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8,0
155.827
8
25 de octubre de 2013
25 de octubre de 2013
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El pequeño William Wallace sigue a su padre a una reunión de clanes que va a tener lugar en la Escocia medieval. Al llegar a la reunión, la mayoría de jefes han sido asesinados, incluyendo algunos niños. Los clanes buscaban unirse entre ellos y junto con los nobles para hacer frente al opresor inglés, pero han sido traicionados y ahora solo queda ir a la guerra con la certeza de la derrota...
Al poco tiempo, una carreta le devuelve al niño el cuerpo de su padre y hermano. Su tío Argyle coge la tutela de William. Se encargará de su educación y le dará una valiosa lección: se ganan más batallas con el cerebro que con los músculos. Por ello, el Wallace que regresa a casa es un joven maduro que desea vivir en paz. Llega justo para una boda, en la cual se aplica la infame "prima nocte" (medida impuesta por Inglaterra para dividir a los escoceses, mediante la cual los nobles pueden acostarse con la novia de cualquier campesino en la noche de bodas).
Este, y otro desencadenante más personal, llevará a William Wallace a la insurrección directa, dirigiendo a su pueblo contra el ejército del rey Eduardo I. No están bien armados, desde luego, pero cuentan con la rabia contenida y el coraje necesario para llevarse todo por delante...
Mel Gibson siguió la senda de Kevin Costner 5 años atrás, cuando este dirigió "Dances with wolves": un joven actor en alza que dirige su ópera prima (en realidad, Gibson se había estrenado con la intrascendente "El hombre sin rostro"), que arrasa en taquilla y críticas, y recibe los oscars más importantes. Y es que "Braveheart" es un verdadero clásico contemporaneo.
El director y protagonista toma un personaje real y lo convierte en héroe actual con una premisa muy básica: William Wallace lucha por la libertad, una causa más que justa, contra un enemigo poderoso y cruel. Es simpático, guapo, sensible, fuerte y lo más importante, tiene la razón de su lado. ¿Qué más se le puede pedir?. "Braveheart" era el "Espartaco" de los 90. Ambos personajes existieron, sufrieron injusticias, dirigieron rebeliones y se convirtieron en mártires de su causa.
Con pulso ejemplar en la dirección, escenas de batallas impresionantes en el momento del estreno y una magnífica fotografía, Mel Gibson se pone épico y nos brinda una obra colosal. Romance, un héroe indiscutible, drama y deseos de justicia: todo un éxito. Sin duda, uno de los puntos más fuertes es la música: una melodía celta que recorre todo el metraje en las escenas más emotivas.
A destacar también Sophie Marceau, Catherine McCormack y Patrick McGoohan (el cruel Enrique). Pero está claro que Mel forjó un personaje a su medida, por lo que él es el protagonista total del filme. Y a pesar de las concesiones y ciertos convencionalismos, Gibson demostró que podía ofrecer espectáculo con calidad y respeto por la historia que narra. Un verdadero peliculón.
Al poco tiempo, una carreta le devuelve al niño el cuerpo de su padre y hermano. Su tío Argyle coge la tutela de William. Se encargará de su educación y le dará una valiosa lección: se ganan más batallas con el cerebro que con los músculos. Por ello, el Wallace que regresa a casa es un joven maduro que desea vivir en paz. Llega justo para una boda, en la cual se aplica la infame "prima nocte" (medida impuesta por Inglaterra para dividir a los escoceses, mediante la cual los nobles pueden acostarse con la novia de cualquier campesino en la noche de bodas).
Este, y otro desencadenante más personal, llevará a William Wallace a la insurrección directa, dirigiendo a su pueblo contra el ejército del rey Eduardo I. No están bien armados, desde luego, pero cuentan con la rabia contenida y el coraje necesario para llevarse todo por delante...
Mel Gibson siguió la senda de Kevin Costner 5 años atrás, cuando este dirigió "Dances with wolves": un joven actor en alza que dirige su ópera prima (en realidad, Gibson se había estrenado con la intrascendente "El hombre sin rostro"), que arrasa en taquilla y críticas, y recibe los oscars más importantes. Y es que "Braveheart" es un verdadero clásico contemporaneo.
