You must be a loged user to know your affinity with Dabi
Críticas ordenadas por utilidad
Movie added to list
Movie removed from list
An error occurred

7,2
33.905
8
6 de diciembre de 2019
6 de diciembre de 2019
59 de 72 usuarios han encontrado esta crítica útil
Historia de un matrimonio es la undécima película de Noah Baumbach, un cineasta que ya fue nominado al Oscar a mejor guion original en los 2000 con Una historia de Brooklyn y que explotó en la escena mumblecore de principios de esta década con Frances Ha. Es un tío que lleva décadas dedicándose al cine pero que, tal vez por el carácter de sus historias, su tono ligeramente pretencioso y sus sensibilidades indies, siempre se ha mantenido bastante alejado del radar de Hollywood.
Historia de un matrimonio es su segundo proyecto con Netflix, y desde su proyección en el Festival de Toronto se ha posicionado como una de las candidatas más potentes de la temporada de premios, pero yo, a pesar de eso, me he acercado a la película con bastante cautela. Aunque he disfrutado la mayoría de los trabajos que he visto de Baumbach (siendo Mistress America una excepción), siempre ha habido algo en ellos que me ha mantenido alejado emocionalmente, un aura de superficialidad, de postureo bohemio y excentricidad artificiosa que me impedía conectar con los personajes. Por suerte, en Historias de un matrimonio este ramalazo hipster que a veces me resultaba algo molesto ha desaparecido por completo.
Historias de un matrimonio es un trabajo cargadísimo de honestidad. Nada me resulta impostado, todo fluye, y como consecuencia, entro de cabeza desde el principio. El guion es íntimo, humano, los personajes son enormemente cercanos y sus interacciones, genuinas. Baumbach, inteligentemente, pone todo su empeño en mostrarnos todas las aristas de este matrimonio roto. No dulcifica la testarudez de Charlie y Nicole ni sus desastrosas ramificaciones, pero su mirada siempre es empática. No sacraliza ni demoniza a ninguno de los dos, que habría sido el recurso fácil. A menudo te frustran, pero siempre los entiendes.
La compleja relación entre ellos trae consigo multitud de posibilidades temáticas que Baumbach explora con habilidad: Historias de un matrimonio habla del amor olvidado, moribundo, pero a pesar de todo, vivo, latente bajo capas y capas de frustración y resentimiento; habla de las consecuencias de anteponer tus prioridades a las de tu pareja o a las de tu hijo; habla de lo mucho que se puede erosionar una relación amigable durante un proceso de divorcio, especialmente cuando le das demasiada cancha a un abogado despiadado y un sistema burocrático codicioso y lleno de agujeros; habla de anteponer el trabajo a la familia y de anteponer la familia al trabajo; de lo poco que importan todas las virtudes que escribas en una carta cuando, a pesar de todas ellas, los años han acabado por agotar los vínculos emocionales… Todos temas bien hilados y tratados con mucha sensibilidad. Cuando llegan los golpes emocionales, funcionan, y duelen, y los momentos cómicos están integrados con naturalidad y a menudo son divertidísimos. La escena de la navaja, por favor.
Pero la mayor baza de Historias de un matrimonio está en sus actuaciones. Creo sinceramente que varias escenas de esta película se proyectarán en escuelas de interpretación durante años, y sé que suena hiperbólico, pero es que madre mía. Scarlett Johansson está inmensa. Nunca pensé que fuera una mala actriz, pero jamás me imaginé que pudiera regalarnos una interpretación de semejante calibre, tan conmovedora y tan veraz. Y Adam Driver, si es posible, está aún mejor. La tristeza en su mirada, su contención, sus explosiones de rabia, todo funciona al milímetro. Laura Dern arrasa y se hace con cada escena en la que aparece. Alan Alda y Ray Liotta deslumbran en sus apariciones breves. En un 2019 que nos ha venido cargado de elencos sensacionales (El irlandés, Puñales por la espalda, Parasites, Dolor y gloria…), Historia de un matrimonio tal vez sea la película mejor actuada del año.
Al lado de un guion tan sólido y de interpretaciones tan magníficas, la fotografía tal vez sea el aspecto menos destacable, pero aun sin ser espectacular, me parece más que acertada. Tanto Baumbach como su director de fotografía (Robbie Ryan, quien ya hizo un trabajo fantástico hace tan solo un año en La favorita de Lanthimos) son precisos y austeros, y no se andan con florituras. Bergman está muy presente, tanto temática (Secretos de un matrimonio es un referente claro) como visualmente (Persona ha sido mencionada en algunas críticas, y con razón, pero también hay más de un momento que me lleva directamente a Fanny y Alexander), y aunque Historia de un matrimonio nunca alcance las cotas de excelencia del maestro sueco, sí que es capaz de utilizar con efectividad la narrativa visual en multitud de escenas. Abundan los colores cálidos. Baumbach confía en el talento de sus actores y sabe cuándo mantener los primeros planos fijos, en más de una ocasión durante secuencias de relativa extensión, y la cámara tambén se guarda bajo la manga algún que otro contrapicado muy bien empleado. La banda sonora, cortesía del veterano Randy Newman, también funciona a las mil maravillas, y encaja bien con la historia.
