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Críticas 188
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
18 de agosto de 2009
20 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es que me decidí a ver esta película casi como una obligación -era una de las pocas que me quedaban por ver de Argento- y esperándome lo peor. Y la desconfianza parecía justificada: pertenece a una época –mediados de los Ochenta, su “época crepuscular”- en la que ya parecían habérsele acabado las ideas y se limitaba a hacer refritos de sus anteriores películas… Sólo hay que recordar su anterior película, Tenebrae: una de las más soberanas gilipolleces perpetradas en la historia del Giallo.

Pero, mira por dónde, me encontré con una magnífica película, una de sus mejores obras. Tras Suspiria y Profondo Rosso, la que más me ha convencido.

En primer lugar, destaca su estupenda ambientación, verdaderamente conseguida y que deja un agradable regusto a pesadilla gótica. No tan onírica y lisérgica como la de Suspiria, y no tan poética, ni lograda estéticamente, pero casi igual de efectiva; que logra en ocasiones ser realmente inquietante. Valga un botón de muestra: la angustiosa sensación de indefensión, de amenaza inminente, que transmite la escena inicial -con esos planos largos de la muchacha caminando por el sendero en silencio, sin más compañía que el murmullo de las hojas- es, en mi opinión, de lo mejorcito visto en mucho tiempo. Puro Terror Psicológico.

Además, y es de agradecer, Argento echó el resto en el guión, todo lo bueno que le quedaba dentro. La historia, verdaderamente fresca y muy atractiva, está construida con elegancia e inteligencia: si eres de los que crees que El Sexto Sentido es original (lo que significa, y perdona que te lo diga, que has visto poco cine de género…), búscate una silla, porque te vas a caer de culo… En este “Thriller Paranormal” -como se le llama ahora al género, por mucho que me joda el nombrecito- te aseguro que podrás ver en acción a “la pareja de detectives más extraordinaria de la historia”, amén de una de las tramas más bizarras y fascinantes vistas nunca.

Por si fuera poco, cuenta con un reparto de lo más acertado. Jennifer Connelly, además de regalarnos su serena belleza (que no es poco), borda su papel de adolescente con facultades paranormales, dándole una emotividad y aplomo absolutamente convincentes, y de Donald Pleasence… ¡qué decir!... lo de siempre: se come cada plano en el que sale.

Por desgracia, la historia no es redonda. Peca de lo mismo que todas las películas de Argento: de un final desastroso –quizás Argento debería plantearse contratar a alguien para que remate sus guiones… ¡No hay manera!-; poco verosímil, artificioso, tramposo, exagerado e incoherente con el resto de una trama. Una verdadera lástima, porque la película, juzgada por sus sesenta primeros minutos, es una maravilla.

¡Ah!, otra cosa. Si eres de estomago delicado y no tiene gran aprecio por los insectos, quizás no la disfrutes… Es todo un festival entomológico: repleta de blancos y repugnantes gusanos… Aunque, eso sí, y sirva de escusa, la trama en parte lo justifica.
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spoiler:
Dos apuntes para cinéfilos:
- Es posible que, si has visto “Mothman, La Última Profecía”, uno de los monólogos del personaje que interpreta Donald Pleasence te resulte sospechosamente familiar…
-Tras ver esta película, y recordando “Atracción Diabólica” (1988), no hará falta que te juren el buen rollo y la estrecha amistad que une a George A. Romero y a Argento…
10 de marzo de 2010
16 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
A los genios nunca se les puede dar por acabados, ni tras amortajarlos. Cuando ya daba por seguro que Argento estaba espiritualmente muerto y que no le quedaba nada que ofrecer salvo bochornosa mediocridad y gore casposo, de repente, a traición, vuelve a la vida desde su sepulcro para regalarnos una “póstuma” muestra de su mejor Cine.

Ante todo, y para evitar malos entendidos, seré claro: el siete que le pongo seguramente es excesivo y no se comparece con la verdadera calidad de la película. No es, ni lo pretende, una nota objetiva, sino puramente subjetiva; consecuencia del cúmulo de buenas sensaciones causadas por el primer visionado; de un regusto agradable cuyo origen, completamente inefable, quizás no tenga nada que ver con lo cinematográfico.

