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Críticas 88
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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17 de noviembre de 2019 2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El primer capítulo de la serie no despierta la suficiente curiosidad para continuar viendo más entregas de "Promesas de arena". El producto no comenzó con buen pìe, ya que durante varios días las páginas de cine y televisión, como la de Filmaffinity, mantuvieron una sinópsis argumental que se supone había sido remitida por la productora y en la que se describía la acción en Palestina (en la franja de Gaza, se supone).

Después del inicial traspiés, que es significativo acerca de la falta de calidad de la serie, nos encontramos ante la duda de si esta cosa es una especie de secuela de "El príncipe" porque por el primer capítulo van desfilando todos los actores y extras moros de la absurda, grotesca y surrealista serie que decía reflejar la existencia de una Comisaría radicada (¡!¿?) en ese barrio de Ceuta poblado de inamistosos mahometanos. Y también aparece esta chica llamada Thais Blume, que en "El Príncipe" era una imposible policía nacional española que se encandilaba de todo moro que estuviera cerca, y que en "Promesas de arena" hace de una borde ginecóloga que tampoco da el pego.

Quizás de lo más malo que he visto del capítulo 1 está una de las peores escenas de acción que puedo recordar. Me refiero a esa en la que una pandilla de chorizos moros intercepta en una calle a la atolondrada cooperante Andrea Duro -más bien de tontita figurante- con el objetivo de utilizarla como esclava sexual. En estas circunstancias aparece el traficante de armas interpretado por Francesco Arca, diciendo éste que se olvide la pandilla de la calentura de gozar con las carnes blancas de la doncella. Y va y le pega un tiro al hermano del cabecilla. Éste comienza a cagarse en los muertos del actor italiano, y toda la fuerza se le va por la boca, pues los chorizos moros tienen pistolas y AK-47. Así, en esta surrealista e increíble escena, en vez de dejar hecho un colador al Francesco Arca, la pandilla agarena permanece inactiva mientras se larga el otro con la española en un todoterreno.
Miren, después de esto, prefiero que me cuenten lo de Caperucita Roja o cualquier fábula así.
31 de julio de 2023 1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Observo antes de empezar a escribir que hay publicadas en Filmaffinity 504 críticas sobre "Match Point". He leído sólo algunas y supongo que ya nada queda por decir acerca de esta casi perfecta película, aunque tampoco me costaría calificarla de obra maestra.

Considero que Woody Allen se puso muy alto el listó a sí mismo y que será difícil que, pese a su talento y prolífica capacidad, consiga en otra ocasión superar o estar a la altura de "Match point". No voy a repetir lo que supongo ya está reflejado en las más de quinientas críticas que cité al principio. Sin embargo, no resisto coincidir con lo que supongo que habrá expresado una nutrida mayoría: los actores hacen un trabajo impecable, todos; la puesta en escena es magistral, y el guión naturalmente que es bueno y nos hace verosímil casi toda la película. El "casi" es porque también hay un fallo difícil de obviar. Lo comento en el destripe.

Pero antes de pasar a esa cuestión, deseo subrayar lo absurdo y paleto que resulta en una película, doblada al español en todo, que nos topemos con un título no traducido a nuestro idioma. Es incluso ofensivo que al público se le trate como a una panda de adocenados imbéciles que no va a encontrar mejor motivo para ir al cine que mirar la cartelera y hallar el título en inglés. Sobre todo, cuando tiene una perfecta traducción al español. ¿Costaba tanto que la denominación fuese "Punto decisivo"? Qué empacho de la colonización anglófona.

Vayamos ahora con el destripe.
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Hay que situarse en el último tercio de la película, cuando el protagonista comete los asesinatos de Scarlett y la vecina. Es un edificio en el que habita más gente y el arma empleada es una escopeta del calibre 12. Cuesta creer que ya en el primer crimen la detonación no cause alarma en alguno de los ocupantes del inmueble, aunque se produzca en el interior del piso. Pasa una hora y nadie sale a la escalera a preguntar qué ha pasado o llame a la policía. Y ya la repera es que le pegue un tiro a la rubia en el rellano mismo de la planta y que el personal continúe sordo. Además, a Chriss (Jonathan Rhys Meyers), se le supone nervioso y no está ducho en lo de desmontar escopetas, porque debe hacerlo así antes de salir a la calle para meter el arma en la bolsa de las raquetas de tenis. Definitivamente, los ingleses deben tener graves problemas de audición porque ni dentro del edificio ni fuera nadie ha oído esas detonaciones.
Apúntate ese fallito, Woody.
6 de agosto de 2022 1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los aspectos que se destaca más en las críticas aquí publicadas es su repentina desaparición en la cartelera tras dos semanas después de su estreno, a pesar de que los espectadores nunca dejaron de ir al cine Capitol de Madrid durante los catorce días. Eso me hace pensar en el rapapolvo que muy probablemente se llevaron los censores por parte de las autoridades franquistas al haber autorizado el guión y el rodaje de la película. Imagino que los que decidieron el cese de la exhibición estaban pensando en lo intolerable de los aguijonazos hacia la derecha plutocrática de poco antes del inicio de la guerra civil, únicamente interesada en amasar más dinero ("mi dinerito, mi dinerito") y ese comienzo de la narración, cuando el desfile militar de los soldados obligados a ir al matadero de la guerra del Rif (Annual y todas esas desgracias), plasmado muy bien en esas octavillas de la CNT que no faltaban ni un ápice a la verdad.

