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Críticas 51
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
5
1 de julio de 2018 Sé el primero en valorar esta crítica
He visto que el término "discreto/a" y sus derivados encajan muy bien en todo lo referente a Cincuenta sombras de Grey, una película ya en sí discreta.

Así, la discreción (reserva, prudencia, circunspección) resulta un rasgo destacado de las personalidades de Ana y de Grey, al igual que de su relación (una relación con compromiso de confidencialidad incluido).

Lo mismo puede decirse de la sala de juegos, del chófer, de las secretarias... todo discreto.

Incluso, personajes inicialmente entrometidos como las madres de los protagonistas, o la compañera de piso de Ana, se contienen y mantienen las formas.

Por otro lado, podría parecer que la opulencia y el exceso, muy presentes a lo largo del film, son contrarios a toda discreción. Pero también caen dentro de su órbita. Nos lo recuerda la locución "a discreción": al antojo o voluntad de alguien, sin tasa ni limitación.

En cuanto a los juegos de perversión, ¿qué tal la etiqueta de "discrecionales" (algo que se hace libre y prudencialmente)?

Por último, y sin dejar el diccionario, encontramos que una magnitud es "discreta" si toma valores distintos y separados. Sugerente, ¿no? Pensemos en las camas de los amantes, o en los futuros capítulos en formato serie que la propia película insinúa. Lo discreto como opuesto a lo continuo. La misma RAE nos propone un ejemplo muy apropiado: la sucesión de los números enteros (como la de los puntos en los que se divide el contrato entre Ana y Grey, o las sombras de éste) es discreta, pero la temperatura (o el color) no.

El coqueteo subliminal (sino, atracción) con lo "discreto", particularmente en el último sentido, se aprecia también en el título original, Fifty Shades of Grey, un nombre ambiguo que admite la traducción "50 tonos de gris".

Volviendo al principio, a la discreción global, decir que para mí la película no consigue hacer magia; es decir, ajustar sus segmentos constructivos discretos a una función bella y convincente, algo que si ocurriera los haría pasar realmente desapercibidos.

Dicho de otra forma: en los momentos en que se necesita, a Cincuenta sombras de Grey le falta continuidad en la discreción.

O quizás es que no se podía.
21 de octubre de 2017
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Nadie quiere la noche" lanza el mayor grito jamás escuchado. Un grito nacido del blanco silencio que te estruja el corazón y, al soltar, lo llena de esperanza.
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Allaka, que es Naturaleza, se ha quedado junto a Josephine por Amor, ofreciéndose en sacrificio. Ella y su pequeña persona. Imposible asistir a algo más desgarrador. Tan imposible como intentar esconderse de ello.

Surgida del castigo de un astro ausente, Allaka es la nueva y definitiva encarnación del Cristo. Mítica, inconmensurable, redentora. Luz que alumbra el invierno impío, diosa verdadera. La que, de alguna manera, permitirá que el Sol salga de nuevo.
16 de junio de 2019 0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay que ver las vueltas que le dan los franceses al tema del amor. Con todo el cine que han hecho al respecto, casi que ya debían tener el asunto solucionado. Sin embargo, sus personajes todavía andan preguntándose, y de paso preguntándonos, qué es la fidelidad, si deben volver o no volver, etc. Incluso los más doctos filósofos galos (papá Gilles) se nos muestran atrapados en la eterna lucha entre hormonas y neuronas. Ante ello, yo me digo: ¿no será que sí saben las respuestas, pero nos las esconden para que las encontremos nosotros? (igual que haría un psicoanalista). ¿Y, de paso, siguen explotando la industria del amor? (ídem).

En ese caso, Amante por un día sería uno de sus bellos y sugerentes productos.
9 de junio de 2019 0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuento mi película.

Adèle es una mocosa en busca de referencias. Una mocosa entrañable: sensible, sencilla y valiente.

Cada día, después de bajar la cuesta de su casa y de su pequeña familia, Adèle se zambulle en un mundo lleno de estímulos y de actores diversos: sus compañeros de instituto, los profesores, la sociedad parisina, el arte, la literatura, el sexo... Una amalgama que constituye el terreno donde se libra la batalla de su adolescencia.
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En cierto momento, le preguntan: ¿cuáles son tus asignaturas favoritas? Adèle contesta algo muy significativo: "depende de los profesores". Lo anterior supone una predisposición importantísima a aprender, pero también un horizonte abierto y arriesgado para la singladura que la tierna Adèle encara.