El director y protagonista toma un personaje real y lo convierte en héroe actual con una premisa muy básica: William Wallace lucha por la libertad, una causa más que justa, contra un enemigo poderoso y cruel. Es simpático, guapo, sensible, fuerte y lo más importante, tiene la razón de su lado. ¿Qué más se le puede pedir?. "Braveheart" era el "Espartaco" de los 90. Ambos personajes existieron, sufrieron injusticias, dirigieron rebeliones y se convirtieron en mártires de su causa.
Con pulso ejemplar en la dirección, escenas de batallas impresionantes en el momento del estreno y una magnífica fotografía, Mel Gibson se pone épico y nos brinda una obra colosal. Romance, un héroe indiscutible, drama y deseos de justicia: todo un éxito. Sin duda, uno de los puntos más fuertes es la música: una melodía celta que recorre todo el metraje en las escenas más emotivas.
A destacar también Sophie Marceau, Catherine McCormack y Patrick McGoohan (el cruel Enrique). Pero está claro que Mel forjó un personaje a su medida, por lo que él es el protagonista total del filme. Y a pesar de las concesiones y ciertos convencionalismos, Gibson demostró que podía ofrecer espectáculo con calidad y respeto por la historia que narra. Un verdadero peliculón.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
-Mel Gibson supo tocar la fibra del espectador; hay escenas realmente muy emotivas. Una de ellas es cuando la niña que será su mujer coge la mano de William en el entierro de su padre. Luego, cuando Murron es asesinada a manos de los ingleses, William se ofrecerá al padre para que disponga de él. Y este lo perdonará.
-La traición siempre juega un papel importante en toda la historia. Y la nobleza será la principal practicante de la misma.
-La furia de William Wallace ante la muerte de Murron es brutal.
-La princesa Isabel advierte al rey que el hijo que espera no es del principe, sino del rebelde. Una libertad que se han tomado los guionistas, por supuesto (como el propio romance con la princesa). Pero, qué demonios!, para ese entonces ya estamos deseando que fuera así.
-¿He dicho ya que la música es espectacular? Creo sinceramente que es el alma de esta película.
-La traición siempre juega un papel importante en toda la historia. Y la nobleza será la principal practicante de la misma.
-La furia de William Wallace ante la muerte de Murron es brutal.
-La princesa Isabel advierte al rey que el hijo que espera no es del principe, sino del rebelde. Una libertad que se han tomado los guionistas, por supuesto (como el propio romance con la princesa). Pero, qué demonios!, para ese entonces ya estamos deseando que fuera así.
-¿He dicho ya que la música es espectacular? Creo sinceramente que es el alma de esta película.

5,4
40.179
4
19 de agosto de 2015
19 de agosto de 2015
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con una introducción a modo de falso documental (género en el que Baron Cohen ya ha transitado) conocemos la vida del Almirante Aladeen, metáfora de algún dictador de Oriente Medio en el punto de mira de Occidente. Un buen día, se despierta con la noticia de que la ONU le da un ultimatum por sus extravagantes comportamientos en cuanto a política exterior, y le tocará explicar su sistema ante la sede de la ONU en New York.
Esta premisa le sirve a Baron Cohen para desarrollar su papel como solo él sabe hacerlo. El actor en cuestión es, de hecho, un actor de personajes: en todas sus películas como protagonista desarrolla personalidades, normalmente políticamente incorrectas, estrafalarias y estereotipadas a más no poder. En este caso, la figura de un dictador misógino, beligerante y orgulloso, le sirve para criticar tanto a conocidos líderes islámicos dueños del petróleo, como a los propios occidentales, en la teoría enemigos. Ver el ataque, desde la sátira, a los poderosos de ambos bandos siempre es reconfortante, sobre todo si esta destaca la hipocresía y hasta qué punto ambos sistemas se asemejan.