En definitiva, el nuevo trabajo de Baumbach me parece más que notable, y en mi opinión, muy superior a Kramer contra Kramer (con la que comparte similitudes argumentales más que evidentes) y solo ligeramente inferior a la ya mencionada Secretos de un matrimonio. Me habría gustado que equilibrara algo mejor el tiempo que se le dedica a Charlie y a Nicole (me da la sensación de que él, tal vez por ser el que menos encaja en el nuevo statu quo, acaba siendo bastante más protagonista que ella), pero esta es la única pega importante que le puedo poner. Por lo demás, me parece una película brillantemente interpretada, compleja, cautivadora, tierna, de ritmo pausado pero seguro y desenlace verosímil, triste y esperanzador al mismo tiempo. Historia de un matrimonio es desde ya una de mis favoritas del año, y sin duda el mejor trabajo de su director. Recomendadísima.
Calificación: Imprescindible
Historia de un matrimonio es su segundo proyecto con Netflix, y desde su proyección en el Festival de Toronto se ha posicionado como una de las candidatas más potentes de la temporada de premios, pero yo, a pesar de eso, me he acercado a la película con bastante cautela. Aunque he disfrutado la mayoría de los trabajos que he visto de Baumbach (siendo Mistress America una excepción), siempre ha habido algo en ellos que me ha mantenido alejado emocionalmente, un aura de superficialidad, de postureo bohemio y excentricidad artificiosa que me impedía conectar con los personajes. Por suerte, en Historias de un matrimonio este ramalazo hipster que a veces me resultaba algo molesto ha desaparecido por completo.
Historias de un matrimonio es un trabajo cargadísimo de honestidad. Nada me resulta impostado, todo fluye, y como consecuencia, entro de cabeza desde el principio. El guion es íntimo, humano, los personajes son enormemente cercanos y sus interacciones, genuinas. Baumbach, inteligentemente, pone todo su empeño en mostrarnos todas las aristas de este matrimonio roto. No dulcifica la testarudez de Charlie y Nicole ni sus desastrosas ramificaciones, pero su mirada siempre es empática. No sacraliza ni demoniza a ninguno de los dos, que habría sido el recurso fácil. A menudo te frustran, pero siempre los entiendes.
La compleja relación entre ellos trae consigo multitud de posibilidades temáticas que Baumbach explora con habilidad: Historias de un matrimonio habla del amor olvidado, moribundo, pero a pesar de todo, vivo, latente bajo capas y capas de frustración y resentimiento; habla de las consecuencias de anteponer tus prioridades a las de tu pareja o a las de tu hijo; habla de lo mucho que se puede erosionar una relación amigable durante un proceso de divorcio, especialmente cuando le das demasiada cancha a un abogado despiadado y un sistema burocrático codicioso y lleno de agujeros; habla de anteponer el trabajo a la familia y de anteponer la familia al trabajo; de lo poco que importan todas las virtudes que escribas en una carta cuando, a pesar de todas ellas, los años han acabado por agotar los vínculos emocionales… Todos temas bien hilados y tratados con mucha sensibilidad. Cuando llegan los golpes emocionales, funcionan, y duelen, y los momentos cómicos están integrados con naturalidad y a menudo son divertidísimos. La escena de la navaja, por favor.
Pero la mayor baza de Historias de un matrimonio está en sus actuaciones. Creo sinceramente que varias escenas de esta película se proyectarán en escuelas de interpretación durante años, y sé que suena hiperbólico, pero es que madre mía. Scarlett Johansson está inmensa. Nunca pensé que fuera una mala actriz, pero jamás me imaginé que pudiera regalarnos una interpretación de semejante calibre, tan conmovedora y tan veraz. Y Adam Driver, si es posible, está aún mejor. La tristeza en su mirada, su contención, sus explosiones de rabia, todo funciona al milímetro. Laura Dern arrasa y se hace con cada escena en la que aparece. Alan Alda y Ray Liotta deslumbran en sus apariciones breves. En un 2019 que nos ha venido cargado de elencos sensacionales (El irlandés, Puñales por la espalda, Parasites, Dolor y gloria…), Historia de un matrimonio tal vez sea la película mejor actuada del año.
Al lado de un guion tan sólido y de interpretaciones tan magníficas, la fotografía tal vez sea el aspecto menos destacable, pero aun sin ser espectacular, me parece más que acertada. Tanto Baumbach como su director de fotografía (Robbie Ryan, quien ya hizo un trabajo fantástico hace tan solo un año en La favorita de Lanthimos) son precisos y austeros, y no se andan con florituras. Bergman está muy presente, tanto temática (Secretos de un matrimonio es un referente claro) como visualmente (Persona ha sido mencionada en algunas críticas, y con razón, pero también hay más de un momento que me lleva directamente a Fanny y Alexander), y aunque Historia de un matrimonio nunca alcance las cotas de excelencia del maestro sueco, sí que es capaz de utilizar con efectividad la narrativa visual en multitud de escenas. Abundan los colores cálidos. Baumbach confía en el talento de sus actores y sabe cuándo mantener los primeros planos fijos, en más de una ocasión durante secuencias de relativa extensión, y la cámara tambén se guarda bajo la manga algún que otro contrapicado muy bien empleado. La banda sonora, cortesía del veterano Randy Newman, también funciona a las mil maravillas, y encaja bien con la historia.
