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6,7
12.877
8
28 de septiembre de 2024
28 de septiembre de 2024
59 de 75 usuarios han encontrado esta crítica útil
Paula Ortiz es, sin duda, una de las mejores directoras de España. Lo demostró con su ópera prima, la excelente De tu ventana a la mía, donde ya dejaba entrever su peculiar estilo visual y como narradora, haciendo un uso muy particular de la luz, la música y sobre todo la cámara lenta para potenciar al máximo las emociones de la historia. Un estilo que llevó a la perfección absoluta en La Novia, una absoluta obra maestra, una de las mejores películas españolas o no españolas en muchos años, apoyada en el excelso verso lorquiano. Una obra de belleza infinita y emoción desbordada.
Además, em cierta forma, Ortiz ha sido la madrina de la nueva generación de directoras que han despuntado en los últimos años: Carlota Pereda, Celia Rico, Pilar Palomero, Andrea Jaurrieta, Belén Funes, Clara Roquet, Carol Rodríguez, Arantxa Echevarría, Alauda Ruiz de Azúa, Carla Simón, Elena Martín, Estíbaliz Urresola, Itsaso Arana, y así podríamos seguir, porque es una maravilla la cosecha de directoras del cine español en los últimos años.
Por desgracia, ese estilo aparece en La virgen roja sólo en ocasiones, pero son sin duda los mejores momentos de la cinta: el montaje de las notas secretas que intercambian Hildegart Rodríguez y Abel Velilla, y por supuesto el excepcional tercio final, especialmente por los breves momentos de la escultura que se agrieta, enormemente simbólicos. Por supuesto, esto no quiere decir que el resto de la cinta esté mal dirigida por Ortiz. Todo lo contrario. Sin embargo, queda la sensación de que la película podría haber sido mucho mejor en lo visual si sólo la zaragozana hubiese hecho lo que tan bien sabe hacer.
De igual modo, hay cosas que no terminan de funcionar en el guion. Los motivos del descenso definitivo de Aurora a los infiernos se ven apresurados, como si todo lo decidiera en una noche (parece ser que en la historia real, la animosidad entre madre e hija fue en aumento durante bastante tiempo), y tampoco funciona la subtrama de Pepito Arriola. Por supuesto, se intuye por qué se ha incluido, pero si el motivo era explicar la frustración de Aurora, entonces la trama hubiese necesitado de más minutos. Así, tal como ha quedado, aporta más bien poco.
No obstante, a pesar de todo lo dicho, La virgen roja es una película excelente. Y lo es porque tiene una narración excelente, una recreación lujosa del Madrid de los años 30 (extraordinarias la fotografía, la decoración y el vestuario) y una historia impactante sobre la excelencia a costa de la vida normal (o de la vida a secas), de la obsesión contra el amor, y de dos mujeres enfrentadas por sus distintos conceptos de la libertad, la inteligencia y el compromiso.
Otro milagro de La virgen roja es su reparto. Desde Pepe Viyuela, en un registro muy diferente al que lo ha hecho famoso, pasando por Aixa Villagrán, impactante y llena de dolor, hasta llegar a un Patrick Criado maravilloso que ojalá esté nominado al Goya como actor secundario (quién nos iba a decir que el malcriado Nuño de Santillana de Águila Roja se iba a convertir en el mejor actor joven de su generación), todos los intérpretes entran perfectamente en el juego de la directora, poniéndose al servicio de la narración sin que su propia personalidad como actores reste veracidad a los personajes. Pero, por supuesto, los mayores elogios los merecen Najwa Nimri y Alba Planas. Ambas se colocan, sin duda desde ya, a la cabeza de la carrera por los Goya a mejor actriz principal y revelación, respectivamente, porque están las dos soberbias: Planas, representando perfectamente a Hildegart, una joven brillante, adelantada a su tiempo en lo intelectual, pero en el fondo también una adolescente común y corriente con deseos de bailar, divertirse y enamorarse. Habla de la libertad femenina siendo ella una auténtica prisionera de su madre, y el momento en el que se da cuenta es absolutamente magistral, gracias a la interpretación de la actriz madrileña. Nimri, por su parte, está aterradora como Aurora Rodríguez Carballeira, de voz pausada y maneras impecables, pero dispuesta literalmente a todo por no perder el control sobre su hija, su obra, su proyecto científico. La navarro-jordana compone a una mujer de emociones quebradas, aunque aún presentes, que roza la locura detrás de su máscara de virtud e inteligencia.
