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Críticas ordenadas por utilidad
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7
9 de julio de 2008
9 de julio de 2008
69 de 87 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entre ruinas de edificios hay un niño con la mirada perdida vagabundeando. Es una imagen desoladora y terrible, de una simpleza contundente y una complejidad aplastante.
Rossellini primero la pule, la despoja de todo artificio que no sea el estrictamente necesario para conservar su esencia trágica, que es lo único que interesa a Rossellini.
Después le da forma con actores no profesionales e intentando proporcionarle una historia con argumento, nudo y desenlace, pero la imagen no se amolda a una estructura convencional y no logra mantener un ritmo adecuado a ésta, siendo la desolación la única que pone las condiciones de aparecer o no cuando le venga en gana.
Y por último, la afila con el eco de la voz del hombre que convirtió los edificios en ruinas, resonando en éstas ahora; con hombres que cuando envejecen dejan de ser hombres y se convierten en despojos; pero, sobre todo, la afila mostrándonos que las ruinas no son más que la representación de lo que hay en el interior de ese niño: destrucción y caos.
Una vez terminada, Rossellini tiene en sus manos una piedra puntiaguda que nos arroja con una fuerza arrolladora. El que no sangre tiene horchata en las venas.
Rossellini primero la pule, la despoja de todo artificio que no sea el estrictamente necesario para conservar su esencia trágica, que es lo único que interesa a Rossellini.
Después le da forma con actores no profesionales e intentando proporcionarle una historia con argumento, nudo y desenlace, pero la imagen no se amolda a una estructura convencional y no logra mantener un ritmo adecuado a ésta, siendo la desolación la única que pone las condiciones de aparecer o no cuando le venga en gana.
Y por último, la afila con el eco de la voz del hombre que convirtió los edificios en ruinas, resonando en éstas ahora; con hombres que cuando envejecen dejan de ser hombres y se convierten en despojos; pero, sobre todo, la afila mostrándonos que las ruinas no son más que la representación de lo que hay en el interior de ese niño: destrucción y caos.
Una vez terminada, Rossellini tiene en sus manos una piedra puntiaguda que nos arroja con una fuerza arrolladora. El que no sangre tiene horchata en las venas.
19 de julio de 2007
19 de julio de 2007
68 de 86 usuarios han encontrado esta crítica útil
Altman siempre tuvo predilección por los films corales y aquí se desató. Revolotean demasiadas historias, y como siempre pasa, todos preferimos una más que otra, algunas nos sobran, otras nos faltan, etc. Es prácticamente imposible no ser irregular con gigantesco material. Sin embargo, a mí me sabe bien, pero tirando a poco.
No me llego a meter del todo en ninguna historia, casi todas tienen su interés, y el mensaje de que todos tenemos nuestras miserias (algunas más miserias que otras) está muy bien expuesto. Su "sucesora", "Magnolia", hace que las ambiciones de ésta palidezcan de lo desmedido del proyecto de Anderson. “Magnolia” era más irregular, pero yo llegué a llorar con la historia de Robards y con alguna que otra más, aquí no me emociono con ninguna. Yo creo que es porque Altman no me involucra, si los personajes se desnudan sentimentalmente yo no me he llegado a identificar con ellos, y en los personajes que podrían ser interesantes no se profundiza.
Como conjunto, sin embargo, está muy bien. Y sin duda hay una excusa invencible para defenderla y son los actores. A mí me da igual que el personaje de Lemmon no pinte mucho, es Lemmon y siempre me gusta verlo y oírlo, así que no me estorba, y el resto es de órdago: Tim Robbins, Julianne Moore, Andie McDowell, Lily Tomlin, Chris Penn, Robert Downey jr., Frances McDormand...me dejo alguno seguro. Mi querido Tom Waits también está, pero como actor nunca me ha atraído, y ésta no es una excepción. Podrían haberlo sacado cantando en vez de a la madre de la violinista, y me apuesto a que mi valoración hubiese ascendido.
El film también acierta en mostrar a los personajes en su vida profesional y en su intimidad, esta última muy explícita. Pero mostrar la intimidad de los personajes no significa comprender lo que hay dentro de ellos. Bastante bien, pero podría haber sido colosal.