En definitiva, el nuevo trabajo de Baumbach me parece más que notable, y en mi opinión, muy superior a Kramer contra Kramer (con la que comparte similitudes argumentales más que evidentes) y solo ligeramente inferior a la ya mencionada Secretos de un matrimonio. Me habría gustado que equilibrara algo mejor el tiempo que se le dedica a Charlie y a Nicole (me da la sensación de que él, tal vez por ser el que menos encaja en el nuevo statu quo, acaba siendo bastante más protagonista que ella), pero esta es la única pega importante que le puedo poner. Por lo demás, me parece una película brillantemente interpretada, compleja, cautivadora, tierna, de ritmo pausado pero seguro y desenlace verosímil, triste y esperanzador al mismo tiempo. Historia de un matrimonio es desde ya una de mis favoritas del año, y sin duda el mejor trabajo de su director. Recomendadísima.
Calificación: Imprescindible

5,6
2.084
4
13 de octubre de 2020
13 de octubre de 2020
56 de 67 usuarios han encontrado esta crítica útil
A priori, esta es la clase de película que parece hecha para mí. Siento debilidad por la ciencia ficción de carácter existencialista y presentación minimalista, y todo lo que tenga ese ramalazo asimoviano suele gustarme. Y pensaba que Archive, el debut del británico Gavin Rothery, sería otro ejemplo. No ha sido el caso, vaya por Dios.
La cosa es que, durante la primera media hora, mantuvo mi interés. Dispone las piezas con cierta habilidad, pero van pasando los minutos y nada cuaja. El conjunto nunca cristaliza. Archive es un producto que muestra abiertamente sus influencias, lo cual no es necesariamente algo malo. El problema es que nunca termina de hacer nada con ellas. Que sea la enésima película que beba claramente de Metrópolis no tiene por qué ser un defecto. Que coja cositas de Ex machina, tampoco. Pero a cada oportunidad que le surge de profundizar en una idea nueva, Rothery da un volantazo y cambia de rumbo. La tecnología post-muerte que introducen en el primer tercio podría haber llevado a explorar temas muy interesantes sobre la pérdida, la conciencia y la memoria, pero se desaprovecha. Y es una lástima, porque abordar cuestiones humanas utilizando premisas futuristas es lo que este género hace mejor que ningún otro, en mi opinión. Archive, por desgracia, nunca termina de desarrollar una voz propia ni de elaborar una tesis destacable. Algunas ramas del argumento se abandonan a mitad, no llevan a ninguna parte. Y luego está el desenlace*, que en fin, luego hablamos de eso.
Otro de los problemas gordos de Archive es su falta de profundidad emocional, lo cual es chocante dado el carácter de la historia. Pero claro, tenemos como protagonista a Theo James, que pobrecito mío, tiene el registro interpretativo de un armario. Puede que haya mejorado ligeramente con respecto a sus trabajos anteriores, pero sigue siendo muy muy plano, y si encima le pones a interactuar con pantallas, pues ya nos vamos a la mierda del todo. Stacy Martin tampoco está a la altura de lo que su rol exige. No es Alicia Vikander, está muy lejos de serlo. Las intervenciones de Rhona Mitra y Toby Jones son prácticamente inexistentes. Si conecto de manera intermitente con algún personaje es con el robot J2, pero su relación con George es otra cosa que da la sensación de que se podría haber explotado mucho mejor.
¿Virtudes? Pues hay ciertos elementos del universo que parecen tener potencial. Lo poco que vemos del mundo exterior, con su rollo cyberpunk nipón, tiene un aire guay, aunque tampoco sea original**. Visualmente, apuesta por una estética intimista que también me gusta. Su predilección por el color blanco le da a la historia un aire esterilizado, cristalino, que me resulta bastante atractivo y muy acorde con el material. La banda sonora, por su parte, también funciona muy bien.
En fin, que Archive es una película que va muy justita. No hay nada (bueno, casi nada*) que me parezca terrible, pero hay muy poco que sea verdaderamente memorable. Se queda ahí, cumpliendo a duras penas en el mejor de los casos. Habiendo muchas películas de este género mucho mejores que esta, la verdad es que me cuesta bastante recomendarla.
Calificación: Insuficiente
La cosa es que, durante la primera media hora, mantuvo mi interés. Dispone las piezas con cierta habilidad, pero van pasando los minutos y nada cuaja. El conjunto nunca cristaliza. Archive es un producto que muestra abiertamente sus influencias, lo cual no es necesariamente algo malo. El problema es que nunca termina de hacer nada con ellas. Que sea la enésima película que beba claramente de Metrópolis no tiene por qué ser un defecto. Que coja cositas de Ex machina, tampoco. Pero a cada oportunidad que le surge de profundizar en una idea nueva, Rothery da un volantazo y cambia de rumbo. La tecnología post-muerte que introducen en el primer tercio podría haber llevado a explorar temas muy interesantes sobre la pérdida, la conciencia y la memoria, pero se desaprovecha. Y es una lástima, porque abordar cuestiones humanas utilizando premisas futuristas es lo que este género hace mejor que ningún otro, en mi opinión. Archive, por desgracia, nunca termina de desarrollar una voz propia ni de elaborar una tesis destacable. Algunas ramas del argumento se abandonan a mitad, no llevan a ninguna parte. Y luego está el desenlace*, que en fin, luego hablamos de eso.
