirse ante ello, Courtney lucha contra ello presentando personajes tridimensionales, bien desarrollados y con mucha presencia, que, a pesar de sufrir en sus carnes esas injusticias, se enfrentan a ellas con la cabeza bien alta.
La banda sonora no tiene parangón, ésta es quizá la mejor selección de toda la franquicia y eso es hablar palabras mayores. Pero no es lo único excelso en cuanto al apartado técnico. La fotografía, sobre todo esa que nos permite disfrutar del skyline de Chicago en plena noche, deja sin aliento, y siempre te pilla con la guardia baja. Las escenas son rápidas y la acción nunca cesa. Tendrás la sensación de que te encuentras en una carrera continua.
Qué decir, ‘Power Book IV: Force’, es más de lo mismo, pero es como volver a casa, que nunca se hace viejo ni repetitivo, sino más bien refrescante tras un largo tiempo fuera de ella. Prepárate para engancharte. Bienvenido a la esencia ‘Power’.
Más críticas en www.magazinema.es

6,2
328
7
30 de abril de 2021
30 de abril de 2021
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director Woo Min-ho nos presenta con ‘The man standing next’ una cinta sobria y muy equilibrada en sus formas, aunque no tanto en su guion. Para poder disfrutarla, eso sí, necesitarás conocer un poco de la historia surcoreana semi-reciente, ya que los hechos y personajes que nos presentan son tremendamente reales en algunos aspectos y muy ficticios en otros. Esta mezcla de elementos verídicos y fantasiosos hace que la cinta sea aún más compleja, por lo que tendremos que estar muy atentos a cómo se desarrolla la acción para no perdernos nada.
Para entrar en materia primero debemos conocer quienes son los protagonistas, ya que, por desgracia, no los presenta con la profundidad y claridad que quizá debiera para llegar a un público más amplio y menos versado en historia del país asiático.
—Lee Sung-min da vida al presidente Park, un personaje basado en Park Chung-hee, el tercer presidente de Corea del Sur, quien fue también padre de Park Geun-hye, el undécimo presidente de Corea del Sur.
—Lee Byung-hun es Kim Gyu-pyeon, nuestro protagonista, y quizá el personaje más ‘inventado’ de todos. Estará, eso sí, basado en Kim Jae-gyu, un oficial de inteligencia surcoreano.
—Kwak Do-won será Park Yong-gak, ex director de la KCIA en la película, siendo su paralelo real Kim Hyong-uk, quien el 22 de junio de 1977, testificó ante el comité de Fraser sobre el escándalo Koreagate y las actividades de Tongsun Park. Este evento es quizá entorno al cual podemos decir la trama gira, o al menos parte, en gran medida.
—Lee Hee-joon será Kwak Sang-cheo, antagonista clave de nuestro protagonista, el jefe del equipo de seguridad del presidente, inspirado por el leal guardaespaldas de Park, Cha Ji-chul.
La presidencia de Park Chung-hee, quien llegó al poder por primera vez en 1963 utilizando la recién creada Agencia Central de Inteligencia de Corea (KCIA) para apoyar su campaña e imponer sus reformas constitucionales, fue tumultuosa y muy cuestionada por los poderes internacionales así como por los propios ciudadanos coreanos, que en más de una ocasión salieron a las calles mostrando así su repulsa a la forma de actuar y gobernar de Park Chung-hee. ‘The Man Standing Next’ presenta los acontecimientos que acaecieron durante las últimas semanas de su mandato.
Al encontrarnos con una historia muy desconocida, a la par que compleja, rápidamente nos perdemos en un amasijo de eventos históricos que están interconectados entre sí, pero que no son presentados de esa manera. Es 1979 y el poder de Park (Lee Sung-min) es absoluto gracias al apoyo de la KCIA, que suprime cualquier apoyo de la oposición. Kim (Lee Byung-hun) es designado como su nuevo segundo al mando y jefe de la agencia de inteligencia. Pronto se encontrará con una realidad que no podrá obviar. El presidente, encandilado por el poder, casi dictatorial, con el que cuenta, no es capaz de respetar o escuchar al pueblo que gobierna, y pronto, las presiones internacionales harán que un cambio en el poder sea necesario para poder mantener la paz en Corea y adentrar a la nación en un incipiente mundo globalizado que le exige unos mínimos a nivel de derechos y deberes del ciudadano. La mirada está puesta en el gobierno y por ahora no pasa el corte
Cuando arranca ‘The Man Standing Next’ te das cuenta de que vas a estar enganchado los 114 minutos que dura la cinta. Es una historia de espías al más puro estilo CIA, o mejor dicho KCIA, porque la sutilidad coreana se deja, y mucho, ver en ese apartado. Tenemos la sensación de que estamos viendo películas distintas según en que momento, y quizá esta sea una de las pocas cosas que podamos achacarle. Los cambios de localizaciones, que nos llevan hasta Europa, Washington DC y de vuelta a Corea, donde sin mucho aviso previo se introducen una gran cantidad de personajes y elementos discursivos necesarios, pero mal planteados, hacen que comience rápidamente a escalar la sensación de que te has perdido algo muy importante para el desarrollo de la trama.