No me llego a meter del todo en ninguna historia, casi todas tienen su interés, y el mensaje de que todos tenemos nuestras miserias (algunas más miserias que otras) está muy bien expuesto. Su "sucesora", "Magnolia", hace que las ambiciones de ésta palidezcan de lo desmedido del proyecto de Anderson. “Magnolia” era más irregular, pero yo llegué a llorar con la historia de Robards y con alguna que otra más, aquí no me emociono con ninguna. Yo creo que es porque Altman no me involucra, si los personajes se desnudan sentimentalmente yo no me he llegado a identificar con ellos, y en los personajes que podrían ser interesantes no se profundiza.
Como conjunto, sin embargo, está muy bien. Y sin duda hay una excusa invencible para defenderla y son los actores. A mí me da igual que el personaje de Lemmon no pinte mucho, es Lemmon y siempre me gusta verlo y oírlo, así que no me estorba, y el resto es de órdago: Tim Robbins, Julianne Moore, Andie McDowell, Lily Tomlin, Chris Penn, Robert Downey jr., Frances McDormand...me dejo alguno seguro. Mi querido Tom Waits también está, pero como actor nunca me ha atraído, y ésta no es una excepción. Podrían haberlo sacado cantando en vez de a la madre de la violinista, y me apuesto a que mi valoración hubiese ascendido.
El film también acierta en mostrar a los personajes en su vida profesional y en su intimidad, esta última muy explícita. Pero mostrar la intimidad de los personajes no significa comprender lo que hay dentro de ellos. Bastante bien, pero podría haber sido colosal.

7,2
36.006
6
16 de septiembre de 2007
16 de septiembre de 2007
78 de 107 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película tiene dos partes claramente diferenciadas. La primera: la del informante, antiguo trabajador de una empresa tabacalera de la cual es despedido; esa empresa utilizó una sustancia química para aumentar la adicción al tabaco, y el informante decide denunciarla. La segunda: la del informador, periodista del programa "60 segundos" que pretende hacer llegar al público la estafa de la compañía tabacalera.
Las dos etapas están descritas con una impecable fuerza, lucidez y tensión en el magnífico guión de uno de los nombres a los que hay que seguir la pista en este campo: Eric Roth, autor de los también excelentes libretos de "Munich" y "El buen pastor". Su guión traza la historia con diálogos excelentes, mostrando atención al detalle, a la sugerencia. Sin duda, es el pilar de la película, hasta el punto de que sobrevive al tratamiento algo farragoso de la dirección Mann, mostrando la suficiente claridad.
La primera parte reside en el dilema del informante, del acoso que recibe por parte de amenazas de muerte, el deber respecto a su familia, el miedo. La segunda en la libertad de prensa, en el dueño de ella que no es otro que el dinero, convirtiendo al periodismo en un mero negocio. Tras tormentos, miedos, presiones se recibe la información, y una vez poseída los directivos de la cadena se la pasan por el forro.
Las interpretaciones son, sin excepciones, excelentes. Al Pacino y Russell Crowe a la cabeza de un reparto, en el que de los secundarios brilla un soberbio Christopher Plummer. Los actores utilizan sus inmejorablemente descritos personajes y los convierten en veraces, les añaden fuerza, hacen creaciones impresionantes. La dirección de Mann, aunque implique cierta confusión y gratuidad, encierra dosis mayores de fuerza narrativa, entretenimiento.
Lo único que no me termina de gustar es la estafa sobre la cual se sustenta la película. El tabaco mata, en el plazo que sea, así que cuando alguien se fuma un cigarrillo sabe las consecuencias que hay. La empresa tabacalera de esta película añade una sustancia que aumenta tanto la adicción como el daño. Es un caso con gran importancia, de acuerdo, pero que no me lo pongan como “el mayor de la historia de los EE.UU.”. Cuando el público que fuma de de esa marca reciba esta información, lo único que hará es cambiarse a otra, el daño será menor, pero será daño al fin y al cabo. Creo que el caso le resta cierta fuerza al film. Pero por lo demás, es un film excelente, hecho con convicción y conocimiento de causa.
Las dos etapas están descritas con una impecable fuerza, lucidez y tensión en el magnífico guión de uno de los nombres a los que hay que seguir la pista en este campo: Eric Roth, autor de los también excelentes libretos de "Munich" y "El buen pastor". Su guión traza la historia con diálogos excelentes, mostrando atención al detalle, a la sugerencia. Sin duda, es el pilar de la película, hasta el punto de que sobrevive al tratamiento algo farragoso de la dirección Mann, mostrando la suficiente claridad.
