Este proyecto es el creado y coescrito por Rodrigo Sorogoyen, Paula Fabra y Sara Cano y codirigido por Sorogoyen tras codirigir la miniserie “Apagón”, David Martín de los Santos (“La vida era eso”) y Sandra Romero “Por donde pasa el silencio”). Los primeros cinco episodios se estrenaron en Movistar + el 28 de noviembre, mientras que los cinco restantes el 12 de diciembre. Ana cumple treinta años el día de Año Nuevo con la vida aún por resolver: vive en un piso compartido, no le gusta su trabajo, cambia a menudo de amigos... Óscar cumple treinta años el día de Nochevieja con la vida casi resuelta: médico vocacional, amigos fieles y una relación que va y viene. Justo cuando los dos llegan a la treintena, se conocen, se enamoran y comienzan una relación que se alargará diez años. La historia es narrada en diez episodios que giran en torno al mismo momento del año: la Nocheviejas y el inicio de año.
Esta producción hispano-francesa es un excelente drama con un componente romántico en que seguimos la relación entre los personajes de Ana y Oscar desde que se conocen, a lo largo de diez años en que el espectador rellena en su cabeza las elipsis de lo que ha ido ocurriendo en cada año. La propuesta tiene un estilo naturalista, con escenas un poco largas pero intensas en que muchas veces los personajes empiezan a hablar, el espectador no sabe hacia dónde va el tema pero de repente se dice un hecho importante a donde quería ir el guion pero sin resultar forzado, de manera natural. La producción está muy bien escrita, realizada en la puesta en escena, ambientada e interpretada pero no sólo eso. Como persona que pronto cumplirá los cuarenta y que entraría dentro de la generación millenial, en algún momento me he sentido identificado con un personaje cuando dice en un momento dado que cree que tiene una mentalidad de una persona más joven de su edad. Al fin y al cabo, esta es una historia sobre el final de la juventud. Creo que cuando uno tiene treinta años, es medianamente joven para intentar cumplir sus metas o expectativas pero llegados a los cuarenta, la juventud ha quedado atrás aunque se pueden seguir cumpliendo objetivos propuestos.
Sobre el reparto de actores, considero que fue deliberado contar con intérpretes no muy conocidos. La pareja protagonista formada por Iria del Río y Francesco Carril demuestra buena química y ambos hacen las mejores interpretaciones de sus carreras hasta ahora. Ambos están bien acompañados de un elenco de secundarios que tienen su importancia en la trama como Ana Labordeta y Carlos Blanco como los padres de Ana, Vladimir Perrin como el joven francés Manu, Pablo Gómez-Pando como Guille el amigo de Oscar, el escritor Benjamín Prado como el padre de Oscar, Malena Gutiérrez como la madre de él, Lucía Martín Abello como la ex novia de Oscar y Ana Alarcón como una amiga de él, entre otros. Cabe añadir que la música es importante en el trayecto vital de los protagonistas y cuenta con la canción “Los años nuevos” del cantautor Nacho Vegas, por ejemplo.
Así pues, “Los años nuevos” es una de las mejores miniseries españolas del año si no la mejor para mi gusto así como el año pasado lo fue “La Mesías”. “Querer” también me gustó bastante y entiendo que le dén los premios por tratar un tema delicado como el consentimiento sexual en estos tiempos que corren pero considero que la que nos ocupa puede quedar para la posteridad como un fiel retrato de una generación de jóvenes y de una pareja en concreto. La producción se presentó el año pasado en la Mostra de Venecia, fue nominada al premio Forqué a mejor actriz en serie para I. del Río y obtuvo cuatro nominaciones a los premios Feroz a mejor serie dramática, guion, actriz y actor protagonista en serie.

Valoración: 9
Lo mejor: el planteamiento narrativo de la propuesta y las interpretaciones principales.
Lo peor: que el espectador no entre en la historia de la pareja porque su franja de edad le quede lejos.