Pero el guión insiste además con mofarse de los más desfavorecidos. Y, aún siendo incorrectos politicamente, cabría preguntarse si el lícito reirse de minusválidos, refugiados o víctimas de sistemas totalitarios. Vamos a ver: Roberto Benigni realizó una magnífica comedia con el holocausto como telón de fondo ("La vida es bella"). Los franceses nos brindaron otra hermosa comedia riendonos de la discapacidad ("Intocable"). Entonces, no es que no se pueda; el problema es la forma: Baron Cohen se acerca más a los hermanos Farrelly, los cuales a su vez se asemejan a crios señalando con el dedo y riéndose cuando ven a un minusválido.
Por otra parte, hasta la incorrección política tiene un límite: señor Charles, la pederastia, la violencia de género y las violaciones no tienen gracia. Puedo admitir que recurra a la escatologia, que a mi lo único que me dice es lo limitados que son sus recursos. Si Cohen piensa que sus genitales son cómicos, allá él (supongo que lo pensará porque ya nos deleitó con ellos en "Borat"). En este sentido, Anna Faris le queda como anillo al dedo al film: recordemos que es la musa de "Scary Movie".
Pero señor Cohen, sus películas tienen ideas inteligentes. El cínico discurso final de "The dictator" así lo demuestra. Incluso la astuta ingenuidad de "Borat". Y cuenta con amigos prestigiosos en Hollywood (Ben Kingsley y John C. Reilly levantan un poco la nota). No hace falta que lastre la otra mitad de sus películas aludiendo a lo vulgar y a chistes que se rien en la cara de minorias raciales de forma burda.
Esta premisa le sirve a Baron Cohen para desarrollar su papel como solo él sabe hacerlo. El actor en cuestión es, de hecho, un actor de personajes: en todas sus películas como protagonista desarrolla personalidades, normalmente políticamente incorrectas, estrafalarias y estereotipadas a más no poder. En este caso, la figura de un dictador misógino, beligerante y orgulloso, le sirve para criticar tanto a conocidos líderes islámicos dueños del petróleo, como a los propios occidentales, en la teoría enemigos. Ver el ataque, desde la sátira, a los poderosos de ambos bandos siempre es reconfortante, sobre todo si esta destaca la hipocresía y hasta qué punto ambos sistemas se asemejan.
Pero el guión insiste además con mofarse de los más desfavorecidos. Y, aún siendo incorrectos politicamente, cabría preguntarse si el lícito reirse de minusválidos, refugiados o víctimas de sistemas totalitarios. Vamos a ver: Roberto Benigni realizó una magnífica comedia con el holocausto como telón de fondo ("La vida es bella"). Los franceses nos brindaron otra hermosa comedia riendonos de la discapacidad ("Intocable"). Entonces, no es que no se pueda; el problema es la forma: Baron Cohen se acerca más a los hermanos Farrelly, los cuales a su vez se asemejan a crios señalando con el dedo y riéndose cuando ven a un minusválido.
Por otra parte, hasta la incorrección política tiene un límite: señor Charles, la pederastia, la violencia de género y las violaciones no tienen gracia. Puedo admitir que recurra a la escatologia, que a mi lo único que me dice es lo limitados que son sus recursos. Si Cohen piensa que sus genitales son cómicos, allá él (supongo que lo pensará porque ya nos deleitó con ellos en "Borat"). En este sentido, Anna Faris le queda como anillo al dedo al film: recordemos que es la musa de "Scary Movie".
Pero señor Cohen, sus películas tienen ideas inteligentes. El cínico discurso final de "The dictator" así lo demuestra. Incluso la astuta ingenuidad de "Borat". Y cuenta con amigos prestigiosos en Hollywood (Ben Kingsley y John C. Reilly levantan un poco la nota). No hace falta que lastre la otra mitad de sus películas aludiendo a lo vulgar y a chistes que se rien en la cara de minorias raciales de forma burda.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Creo que la mejor aportación ácida de la película es aquella en la que Aladeen afirma: "Con una dictadura, podríais llenar las cárceles con una minoría racial y nadie protestaría". Es genial. Pero inmediatamente, la cámara enfoca a un negro. Esto nos dice que el director necesita explicar el chiste para que lo entendamos. Entonces sabemos a qué público se dirigen Baron Cohen y Larry Charles: a aquellos que no admiten sutilezas y se exitan con la sal gorda.