Otro de los problemas gordos de Archive es su falta de profundidad emocional, lo cual es chocante dado el carácter de la historia. Pero claro, tenemos como protagonista a Theo James, que pobrecito mío, tiene el registro interpretativo de un armario. Puede que haya mejorado ligeramente con respecto a sus trabajos anteriores, pero sigue siendo muy muy plano, y si encima le pones a interactuar con pantallas, pues ya nos vamos a la mierda del todo. Stacy Martin tampoco está a la altura de lo que su rol exige. No es Alicia Vikander, está muy lejos de serlo. Las intervenciones de Rhona Mitra y Toby Jones son prácticamente inexistentes. Si conecto de manera intermitente con algún personaje es con el robot J2, pero su relación con George es otra cosa que da la sensación de que se podría haber explotado mucho mejor.
¿Virtudes? Pues hay ciertos elementos del universo que parecen tener potencial. Lo poco que vemos del mundo exterior, con su rollo cyberpunk nipón, tiene un aire guay, aunque tampoco sea original**. Visualmente, apuesta por una estética intimista que también me gusta. Su predilección por el color blanco le da a la historia un aire esterilizado, cristalino, que me resulta bastante atractivo y muy acorde con el material. La banda sonora, por su parte, también funciona muy bien.
En fin, que Archive es una película que va muy justita. No hay nada (bueno, casi nada*) que me parezca terrible, pero hay muy poco que sea verdaderamente memorable. Se queda ahí, cumpliendo a duras penas en el mejor de los casos. Habiendo muchas películas de este género mucho mejores que esta, la verdad es que me cuesta bastante recomendarla.
Calificación: Insuficiente
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
*Vale, resulta que todo este tiempo el que ha estado muerto es él. Bum. Muy bien. ¿Y qué? ¿Qué revelación súper loca se desprende de este giro? Ninguna. Lo único que me dices es que quien está "muerto" en el Archive cree que está vivo, cosa que ya sabíamos. A cambio, lo que has hecho ha sido tumbar lo poco que se había construido anteriormente. Todo el tiempo que has perdido con el pavo de la pistola en el restaurante y con los dos supuestos impostores no sirve de nada. Lo que nos has enseñado de los robots no sirve para nada. Prácticamente, inutilizas toda la película. Un aplauso, Gavin. Una decisión cojonuda. Guionistas del mundo, repetid conmigo: ACABAR UNA PELÍCULA CON UN GIRO NO CONVIERTE A TU GUION EN BUENO POR ARTE DE MAGIA.
**El rollo japonés se ve bastante inspirado en Ghost in the shell, pero bueno, es que a la hora de metraje tenemos la secuencia del ensamblaje de J3, que plagia descaradamente (no es un homenaje, no, es un plagio en toda regla) el montaje inicial de Ghost in the shell. Chico, disimula un poco, que tienes más cara que espalda.
**El rollo japonés se ve bastante inspirado en Ghost in the shell, pero bueno, es que a la hora de metraje tenemos la secuencia del ensamblaje de J3, que plagia descaradamente (no es un homenaje, no, es un plagio en toda regla) el montaje inicial de Ghost in the shell. Chico, disimula un poco, que tienes más cara que espalda.
14 de septiembre de 2014
14 de septiembre de 2014
55 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aún no ha acabado el año y muchos ya han proclamado a Boyhood como la mejor película de 2014. Puede que lo sea. Lo único que sé es que yo, por primera vez en la filmografía de Linklater, no he sentido la historia. Me ha dejado frío en su mayor parte.
Y ojo, debe de ser problema mío, estoy seguro. La idea es tremendamente interesante en su forma, pero lo cierto es que, si quitamos eso, no encuentro nada verdaderamente original. De hecho, a veces es incluso demasiado tópica (pondré algunos de los ejemplos que más me han molestado en la sección de spoilers). Probablemente el uso de estos tipos tan manidos (por ejemplo, no se puede ser un chaval más prototípico que el protagonista) sea la forma más fácil de universalizar la película, de dejar claro el mensaje que pretende transmitir y de conseguir que la mayoría de la gente conecte con la historia.
Porque desde luego, la película se dirige directamente a eso, a la respuesta emocional mediante la identificación con el protagonista. El problema es que lo hace a través de ideas ya vistas demasiadaas veces en otras películas pero hilvanadas en un proyecto que es ambicioso, sin duda alguna, con varias escenas bastante buenas dispersas en casi tres horas, pero no colosal. Mucha gente conectará con esta película en algún momento, y entiendo perfectamente las notas tan altas que se está llevando en todas las páginas de cine, pero yo no lo he sentido. Y no quiero decir con esto que yo sea mejor o peor que el resto de espectadores por ello. Simplemente no ha ocurrido. Tal vez sea porque mi infancia y la de este chico no tienen demasiado en común, o porque la sensación de déjà vu me impedía meterme de lleno en la historia, o porque tanto el actor protagonista como el resto de los actores (y personajes) jóvenes me parecen algo simplones, o porque mis expectativas eran demasiado altas después de que me la pintaran como la obra maestra de nuestro tiempo, o tal vez haya sido una mezcla de todo.