Por lo demás, ¿por qué se iba a decretar el cese de la película en 1942? Aparte de esos detalles citados en mi introducción, ninguna jerarquía franquista debía encontrar pega alguna. Hay milicianos rojos -anarquistas de la CNT o de la FAI- muy mal encarados; hay una violación, la de la protagonista; hay checas e interrogatorios con torturas (no se ven pero el director , habilmente, las hace explícitas); hay miedo en las casas de los no afectos al régimen con tan solo oírse el motor de un coche circulando por la calle; hay saqueos de esas viviendas; hay también un justificado miedo cuando por las noches se perciben en las celdas de la checa los pasos de los milicianos con la lista de los que se van a llevar para asesinarlos en la Pradera de San Isidro o en la Casa de Campo, antesalas de la masacre de Paracuellos del Jarama. Y todo eso ocurrió en el bando de una républica que había hecho dejación de la legalidad y las normas jurídicas (igual que sucedía en el otro bando).

En fin, que todo lo dicho en el párrafo anterior estaba reflejado en la película y tenía que ser del agrado franquista que se exhibiera ante el público. Solamente se puede explicar que se prohibiera "Rojo y negro" por el paroxismo maniqueo de la dictadura franquista en el que no cabían las responsabilidades en el desencadenamiento de la guerra (esa copa de agua que se llena hasta rebosar) por parte de la derecha plutocrática y su desprecio hacia los padecimientos sociales. Y tampoco le cuadraba el personaje interpretado muy bien por Ismael Merlo, un rojo bueno.

Es una curiosa película porque, a pesar de contener un metraje mayor dedicado a los crímenes cometidos por los denominados rojos, éso no bastó al totalitarismo de la dictadura en 1942. Lo quería todo, como en "Raza".

Tal vez me exceda un poco, pero voy a darle un 7 a "Rojo y negro".
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Al margen de explicaciones ideológicas sobre su abrúpta desaparición de las pantallas, considero que la película está muy bien interpretada y que su director, Carlos Arévalo, era un hombre que sabía de cine. Los diez últimos minutos, desde que Miguel, un irreconocible, por joven, Ismael Merlo busca a su novía para salvarla hasta que la encuentra fusilada en la Pradera de san Isidro, son de una intensidad y buen hacer cinematográfico difícil de pasar por alto.
7 de mayo de 2019 1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sorprende que Jim Sheridan, el director de "Detrás de las paredes", pidiese que no figurase su nombre en los títulos de crédito cuando comprobó el resultado final de la película. Se supone que el productor se pasó por el forro la petición porque la identidad de Sheridan aparece en la cartelera. También es previsible que esta bazofia, con un guión y un montaje que son una auténtica calamidad, fuera en realidad finalmente perpetrada por el que puso la pasta ante los desacuerdos con Sheridan.
La película sencillamante es un pifostio, en el sentido de lío continuo y enrevesamiento máximo, con idas y venidas sin verosimilitud y logrando el cabreo del espectador. No es de extrañar, por lo tanto, que fuera un fracaso en la taquilla. No merece ni la menor pena verla, ni tan siquiera que nos hayamos molestado en escribir estas críticas. Y los últimos diez o quince minutos son ya la repanocha. Un delirio total de fantasmas charlando con Daniel Craig y demás lindezas absurdas para mayor confusión de un ordenado entendimiento de lo que acabamos de ver.
Con este truño ya se es demasiado generoso si se le puntúa con un 2.
9 de enero de 2019 1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Me distrajo algo y perdí el hilo de algún elemento esencial del guión? ¿Tendría de nuevo que volver a repasar la película para arrojar luz sobre mis dudas? Lo cierto es que el desarrollo de "50 hombres muertos" resulta confuso por la proclividad que muestra la directora a creer que es fácil para el espectador desentrañar el rol que jugaron en el conflicto irlandés el MI5, el Royal Ulster Constabulary (RUC), el Servicio de Inteligencia Militar o la propia Scotland Yard.
Vale. Ahora díganme a cuál de estos pertenecía Ben Kingsley en realidad. Y qué sucede en la última parte del filme para que quede al descubierto Martin MacGarland. Si no lo entendí mal, a aquel bar que visitan los tres del IRA sólo iban a echarle un vistazo para, en otra oportunidad, atentar contra los funcionarios de prisiones que allí se reunían. Sin embargo, ocurrió lo inesperado. ¿Quién lo hizo? ¿Cómo es que el agente -no sabemos de qué servicio- Fergus o Ben Kingsley no supiera nada si él era parte de la actuación policial para desbaratar el atentado?
He leído la mayor parte de las críticas y me sorprende que nadie cuestione todo este embrollo que hace ininteligible lo que sucede después: el abandono a su suerte de MacGarland. Cuando algo está mal explicado o no me cuadra, tiendo por lógica rebajar la nota del producto.
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La directora, esta mujer canadiense, ni siquiera sabe lo que es dar un traspié y caerse en la acera. Lo digo porque, tal como está rodado, el episodio del suicidio-fuga de MacGarland era absolutamente incompatible con la vida. A la altura en que está presentado en el filme -parece por lo menos un 5º piso-, no hay dios que se salve. Es que las aceras de Belfast no son de gomaespuma, señora.
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