Coje un niño, putéale durante todo el metraje sin compasión, no, espera, putéale un poco más que quede claro que su vida es un infierno, pero intenta que al final la cosa acabe en algodón de azucar para que la gente suelte la lagrimita.
¿A priori suena fatal verdad? pues a director Bayona le funciona de maravilla, El orfanato, Lo imposible y Un monstruo viene a verme siguen exactamente esa linea argumental.
Lo que el llama la "Trilogía sobre la infancia" no es más que seguir el mismo guión, ver sufrir a niños durante toda la película. Como si la infancia fuera solo eso, todos hemos tenido infancia y esta llena de momentos felices, emocionantes, gamberretes... no se a que infancia apela Bayona, o cual tuvo él, quizá ahí esta el problema, desde luego a mi me parece un fraude monumental, arrasar en taquilla usando siempre la misma fórmula.

Disfrute con el libro, el argumento estaba cogido por los pelos aprovechando lagunas históricas, pero bueno, pasé un buen rato.
Pero no, no encontré nada del espíritu del libro en la película (hasta dudé que se tratara de una adaptación) y me aburrí solemnemente. Vi tantos fallos que me cansé de contarlos, vi los actores tan planos que parecía otra parida Beowulf no declarada, ví un guión tan entrecortado (eliminando escenas clave de la novela) que parecía una pelicula tartaja. En fin, vi, si, una ocasión perdida más de hacer una pelicula entretenida, y con todos los respetos para la serie B, esta pelicula es serie B pura y dura, imperdonable que se estrenara en cines donde se presupone (se presuponía) un nivel mínimo de calidad.

Me siento de alguna manera defraudado. Me explico. Pocas veces he visto como se encumbraba tanto a una película por parte de la crítica y el público, por eso cuando salí del cine me quedé preocupado. Cuando entré estaba predispuesto a ver un peliculón Pixar y cuando salí noté que me faltaba la magia de otras veces (Up, Wall-e o Toy story 1).
¿Que ha pasao? sencillamente, Toy story 3 es una película muy seria, muy para adultos, así que teoricamente a mi debería gustarme, pero no, no puedo evitar recordarme que a esta película vienen niños (y muy muy pequeños) y algunas escenas realmente son demasiado extremas para algunas edades.
Vi niños por los pasillos aburridos, muchos chilando que querían irse porque o no comprendian nada o estaban asustados.
La razón, Pixar esta vez ha ido del blanco puro al negro muy oscuro, de la bondad absoluta a la maldad extrema. Ha puesto a los juguetes a actuar como humanos, calcando en algunos de ellos los perfiles más horrendos de la sociedad. Imagino que lo hace para intentar crear una temperatura perfecta para su climax final, pero llevar tan al extremo las cosas (o todo es blanco o todo es negro) quizá acostumbre a los niños a tolerar y hasta entender la violencia como algo inevitable.
Que conste que la película está bien hecha, le falta humor y el encanto de la primera, pero se deja ver aunque no llega a la altura esperada.
Cada padre es libre de hacer lo que quiera, pero esta película no la recomiendo a menores de ocho años como mínimo.
Y el 3 D en esta película es una estafa, no pagueis ni un duro de más, es casi inapreciable, creedme.
Siento no seguir la ola de admiración que provoca Toy story 3, soy un fan de Pixar irreductible, pero cuando patina hay que decirlo (Cars era un bodrio).

Decir original, irreverente, descontrolada y genial, puede no ayudar a mucha gente. Pero es que cuesta mucho describir la irreal y alocada historia. No apta para los muchos latinos plañideros que no conciben un funeral divertido, aqui la hipocresía prevalece.
El guionista es el que debería recibir todo el mérito de esta rocambolesca película. Algunas frases quedarán para la historia del cine, y algunas escenas costará mucho tiempo olvidar sin que al hacerlo te arranque una sonrisa nerviosa.
Los mejores momentos son sin duda los descontrolados, que desembocan en una carcajada histerica. Solo por eso, un diez. Cuesta mucho encontrar algo distinto y gracioso en el cine actual. Para una que sale, démosle publicidad caramba.

No entiendo que las producciones mexicanas se empeñen en potenciar el lenguaje jerga en todos los diálogos de su reciente filmografía. Es insufrible tratar de seguir las conversaciones, me perdí el 50% de los significados y tuve que sacar por contexto el resto.
La degeneración del castellano es tan catastrófica en ese país que pronto no les entenderemos palabra alguna, y es triste comprobar que los cineastas, lejos de pulir el idioma en sus guiones, lo retuercen y deforman a conciencia, obligando al resto de países hispanos a una tortura insoportable.
La película en sí se deja ver, sin demasiada emoción ni sorpresas, y todo desemboca en un final previsible desde el inicio.