Obviamente, también sé reconocer sus méritos. Son innegables la ambición, la paciencia y la disciplina que se necesitan para trabajar en un proyecto como este durante tantos años, y eso es algo que hay que aplaudir. Ethan Hawke y Patricia Arquette lo hacen bastante bien. Es una pena que no tengan más con lo que trabajar. El montaje es muy bueno, y hace que los años fluyan con naturalidad. Hay un par de planos secuencia interesantes, que recuerdan a la maravillosa trilogía de Before. También recuerdan a ella ciertos diálogos brillantes, casi todos recitados maravillosamente por Hawke en la primera mitad de la cinta. En la segunda mitad, el peso de ellos recae sobre los hombros del protagonista, pero por desgracia no me resultan convincentes. Está claro que Mason no es Jesse. Por desgracia, en buena parte del metraje estos diálogos se echan en falta. Personalmente creo que hay muchas más reflexiones y mucho más originales, honestas e interesantes en Before sunset (que dura 80 minutos y ni siquiera me parece la mejor de la trilogía) que en los 165 que dura Boyhood.
En definitiva, que me cuesta mucho puntuar esta película, porque toda ella se cimenta en la figura del protagonista, y el protagonista no me parece lo suficientemente carismático. Veo su vida y no me molesta, es más, me entretiene, cosa que tiene mérito tratándose de casi tres horas, pero a diferencia de otros trabajos que lidian también con la infancia, como Los 400 golpes o Cinema paradiso, Boyhood no me emociona lo que debería. Qué se le va a hacer.
Calificación: Pasable
Y ojo, debe de ser problema mío, estoy seguro. La idea es tremendamente interesante en su forma, pero lo cierto es que, si quitamos eso, no encuentro nada verdaderamente original. De hecho, a veces es incluso demasiado tópica (pondré algunos de los ejemplos que más me han molestado en la sección de spoilers). Probablemente el uso de estos tipos tan manidos (por ejemplo, no se puede ser un chaval más prototípico que el protagonista) sea la forma más fácil de universalizar la película, de dejar claro el mensaje que pretende transmitir y de conseguir que la mayoría de la gente conecte con la historia.
Porque desde luego, la película se dirige directamente a eso, a la respuesta emocional mediante la identificación con el protagonista. El problema es que lo hace a través de ideas ya vistas demasiadaas veces en otras películas pero hilvanadas en un proyecto que es ambicioso, sin duda alguna, con varias escenas bastante buenas dispersas en casi tres horas, pero no colosal. Mucha gente conectará con esta película en algún momento, y entiendo perfectamente las notas tan altas que se está llevando en todas las páginas de cine, pero yo no lo he sentido. Y no quiero decir con esto que yo sea mejor o peor que el resto de espectadores por ello. Simplemente no ha ocurrido. Tal vez sea porque mi infancia y la de este chico no tienen demasiado en común, o porque la sensación de déjà vu me impedía meterme de lleno en la historia, o porque tanto el actor protagonista como el resto de los actores (y personajes) jóvenes me parecen algo simplones, o porque mis expectativas eran demasiado altas después de que me la pintaran como la obra maestra de nuestro tiempo, o tal vez haya sido una mezcla de todo.
Obviamente, también sé reconocer sus méritos. Son innegables la ambición, la paciencia y la disciplina que se necesitan para trabajar en un proyecto como este durante tantos años, y eso es algo que hay que aplaudir. Ethan Hawke y Patricia Arquette lo hacen bastante bien. Es una pena que no tengan más con lo que trabajar. El montaje es muy bueno, y hace que los años fluyan con naturalidad. Hay un par de planos secuencia interesantes, que recuerdan a la maravillosa trilogía de Before. También recuerdan a ella ciertos diálogos brillantes, casi todos recitados maravillosamente por Hawke en la primera mitad de la cinta. En la segunda mitad, el peso de ellos recae sobre los hombros del protagonista, pero por desgracia no me resultan convincentes. Está claro que Mason no es Jesse. Por desgracia, en buena parte del metraje estos diálogos se echan en falta. Personalmente creo que hay muchas más reflexiones y mucho más originales, honestas e interesantes en Before sunset (que dura 80 minutos y ni siquiera me parece la mejor de la trilogía) que en los 165 que dura Boyhood.
En definitiva, que me cuesta mucho puntuar esta película, porque toda ella se cimenta en la figura del protagonista, y el protagonista no me parece lo suficientemente carismático. Veo su vida y no me molesta, es más, me entretiene, cosa que tiene mérito tratándose de casi tres horas, pero a diferencia de otros trabajos que lidian también con la infancia, como Los 400 golpes o Cinema paradiso, Boyhood no me emociona lo que debería. Qué se le va a hacer.
Calificación: Pasable
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El profesor enrollado y comprometido con el alumno, el padre modernete y comprensivo, el padrastro abusivo, el jefe que parece un capullo pero en realidad es buena gente y le dice al prota: "Yo creo en ti"... Todos muy tópicos, y mejor hechos en otras películas en las que había más tiempo para desarrollarlos. Hasta vemos la metáfora de la carretera interminable simbolizando las posibilidades infinitas de la juventud, que se ha usado mil veces. Y bueno, ya el momento en el que el sudamericano aparece al final de la película como ejemplo de autosuperación me parece una americanada total indigna de Linklater. Al chaval solo le faltaba tener acciones en Google.