Lo mismo te ves en una persecución motorizada por las calles de una bella París que por un bosque dejado de la mano de Dios en algún punto de la nación surcoreana. A eso debemos añadirle las escenas en el cuartel general de la KCIA, los interiores de la Casa Azul y algún lugar más, que por supuesto no ubicas espacialmente ni aunque tu vida dependa de ello, y es entonces cuando te das cuenta de que, de haberse pulido más esta parte, habrías disfrutado mucho más de lo que lo estás haciendo de esta cinta.
Si te gustan las conspiraciones, los thrillers de tintes políticos y la buena factura cinematográfica, vas a disfrutar cada minuto de metraje de ‘The man standing next’, ya que es impecable en ese sentido. Además se rodea de un halo de misterio, intensidad emocional, traición y sentido del deber tan claros que casi puedes adelantar la mano y tocarlos. Definitivamente debes verla si marcas todas las casillas mencionadas, y quizá debas dejarla para cuando estés más versado en el género si solo has visto unas pocas del estilo antes.
Es muy destacable la interpretación magistral de todo el elenco. La sensación de que todo está apunto de estallar y hacerse añicos nunca se va. Lee Byung-hun es el mejor ejemplo de terribilitá miguelangelesca que encontrarás en el cine reciente. Su presunta impasibilidad rompe la superficie de su piel y nos muestra a un hombre al borde de un ataque de nervios cuyas consecuencias se prevén tremendas. Quedarás fascinado por las brutales escenas de acción, por su patetismo y enorme credibilidad.
Crítica para www.magazinema.es
Nota 3.3 sobre 5
Para entrar en materia primero debemos conocer quienes son los protagonistas, ya que, por desgracia, no los presenta con la profundidad y claridad que quizá debiera para llegar a un público más amplio y menos versado en historia del país asiático.
—Lee Sung-min da vida al presidente Park, un personaje basado en Park Chung-hee, el tercer presidente de Corea del Sur, quien fue también padre de Park Geun-hye, el undécimo presidente de Corea del Sur.
—Lee Byung-hun es Kim Gyu-pyeon, nuestro protagonista, y quizá el personaje más ‘inventado’ de todos. Estará, eso sí, basado en Kim Jae-gyu, un oficial de inteligencia surcoreano.
—Kwak Do-won será Park Yong-gak, ex director de la KCIA en la película, siendo su paralelo real Kim Hyong-uk, quien el 22 de junio de 1977, testificó ante el comité de Fraser sobre el escándalo Koreagate y las actividades de Tongsun Park. Este evento es quizá entorno al cual podemos decir la trama gira, o al menos parte, en gran medida.
—Lee Hee-joon será Kwak Sang-cheo, antagonista clave de nuestro protagonista, el jefe del equipo de seguridad del presidente, inspirado por el leal guardaespaldas de Park, Cha Ji-chul.
La presidencia de Park Chung-hee, quien llegó al poder por primera vez en 1963 utilizando la recién creada Agencia Central de Inteligencia de Corea (KCIA) para apoyar su campaña e imponer sus reformas constitucionales, fue tumultuosa y muy cuestionada por los poderes internacionales así como por los propios ciudadanos coreanos, que en más de una ocasión salieron a las calles mostrando así su repulsa a la forma de actuar y gobernar de Park Chung-hee. ‘The Man Standing Next’ presenta los acontecimientos que acaecieron durante las últimas semanas de su mandato.