5,9
25.127
3
19 de octubre de 2012
19 de octubre de 2012
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Rocky IV" comienza como las anteriores secuelas, con el final de la película anterior: en este caso, el final de la pelea con Clubber y una pelea amistosa con Apollo. Y se desarrolla casi como su antecesora (Rocky III): muerte de un personaje querido y revancha. Surge un rival malísimo (casi de comic), el ruso Ivan Drago (Dolph Lundgren, uno de los puntos fuertes de la película) que desafía a Rocky, cogiendo el guante Apollo, ahora amigo del gran boxeador.
Rocky, en tanto, ya ha perdido gran parte del carisma que le caracterizaba en las dos primeras entregas. Se ha vuelto menos hablador, más "serio", paradojicamente cuando la saga intenta aportar comicidad para suplir la falta de dramatismo de los comienzos. Sus reflexiones, que pretenden ser trascendentales, son mas ingenuas que cuando el propio Rocky aún era ingenuo.
Sylvester Stallone parece amar tanto a sus personajes que acaba por matarlos. Lo mismo le hizo a Rambo, que después de una buena primera parte, se carga al personaje. De Rocky, poco queda de aquel simpático buscavidas que hacía reir a Adrian a base de chistes malos y al que le bastaba aguantar en pie 15 rounds para sentirse un campeón. Y es que hasta Adrian misma (Talia Shire) pierde mucho; cuanto más guapa menos interesante.
Por eso se rellena la historia con videoclips, para tener que prescindir de diálogos. La historia de hecho, como en Rocky III, dura media hora menos. Y no es que haya más acción; en realidad hay menos drama. El Rocky apático, rico y aburrido, busca venganza, cuando antes le bastaba con salir adelante.
Y yo también fui niño y vi "Rocky IV" mil veces y siempre me gustaba. Pero es que es precisamente eso: una película para niños (o para adultos subestimados en su capacidad intelectual) con demasiada violencia y mensajes explícitos en pro de valores belicistas como para resultar censurable. Claro que está el discurso final en el cual se intenta el acercamiento, pero por ridículo e ingenuo es aún más insultante (además de enseñarnos quienes son los buenos).
Solo se rescata la fotografía, alguna secuencia de acción y poco más. Los videoclips solo recopilan escenas de la saga y de la propia película, además de los entrenamientos, verdadero homenaje al macho-man de los 80. Y no vale apelar a la nostalgia: ves "Back to the future" o "Star wars" y todavía son buenas. Puedes ver una película para niños y sacar mensajes y tramas interesantes. Pero yo vi "Rocky IV" el otro día y me pareció censurable. Tanto por sus ideas como por ir dirigida a niños. "No tires la toalla" le dice Apollo a Rocky. Y Rocky la tira tarde. Es una pena que no haya tirado la toalla después de la primera.
Rocky, en tanto, ya ha perdido gran parte del carisma que le caracterizaba en las dos primeras entregas. Se ha vuelto menos hablador, más "serio", paradojicamente cuando la saga intenta aportar comicidad para suplir la falta de dramatismo de los comienzos. Sus reflexiones, que pretenden ser trascendentales, son mas ingenuas que cuando el propio Rocky aún era ingenuo.
Sylvester Stallone parece amar tanto a sus personajes que acaba por matarlos. Lo mismo le hizo a Rambo, que después de una buena primera parte, se carga al personaje. De Rocky, poco queda de aquel simpático buscavidas que hacía reir a Adrian a base de chistes malos y al que le bastaba aguantar en pie 15 rounds para sentirse un campeón. Y es que hasta Adrian misma (Talia Shire) pierde mucho; cuanto más guapa menos interesante.