Y es que el guión bascula entre lo surrealista y lo directamente absurdo, y las actuaciones, salvo la de Asia –correcta a secas-, son ridículas e indignas de verdaderos actores. Así que ya puedes imaginarte lo lejos que, al menos a primera vista, está la película de ser “buena” en un sentido ortodoxo… Y sin embargo, de algún modo, aquí, por primera vez en muchos años, hay algo de su vieja magia; genuina frescura. Una magia que deriva en parte precisamente eso: de la total absurdez argumental, de su regusto onírico e irreal. Y es que jamás Argento ha estado tan extrañamente cercano al universo simbólico de un David Lynch.

Porque aquí, como es propio del mejor Argento, lo único relevante es la forma; el poder hipnótico de unas imágenes que se cuentan entre las más bellas y perturbadoras de su filmografía: algunas de un erotismo insano y fascinante, en las que Tánatos y Eros se abrazan hasta fundirse; otras preciosistas y repletas de guiños compositivos a las obras cumbre de artistas como El Bosco, Caravaggio o Magritte. Un Argento, y eso es lo que más agradezco, valiente e inédito, muy diferente en forma y fondo al de Suspiria, casi irreconocible. Que rezuma un algo que le hace parecer más un veinteañero lleno de talento y de ganas, que un sesentón resabiado y pagado de sí mismo – ¿no será que tras este “El Síndrome de Stendhal” se esconde en parte la mano de Asia? -. Por si fuera poco, este nuevo Argento en su segunda juventud se permite el juego cinéfilo de convertir esta película en un evidente homenaje a Hitchcock llenándola de reminiscencias que retrotraen, además de a “Psicosis”, lo que resulta obvio, a la atmosfera fantasmagórica y obsesiva de “Vértigo” –solo hay que fijarse en la banda sonora de Morricone, que es la “hermanita pequeña” de la que compusiera Hermann, y en el personaje de Anna, fascinante imagen especular (en un sentido literal) del que interpretase Kim Novak, desmayo y chapuzón incluidos -.

En definitiva, sí; a mí, sin convencerme, me ha satisfecho. Sus dos horas de metraje me han colmado de agradables sensaciones y me han dado un buen chute de aquello que andaba buscando. No le pidas a un yonqui que sea objetivo…
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Prueba de que quizás –sólo quizás-, bajo ese aspecto improvisado, se esconde uno de los guiones más pensados de Argento –simplemente lo dejo caer - son ciertos detalles nada improvisados, como la omnipresencia de la dichosa bola de cristal con el David, que, además de recordarnos inmediatamente a Ciudadano Kane (otro detalle cinéfilo), nos hace plantearnos si realmente ha existido el tal asesino o si todo es fruto de su enfermiza mente de Anna o, en el mismo sentido, detalles como el “sospechoso” parecido del supuesto asesino con el padre de Anna y que éste, al mejor estilo de Houdini, aparezca siempre “de la nada” y sea capaz de matar con toda facilidad a los escoltas, que parecen haber sido atacados por justo quien menos esperaban…

Otro detalle de calidad, que me ha gustado mucho por su sutileza, es la fugaz imagen, casi imperceptible, del bolso de Anna abierto cuando ésta se desmaya: Cuando más tarde el misterioso hombre rubio se lo devuelve, ésta, que sufre amnesia, lo revisa. Y todo parece estar en orden… pero percibimos que algo no anda bien… Resulta que durante ese escaso cuarto de segundo que ha durado la imagen hemos podido ver, aunque quizás no hayamos sido ni conscientes, una pistola dentro que ahora, por supuesto, no está…

Muy a destacar son también el asesinato de Marie y la imagen de su cadáver entre las enormes bustos del museo, una de las más potentes y bellas que ha rodado Argento jamás -además de un descarado homenaje a la pintura de Magritte-, y la imagen tenebrista de los ojos de Asia iluminados por un rectángulo de luz y rodeados de penumbra hacia el final de la película, que resulta poderosísima.