Al encontrarnos con una historia muy desconocida, a la par que compleja, rápidamente nos perdemos en un amasijo de eventos históricos que están interconectados entre sí, pero que no son presentados de esa manera. Es 1979 y el poder de Park (Lee Sung-min) es absoluto gracias al apoyo de la KCIA, que suprime cualquier apoyo de la oposición. Kim (Lee Byung-hun) es designado como su nuevo segundo al mando y jefe de la agencia de inteligencia. Pronto se encontrará con una realidad que no podrá obviar. El presidente, encandilado por el poder, casi dictatorial, con el que cuenta, no es capaz de respetar o escuchar al pueblo que gobierna, y pronto, las presiones internacionales harán que un cambio en el poder sea necesario para poder mantener la paz en Corea y adentrar a la nación en un incipiente mundo globalizado que le exige unos mínimos a nivel de derechos y deberes del ciudadano. La mirada está puesta en el gobierno y por ahora no pasa el corte
Cuando arranca ‘The Man Standing Next’ te das cuenta de que vas a estar enganchado los 114 minutos que dura la cinta. Es una historia de espías al más puro estilo CIA, o mejor dicho KCIA, porque la sutilidad coreana se deja, y mucho, ver en ese apartado. Tenemos la sensación de que estamos viendo películas distintas según en que momento, y quizá esta sea una de las pocas cosas que podamos achacarle. Los cambios de localizaciones, que nos llevan hasta Europa, Washington DC y de vuelta a Corea, donde sin mucho aviso previo se introducen una gran cantidad de personajes y elementos discursivos necesarios, pero mal planteados, hacen que comience rápidamente a escalar la sensación de que te has perdido algo muy importante para el desarrollo de la trama.
Lo mismo te ves en una persecución motorizada por las calles de una bella París que por un bosque dejado de la mano de Dios en algún punto de la nación surcoreana. A eso debemos añadirle las escenas en el cuartel general de la KCIA, los interiores de la Casa Azul y algún lugar más, que por supuesto no ubicas espacialmente ni aunque tu vida dependa de ello, y es entonces cuando te das cuenta de que, de haberse pulido más esta parte, habrías disfrutado mucho más de lo que lo estás haciendo de esta cinta.
Si te gustan las conspiraciones, los thrillers de tintes políticos y la buena factura cinematográfica, vas a disfrutar cada minuto de metraje de ‘The man standing next’, ya que es impecable en ese sentido. Además se rodea de un halo de misterio, intensidad emocional, traición y sentido del deber tan claros que casi puedes adelantar la mano y tocarlos. Definitivamente debes verla si marcas todas las casillas mencionadas, y quizá debas dejarla para cuando estés más versado en el género si solo has visto unas pocas del estilo antes.
Es muy destacable la interpretación magistral de todo el elenco. La sensación de que todo está apunto de estallar y hacerse añicos nunca se va. Lee Byung-hun es el mejor ejemplo de terribilitá miguelangelesca que encontrarás en el cine reciente. Su presunta impasibilidad rompe la superficie de su piel y nos muestra a un hombre al borde de un ataque de nervios cuyas consecuencias se prevén tremendas. Quedarás fascinado por las brutales escenas de acción, por su patetismo y enorme credibilidad.
Crítica para www.magazinema.es
Nota 3.3 sobre 5
3
12 de julio de 2020
12 de julio de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué no podía ir la cosa a peor era una esperanza vana de esas que a veces te acompañan en la vida. Con la serie turca ‘Hakan el protector’ la decepción ha sido mayúscula y el guantazo de realidad tras un largo recorrido de cuatro temporadas cuesta abajo y sin frenos, ha sido, como imaginareis bastante grande.
Seguro que muchos pensaréis, sí lo veías venir, para que sigues, pues por lo mismo de siempre, porque piensas que ya a peor no iba a ir la cosa.
Cuando la serie se estrenó allá por el diciembre de 2018, su premisa y factura me parecieron interesantísimas. Netflix, nos seguía ayudando a expandir nuestras fronteras. Lejos iba a quedar ya eso de solo poder ver americanadas, algo francés o alemán de cuando en cuando, y por supuesto nuestras siempre tan preciadas producciones nacionales.
La primera serie original de Netflix de factura turca nos iba a permitir recorrer las calles de la exótica Estambul, un sueño hecho realidad. Cuando la vimos anunciada y se presentó ante nosotros una serie de trama fantástica con un hilo conductor potente, no entrabamos en nosotros de gozo.
Seguro que muchos pensaréis, sí lo veías venir, para que sigues, pues por lo mismo de siempre, porque piensas que ya a peor no iba a ir la cosa.
Cuando la serie se estrenó allá por el diciembre de 2018, su premisa y factura me parecieron interesantísimas. Netflix, nos seguía ayudando a expandir nuestras fronteras. Lejos iba a quedar ya eso de solo poder ver americanadas, algo francés o alemán de cuando en cuando, y por supuesto nuestras siempre tan preciadas producciones nacionales.