Por eso se rellena la historia con videoclips, para tener que prescindir de diálogos. La historia de hecho, como en Rocky III, dura media hora menos. Y no es que haya más acción; en realidad hay menos drama. El Rocky apático, rico y aburrido, busca venganza, cuando antes le bastaba con salir adelante.
Y yo también fui niño y vi "Rocky IV" mil veces y siempre me gustaba. Pero es que es precisamente eso: una película para niños (o para adultos subestimados en su capacidad intelectual) con demasiada violencia y mensajes explícitos en pro de valores belicistas como para resultar censurable. Claro que está el discurso final en el cual se intenta el acercamiento, pero por ridículo e ingenuo es aún más insultante (además de enseñarnos quienes son los buenos).
Solo se rescata la fotografía, alguna secuencia de acción y poco más. Los videoclips solo recopilan escenas de la saga y de la propia película, además de los entrenamientos, verdadero homenaje al macho-man de los 80. Y no vale apelar a la nostalgia: ves "Back to the future" o "Star wars" y todavía son buenas. Puedes ver una película para niños y sacar mensajes y tramas interesantes. Pero yo vi "Rocky IV" el otro día y me pareció censurable. Tanto por sus ideas como por ir dirigida a niños. "No tires la toalla" le dice Apollo a Rocky. Y Rocky la tira tarde. Es una pena que no haya tirado la toalla después de la primera.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La vida de Rocky:
"No habrá revancha" dice Apollo al final de "Rocky" (7). "No la necesito", responde Rocky. Y era verdad. Pero Stallone y los productores sí que la necesitaban. Entonces sale "Rocky II" (6), que mantiene en parte el espíritu de la primera: el drama y la necesidad de superación. Con una diferencia fundamental: al final Rocky gana la pelea, algo que antes no necesitaba.
A partir de ahí, el desastre: en "Rocky III" (3) ya no hay emoción. Rocky cambia su forma de hablar y de ser; Stallone actua peor (podría ser Rambo o Cobra). Como ya no hay drama, matan a Mickey para apelar al sentimentalismo. Ya no hay épica: las peleas solo llegan hasta el 2ª o 3ª round. La película dura media hora menos que las anteriores.
Y así llegamos a "Rocky IV" (3), en la misma línea que la anterior. Pero con más épica: Rocky, ese chico sencillo de Philadelphia, le da una lección de relaciones internacionales al primer ministro soviético y a todo el pueblo ruso. Aquí matamos a Apollo, para que haya algo de emoción.
En "Rocky V" (4) se intenta volver a los orígenes. Repite el director de la primera y Rocky, curiosamente, vuelve a hablar y comportarse como en aquella. Pero ya es tarde. Rocky vuelve a los orígenes cuando ya se había perdido todo, y no me refiero a su fortuna, sino a la calidad de la serie. Aquí, ni siquiera se sube al ring (una curiosidad: en "Rocky II" se dice que puede perder el ojo y aguantaría 4 películas más; en "Rocky V" le dicen que tiene algo jodido en el cerebro y 20 años después se vuelve a subir al ring).
Y llegamos al ¿final? con "Rocky Balboa" o "Rocky VI" (4), en la que un nostálgico Stallone se brinda un autohomenaje. Vuelta a los orígenes y parecida estructura a la primera, ya sin emoción.
En fín: no hay como "Rocky", la de 1976, a la cual ninguna de las secuelas llega a igualar, sino más bien a destruir al personaje. Ese chico que solo quería demostrarse a sí mismo que servía para algo. Y con la primera, quedó más que demostrado.
"No habrá revancha" dice Apollo al final de "Rocky" (7). "No la necesito", responde Rocky. Y era verdad. Pero Stallone y los productores sí que la necesitaban. Entonces sale "Rocky II" (6), que mantiene en parte el espíritu de la primera: el drama y la necesidad de superación. Con una diferencia fundamental: al final Rocky gana la pelea, algo que antes no necesitaba.