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Después del éxito de taquilla de “Dune” en 2021 a pesar de la pandemia que logró seis premios Oscar técnicos, el coguionista y cineasta Denis Villeneuve ha realizado esta secuela a partir de la extensa novela de Frank Herbert que no he podido leer. Tras los sucesos de la primera parte acontecidos en el planeta Arrakis, el joven Paul Atreides se une a la tribu de los Fremen y comienza un viaje espiritual y marcial para convertirse en mesías, mientras intenta evitar el horrible pero inevitable futuro que ha presenciado: una Guerra Santa en su nombre, que se extiende por todo el universo conocido... Así, continúa el ascenso de Paul entre los Fremen, iniciando una imparable rebelión contra los Harkonnen y el emperador Padishah Shaddam IV. Convertido en mesías, Muad'Dib debe calcular muy bien sus pasos en el inicio de una Guerra Santa Interestelar.

No soy un gran seguidor del cine de ciencia-ficción pero sí en concreto de la saga “Star wars” y del cine realizado por Villeneuve desde que se diera a conocer a nivel internacional con “Incendies”. Se nota que el director ha tenido más libertad en esta segunda entrega para desarrollar la compleja historia e incluir a nuevos personajes y parece sentirse más cómodo sin la presión de la primera parte en que había cierta presión y no sabíamos cómo funcionaría; sin embargo, hay alguna escena que acaba de manera un poco abrupta como si se echara mano de cortes en el montaje final. La película combina bien espectaculares escenas de acción, escenas de diálogos, una historia de amor y bellas imágenes del planeta Arrakis que conocemos más su lado inhóspito y seco (sobrevuela el tema de la sequía que sufrimos) pero también con bonitas puestas de sol. En conjunto esta es una gran superproducción estadounidense que luce a todos los niveles. Cuando servidor pensaba que no conoce bien a los Harkonnen, introduce escenas sobre ellos. Además, habla del poder de la fe y la parte de la “yihad” como se titula en el libro sobre el fundamentalismo mesiánico. Hay momentos en que uno tiene los ojos abiertos como platos ante el apabullante espectáculo visual y sonoro del largometraje que a pesar de las más de dos horas y media de duración no se hace pesado en ningún momento, destacando aspectos como la fotografía, el montaje, el diseño de producción (incluyendo las avionetas en forma de insectos de los Harkonnen) y el sonido, por lo que es muy recomendable disfrutarla en la pantalla de cine más grande posible, ya que creo que desde la primera parte no había visto algo así de deslumbrante.

Además, cuenta con un estelar elenco de intérpretes encabezado por Timothée Chalamet como Paul Atreides que evoluciona bien desde la anterior entrega en que fue más pusilánime hasta el guerrero en que se convierte, muy bien acompañado de nuevo por Zendaya que tiene aquí mucho más protagonismo y no es sólo el interés amoroso sino que también su personaje es una guerrera que lucha por su pueblo con un mensaje social, Rebecca Ferguson como la maquinadora madre de Paul, Javier Bardem, Josh Brolin, Stellan Skarsgard y Charlotte Rampling, así como las acertadas incorporaciones de Austin Butler que contribuye a que den grima los Harkonnen, Florence Pugh como la hija del Emperador a cargo de Christopher Walken que quizás no da la talla en el papel y parece en algún momento no saber muy bien en qué proyecto está y Léa Seydoux en un papel adecuado para ella pero que sabe a poco.

En definitiva, pese al retraso de su estreno debido a la huelga de guionistas y que benefició a “Oppenheimer”•en apartados técnicos de los últimos Oscar, estamos ante un sobresaliente blockbuster (seguramente uno de los mejores de 2024) que merece ser reconocido en los premios del año que viene. Y espero que la tercera entrega sea dirigida otra vez por D. Villeneuve aunque haya que esperar años para verla.