La primera parte reside en el dilema del informante, del acoso que recibe por parte de amenazas de muerte, el deber respecto a su familia, el miedo. La segunda en la libertad de prensa, en el dueño de ella que no es otro que el dinero, convirtiendo al periodismo en un mero negocio. Tras tormentos, miedos, presiones se recibe la información, y una vez poseída los directivos de la cadena se la pasan por el forro.
Las interpretaciones son, sin excepciones, excelentes. Al Pacino y Russell Crowe a la cabeza de un reparto, en el que de los secundarios brilla un soberbio Christopher Plummer. Los actores utilizan sus inmejorablemente descritos personajes y los convierten en veraces, les añaden fuerza, hacen creaciones impresionantes. La dirección de Mann, aunque implique cierta confusión y gratuidad, encierra dosis mayores de fuerza narrativa, entretenimiento.
Lo único que no me termina de gustar es la estafa sobre la cual se sustenta la película. El tabaco mata, en el plazo que sea, así que cuando alguien se fuma un cigarrillo sabe las consecuencias que hay. La empresa tabacalera de esta película añade una sustancia que aumenta tanto la adicción como el daño. Es un caso con gran importancia, de acuerdo, pero que no me lo pongan como “el mayor de la historia de los EE.UU.”. Cuando el público que fuma de de esa marca reciba esta información, lo único que hará es cambiarse a otra, el daño será menor, pero será daño al fin y al cabo. Creo que el caso le resta cierta fuerza al film. Pero por lo demás, es un film excelente, hecho con convicción y conocimiento de causa.

7,2
5.721
6
4 de julio de 2008
4 de julio de 2008
62 de 75 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya sea en el Oeste, en la isla de Martinico, en un puesto de aviación en Sudamérica o en la Luna, Howard Hawks es experto en regalarnos auténticos pedazos de vida. Para ello, el tío no necesita ni filosofar ni reflexionar sobre la existencia, va a algo mucho más sencillo: mostrarnos a un grupo de amigos en sus horas de tiempo libre y de trabajo. Y, con esto, Hawks logra llegar a cotas muy altas.
Esta vez toca África de escenario y cazadores de animales para zoos de profesión, pero el esquema es el de siempre, ver a unos cuantos amigos pasando el rato entre cigarros, botellas, bromas, fiestas, etc. Son dos horas y media con una historia estática que no se desarrolla en la película, sino en la complicidad del espectador.
Cuando acaba “Hatari!”, me quedo con una sonrisa bobalicona de agradecimiento a Hawks por haberme dejado pasar un rato con sus criaturas, con las que me he identificado y reído. Y tiene narices que los personajes de una película sobre safaris sean más humanos y reconocibles que los de cualquiera española actual.
El maestro me ha recordado que si bien no sabemos de dónde venimos y a dónde vamos, pasar nuestro tiempo con colegas es un antídoto contra cualquier depresión. Y esto lo sabía muy bien Hawks y con su cine nos lo demostró a la perfección. Muy buena.
Esta vez toca África de escenario y cazadores de animales para zoos de profesión, pero el esquema es el de siempre, ver a unos cuantos amigos pasando el rato entre cigarros, botellas, bromas, fiestas, etc. Son dos horas y media con una historia estática que no se desarrolla en la película, sino en la complicidad del espectador.
Cuando acaba “Hatari!”, me quedo con una sonrisa bobalicona de agradecimiento a Hawks por haberme dejado pasar un rato con sus criaturas, con las que me he identificado y reído. Y tiene narices que los personajes de una película sobre safaris sean más humanos y reconocibles que los de cualquiera española actual.
El maestro me ha recordado que si bien no sabemos de dónde venimos y a dónde vamos, pasar nuestro tiempo con colegas es un antídoto contra cualquier depresión. Y esto lo sabía muy bien Hawks y con su cine nos lo demostró a la perfección. Muy buena.

7,6
8.480
7
10 de julio de 2007
10 de julio de 2007
58 de 67 usuarios han encontrado esta crítica útil
Había oído maravillas sobre esta película, y sabía de su más que notable prestigio, con lo cual iba directo a ver una obra maestra, pero quizás por esperar demasiado me he llevado un pequeño chasco. Y digo pequeño porque la película me ha gustado bastante, pero no me ha deslumbrado ni me ha hecho llorar, sensaciones que me suceden con algunas obras maestras. Procedo a hablar de ella.
