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Cortometraje

6,3
2.900
9
25 de febrero de 2017
25 de febrero de 2017
8 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hombre conceptual, hombre intuitivo, decía el gran Friedrich Nietzsche, apostando por el último. Así se muestra el ser humano en esta pequeña joya que habla del amor y de la comunicación, pero que nos enseña que no es necesario el lenguaje convencional para comunicar lo esencial, lo íntimo, lo que nos da vergüenza mostrar, que hay que conectar-amar mediante la metáfora, el baile, el arte; en un mundo rutinario, repetitivo, aburrido, estúpido, absurdo, uniformado. Sólo el amor-arte-filosofía nos puede hacer verdaderamente libres.
Una maravilla.
Una maravilla.
9
16 de marzo de 2024
16 de marzo de 2024
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Contención y sugerencia es la gran apuesta de un gran cineasta .
La sutileza delicada de un ritmo y de las miradas, la compañía de ese grupo de grandes y fieles amigos.
La delicada cámara que recorre o acaricia los espacios. El sentido de las estaciones como el paso de la vitalidad a la pérdida y la insoportable ausencia.
La contradictoria relación del amor con la libertad. Las puertas abiertas o cerradas y la espera y el sueño.
Todo lo cuenta Tran Anh Hung con soberbia maestría, con una elegancia al servicio de lo más profundo y conmovedor del ser humano, sugiriendo una maravillosa definición del alimento del alma.
Amar: el olor de un desayuno, convertirse en poeta, acariciar una pera.
Imprescindible. Una joya.
La sutileza delicada de un ritmo y de las miradas, la compañía de ese grupo de grandes y fieles amigos.
La delicada cámara que recorre o acaricia los espacios. El sentido de las estaciones como el paso de la vitalidad a la pérdida y la insoportable ausencia.
La contradictoria relación del amor con la libertad. Las puertas abiertas o cerradas y la espera y el sueño.
Todo lo cuenta Tran Anh Hung con soberbia maestría, con una elegancia al servicio de lo más profundo y conmovedor del ser humano, sugiriendo una maravillosa definición del alimento del alma.
Amar: el olor de un desayuno, convertirse en poeta, acariciar una pera.
Imprescindible. Una joya.
24 de octubre de 2015
24 de octubre de 2015
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre recuerdo esta gran película. Heredera de la nouvelle vague, heredera de la mejor expresión de la libertad en el cine, heredera de las mejores historias de amor y de despedida.
Esta forma de entender la soledad y las relaciones más personales se ha visto pocas veces en el cine con tanta naturalidad. No hay normas ni prejuicios. El mundo y sus habitantes: un lugar extraño para los dos protagonistas, más que excelentes Anglade y Dalle, portentos del cine francés, auténticas maravillas que nos hacen humano lo insoportable, creíble lo que sobrepasa el límite de lo cotidiano.
Veo y vuelvo a ver esta película en los momentos de euforia y de depresión, y siempre encuentro esa lección de vida, "vive aislado" decía Epicuro, y ahí encuentro al escritor que huye del mundanal ruído, pero que vuelve porque ha encontrado a Betty y, de algún modo, se ha encontrado a sí mismo. Y de nuevo siente la pasión de derribar una pared, un muro, una barrera; y de nuevo siente la necesidad de amar, ahora a ese ser extraordinario llamado Betty, que le obliga a volver a lo que era, a lo que había muerto, a lo que realmente siempre ha sido: un hombre libre, al margen, pero que necesita amar, que necesita alterar.
Una obra maestra.
Esta forma de entender la soledad y las relaciones más personales se ha visto pocas veces en el cine con tanta naturalidad. No hay normas ni prejuicios. El mundo y sus habitantes: un lugar extraño para los dos protagonistas, más que excelentes Anglade y Dalle, portentos del cine francés, auténticas maravillas que nos hacen humano lo insoportable, creíble lo que sobrepasa el límite de lo cotidiano.
Veo y vuelvo a ver esta película en los momentos de euforia y de depresión, y siempre encuentro esa lección de vida, "vive aislado" decía Epicuro, y ahí encuentro al escritor que huye del mundanal ruído, pero que vuelve porque ha encontrado a Betty y, de algún modo, se ha encontrado a sí mismo. Y de nuevo siente la pasión de derribar una pared, un muro, una barrera; y de nuevo siente la necesidad de amar, ahora a ese ser extraordinario llamado Betty, que le obliga a volver a lo que era, a lo que había muerto, a lo que realmente siempre ha sido: un hombre libre, al margen, pero que necesita amar, que necesita alterar.
Una obra maestra.