Valoración: 9
Lo mejor: el gran espectáculo que ofrece y el estupendo reparto de actores.
Lo peor: algún aspecto narrativo no está muy desarrollado.

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La pareja en la vida real formada por Felix Van Groeningen (“Beautiful boy”) y la debutante Charlotte Vandermeersch han escrito y dirigido este largometraje que se ha estrenado en salas que adapta la novela e Paolo Cognetti. Pietro es un chico educado de ciudad. Todos los años pasa el verano con su familia en el pueblo de Bruno, el último niño de una localidad de montaña olvidada. Con el paso de los años, Bruno se mantiene fiel a su montaña ordeñando vacas mientras que Pietro es un escritor que viene y va de sus viajes. Sus experiencias les harán enfrentarse al amor y a la pérdida. Y con el paso de los años, Pietro y Bruno descubrirán lo que significa ser amigos para toda la vida.
Esta coproducción italiana es un notable drama sobre una amistad verdadera entre dos hombres que continúa a pesar de sus respectivas decisiones: mientras que Pietro intenta encontrar su lugar en el mundo viajando a otros países lejanos, Bruno evita los problemas económicos en el lugar donde nació. También habla de la herencia de los padres a los hijos y cómo influye los lugares en los que hemos crecido. La película está rodada en formato 4:3 si bien destacan los bellos paisajes alpinos fotografiados por Ruben Impens y tiene una voz en off del personaje de Pietro que me da que pensar que esta adaptación es fiel al libro. El metraje de más de dos horas no se hace pesado y la música es bonita aunque la elección de canciones en inglés puede ser discutible. El reparto de actores está encabezado por Luca Marinelli como Pietro y Alessandro Borghi como Bruno (los dos actores más destacados de su generación en Italia y amigos en la vida real), con Filippo Timi (“El hilo imperceptible”) y Elena Lietti (“Siccità”) como los padres de Pietro. Así pues, la cinta logra emocionar al espectador de manera similar a ir subiendo una montaña y es una de las mejores que se han estrenado en la cartelera.
El film obtuvo el premio del jurado ex aequo en el festival de Cannes del año pasado, el premio a mejor fotografía en la Seminci de Valladolid y ganó cuatro premios David di Donatello a mejor largometraje, guion adaptado, fotografía y sonido de catorce nominaciones incluyendo mejor dirección, actores principales, actor secundario (Timi), montaje, producción, diseño de producción y premio David Giovanni.

Valoración: 8
Lo mejor: las interpretaciones de Marinello y Borghi y los paisajes naturales.
Lo peor: tacharla de propuesta de autoayuda new age.

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Juho Kuosmanen coescribió y dirigió este largometraje después de “El día más feliz en la vida de Olli Máki” que adapta la novela de Rosa Liksom. Una joven universitaria finlandesa toma un tren hacia Moscú para ir al yacimiento arqueológico de Múrmansk y estudiar los petroglifos, una especie de pintura rupestre propia del Neolítico en una zona ártica frontera con Noruega. Sin embargo, el viaje no será del todo ideal puesto que tiene que compartir su compartimento con un desconocido, un joven minero ruso. Esta convivencia y unos encuentros improbables unirán poco a poco a estos dos seres completamente opuestos.
Esta coproducción finlandesa es un bello y excelente drama con un componente romántico para nada sentimental y dosis de humor sobre el idioma ruso y el finlandés. Durante la película y en concreto la parte principal que transcurre en el viaje en tren no solamente podemos observar cómo se van acercando dos personajes aparentemente diferentes sino el viaje interior y de descubrimiento de Laura. El largometraje cuenta con notables actuaciones de la pareja protagonista que demuestra tener buena química juntos: la actriz Seidi Harla representa al personaje de clase media que tiene acceso a la cultura y la educación universitaria, mientras que el actor Yuriy Borisov (“Patines de plata”) simplemente quiere pasárselo bien antes de trabajar en una mina y que considero representaría el tipo de ruso que se puede sentir algo inferior o menos destacado frente al otro chico finlandés que parece encajar mejor con Laura. Cabe apuntar que en la película no se indica explícitamente el año en que tiene lugar pero aparatos como un walkman, una videocámara y una cabina telefónica nos hacen pensar que estamos en los años noventa. Quizás no sea una obra tan sobresaliente pero esta es una de esas satisfactorias propuestas cuya dirección sobria siguiendo a los personajes requiere la atención del espectador pero este sale recompensado, con una sonrisa, durante el trayecto puede tener hasta un susto, además de que mi medio de transporte preferido es el tren y se escucha la canción “Voyage, voyage” de Desireless.
El film fue reconocido el año pasado con el gran premio del jurado ex aequo en el festival de Cannes, la espiga de plata a mejor actor para Borisov en la Seminci de Valladolid, obtuvo tres nominaciones a los premios del cine europeop a mejor película, actriz y actor, fue nominado al Globo de oro y el Satellite award a mejor película de habla no inglesa, al premio Independent Spirit y el César a mejor película extranjera y el BIFA a mejor película internacional independiente, así como quedó entre los quince títulos preselecccionados para el Oscar a mejor largomnetraje internacional.