Un hombre que no ha triunfado en la vida, comienza a practicar el oficio de carterista. El protagonista tiene fuertes convicciones respecto a la sociedad, o más concretamente sobre el reparto de ella: mientras que gente brillante tiene que quedarse en la pobreza o conformarse con algo más pequeño de lo que merece, hay incompetentes que triunfan en la vida. La razón por la que se dedica a robar, no es ni por necesidad ni por enfermedad, es casi por joder, diría yo, ya que no le ha tocado lo que a su juicio merece. No acepta las migajas que le ofrece la vida y decide pasar por un derrotero más digno.
Toda esa parte está narrada con precisión y maestría por Bresson, contando los datos exclusivamente necesarios en la historia descartando el resto. Rueda con un dinamismo espectacular el proceso de los robos, dotándolos de una elegancia deslumbrante. La idea de Bresson creo que se trataba de hacer cine exclusivamente, llevándolo a una especie de naturalismo al parecer algo radical, pero creo que lo hace alguien con conocimiento de causa, que tiene cosas que contar y sabe cómo hacerlo, es alguien con un talento palpable en esta película.
Ahora bien, yo creo que corta más información de la que necesito para meterme en la historia, ya que las razones del protagonista las comprendo perfectamente, pero no me creo su relación con el amigo y, mucho menos, la historia de amor, que yo diría que es donde se sitúa el verdadero peso de la historia. Creo que Bresson no confía en los actores a la hora de hacer un film, y con su cámara pone él la emoción por ellos, al contrario de lo habitual. Pero con la amistad y el amor a mí me parece que la cámara lo único que puede hacer es registrar las miradas, los silencios, sus diálogos, sus expresiones, cualidades que la cámara sólo me puede mostrar, son los actores los que se encargan de transmitirlo.
Bresson, sin embargo, prescinde del trabajo interpretativo, que en esta película yo diría que era bastante limitado lo cual le honra, pero impide que yo me llegue a identificar con la historia de amor. El muy significativo plano final es una indicación de que ahí es cuando tenía que haber llorado, pero yo ahí no estaba del todo metido en la historia. A lo mejor vosotros tenéis la información que necesitáis para adentraros en la peli, pero a mí me falta. Con todo, es una película a la que le sobra cine del bueno, característica que cuesta un huevo apreciar en el cine, y me parece un trabajo muy meritorio, pero algo cojo.
Un hombre que no ha triunfado en la vida, comienza a practicar el oficio de carterista. El protagonista tiene fuertes convicciones respecto a la sociedad, o más concretamente sobre el reparto de ella: mientras que gente brillante tiene que quedarse en la pobreza o conformarse con algo más pequeño de lo que merece, hay incompetentes que triunfan en la vida. La razón por la que se dedica a robar, no es ni por necesidad ni por enfermedad, es casi por joder, diría yo, ya que no le ha tocado lo que a su juicio merece. No acepta las migajas que le ofrece la vida y decide pasar por un derrotero más digno.
Toda esa parte está narrada con precisión y maestría por Bresson, contando los datos exclusivamente necesarios en la historia descartando el resto. Rueda con un dinamismo espectacular el proceso de los robos, dotándolos de una elegancia deslumbrante. La idea de Bresson creo que se trataba de hacer cine exclusivamente, llevándolo a una especie de naturalismo al parecer algo radical, pero creo que lo hace alguien con conocimiento de causa, que tiene cosas que contar y sabe cómo hacerlo, es alguien con un talento palpable en esta película.
Ahora bien, yo creo que corta más información de la que necesito para meterme en la historia, ya que las razones del protagonista las comprendo perfectamente, pero no me creo su relación con el amigo y, mucho menos, la historia de amor, que yo diría que es donde se sitúa el verdadero peso de la historia. Creo que Bresson no confía en los actores a la hora de hacer un film, y con su cámara pone él la emoción por ellos, al contrario de lo habitual. Pero con la amistad y el amor a mí me parece que la cámara lo único que puede hacer es registrar las miradas, los silencios, sus diálogos, sus expresiones, cualidades que la cámara sólo me puede mostrar, son los actores los que se encargan de transmitirlo.
Bresson, sin embargo, prescinde del trabajo interpretativo, que en esta película yo diría que era bastante limitado lo cual le honra, pero impide que yo me llegue a identificar con la historia de amor. El muy significativo plano final es una indicación de que ahí es cuando tenía que haber llorado, pero yo ahí no estaba del todo metido en la historia. A lo mejor vosotros tenéis la información que necesitáis para adentraros en la peli, pero a mí me falta. Con todo, es una película a la que le sobra cine del bueno, característica que cuesta un huevo apreciar en el cine, y me parece un trabajo muy meritorio, pero algo cojo.
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