Hay muchas cosas más, mucho más contenido para aquellos que lo quieran buscar. Y sospecho que de la mayoria no me percataré nunca...
8 de diciembre de 2011
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cálida como la nieve y cruel como un beso, arrebatada como el silencio y contenida como sangre derramada; esperanzada y fatalista a un tiempo, monstruosa a la par que tierna, sombría y resplandeciente; lúcida y, sin embargo, romántica; mágica como la infancia y insoslayable como la muerte; serena como el dolor y dolorosa como la añoranza; sutil como nieve cayendo en la noche y brutal como un estertor de agonía. Todo eso es Déjame Entrar. Una película bellísima y apabullante, valiente y provocadora. Única e irrepetible, por más que los de siempre se hayan empeñado en clonarla.

¿Perfecta? Por supuesto que no. Pero, ¿acaso importa?

En efecto, hay pequeños - absolutamente insignificantes- fallos de continuidad (de racord, que dice alguno); como en la práctica totalidad de películas de la historia del cine, incluida “Ciudadano Kane”. Y sí, algunos personajes y situaciones, evidentes excrecencias de la novela original, están mal desarrollados y no encajan en la trama. Es más, cabe reconocer que ciertas escenas, como el famoso ataque de los gatos, resultan francamente fallidas. Todo eso es cierto.

Así que, no: quizás “Déjame entrar” no es, estrictamente hablando, una "obra maestra".

Pero cualquiera que haya contemplado su abrumador final, catártico como pocos y hermoso como ninguno, cualquiera que haya osado resistir la perversa dulzura de los insondables ojos de Eli o que se haya conmovido con esa última palabra dirigida a Oskar*, sabe que es algo mucho más importante que eso: es una obra de arte.

____
P.D.: Aprovecho para dar un tirón de orejas amistoso a aquellos que defienden la teoría de que Eli, incapaz de amar, sólo trata de engatusar a Oskar y convertirlo en el nuevo Hakan, en especial al usuario Benito Bercimuelles:

Admito que es una interpretación perfectamente válida que, en parte, comparto (aunque no es la se desprende del relato original). Es más, una de la genialidades de Alfredson ha sido, precisamente, introducir es punto de ambigüedad sobre nuestra vampira. Pero, ¿qué es eso de que Eli es un “ser satánico”? ¿Cómo que “perversión”? ¿Tan seguros estáis de que ella es la “mala”? ¿A que viene tanto aroma a sacristía?

No, no y no:
Eli es pura, perfecta a su modo: es, irónicamente, el único ser moralmente irreprochable de la trama. Jamás mata o causa dolor por diversión ni se complace en ello. No se recrea en sus crímenes, del mismo modo que tú o yo no lo hacemos recordando los gritos angustiados de un ternero mientras nos comemos una hamburguesa. Como diría el "sintético" Ash, de Eli “admiramos su pureza”. Reconocemos que “es una superviviente a la que alteran la conciencia, los remordimientos o las fantasías de moralidad”. En Eli no hay mezquindad ni doblez. No hay “perversidad” posible.

Porque, ¿quién es peor? Eli o los abusones que martirizan a Oskar. ¿Quién es más despreciable?, ¿nuestra vampira (¿o vampiresa?) o el padre borrachín de Oskar, que le abandona por una simple botella de vodka?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
*“PUSS”, “BESO”: eso es lo que le transmite en Morse Eli, desde su baúl, a Oskar en el tren.
NCIS (Serie de TV)
Serie
Estados Unidos2003
5,3
6.810
Donald P. Bellisario (Creador), Don McGill (Creador) ...
5
26 de mayo de 2010
29 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Eso, más o menos, es lo que hubiera dicho Sid Vicius de no haberse metido en vena la mitad de la producción de adormidera de afganistán y haber vivido lo suficiente para ver esto… Y desde luego no se hubiera alejado demasiado del espíritu de esta "NAZY, investigación criminal"… Perdón, NAVY. N-A-V-Y.

