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7,4
89.919
8
16 de agosto de 2006
16 de agosto de 2006
99 de 112 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es inevitable compararla con "Un hombre llamado Caballo" (1970), una película anterior con la que comparte las bases de la historia y un espíritu naturalista que trata de desmitificar y dignificar al pueblo indio americano. Y sin embargo ésta es muchísimo más madura y cinematográfica. Será repetir lo anterior, pero no por ello menos cierto, decir que la fotografía es preciosa, que la música alterna perfectamente la épica con el intimismo, que no desentona ningún actor –ni siquiera los jóvenes sioux–, que las vastas praderas norteamericanas pocas veces han sido retratadas con tanto lirismo, que merece toda mi admiración el esfuerzo que han hecho por dialogar en lengua Lakota y subtitularlo todo, etc., etc.
La historia es larga, pero yo no quitaría un solo minuto, ni de la versión extendida ni de la proyectada en los cines el día de su estreno. No hace falta porque te absorbe desde el primer momento.
Me gustaría, si se me permite, replicar al comentario de Pablo Kurt que considera una pega el hecho de que Kostner se tenga que enamorar de una blanca. A mí me parece que lo menos verosímil, según se cuenta la historia, habría sido que se enamorara de una sioux con la que no se habría podido comunicar ni en un millón de años. Introduciendo a esa mujer blanca que conoce ambos idiomas, se hace creíble la integración más o menos rápida, cosa que no ofrecía la película del 70.
Si quieren ver relaciones entre blancos e indios, pásense por "Las aventuras de Jeremías Johnson".
La historia es larga, pero yo no quitaría un solo minuto, ni de la versión extendida ni de la proyectada en los cines el día de su estreno. No hace falta porque te absorbe desde el primer momento.
Me gustaría, si se me permite, replicar al comentario de Pablo Kurt que considera una pega el hecho de que Kostner se tenga que enamorar de una blanca. A mí me parece que lo menos verosímil, según se cuenta la historia, habría sido que se enamorara de una sioux con la que no se habría podido comunicar ni en un millón de años. Introduciendo a esa mujer blanca que conoce ambos idiomas, se hace creíble la integración más o menos rápida, cosa que no ofrecía la película del 70.
Si quieren ver relaciones entre blancos e indios, pásense por "Las aventuras de Jeremías Johnson".

7,6
6.611
9
3 de abril de 2007
3 de abril de 2007
103 de 122 usuarios han encontrado esta crítica útil
'El coleccionista' es, para mí, uno de los mejores y más intensos dramas psicológicos que se han hecho. Tiene un punto de partida muy perturbador y un desarrollo pausado que acrecienta la tensión progresivamente. Vamos, que me veo yo como el loco si me toca un porrón de millones. No soy entomólogo, así que en mi caso la película se titularía 'El futbolista', 'El cinéfilo' o, simplemente, 'El salido'.
Mi comparación con Psicosis:
• El perturbado de Stamp tiene poco que envidiar al de Perkins. Yo empaticé más con éste, sin que por ello llegara nunca a justificar sus decisiones. Le vi tan locamente encoñado y tan inadaptado que llegué a compadecerle en algunos momentos. Eso sí, el de Perkins me parece, como mínimo, igual de cojonudo.
• Entre Samantha Eggar y Janet Leigh, me quedo con la primera, que elabora aquí un trabajo delicadísimo para encarnar a una pobre muchacha que ansía la libertad e intenta conseguirla con la manipulación sutil de la mente enferma e inestable que la retiene.
• Este guión casi roza la perfección. Exprime mejor los perfiles psicológicos de sus personajes, sobre todo el de la parte femenina. También aprovecha más la tensión sexual, pues Freddie no tiene una madre imaginaria que contenga sus impulsos, sólo su propia (y peculiar) moralidad. Sólo "falla" (ojalá todos los fallos en la vida fueran así) la teatralidad de un par de diálogos.
• La dirección de Hitchcock tiene muchísimo empaque. Sus hallazgos visuales y narrativos en "Psicosis" difícilmente encontrarán rival. Wyler se centró más en los actores, y no le salió nada mal.
• La música. Aquí no tengo la menor duda: la de Herrmann es mucho, pero muchísimo mejor. En la de Jarre hay pasajes buenos, pero también unos un poco sesenteros, y otros un tanto alejados del espíritu dramático de la producción —algunas escenas llegan a parecer más adecuadas para la serie B a lo Frankenstein o Drácula, como en un par de ocasiones en las que vemos a Freddie bajar por las escaleras entre penumbras. (Re)visítenla y verán cómo no miento.
Curiosidades:
• Se cuenta que John Trevelyan, secretario jefe de la Oficina de Censura Británica, se durmió durante la proyección y, gracias a ello, no vio el final y aprobó íntegramente la cinta. Los propios responsables de la película bromeaban con el asunto y decían que, de haberse despertado antes, o la película habría sufrido cambios, o les habrían arrestado. En cualquier caso, lo cierto es que con Trevelyan, que se confesaba admirador de Bergman y Buñuel, la censura británica se encauzó por caminos menos conservadores.
PD: 'Psicosis', 'El coleccionista' y 'Misery', menuda tripleta tengo en mi estantería. Me doy envidia a mí mismo. Pero si tenéis alguna sugerencia o recomendación, soy todo oídos.