Una de las películas más destacadas de 2024, sin duda, pero una oportunidad perdida por Paula Ortiz para haber conseguido su segunda obra maestra.
Lo mejor: La realización de Ortiz, cuando se desata (todo el tercio final y la secuencia de las cartas entre Hildegart y Abel), la prodigiosa narración y las interpretaciones de todo el elenco, especialmente Nimri, Planas y Criado.
Lo peor: Podría haber sido todavía mejor, y las motivaciones de Aurora para hacer lo que hace se ven precipitadas.
Además, em cierta forma, Ortiz ha sido la madrina de la nueva generación de directoras que han despuntado en los últimos años: Carlota Pereda, Celia Rico, Pilar Palomero, Andrea Jaurrieta, Belén Funes, Clara Roquet, Carol Rodríguez, Arantxa Echevarría, Alauda Ruiz de Azúa, Carla Simón, Elena Martín, Estíbaliz Urresola, Itsaso Arana, y así podríamos seguir, porque es una maravilla la cosecha de directoras del cine español en los últimos años.
Por desgracia, ese estilo aparece en La virgen roja sólo en ocasiones, pero son sin duda los mejores momentos de la cinta: el montaje de las notas secretas que intercambian Hildegart Rodríguez y Abel Velilla, y por supuesto el excepcional tercio final, especialmente por los breves momentos de la escultura que se agrieta, enormemente simbólicos. Por supuesto, esto no quiere decir que el resto de la cinta esté mal dirigida por Ortiz. Todo lo contrario. Sin embargo, queda la sensación de que la película podría haber sido mucho mejor en lo visual si sólo la zaragozana hubiese hecho lo que tan bien sabe hacer.
De igual modo, hay cosas que no terminan de funcionar en el guion. Los motivos del descenso definitivo de Aurora a los infiernos se ven apresurados, como si todo lo decidiera en una noche (parece ser que en la historia real, la animosidad entre madre e hija fue en aumento durante bastante tiempo), y tampoco funciona la subtrama de Pepito Arriola. Por supuesto, se intuye por qué se ha incluido, pero si el motivo era explicar la frustración de Aurora, entonces la trama hubiese necesitado de más minutos. Así, tal como ha quedado, aporta más bien poco.
No obstante, a pesar de todo lo dicho, La virgen roja es una película excelente. Y lo es porque tiene una narración excelente, una recreación lujosa del Madrid de los años 30 (extraordinarias la fotografía, la decoración y el vestuario) y una historia impactante sobre la excelencia a costa de la vida normal (o de la vida a secas), de la obsesión contra el amor, y de dos mujeres enfrentadas por sus distintos conceptos de la libertad, la inteligencia y el compromiso.
Otro milagro de La virgen roja es su reparto. Desde Pepe Viyuela, en un registro muy diferente al que lo ha hecho famoso, pasando por Aixa Villagrán, impactante y llena de dolor, hasta llegar a un Patrick Criado maravilloso que ojalá esté nominado al Goya como actor secundario (quién nos iba a decir que el malcriado Nuño de Santillana de Águila Roja se iba a convertir en el mejor actor joven de su generación), todos los intérpretes entran perfectamente en el juego de la directora, poniéndose al servicio de la narración sin que su propia personalidad como actores reste veracidad a los personajes. Pero, por supuesto, los mayores elogios los merecen Najwa Nimri y Alba Planas. Ambas se colocan, sin duda desde ya, a la cabeza de la carrera por los Goya a mejor actriz principal y revelación, respectivamente, porque están las dos soberbias: Planas, representando perfectamente a Hildegart, una joven brillante, adelantada a su tiempo en lo intelectual, pero en el fondo también una adolescente común y corriente con deseos de bailar, divertirse y enamorarse. Habla de la libertad femenina siendo ella una auténtica prisionera de su madre, y el momento en el que se da cuenta es absolutamente magistral, gracias a la interpretación de la actriz madrileña. Nimri, por su parte, está aterradora como Aurora Rodríguez Carballeira, de voz pausada y maneras impecables, pero dispuesta literalmente a todo por no perder el control sobre su hija, su obra, su proyecto científico. La navarro-jordana compone a una mujer de emociones quebradas, aunque aún presentes, que roza la locura detrás de su máscara de virtud e inteligencia.
