Los diálogos son un mojón, las interpretaciones son poco verosímiles y muchas decisiones de los personajes no tienen explicación. Un argumento interesante, pero no hay verosimilitud sobre la que edificar una reflexión sobre la inteligencia artificial.
Debió ser un hito en cuanto a espectacularidad cinematográfica, pero no le veo el interés más allá de la acción.

Es un drama judicial, lo que conlleva una gran escena discursiva final. Quizás eso es lo más significativo. No me parece tan grandiosa como para volver a verla. Presenta acciones de los protagonistas un tanto inverosímiles. No es manifiestamente tendenciosa, aunque manifiesta la idea de que los blancos discriminan, aunque sea inconscientemente. Eso sí, la ambientación está lograda; cuando aparece la brillante (literalmente) Ahsley Judd, uno aprecia el calor que hace en Missouri.

Es prescindible, pero es entretenida. No destaca por su fotografía, pero sí por la embaucadora actitud de un protagonista ingenioso, hábil y guapo. Un tipo que se hace querer, y con el que uno empatiza cuando parece verse superado por las circunstancias. Qué bien actúa McConaughey.
La conclusión, la de tantas otras películas: en USA, con astucia, agallas, dinero y contactos siempre hay una solución a tus problemas. Puede no sonar muy inspiradora pero, mmm, qué bien suena ese temita de funk-soul mientras aparecen los títulos de crédito.

La fotografía es buenísima. Las actuaciones son estupendas. Es decir, estéticamente está muy bien.
La vi esperando una película de terror y no lo es, por lo que me decepcionó. Tiene un ritmo muy lento. Hay un excesivo y mal conseguido intento de asustar con los cambios de plano. Casi resulta ridículo. El guion tampoco es bueno.

Es una película de acción bárbara. Trata sobre la batalla, casi solitaria, de un héroe fiel contra el crimen mundial institucionalizado y la distopía orwelliana. Tiene escenas espectaculares por tierra, aire y agua, en campo y en ciudad, en la llanura del desierto y los montes nevados, a pie, en coche, en tren o en avión. Las escenas en México y en Roma son inolvidables.
Puede adolecer de las inverosímiles circunstancias que discurren en cualquier película de James Bond, pero su trama y su guion no tiene los agujeros de otras películas ensalzadas como referentes, por ejemplo Skyfall o Goldfinger.