A partir de ahí, el desastre: en "Rocky III" (3) ya no hay emoción. Rocky cambia su forma de hablar y de ser; Stallone actua peor (podría ser Rambo o Cobra). Como ya no hay drama, matan a Mickey para apelar al sentimentalismo. Ya no hay épica: las peleas solo llegan hasta el 2ª o 3ª round. La película dura media hora menos que las anteriores.
Y así llegamos a "Rocky IV" (3), en la misma línea que la anterior. Pero con más épica: Rocky, ese chico sencillo de Philadelphia, le da una lección de relaciones internacionales al primer ministro soviético y a todo el pueblo ruso. Aquí matamos a Apollo, para que haya algo de emoción.
En "Rocky V" (4) se intenta volver a los orígenes. Repite el director de la primera y Rocky, curiosamente, vuelve a hablar y comportarse como en aquella. Pero ya es tarde. Rocky vuelve a los orígenes cuando ya se había perdido todo, y no me refiero a su fortuna, sino a la calidad de la serie. Aquí, ni siquiera se sube al ring (una curiosidad: en "Rocky II" se dice que puede perder el ojo y aguantaría 4 películas más; en "Rocky V" le dicen que tiene algo jodido en el cerebro y 20 años después se vuelve a subir al ring).
Y llegamos al ¿final? con "Rocky Balboa" o "Rocky VI" (4), en la que un nostálgico Stallone se brinda un autohomenaje. Vuelta a los orígenes y parecida estructura a la primera, ya sin emoción.
En fín: no hay como "Rocky", la de 1976, a la cual ninguna de las secuelas llega a igualar, sino más bien a destruir al personaje. Ese chico que solo quería demostrarse a sí mismo que servía para algo. Y con la primera, quedó más que demostrado.

7,6
187.948
8
23 de abril de 2010
23 de abril de 2010
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La novia" yace ensangrentada en el suelo. Está duramente golpeada y solo atina a decir: "Bill, también es tu hija..." antes de que una bala le atraviese la cabeza. Así empieza "Kill Bill: volumen 1", presentada pomposamente como "La 4ª película de Quentin Tarantino". A partir de aquí, la trama girará en torno a como "La novia" llevará a cabo su venganza.
Porque lo cierto es que, después de estar 4 años en coma, despierta en un hospital descubriendo dos cosas: que una placa de metal cubre su craneo y que ha perdido al bebé que estaba engendrando en su vientre. Y en su furia no tendrá piedad por nada ni por nadie...
Tarantino ha sido reconocido por explotar con fortuna en sus filmes básicamente dos factores: el tratamiento de la violencia y los diálogos. En esta obra dedica un capítulo a cada uno, tocándole al volumen 1 la violencia. Y ésta será explícita y descomunal, llegando a la autoparodia. En esta parte se dedicará sobre todo a mostrarnos como Black Mamba (La novia) se encarga de liquidar a dos de los miembros de su antigua banda que quisieron matarla y acabaron con su hija. Uno a uno irá tachando los nombres de su lista. Así, asistimos a un festival de carnicería no excento de cierto humor. El porqué esta violencia es capaz de fascinarnos no es motivo de esta crítica, aunque quizás sea el hecho de que es tan exacerbada que es imposible tomarla en serio.
Es probable que la historia de "Kill Bill vol 1" sea bastante simple. Al fin y al cabo es sólo la historia de una venganza. Pero el desarrollo gana en escenas bastante ingeniosas entre coreografías imposibles, dibujos manga, artes marciales, katanas y mucha sangre artificial. Y sobre todo el enfrentamiento con Vernita Green, la huída del hospital, Daryl Hannah paseándose al ritmo de una melodía pegadiza, la guerra contra los 88 maníacos, y el preludio al enfrentamiento con O-ren (estupenda Lucy Liu) entre palmas y guitarras españolas.