Una de las películas más destacadas de 2024, sin duda, pero una oportunidad perdida por Paula Ortiz para haber conseguido su segunda obra maestra.
Lo mejor: La realización de Ortiz, cuando se desata (todo el tercio final y la secuencia de las cartas entre Hildegart y Abel), la prodigiosa narración y las interpretaciones de todo el elenco, especialmente Nimri, Planas y Criado.
Lo peor: Podría haber sido todavía mejor, y las motivaciones de Aurora para hacer lo que hace se ven precipitadas.

7,1
60.552
9
29 de septiembre de 2007
29 de septiembre de 2007
55 de 67 usuarios han encontrado esta crítica útil
Confieso que cuando escribo ésto aún estoy bajo los efectos del shock que me ha producido la película del señor Cronenberg, así que no me tomen demasiado en serio si digo cosas extrañas.
Una historia de violencia es una película difícil, a la que podrían asignarse dos adjetivos como "fascinante" y "desagradable" casi a la vez. Lo de desagradable creo que no necesita explicación, pero lo digo por la acumulación de violencia y sangre en pantalla (son pocos momentos, pero los que hay son tremendos). Y lo de fascinante lo digo porque incluso en esos momentos sangrientos la película te mantiene hechizado, helado, con el corazón latiéndote más rápido de lo normal. Debo confesar que al terminar la primera secuencia de acción, la que tiene lugar en el café propiedad del protagonista, respiré aliviada. Y también al final de la película, que hasta entonces ha sido un viaje emocional implacable, un descenso a los infiernos del alma humana casi insoportable (en el buen sentido del término).
Impresiona la actuación de Viggo Mortensen, sobrenatural en la piel de un hombre perfecto durante la primera media hora de película que acaba convertido en ¿el villano?. También Maria Bello está estupenda, diciendo mucho más con los ojos que con las palabras, como todas las buenas actrices. Y qué decir a estas alturas de Ed Harris y William Hurt.
En cierto modo, la película me recordó a Donnie Darko, y no porque se parezcan, sino porque a mí me produjeron la misma sensación de estar disfrutando como una enana sin saber muy bien porqué. Ambas son de esas películas que dejan huella, que generan culto. Y ambas lo merecen. Ave, Cronenberg.
Lo mejor: Los actores, en especial Viggo Mortensen y Maria Bello, y el poder hipnótico de la historia.
Lo peor: Un único instante en que Cronenberg cae en la gratituidad que evita en el resto de la cinta, y que no es otro que la primera escena de sexo entre los personajes de Bello y Mortensen. La segunda, por cierto, es de las mejores que he visto nunca.
Una historia de violencia es una película difícil, a la que podrían asignarse dos adjetivos como "fascinante" y "desagradable" casi a la vez. Lo de desagradable creo que no necesita explicación, pero lo digo por la acumulación de violencia y sangre en pantalla (son pocos momentos, pero los que hay son tremendos). Y lo de fascinante lo digo porque incluso en esos momentos sangrientos la película te mantiene hechizado, helado, con el corazón latiéndote más rápido de lo normal. Debo confesar que al terminar la primera secuencia de acción, la que tiene lugar en el café propiedad del protagonista, respiré aliviada. Y también al final de la película, que hasta entonces ha sido un viaje emocional implacable, un descenso a los infiernos del alma humana casi insoportable (en el buen sentido del término).
Impresiona la actuación de Viggo Mortensen, sobrenatural en la piel de un hombre perfecto durante la primera media hora de película que acaba convertido en ¿el villano?. También Maria Bello está estupenda, diciendo mucho más con los ojos que con las palabras, como todas las buenas actrices. Y qué decir a estas alturas de Ed Harris y William Hurt.
En cierto modo, la película me recordó a Donnie Darko, y no porque se parezcan, sino porque a mí me produjeron la misma sensación de estar disfrutando como una enana sin saber muy bien porqué. Ambas son de esas películas que dejan huella, que generan culto. Y ambas lo merecen. Ave, Cronenberg.
Lo mejor: Los actores, en especial Viggo Mortensen y Maria Bello, y el poder hipnótico de la historia.