6,7
5.882
7
1 de noviembre de 2019
1 de noviembre de 2019
47 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Basada en una mentira real". Con esta declaración arranca The farewell, dirigida por Lulu Wang (en su segundo largometraje) y protagonizada por Awkwafina, quien ya dio el salto a la fama el año pasado con el doble combo de Ocean's eight y Crazy rich Asians. The farewell dio el pelotazo allá por enero cuando fue proyectada en el festival de Sundance y se llevó el aplauso unánime de la crítica. Ahora, casi un año después, la tenemos aquí, y puedo decir con toda satisfacción que aunque la espera se haya hecho larga, desde luego ha merecido la pena.
The farewell es un trabajo diminuto, intimísimo, hermosamente triste y tremendamente personal. Lulu Wang no solo dirige la película, también la escribe, y se nota. Ella y Billi Wang, la protagonista, comparten mucho más que el apellido. Ambas emigraron muy pequeñas a Estados Unidos, ambas pianistas desde niñas, ambas tal vez más americanas que chinas, pero con un linaje que las mantiene a caballo entre dos identidades.
The farewell hace dos cosas al mismo tiempo, y ambas las hace bien: por un lado, explora el abismo cultural existente entre el Este y el Oeste, dos mastodontes de ideas firmes que colisionan, en este caso, en la figura de Billi y en su conflicto interno. La individualidad occidental, tan arraigada en la conciencia de nuestra protagonista, choca con el terco pensamiento colectivista de su familia. Esto, de por sí, no es algo nuevo. Ang Lee, sin ir más lejos, ya trató este tema en sus primeras producciones. Y que nadie me malinterprete, considero que siempre lo hizo con éxito, pero mientras la mirada de Lee luchaba en ocasiones por conectar con la tradición oriental (por muy nacido en Taiwán que sea, sus tendencias siempre han sido occidentales), la mirada de Wang es, a mi parecer, más compasiva y más equilibrada, y diría que The farewell matiza y argumenta ambos puntos de vista con algo más de claridad. En El banquete de boda, en ningún momento llego a ponerme de parte de los padres de Wai-Tung, mientras que aquí, por mucho que mi mentalidad me impulse a coincidir con Billi, consigo entender y empatizar con la decisión tomada por la familia Wang.
Por otro lado, The farewell es capaz de desarrollar una relación preciosa entre Billi y su abuela. Verlas juntas es enternecedor y, al mismo tiempo y sabiendo lo que sabemos, una puñalada en el pecho. Esto hay que agradecérselo no solo a la calidez del guion y al talento de su directora, que es capaz de componer escenas de indudable delicadeza, sino al notable trabajo de Awkwafina y de Zhao Shuzhen. La tristeza contenida de la primera y la ternura de la segunda son palpables, y ambas actrices tienen una química estupenda. El resto del elenco también funciona bastante bien, y los personajes secundarios, aunque no sean demasiado memorables, están dibujados con la suficiente precisión.
No me voy a extender mucho más. The farewell me ha parecido un trabajo notable. Muy sentido, emotivo pero nunca sentimentaloide, melancólico sin ser deprimente, de narrativa limpia y elegante y muy, pero que muy bien interpretado. Su técnica visual y su banda sonora no son nada espectacular, pero para las características de este proyecto, funcionan bastante bien. Y tal vez su ritmo pausado y su naturalismo mantenga a distancia a parte del público. No ha sido mi caso.
Calificación: Notable
The farewell es un trabajo diminuto, intimísimo, hermosamente triste y tremendamente personal. Lulu Wang no solo dirige la película, también la escribe, y se nota. Ella y Billi Wang, la protagonista, comparten mucho más que el apellido. Ambas emigraron muy pequeñas a Estados Unidos, ambas pianistas desde niñas, ambas tal vez más americanas que chinas, pero con un linaje que las mantiene a caballo entre dos identidades.
The farewell hace dos cosas al mismo tiempo, y ambas las hace bien: por un lado, explora el abismo cultural existente entre el Este y el Oeste, dos mastodontes de ideas firmes que colisionan, en este caso, en la figura de Billi y en su conflicto interno. La individualidad occidental, tan arraigada en la conciencia de nuestra protagonista, choca con el terco pensamiento colectivista de su familia. Esto, de por sí, no es algo nuevo. Ang Lee, sin ir más lejos, ya trató este tema en sus primeras producciones. Y que nadie me malinterprete, considero que siempre lo hizo con éxito, pero mientras la mirada de Lee luchaba en ocasiones por conectar con la tradición oriental (por muy nacido en Taiwán que sea, sus tendencias siempre han sido occidentales), la mirada de Wang es, a mi parecer, más compasiva y más equilibrada, y diría que The farewell matiza y argumenta ambos puntos de vista con algo más de claridad. En El banquete de boda, en ningún momento llego a ponerme de parte de los padres de Wai-Tung, mientras que aquí, por mucho que mi mentalidad me impulse a coincidir con Billi, consigo entender y empatizar con la decisión tomada por la familia Wang.