La primera serie original de Netflix de factura turca nos iba a permitir recorrer las calles de la exótica Estambul, un sueño hecho realidad. Cuando la vimos anunciada y se presentó ante nosotros una serie de trama fantástica con un hilo conductor potente, no entrabamos en nosotros de gozo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Poco me duró, la verdad, pero aún así la primera y segundas temporadas se podían ver, disfrutar e incluso devorar si eras capaz de pasar por alto los deslices interpretativos de algunos de sus personajes y el muy a veces cogido por pinzas guion.
Lo que nunca he soportado de la serie es ese machismo inherente que lleva consigo en cada minuto de metraje, y eso que sus personajes femeninos tienen presencia y fuerza en pantalla, pero siempre, siempre, se ven movidas a la acción para complacer, salvar o seguir las órdenes de un personaje masculino.
La cuarta temporada es ya el culmen del desastre. Lo que captaba nuestra atención, que no era ni más ni menos que una batalla por salvaguardar una ciudad milenaria de caer en las garras de la oscuridad, pasa a ser una amalgama de visitas a la Edad Media gracias a un objeto mágico, que permite al héroe arreglar el desaguisado que había dejado en la tercera temporada.
Eso sí, aquí los guoinistas no parecen conocer a la puta mariposa esa de la que tanto habla nuestro siempre sabio Salvador Martí en ‘El ministerio del tiempo’. Hakan, el protagonista de la serie, se planta en 1500 en el cuerpo de su ancestro, habla con quien tiene a bien, por supuesto con lenguaje del siglo XXI y cambia las relaciones personales del personaje al que está suplantando, y aquí no pasa nada.
Vamos a ver, señores guionistas, si quieren abrir la caja de Pandora (lo que viene siendo en el mundo de las series lo de jugar con universos paralelos y demás) vamos a hacerlo con una miaja de ojo. Tampoco pedimos mucho, solo algo de coherencia, por eso de no insultar la inteligencia del espectador, más que nada.
Aún así tengo que decir que volvería a ver ese primer episodio si me borrasen la memoria, igual que volvería a imaginar la infinidad de posibilidades que había en Zeynep, un personaje que bien podría haber llevado la serie a otro nivel.
Pero deberemos seguir esperando, aunque espero que no mucho tiempo, a que personajes tan vulnerables como fuertes, tridimensionales e incluso, soñaremos que humanos, puedan encontrar un hueco en las producciones turcas.
Lo que nunca he soportado de la serie es ese machismo inherente que lleva consigo en cada minuto de metraje, y eso que sus personajes femeninos tienen presencia y fuerza en pantalla, pero siempre, siempre, se ven movidas a la acción para complacer, salvar o seguir las órdenes de un personaje masculino.
La cuarta temporada es ya el culmen del desastre. Lo que captaba nuestra atención, que no era ni más ni menos que una batalla por salvaguardar una ciudad milenaria de caer en las garras de la oscuridad, pasa a ser una amalgama de visitas a la Edad Media gracias a un objeto mágico, que permite al héroe arreglar el desaguisado que había dejado en la tercera temporada.
Eso sí, aquí los guoinistas no parecen conocer a la puta mariposa esa de la que tanto habla nuestro siempre sabio Salvador Martí en ‘El ministerio del tiempo’. Hakan, el protagonista de la serie, se planta en 1500 en el cuerpo de su ancestro, habla con quien tiene a bien, por supuesto con lenguaje del siglo XXI y cambia las relaciones personales del personaje al que está suplantando, y aquí no pasa nada.
Vamos a ver, señores guionistas, si quieren abrir la caja de Pandora (lo que viene siendo en el mundo de las series lo de jugar con universos paralelos y demás) vamos a hacerlo con una miaja de ojo. Tampoco pedimos mucho, solo algo de coherencia, por eso de no insultar la inteligencia del espectador, más que nada.
Aún así tengo que decir que volvería a ver ese primer episodio si me borrasen la memoria, igual que volvería a imaginar la infinidad de posibilidades que había en Zeynep, un personaje que bien podría haber llevado la serie a otro nivel.
Pero deberemos seguir esperando, aunque espero que no mucho tiempo, a que personajes tan vulnerables como fuertes, tridimensionales e incluso, soñaremos que humanos, puedan encontrar un hueco en las producciones turcas.
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