Lo peor: Un único instante en que Cronenberg cae en la gratituidad que evita en el resto de la cinta, y que no es otro que la primera escena de sexo entre los personajes de Bello y Mortensen. La segunda, por cierto, es de las mejores que he visto nunca.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Terrible la última escena de la película, con Tom/Joey (extraordinario Viggo Mortensen) pidiendo perdón a Eddie sin palabras, sólo con la mirada. Y Maria Bello, en un esfuerzo de interpretación brutal que merecería el Oscar por sí solo, le responde con otra mirada en la que se lee dolor, incredulidad y amor a partes iguales. Sublime.

7,4
105.940
10
25 de enero de 2008
25 de enero de 2008
53 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si por algo merecía pasar a la historia Aladdín no es por su soberbia animación, ni por su endiablado ritmo, ni por su sanísimo entretenimiento (cuando pienso que sólo Pixar se preocupa por seguir la estela de los filmes clásicos de Disney, se me revuelve el estómago. Pobre "generación Shrek"). Lo que realmente destaca en la película es el estilo de ssu guionistas, los inefables Ted Elliott y Terry Rossio, que igual te hacen una maravilla, como aquí o Piratas del Caribe 1, o te hacen un esperpento, como en Piratas del Caribe 2. Gracias a Dios, para esta película la cosa salió perfecta. De todas las cintas magistrales de disney de los 90, Aladdín es probablemente la más divertida y frenética, pero es que además rebosa buen gusto por los cuatro costados. ¿Qué más se puede pedir?
Lo mejor: La maravillosa música de Alan Menken y el sentido del humor y del espectáculo del guión (ver toda la secuencia de la Cueva de las Maravillas), que además se permite obsequiarnos con una historia de amor más emocionante que muchas con personajes de carne y hueso (ver la escena en que Aladdín muestra su casa a Yasmín).
Lo peor: Nada
Lo mejor: La maravillosa música de Alan Menken y el sentido del humor y del espectáculo del guión (ver toda la secuencia de la Cueva de las Maravillas), que además se permite obsequiarnos con una historia de amor más emocionante que muchas con personajes de carne y hueso (ver la escena en que Aladdín muestra su casa a Yasmín).
Lo peor: Nada
13 de julio de 2011
13 de julio de 2011
82 de 122 usuarios han encontrado esta crítica útil
Voy a empezar ésta, mi última crítica sobre Harry Potter, reconociendo lo evidente. No puedo ser objetiva cuando se trata de los personajes de JK Rowling.
La razón cabe encontrarla, como le sucede a millones de fans alrededor del mundo, en la conexión emocional que he establecido con la historia. El mundo de Harry Potter me ha acompañado durante 12 años de mi vida, desde que comencé el primer libro.... y hasta hoy, cuando el ciclo se cierra con Las Reliquias de la Muerte, Parte. Porque para todos aquellos que nos reconocemos fans de Harry, éstos años creciendo con la saga a muchos niveles han sido mucho, mucho más que unas novelas y sus películas. Ha sido un viaje. Un viaje maravilloso.
No puedo ser objetiva.
O tal vez sí....
Porque, gusten o no las aventuras del joven mago, debería ser innegable que David Yates, en las dos últimas películas, ha llevado a la saga a un nivel que hasta ese momento le había estado vedado. Todas las cintas precedentes, aunque eran excelentes películas de aventuras y acción, adolecían de un marcado carácter juvenil que impedía verlas como lo que eran en realidad: seis partes de una historia oscura, muy oscura, sembrada de horror y muerte. Yates, que no es un director con personalidad, y que probablemente nunca será uno de los grandes, ha llevado a Harry Potter a la liga de los clásicos del género (aunque haya quien seguro se lleve las manos a la cabeza al leer ésto). Todo en LRDLM 2 rezuma aroma de gran cine, y lo que es más importante: de creerse, al fin, que se puede hacer gran cine con esta historia (y si no me creen, atención a cómo empieza la cinta...). Sigue habiendo un poco de miedo a ir al límite con algunas escenas, pero el dramatismo de las imágenes habla por sí solo de lo que se ha conseguido con estas películas.
Por lo demás, todo sigue como siempre. Los efectos visuales dejan con la boca abierta, y junto con un extraordinario diseño de producción y fotografía, se ponen al servicio de una de las batallas más espectaculares jamás vistas en una pantalla de cine. Porque Harry Potter siempre ha sido entretenimiento puro, y ésta película no es una excepción. La novedad, si se le puede llamar así, radica en la enorme emoción o incluso emotividad que emana el conjunto, con un buen puñado de escenas que seguro arrancarán lágrimas de los ojos de muchos (muy especialmente, las muertes, el epilogo, y la secuencia, magistral, en que se descubre al fin quién es Snape...).