Una gran Uma Thurman da vida a "La novia" (alias Black Mamba), convertida en antiheroina que se lleva todo por delante. Aunque pueda parecer reprobable, Tarantino lleva a cabo una estética de la violencia sumamente efectiva y atractiva. La pantalla literalmente sangra. "Kill Bill vol 1" es pura diversión y quien más parece divertirse es el propio director. Olvídense de sensibilidad y diálogos ingeniosos. Estos los reservaría Tarantino para la segunda parte...
Porque lo cierto es que, después de estar 4 años en coma, despierta en un hospital descubriendo dos cosas: que una placa de metal cubre su craneo y que ha perdido al bebé que estaba engendrando en su vientre. Y en su furia no tendrá piedad por nada ni por nadie...
Tarantino ha sido reconocido por explotar con fortuna en sus filmes básicamente dos factores: el tratamiento de la violencia y los diálogos. En esta obra dedica un capítulo a cada uno, tocándole al volumen 1 la violencia. Y ésta será explícita y descomunal, llegando a la autoparodia. En esta parte se dedicará sobre todo a mostrarnos como Black Mamba (La novia) se encarga de liquidar a dos de los miembros de su antigua banda que quisieron matarla y acabaron con su hija. Uno a uno irá tachando los nombres de su lista. Así, asistimos a un festival de carnicería no excento de cierto humor. El porqué esta violencia es capaz de fascinarnos no es motivo de esta crítica, aunque quizás sea el hecho de que es tan exacerbada que es imposible tomarla en serio.
Es probable que la historia de "Kill Bill vol 1" sea bastante simple. Al fin y al cabo es sólo la historia de una venganza. Pero el desarrollo gana en escenas bastante ingeniosas entre coreografías imposibles, dibujos manga, artes marciales, katanas y mucha sangre artificial. Y sobre todo el enfrentamiento con Vernita Green, la huída del hospital, Daryl Hannah paseándose al ritmo de una melodía pegadiza, la guerra contra los 88 maníacos, y el preludio al enfrentamiento con O-ren (estupenda Lucy Liu) entre palmas y guitarras españolas.
Una gran Uma Thurman da vida a "La novia" (alias Black Mamba), convertida en antiheroina que se lleva todo por delante. Aunque pueda parecer reprobable, Tarantino lleva a cabo una estética de la violencia sumamente efectiva y atractiva. La pantalla literalmente sangra. "Kill Bill vol 1" es pura diversión y quien más parece divertirse es el propio director. Olvídense de sensibilidad y diálogos ingeniosos. Estos los reservaría Tarantino para la segunda parte...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
"Por cierto, una cosa más Sophie: ¿sabe ella que su hija está viva?"

7,2
44.374
8
4 de mayo de 2009
4 de mayo de 2009
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Thelma está preparando el desayuno a su marido cuando recibe una llamada. "¿Se lo has preguntado?" inquiere Louise. La pregunta hace referencia a si Thelma pidió permiso a su marido para tomarse un par de días de vacaciones con su mejor amiga. Lo cierto es que aún no se ha atrevido a hacerlo.
Así y todo, se marcha con ella a lo que será la primera vez que salga de viaje, un viaje de tan solo dos días. Louise, a su vez, busca escapar de la situación en la que se encuentra con su novio: una relación que parece no ir a ningún sitio. La idea es pasar un fin de semana en una cabaña que les ha dejado un amigo de ella. Pero a medida que avanza la carretera se irá torciendo el rumbo y una situación llevará a otras con distintas consecuencias. Las chicas, que sólo querían divertirse, experimentarán un cambio que transformará sus vidas para siempre.
Susan Sarandon y Geena Davis conforman este singular duo de mujeres que poco a poco irán desprendiéndose de sus ataduras (en forma de lapiz de labios, bisutería y pensamientos tradicionales) y estrecharán una amistad que las llevará a enfrentarse a todo lo que se les cruce por delante. Así, la inocente Thelma y la recatada Louise acabarán por transformarse prácticamente en heroínas en un mundo (y sobre todo en Texas y en la América profunda) donde los hombres mandan. Pero convertirse en heroínas no les será nada fácil...