Valoración: 9
Lo mejor: el viaje físico e interior en tren que propone y las interpretaciones principales.
Lo peor: en algún momento durante el trayecto parece haber unos segundos de tiempo mueto aunque es creíble.

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En los últimos años me he aficionado al cine documental que ha demostrado tener una riqueza y variedad, con títulos recientes como “Honeyland”, “Collective” o “My mexican Bretzel”, que a veces se echa en falta en productos comerciales de ficción blancos y políticamente correctos. He podido ver en pantalla grande este film que se ha estrenado en salas, algo cada vez menos habitual en cine. Beatriz y Henrique se conocen, se enamoran y se casan cuando ella tiene 21 años. Henrique es un oficial de la marina y se embarca en el mar durante una temporada. Beatriz queda a cargo de sus seis hijos en casa. Un día ella muere de forma totalmente inesperada. Su hijo mayor es Jacinto, que desde la infancia ha soñado con convertirse en un pájaro. Jacinto es el padre de la guionista y directora Catarina Vasconcelos, cuya madre también falleció cuando ella tenía diecisiete años. Tras su muerte, Catarina empezó a trabajar en un proyecto llamado "La metamorfosis de los pájaros” que es el que nos ocupa.
Este largometraje portugués no es un documental al uso sino más bien una especie de autoficción lírica que logra tener hondura emocional, sobre la familia de la directora que es la nieta de Henrique y la hija de Jacinto, los nombres que ha dado a su abuelo y a su padre. La película es una notable elegía, el proceso de duelo por la pérdida de una madre y el idioma portugués le añade un adecuado tono de melancolía. En este sentido, se puede dividir en dos partes: la primera cuenta la historia de Triz y Henrique y a partir de la muerte, se centra en los descendientes. Es una obra experimental que juega con el lenguaje fílmico, utiliza una polifonía de voces de los personaje, tiene un papel importante la naturaleza y sus elementos: los árboles (más aún en este tiempo de pandemia a uno le dan ganas de abrazar a un árbol), el mar, las flores, etc), y tiene bellas imágenes fascinantes. En conjunto, al ser una ópera prima, la realización está bien cohesionada y por momentos resulta poderosa aunque no es fácil entrar en el visionado.
El film estuvo el año pasado en la sección Encounters de la Berlinale y ganó el premio a mejor película en el apartado Zabaltegi Tabakalera (el más radical del certamen) en el festival de San Sebastián. Sin duda, es una de las propuestas para cinéfilos más curiosas y singulares que podemos ver.

Valoración: 7.5
Lo mejor: la película contiene imágenes fascinantes.
Lo peor: uno puede desconectar de la propuesta con facilidad.

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