La razón cabe encontrarla, como le sucede a millones de fans alrededor del mundo, en la conexión emocional que he establecido con la historia. El mundo de Harry Potter me ha acompañado durante 12 años de mi vida, desde que comencé el primer libro.... y hasta hoy, cuando el ciclo se cierra con Las Reliquias de la Muerte, Parte. Porque para todos aquellos que nos reconocemos fans de Harry, éstos años creciendo con la saga a muchos niveles han sido mucho, mucho más que unas novelas y sus películas. Ha sido un viaje. Un viaje maravilloso.
No puedo ser objetiva.
O tal vez sí....
Porque, gusten o no las aventuras del joven mago, debería ser innegable que David Yates, en las dos últimas películas, ha llevado a la saga a un nivel que hasta ese momento le había estado vedado. Todas las cintas precedentes, aunque eran excelentes películas de aventuras y acción, adolecían de un marcado carácter juvenil que impedía verlas como lo que eran en realidad: seis partes de una historia oscura, muy oscura, sembrada de horror y muerte. Yates, que no es un director con personalidad, y que probablemente nunca será uno de los grandes, ha llevado a Harry Potter a la liga de los clásicos del género (aunque haya quien seguro se lleve las manos a la cabeza al leer ésto). Todo en LRDLM 2 rezuma aroma de gran cine, y lo que es más importante: de creerse, al fin, que se puede hacer gran cine con esta historia (y si no me creen, atención a cómo empieza la cinta...). Sigue habiendo un poco de miedo a ir al límite con algunas escenas, pero el dramatismo de las imágenes habla por sí solo de lo que se ha conseguido con estas películas.
Por lo demás, todo sigue como siempre. Los efectos visuales dejan con la boca abierta, y junto con un extraordinario diseño de producción y fotografía, se ponen al servicio de una de las batallas más espectaculares jamás vistas en una pantalla de cine. Porque Harry Potter siempre ha sido entretenimiento puro, y ésta película no es una excepción. La novedad, si se le puede llamar así, radica en la enorme emoción o incluso emotividad que emana el conjunto, con un buen puñado de escenas que seguro arrancarán lágrimas de los ojos de muchos (muy especialmente, las muertes, el epilogo, y la secuencia, magistral, en que se descubre al fin quién es Snape...).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Y si éso es así, es en gran parte gracias a los actores. Es injusto destacar sólo a algunos, porque desde hace años la saga viene teniendo, año tras año, el mejor reparto de ese curso cinematográfico. Pero es de recibo destacar, una vez más, el enorme carisma y talento de los tres protagonistas, Daniel Radcliffe, Rupert Grint y Emma Watson. No debe ser fácil llevar sobre sus hombros el peso de una saga así, y los tres han cumplido maravillosamente. Pero por encima de todos, destaca la gran estrella (no podía ser de otra forma) de esta última función: Alan Rickman. Sólo uno de los dos o tres mejores actores del mundo habría podido interpretar un personaje tan complejo como Snape a la perfección, y Rickman lo es. Lo que hace en esta película es un regalo inmenso a todos los fans de la saga, y a las audiencias en general.
Fallos también hay, y los detallo un poco en "lo peor". Pero poco importa que la película no sea del todo perfecta. El final llegó, y ha dado todo cuanto cabía esperar, e incluso más. Ha sido un placer acompañar a Harry en su viaje, y sentir que también nosotros, a nuestro modo, pertenecemos un poco al mundo de Hogwarts.
Larga vida a Harry Potter.
Lo mejor: Todo, y muy especialmente Alan Rickman y todas las escenas en que aparece.
Lo peor: Casi nada. Se le podrían criticar algunos cambios absurdos con respecto al libro, o el en ocasiones equivocado sentido del humor, o ciertas explicaciones importantes que se han omitido, pero....
Fallos también hay, y los detallo un poco en "lo peor". Pero poco importa que la película no sea del todo perfecta. El final llegó, y ha dado todo cuanto cabía esperar, e incluso más. Ha sido un placer acompañar a Harry en su viaje, y sentir que también nosotros, a nuestro modo, pertenecemos un poco al mundo de Hogwarts.
Larga vida a Harry Potter.
Lo mejor: Todo, y muy especialmente Alan Rickman y todas las escenas en que aparece.