8
14 de julio de 2013
14 de julio de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace tiempo que mi amiga y bailarina Pup me recomendó esta película documental. Hizo muy bien porque lo que transmite Wenders en sus maravillosas imágenes trasciende el baile y llega a la creación y a la libertad. Esa lucha con los elementos naturales por parte de lo humano lo inundan todo de una belleza terrible. Esa es la gran belleza. Lo humano no se impone, eso es ciencia, sino que se involucra en una derrota propia, en una fusión inevitable de la cual sale potenciado su elemento más humano: no hay imposición, no hay dominación. Hay creación. Esa libre expresión que los movimientos nos transmiten nos lleva a territorios, afortunadamente, imposibles de formular. Se trata de algo diferente, de captar el ritmo de la naturaleza a través de nuestra extraordinaria limitación. Eso también es la gran belleza.
Mi amiga y bailarina Pup, mujer de una extraordinaria belleza, diría: ¡QUÉ HERMOSO!
Mi amiga y bailarina Pup, mujer de una extraordinaria belleza, diría: ¡QUÉ HERMOSO!

7,0
566
10
30 de abril de 2024
30 de abril de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una cinta realmente maravillosa. Del año 2001, pero con el sabor de las que vimos en los cineclubs en los años 80. La película más rohmeriana de Rivette, una auténtica y compleja delicia por lo que se refiere a la reflexión sobre el amor, la pareja y la añoranza de nuestras relaciones perdidas. Sólo el cine francés ha sabido mostrar, su tradición existencialista se lo permite con mayúsculas, esta compleja trama llena de contradicciones que son las relaciones personales, sin moralismos esencialistas, encuentros y reencuentros, miradas y silencios que pueden decirlo todo. El amor y el dolor.
Rivette nos presenta el teatro dentro del cine y el cine dentro de la vida, tres planos que son lo mismo en una dinámica existencial llena de casualidades y de forzados encuentros. Personajes llenos de encanto, el encanto ensimismado de los personajes de Bresson o el encanto vital de los personajes de Garrel que encontramos aquí, una vitalidad proyectada desde una soledad reflexiva y melancólica, de besos tímidos, de miradas que se huyen, de preguntas sobre Heidegger o sobre relaciones anteriores.
Lo maravilloso de este tipo de películas es que se llega a la sensualidad y al erotismo del amor a través de la intelectualidad, a través de la reflexión introspectiva, a través de la filosofía de las relaciones, una sofistificación muy francesa que conjuga Ilustración y existencialismo, un romanticismo de amplia visión, sin juicios morales, el ser humano puede reinventarse porque es conflicto permanente.
Italiano y francés. Balibar y Castellito siempre magníficos, lenguas distintas y habitaciones distintas o la misma habitación. Sus escenas son propias de la mejor terapia psicoanalítica, rematadas con un sentido del humor magistral: a lo mejor bebiste demasiado.
Rivette nos regaló con más de setenta años una película que ya le hubiera gustado dirigir a un debutante de veinte. Bresson, Rohmer, Rivette. ¿Cuántas películas habrá adorado Woody Allen de estos directores?) Nuestra educación sentimental. Qué pena que las nuevas generaciones no lleguen NUNCA a conocer estas existenciales lecciones de amor. Magistral.
Rivette nos presenta el teatro dentro del cine y el cine dentro de la vida, tres planos que son lo mismo en una dinámica existencial llena de casualidades y de forzados encuentros. Personajes llenos de encanto, el encanto ensimismado de los personajes de Bresson o el encanto vital de los personajes de Garrel que encontramos aquí, una vitalidad proyectada desde una soledad reflexiva y melancólica, de besos tímidos, de miradas que se huyen, de preguntas sobre Heidegger o sobre relaciones anteriores.
Lo maravilloso de este tipo de películas es que se llega a la sensualidad y al erotismo del amor a través de la intelectualidad, a través de la reflexión introspectiva, a través de la filosofía de las relaciones, una sofistificación muy francesa que conjuga Ilustración y existencialismo, un romanticismo de amplia visión, sin juicios morales, el ser humano puede reinventarse porque es conflicto permanente.
Italiano y francés. Balibar y Castellito siempre magníficos, lenguas distintas y habitaciones distintas o la misma habitación. Sus escenas son propias de la mejor terapia psicoanalítica, rematadas con un sentido del humor magistral: a lo mejor bebiste demasiado.
Rivette nos regaló con más de setenta años una película que ya le hubiera gustado dirigir a un debutante de veinte. Bresson, Rohmer, Rivette. ¿Cuántas películas habrá adorado Woody Allen de estos directores?) Nuestra educación sentimental. Qué pena que las nuevas generaciones no lleguen NUNCA a conocer estas existenciales lecciones de amor. Magistral.
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