Y es que pocas veces, y mira que la tele nos vomita americanadas descerebradas “un día sí, otro también”, se ha visto un ejercicio tan desvergonzado, ramplón, descarado y repugnantemente tendencioso de manipulación política. Porque no, ésta no se conforma con vendernos aquéllo de “America, salvadora de la humanidad”, que, oye, a estas alturas no sorprende a nadie y tiene un pase –si ellos son felices así…-. Esta cosa, llegando mucho más allá, y situándose a la derecha ideológica de Gengis khan, no duda en insultar la inteligencia del respetable defendiendo la guerra de Irak, el “asesinato selectivo” de Palestinos por el Mossad , la tortura en Guantánamo –no, no es coña-, el bombardeo a civiles en Afganistán… En fin, que el tal Bellisario, por lo visto, es refractario a todas esas mariconadas de “los derechos humanos”. Todo ello, por supuesto, por el bien de la “seguridad nacional” yanqui, que justifica eso y mucho más –incluido que a ti y mi nos den por el culo-... Porque, esa es otra, en cada capítulo hay un tres millones miembros de Al-qaeda infiltrados en USA a punto de detonar 6000 bombas atómicas; masacre que nuestros héroes evitan en el último segundo… Y estos, ¿que hacián el 11-S? De permiso, claro.

Tan mal pinta la cosa que he repasado varias veces los créditos a ver si algún Bush, J. M. A. L. o Vidal aparecían como guionistas… Sorprendentemente no.

En fin.

Abstrayéndome de esto –no sé porque, pero, así de susceptible es uno, me cuesta abstraerme de la apología a la tortura y el genocidio…-, diré que las actuaciones son correctas (algunas, como las de Harmon, francamente notables), y que, en general, si uno obvia estupideces como que sus “chupiguais” ordenadores sean capaces de hacer una prueba de ADN en tres segundos o que los satélites espías localicen y enfoquen en tiempo real al musulmán (o sea, peligroso terrorista sanguinario) de turno -los satélites “no yanquis” necesitan varias horas para cambiar de órbita y resituarse-, los capítulos resultan entretenidos . Algo es algo.

En resumen, una falsaria gilipollez filofascista que sólo se libra de la quema por un buen elenco de actores. Dos de cada tres miembros del KKK te la recomiendan.

P.D:Quede claro que, ironias aparte, no tengo nada contra el estadounidense medio; bastante tienen ya con soportar según que series de televisión... Más tontos somos nosotros, que se las compramos...
29 de julio de 2014
17 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es que no tenía la más mínima intención de ver esta película. Y no era para menos: a un completamente desacertado tráiler, que la vendía como un festival de efectos digitales y acción vacua -de esos que tanto detesto, por cierto-, se le unió una avalancha de algunas de las peores críticas que he leído, así que el diagnóstico estaba claro: bodrio al canto. Y claro, dado que mi cupo de basura a base de chorradas digitales y hostias gratuitas se cubrió para el resto de década con “El Hombre de Acero”, decidí pasar de lo que suponía era una profanación en toda regla de la vieja historia de samuráis.

Pues bien, una vez vista, tengo que confesar que lo primero que se me ha pasado por la cabeza es… Recetar una colonoscopia, a ser posible con una bombona de butano, a buena parte de los usuarios de esta web y a la práctica totalidad de la crítica mundial.

En efecto; la película me ha gustado. A lo mejor, y como bien dice cpharlok, debido justamente a la ridículamente exagerada saña de algunos. No digo que sea una "mega obra maestra" ni que vaya a cambiar el cine. Ni siquiera digo que sea un gran film: es evidente que hay despropósitos de guion y torpezas de montaje que criticar, y que la película podía haber dado mucho, mucho más de sí. Lo que digo es que el resultado es más que satisfactorio y que, desde luego, está muy por encima del promedio del cine comercial palomitero.

“¿Cuándo fue la última vez que una película de 200 millones de presupuesto consiguió que te asomase la lagrimilla?”, me he dicho. “En la puta vida”. “Entonces es que a lo mejor algunos se equivocan”.