Lo peor: Casi nada. Se le podrían criticar algunos cambios absurdos con respecto al libro, o el en ocasiones equivocado sentido del humor, o ciertas explicaciones importantes que se han omitido, pero....

6,2
5.427
7
22 de marzo de 2019
22 de marzo de 2019
52 de 64 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia de los Mötley Crüe es una de tantas de la historia de la música, rock o no rock: empezaron mucha ilusión, tuvieron un éxito increíble, se hicieron ricos y famosos, se perdieron en una espiral de sexo y fiestas descontroladas y acabaron enganchados a las drogas y con sus vidas personales y sus carreras afectadas por tanto descontrol.
Como decimos, una de tantas historias que transcurren por esos derroteros. Sin embargo, The Dirt no es sólo un testimonio interesantísimo para los más fans de la banda americana, sino también para los que no los conozcan o nunca hayan sido seguidores de los autores de "Live Wire".
Tomando como punto de partida una historia llena de tópicos (como sólo pueden serlo las historias reales), Jeff Tremaine, conocido por su trabajo en Jackass, dirige con acierto una narración muy divertida (no hay más que ver su prólogo, descacharrante y atrevido), muy entretenida y, sobre todo, más seria y dramática de lo que aparenta en un principio. De hecho, la descripción que se hace de la caída en el pozo de la heroína de Nikki Sixx ofrece algunas de las escenas de drogadicción más crudas vistas en bastante tiempo en una pantalla. The Dirt es, por tanto, no sólo una muy entretenida historia sobre un grupo musical, sino una hábil combinación entre comedia, por encima de todo, y drama.
Hay que destacar también el trabajo de los cuatro actores: Iwan Rheon, fantástico en su recreación de la personalidad "pasota" de Mick Mars; Daniel Webber como el atormentado y enérgico Vince Neil; Machine Gun Kelly, que compone un Tommy Lee ingenuo y tierno que se convierte en el personaje más cercano y entrañable de la película; y por supuesto Douglas Booth, que hace un trabajo soberbio como el salvaje y atractivo Sixx, especialmente cuando se engancha a la heroína y empieza a comprender cómo su situación está afectando no sólo a la banda sino a su propia vida.
En definitiva, una película notable con más que suficientes valores para recomendarla y disfrutarla. Rock on!
Lo mejor: Los actores (especialmente Booth), su descripción de la bajada a los infiernos de Sixx y cómo afecta al grupo, y lo divertida y entretenida que es.
Lo peor: No es una obra maestra, pero tampoco lo pretende.
Como decimos, una de tantas historias que transcurren por esos derroteros. Sin embargo, The Dirt no es sólo un testimonio interesantísimo para los más fans de la banda americana, sino también para los que no los conozcan o nunca hayan sido seguidores de los autores de "Live Wire".
Tomando como punto de partida una historia llena de tópicos (como sólo pueden serlo las historias reales), Jeff Tremaine, conocido por su trabajo en Jackass, dirige con acierto una narración muy divertida (no hay más que ver su prólogo, descacharrante y atrevido), muy entretenida y, sobre todo, más seria y dramática de lo que aparenta en un principio. De hecho, la descripción que se hace de la caída en el pozo de la heroína de Nikki Sixx ofrece algunas de las escenas de drogadicción más crudas vistas en bastante tiempo en una pantalla. The Dirt es, por tanto, no sólo una muy entretenida historia sobre un grupo musical, sino una hábil combinación entre comedia, por encima de todo, y drama.
Hay que destacar también el trabajo de los cuatro actores: Iwan Rheon, fantástico en su recreación de la personalidad "pasota" de Mick Mars; Daniel Webber como el atormentado y enérgico Vince Neil; Machine Gun Kelly, que compone un Tommy Lee ingenuo y tierno que se convierte en el personaje más cercano y entrañable de la película; y por supuesto Douglas Booth, que hace un trabajo soberbio como el salvaje y atractivo Sixx, especialmente cuando se engancha a la heroína y empieza a comprender cómo su situación está afectando no sólo a la banda sino a su propia vida.
En definitiva, una película notable con más que suficientes valores para recomendarla y disfrutarla. Rock on!
Lo mejor: Los actores (especialmente Booth), su descripción de la bajada a los infiernos de Sixx y cómo afecta al grupo, y lo divertida y entretenida que es.
Lo peor: No es una obra maestra, pero tampoco lo pretende.
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