Por otro lado, The farewell es capaz de desarrollar una relación preciosa entre Billi y su abuela. Verlas juntas es enternecedor y, al mismo tiempo y sabiendo lo que sabemos, una puñalada en el pecho. Esto hay que agradecérselo no solo a la calidez del guion y al talento de su directora, que es capaz de componer escenas de indudable delicadeza, sino al notable trabajo de Awkwafina y de Zhao Shuzhen. La tristeza contenida de la primera y la ternura de la segunda son palpables, y ambas actrices tienen una química estupenda. El resto del elenco también funciona bastante bien, y los personajes secundarios, aunque no sean demasiado memorables, están dibujados con la suficiente precisión.
No me voy a extender mucho más. The farewell me ha parecido un trabajo notable. Muy sentido, emotivo pero nunca sentimentaloide, melancólico sin ser deprimente, de narrativa limpia y elegante y muy, pero que muy bien interpretado. Su técnica visual y su banda sonora no son nada espectacular, pero para las características de este proyecto, funcionan bastante bien. Y tal vez su ritmo pausado y su naturalismo mantenga a distancia a parte del público. No ha sido mi caso.
Calificación: Notable
6
1 de octubre de 2022
1 de octubre de 2022
51 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
Koreeda. Un referente absoluto en cuanto al cine japonés contemporáneo se refiere y uno de los trabajadores más incansables de la industria, un hombre que ha dirigido siete películas en los últimos diez años, películas que, dicho sea de paso, también ha escrito y editado. Yo admito que siento cierta debilidad por la filmografía de este señor. Casi todas sus películas, con alguna que otra excepción, parecen transcurrir en el mismo universo cinematográfico. Tanto es así que no sorprendería ver en una esquina de un fotograma de Shoplifters al matrimonio Nonomiya cruzando la calle con el pequeño Keita colgando del brazo. Hay una uniformidad artística que permea toda la obra del realizador nipón. Broker, su último trabajo y el primero rodado en Corea del Sur, es, para bien y para mal, otra película de Koreeda.
¿Qué es la familia? Es la pregunta que Koreeda lleva haciéndose (y haciéndonos) cerca de tres décadas. Las relaciones entre hermanos, padres e hijos, abuelos y nietos. Koreeda lleva años postulando que no es necesariamente la sangre la que determina tus raíces, sino los vínculos emocionales, los recuerdos y las experiencias vividas. Broker continúa este patrón temático, utilizando en este caso la premisa de dos hombres que se encargan de traficar con bebés cuyas madres biológicas, por la razón que sea, deciden abandonar a su suerte. A pesar de que la historia no tiene nada de ligera a priori, Broker es, curiosamente, uno de los trabajos más cómicos de la filmografía del director, y aunque el drama aflora cuando es necesario, está llena de momentos divertidísimos que sirven para equilibrar el tratamiento de temas más densos como la maternidad y la orfandad. Koreeda, una vez más y aunque de vez en cuando tropiece y se deje por el camino algún pasaje excesivamente edulcorado, construye un guion bonito y lleno de sensibilidad, pero peca de sobrecarga y añade personajes y subtramas innecesarias que embarran el resultado final más de lo necesario, algo extraño en un guionista que suele destacar por su sencillez.
Se ha hablado en más de una ocasión de Koreeda como el heredero espiritual de Ozu, y en parte lo puedo entender. Ambos son compatriotas y ambos centraron buena parte de sus filmografías en examinar el funcionamiento de la familia japonesa en sus respectivas épocas, eso es cierto, pero es igualmente cierto que a nivel de fotografía y de puesta en escena, los trabajos de Koreeda están tan lejos de los de Ozu que se me hace hasta raro compararlos. Esto creo que ilustra bastante bien el que en mi humilde opinión mí es el mayor defecto del cine de Koreeda: sus imágenes no perduran. Cuando acaban sus películas, recuerdo a sus personajes y recuerdo sus historias, pero no hay ningún fotograma que se me quede en la retina, y esto es así con prácticamente todos sus proyectos (Maborosi, su debut, es una distinguida excepción), siendo Broker un ejemplo claro. Koreeda no parece tener demasiado interés en crear una propuesta estética que acompañe al transcurrir de la historia y rara vez trabaja la narrativa visual, lo cual es una pena, porque creo que es una decisión que aplana lo que podrían ser productos mucho más completos. Que no es que sus películas sean feas de ver. Son, simplemente, de presentación impersonal.
Eso sí, Koreeda puede no destacar por su puesta de escena, pero sobresale en otro apartado, y es el de la dirección de actores. Los elencos de sus películas son, casi siempre, sensacionales. Pocos directores en el mundo trabajan tan bien los repartos corales como él. Alejándose del histrionismo que muchas veces caracteriza a los actores orientales, los intérpretes de Koreeda articulan con suma delicadeza y naturalidad, se escuchan entre ellos, interactúan y se complementan a las mil maravillas. Todos en Broker están espléndidos, destacando la melancólica interpretación de Lee Ji-eun y, cómo no, la labor del grandísimo Song Kang-ho, y quiero aprovechar esta reseña para arrojar algo de luz sobre este hombre, porque es uno de los mejores actores de su generación y su extenso currículum no tiene nada que envidiarle al de otros actores occidentales que sí, serán mucho más famosos y la mayoría de la gente los habrá visto en muchas más películas, pero a poco que indagas en la filmografía de Song Kang-ho te das cuenta de lo tremendamente bueno que es.