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Vamos a las formas:

El diseño de producción es absolutamente primoroso, magnífico y asombroso: vestuario, decorados… Todo sobresaliente y exquisito. En la medida que conozco la época, muy fiel al Japón del periodo Edo. Y lo mismo tengo que decir de la fotografía, colmada de color cuando debe serlo, y gris y difusa cuando toca: de lo mejorcito que he visto en el casi siempre artificioso formato digital. ¿Que algunos efectos digitales cantan? De acuerdo. ¿Y? Otros, para compensar, son espectaculares y de una belleza hipnótica.

¿Las actuaciones? Pues, en general, bastante buenas, oiga. Por supuesto, hay de todo (Reeves, como de costumbre, cortito y con sifón), pero todos los días veo repartos infinitamente peores. ¿Banda sonora? Digna y con algún momento muy logrado.

Sinceramente, quien critique esta película por las formas merece hacerse el “seppuku” con un abrelatas.

Ahora vayamos a la chicha, al fondo.

¿Se respeta la historia original de los 47 ronin? Para mi sorpresa (grata), y en lo esencial, sí (algo que, irónicamente, algún tarado de por aquí, que por lo visto desconoce cómo terminó el suceso real, critica). Por supuesto, hay los inevitables “añadidos” y “pegotes” hollywoodienses, como la historia de amor entre la hija de “daimyo” y el “mestizo” o los toques de fantasía, pero en general la historia es contada con sumo respeto, sin histrionismos ni demasiadas licencias.

Y en cuanto a los añadidos… Pues algunos funcionan (lo que ya es sorprendente de por sí), y otros, sinceramente, no. De la historia de amor, por ejemplo, cabría esperar lo peor, sobre todo estando “Neo” de por medio (¿Quién no recuerda su irrisorio idilio con Trinity?). Pero, afortunadamente, todo resulta razonablemente adulto y contenido, muy alejado de las cursilerías adolescentes tipo “Crepúsculo”. Verosimil y coherente, sin melodramatismos ni almibar, pero, sin embargo, sumamente emotivo. Que los personajes sólo se besen una vez y casi como hermanos es un detalle sutil y sumamente inteligente que algunos no hemos pasado por alto.

También es de agradecer que los samuráis, supuestos heroes de la historia, sean mostrados en el principio del film como auténticos gilipollas: déspotas, arrogantes y profundamente clasistas. Y es que no debemos olvidar que, más allá de la mítica del bushido y de las idealizaciones posteriores, los samuráis no dejaban de ser los matones del señor feudal de turno, encargados de que mantener sometidos a los campesinos katana en mano.

Cosa distinta, mucho más discutible, son los toques de fantasía a lo “Willow”, como la “bestia” del principio de la película, los monjes “mutantes” o las andanzas de la bruja “transformer” de los cojones, que en mi opinión le sientan a la trama como a un Cristo dos pistolas. No hace falta que diga que la historia hubiera funcionado mucho mejor quedándose en el terreno más realista del drama histórico. Pero… Qué le vamos a hacer: el blockbuster tiene estas servidumbres. Por otro lado, a nadie le amarga un dulce, y lo cierto que algunas de las escenas de la bruja (muy rica la tal Kikuchi, por cierto) son espectaculares.

En definitiva, un más que digno film de entretenimiento, que más allá de algunos problemas de montaje y de ciertas incoherencias, destaca por su maravilloso diseño de producción y garantiza dos horas de entretenimiento un poco más sutil y adulto que lo de costumbre. Cómo pudo ser destrozada de tal modo por la crítica y buena parte del respetable es un misterio digno de que Iker Jiménez le dedique su tiempo.

Aunque no merece tanto, me apetece ponerle un ocho para compensar la injusticia de muchos: es mi particular "bushido". Un pronóstico: esta es la clase de película que los años y los pases televisivos revindicarán, y dentro de 5 años será mucho mejor valorada de lo que es ahora. Tiempo al tiempo.
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