Como espectadores (en todos los sentidos), no podemos sino desearle lo mejor.

E, inevitablemente, llega la caída: tras enamorarse de Emma, una chica mayor que ella, experimentada, segura y con el pelo teñido de azul, Adèle comete la equivocación de abandonarse en la entrega. Aparecen entonces la soledad, los reproches, los celos, etc. Y, como consecuencia, se produce la ruptura, tan dolorosa para ella.

Desgraciadamente, la película no añade mucho más, y el final deja sin aclarar la gran pregunta: ¿conseguirá la adorable niña Adėle salir airosa de la búsqueda interna que le sucede? Todo parece quedar en manos del azar. Quizás por eso, con el paso del tiempo construí inconscientemente un final propio, imaginado, con la escena de la playa como broche y la aparición previa, a tiempo y sutil, de la oportunidad adecuada para Adèle. ¿Cuál era? ¿De dónde la saqué? No lo sé. Consistía en una mirada fugaz de ella, quizás correspondida, y la imagen de unos pies de adulto dando vueltas al corro, separados ambos, o más bien unidos, por niños. Así quería yo que fuera.
15 de enero de 2011 0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
He acudido a la película de Spielberg atraído por ese nombre tan enigmático, Encuentros en la Tercera Fase, título que ha llamado a las puertas de mi conciencia tantos años después. Tenía ocho años cuando vi la película por primera vez. Entonces me resultó aburrida e incomprensible, y además me dejó un regusto amargo de tristeza y soledad.

Como ahora explicaré, verla de nuevo ha supuesto para mí un precioso encuentro. De todas formas, aquella primera impresión ha resultado tener su parte de sentido. Ahora creo poder decir que la historia no está bien resuelta. No encajan bien los personajes, sus comportamientos... Y la abducción, que tanta miga puede tener (os recomiendo una peli en la que esto está mejor acabado, aunque en clave de comedia chorra: Land of the Lost), queda aquí como algo muy siniestro (origen seguro de mi sentimiento de tristeza inicial). De hecho he leído que Spielberg renegó tiempo después de la solución que había dado a la historia. No me extraña.
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Pero bueno, empezando con lo positivo y entrañable (recientemente entrañable), decir que la metáfora de la vida extraterrestre y de los objetos volantes no identificados queda en la película muy bien definida. Para mí cualquier relato está lleno de metáforas que buscan dar cuenta de una parcela de verdad humana, mas allá de si existe o no vida inteligente fuera de nuestro planeta (algo que yo por mi parte doy por supuesto).

¿Qué simboliza el extraterrestre? Pues para mí simboliza la Conciencia; eso que los humanos tenemos capacidad de alcanzar pero que se nos escapa de continuo. Vaya, que el extraterrestre es una traslación perfeccionada de nosotros mismos: un tipo que sabe todo lo importante; un sabio en definitiva. La forma humanoide que toman los extraterrestres en la película, con una gran cabeza, sin pelo, desnudos y con un áurea de inocencia infantil creo que ya es significativa de esa traslación. Por no hablar del lenguaje musical compartido.

Esta metáfora (y por ello me sentí convocado a ver la peli de nuevo), ya está contenida en el título de la película. Porque, ¿tiene que ver algo con nosotros eso de la “tercera fase”? Sí. En el mundo hay piedras, bichos y humanos. Esta última es la Tercera Fase. Fase, ya lo he comentado, altamente inestable, siempre a punto de no identificarse, de pasársenos volando. Un guiño más a favor de la metáfora: el título original es Close Encounters of the Third Kind, y la palabra inglesa mankind significa humanidad.

De todas formas lo más interesante para mí es la primera parte del título, la que habla de "encuentros". En la película de Spielberg hay un punto de ambivalencia en esos "close encounters". Los podemos referir de forma clara al encuentro entre humanos y extraterrestres (para mi, repito, autoencuentro). Pero hay uno más: el de un hombre y una mujer que empiezan a ser conscientes de ellos mismos (encuentro mucho más excitante por otro lado que andar buscando marcianos). Resumiendo, encuentros con uno mismo y con el otro, lo que supone una aproximación a la verdad y al amor.

Pero ninguno de los dos resultan en la peli de Spielberg. Ni siquiera se entiende el desencuentro del protagonista con su primera mujer.

Maravilloso intento, anyway.
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