Ridley Scott puede hacer películas para amar (Alien, Blade Runner) o para odiar (La Teniente O'Neil, Black Hawk Down); esta se encuadra dentro de las primeras. De carácter abiertamente feminista, firma en formato de Road Movie una aventura que, como sus protagonistas, evolucionará de comedia en drama, de acción en reflexión. La música también marcará la pauta de esta evolución: del pop ochentero al llanto de guitarra en el tramo final.
Es interesante la caracterización de los hombres en el filme: desde el marido machista hasta el violador, pasándo por el amable ladrón (aunque ladrón al fín), y desde el novio comprensivo hasta el poli que quiere "rescatar" a esas dos mujeres. Efectivamente, Michael Madsen y Harvey Keitel son la contracara del tipo de machismo que denuncia la película.
"Thelma & Louise" es un agradable viaje en carretera donde dos mujeres de armas tomar harán aquello que nunca antes habían hecho en sus vidas. Un viaje envidiable para cualquier hombre...
Así y todo, se marcha con ella a lo que será la primera vez que salga de viaje, un viaje de tan solo dos días. Louise, a su vez, busca escapar de la situación en la que se encuentra con su novio: una relación que parece no ir a ningún sitio. La idea es pasar un fin de semana en una cabaña que les ha dejado un amigo de ella. Pero a medida que avanza la carretera se irá torciendo el rumbo y una situación llevará a otras con distintas consecuencias. Las chicas, que sólo querían divertirse, experimentarán un cambio que transformará sus vidas para siempre.
Susan Sarandon y Geena Davis conforman este singular duo de mujeres que poco a poco irán desprendiéndose de sus ataduras (en forma de lapiz de labios, bisutería y pensamientos tradicionales) y estrecharán una amistad que las llevará a enfrentarse a todo lo que se les cruce por delante. Así, la inocente Thelma y la recatada Louise acabarán por transformarse prácticamente en heroínas en un mundo (y sobre todo en Texas y en la América profunda) donde los hombres mandan. Pero convertirse en heroínas no les será nada fácil...
Ridley Scott puede hacer películas para amar (Alien, Blade Runner) o para odiar (La Teniente O'Neil, Black Hawk Down); esta se encuadra dentro de las primeras. De carácter abiertamente feminista, firma en formato de Road Movie una aventura que, como sus protagonistas, evolucionará de comedia en drama, de acción en reflexión. La música también marcará la pauta de esta evolución: del pop ochentero al llanto de guitarra en el tramo final.
Es interesante la caracterización de los hombres en el filme: desde el marido machista hasta el violador, pasándo por el amable ladrón (aunque ladrón al fín), y desde el novio comprensivo hasta el poli que quiere "rescatar" a esas dos mujeres. Efectivamente, Michael Madsen y Harvey Keitel son la contracara del tipo de machismo que denuncia la película.
"Thelma & Louise" es un agradable viaje en carretera donde dos mujeres de armas tomar harán aquello que nunca antes habían hecho en sus vidas. Un viaje envidiable para cualquier hombre...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Aunque pacerece ser Louise la que dirige el grupo, es Thelma quien toma la iniciativa. Así, la escena del asalto a la licorería no tiene desperdicio, como tampoco aquella en la que "rescata" a Thelma del policía. Así, su cambio quedará reflejado sobre todo en la actitud de su marido, que no puede creer en lo que se ha convertido su mujer.
Ridley Scott imprime cierta mística a consciencia al filme, y esto se nota sobre todo al final: las manos unidas, la foto volando y el coche precipitándose al vacío. Parece pensada para convertirse en un filme de culto, lo cual consigue y no le resta mérito para nada...
Ridley Scott imprime cierta mística a consciencia al filme, y esto se nota sobre todo al final: las manos unidas, la foto volando y el coche precipitándose al vacío. Parece pensada para convertirse en un filme de culto, lo cual consigue y no le resta mérito para nada...
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