En resumen, diré que Broker me ha gustado. Es una road movie tierna y agradable, y un éxito gracias al fantástico reparto y a la mano hábil de Koreeda, que vuelve a profesar un amor tan sincero y conmovedor por los personajes que escribe que es inevitable que esa energía traspase la pantalla, pero es igualmente cierto que no encierra grandes sorpresas para los que ya estamos familiarizados con su filmografía, que no es una de sus historias mejor delineadas y que su puesta en escena sigue estando muy por debajo de su guion. De todos modos, a mí siempre me gusta adentrarme en su universo y siempre consigo conectar con la cercanía de sus personajes, así que, aunque no me parezca una grandísima película, sigue siendo tiempo bien invertido. Al fin y al cabo, es Koreeda.
Calificación: Recomendable
¿Qué es la familia? Es la pregunta que Koreeda lleva haciéndose (y haciéndonos) cerca de tres décadas. Las relaciones entre hermanos, padres e hijos, abuelos y nietos. Koreeda lleva años postulando que no es necesariamente la sangre la que determina tus raíces, sino los vínculos emocionales, los recuerdos y las experiencias vividas. Broker continúa este patrón temático, utilizando en este caso la premisa de dos hombres que se encargan de traficar con bebés cuyas madres biológicas, por la razón que sea, deciden abandonar a su suerte. A pesar de que la historia no tiene nada de ligera a priori, Broker es, curiosamente, uno de los trabajos más cómicos de la filmografía del director, y aunque el drama aflora cuando es necesario, está llena de momentos divertidísimos que sirven para equilibrar el tratamiento de temas más densos como la maternidad y la orfandad. Koreeda, una vez más y aunque de vez en cuando tropiece y se deje por el camino algún pasaje excesivamente edulcorado, construye un guion bonito y lleno de sensibilidad, pero peca de sobrecarga y añade personajes y subtramas innecesarias que embarran el resultado final más de lo necesario, algo extraño en un guionista que suele destacar por su sencillez.
Se ha hablado en más de una ocasión de Koreeda como el heredero espiritual de Ozu, y en parte lo puedo entender. Ambos son compatriotas y ambos centraron buena parte de sus filmografías en examinar el funcionamiento de la familia japonesa en sus respectivas épocas, eso es cierto, pero es igualmente cierto que a nivel de fotografía y de puesta en escena, los trabajos de Koreeda están tan lejos de los de Ozu que se me hace hasta raro compararlos. Esto creo que ilustra bastante bien el que en mi humilde opinión mí es el mayor defecto del cine de Koreeda: sus imágenes no perduran. Cuando acaban sus películas, recuerdo a sus personajes y recuerdo sus historias, pero no hay ningún fotograma que se me quede en la retina, y esto es así con prácticamente todos sus proyectos (Maborosi, su debut, es una distinguida excepción), siendo Broker un ejemplo claro. Koreeda no parece tener demasiado interés en crear una propuesta estética que acompañe al transcurrir de la historia y rara vez trabaja la narrativa visual, lo cual es una pena, porque creo que es una decisión que aplana lo que podrían ser productos mucho más completos. Que no es que sus películas sean feas de ver. Son, simplemente, de presentación impersonal.
Eso sí, Koreeda puede no destacar por su puesta de escena, pero sobresale en otro apartado, y es el de la dirección de actores. Los elencos de sus películas son, casi siempre, sensacionales. Pocos directores en el mundo trabajan tan bien los repartos corales como él. Alejándose del histrionismo que muchas veces caracteriza a los actores orientales, los intérpretes de Koreeda articulan con suma delicadeza y naturalidad, se escuchan entre ellos, interactúan y se complementan a las mil maravillas. Todos en Broker están espléndidos, destacando la melancólica interpretación de Lee Ji-eun y, cómo no, la labor del grandísimo Song Kang-ho, y quiero aprovechar esta reseña para arrojar algo de luz sobre este hombre, porque es uno de los mejores actores de su generación y su extenso currículum no tiene nada que envidiarle al de otros actores occidentales que sí, serán mucho más famosos y la mayoría de la gente los habrá visto en muchas más películas, pero a poco que indagas en la filmografía de Song Kang-ho te das cuenta de lo tremendamente bueno que es.
En resumen, diré que Broker me ha gustado. Es una road movie tierna y agradable, y un éxito gracias al fantástico reparto y a la mano hábil de Koreeda, que vuelve a profesar un amor tan sincero y conmovedor por los personajes que escribe que es inevitable que esa energía traspase la pantalla, pero es igualmente cierto que no encierra grandes sorpresas para los que ya estamos familiarizados con su filmografía, que no es una de sus historias mejor delineadas y que su puesta en escena sigue estando muy por debajo de su guion. De todos modos, a mí siempre me gusta adentrarme en su universo y siempre consigo conectar con la cercanía de sus personajes, así que, aunque no me parezca una grandísima película, sigue siendo tiempo bien invertido. Al fin y al cabo, es Koreeda.
Calificación: Recomendable
Más sobre Dabi
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here