Mi comparación con Psicosis:
• El perturbado de Stamp tiene poco que envidiar al de Perkins. Yo empaticé más con éste, sin que por ello llegara nunca a justificar sus decisiones. Le vi tan locamente encoñado y tan inadaptado que llegué a compadecerle en algunos momentos. Eso sí, el de Perkins me parece, como mínimo, igual de cojonudo.
• Entre Samantha Eggar y Janet Leigh, me quedo con la primera, que elabora aquí un trabajo delicadísimo para encarnar a una pobre muchacha que ansía la libertad e intenta conseguirla con la manipulación sutil de la mente enferma e inestable que la retiene.
• Este guión casi roza la perfección. Exprime mejor los perfiles psicológicos de sus personajes, sobre todo el de la parte femenina. También aprovecha más la tensión sexual, pues Freddie no tiene una madre imaginaria que contenga sus impulsos, sólo su propia (y peculiar) moralidad. Sólo "falla" (ojalá todos los fallos en la vida fueran así) la teatralidad de un par de diálogos.
• La dirección de Hitchcock tiene muchísimo empaque. Sus hallazgos visuales y narrativos en "Psicosis" difícilmente encontrarán rival. Wyler se centró más en los actores, y no le salió nada mal.
• La música. Aquí no tengo la menor duda: la de Herrmann es mucho, pero muchísimo mejor. En la de Jarre hay pasajes buenos, pero también unos un poco sesenteros, y otros un tanto alejados del espíritu dramático de la producción —algunas escenas llegan a parecer más adecuadas para la serie B a lo Frankenstein o Drácula, como en un par de ocasiones en las que vemos a Freddie bajar por las escaleras entre penumbras. (Re)visítenla y verán cómo no miento.
Curiosidades:
• Se cuenta que John Trevelyan, secretario jefe de la Oficina de Censura Británica, se durmió durante la proyección y, gracias a ello, no vio el final y aprobó íntegramente la cinta. Los propios responsables de la película bromeaban con el asunto y decían que, de haberse despertado antes, o la película habría sufrido cambios, o les habrían arrestado. En cualquier caso, lo cierto es que con Trevelyan, que se confesaba admirador de Bergman y Buñuel, la censura británica se encauzó por caminos menos conservadores.
PD: 'Psicosis', 'El coleccionista' y 'Misery', menuda tripleta tengo en mi estantería. Me doy envidia a mí mismo. Pero si tenéis alguna sugerencia o recomendación, soy todo oídos.

6,9
44.877
7
24 de diciembre de 2006
24 de diciembre de 2006
103 de 122 usuarios han encontrado esta crítica útil
No crean que perdí la cordura a la hora de escribir el título de esta crítica. Simplemente corresponde a parte del discurso del abogado defensor (Cleese) durante el juicio, uno de los fragmentos más graciosos de la película en mi opinión.
Es la típica comedia de enredos alocada que resulta simpática y entretenida pero cuyo director no sujeta con mano firme. Sobre todo se le va de las manos el personaje de Kevin Kline, cuya sobreactuación estropea algunos momentos; muy pocos, por fortuna. También el argumento llega a enredarse demasiado; y el final es blandito. Chistes como el de la apisonadora pierden gran parte de la gracia por culpa de un raccord mal trabajado –¿qué cemento usado comúnmente tarda en secarse tres segundos?–.
Jamie Lee Curtis, que tenía un cuerpazo, despliega sus dotes para la comedia –y para la estimulación sexual–, y entre ella y Cleese hay buena química. También me gustó el extraño tartamudo de Michael Palin, aunque el gag de los perros, gracioso, todo hay que decirlo, me parece metido con calzador, pues se aleja demasiado de la trama del botín y las seducciones.
Recopilación de curiosidades:
• En algunos montajes preliminares, las muertes de los perritos eran más truculentas. Llegaron a emplearse vísceras reales. En las audiciones de prueba anteriores al estreno, el público reaccionó negativamente, por lo que se volvieron a rodar las escenas para que se notara que los cadáveres caninos eran falsos.
• En el doblaje italiano, Otto chapurrea el español en vez del italiano.
• En la escena del robo, el encapuchado que atina al botón con la ballesta es realmente Kevin Kline, que lo consiguió al segundo intento.
• Los peces que se come Kevin Kline estaban hechos de gelatina. A pesar de que él mismo se ofreció a comérselos vivos, no le dejaron.
Es la típica comedia de enredos alocada que resulta simpática y entretenida pero cuyo director no sujeta con mano firme. Sobre todo se le va de las manos el personaje de Kevin Kline, cuya sobreactuación estropea algunos momentos; muy pocos, por fortuna. También el argumento llega a enredarse demasiado; y el final es blandito. Chistes como el de la apisonadora pierden gran parte de la gracia por culpa de un raccord mal trabajado –¿qué cemento usado comúnmente tarda en secarse tres segundos?–.
Jamie Lee Curtis, que tenía un cuerpazo, despliega sus dotes para la comedia –y para la estimulación sexual–, y entre ella y Cleese hay buena química. También me gustó el extraño tartamudo de Michael Palin, aunque el gag de los perros, gracioso, todo hay que decirlo, me parece metido con calzador, pues se aleja demasiado de la trama del botín y las seducciones.
Recopilación de curiosidades:
• En algunos montajes preliminares, las muertes de los perritos eran más truculentas. Llegaron a emplearse vísceras reales. En las audiciones de prueba anteriores al estreno, el público reaccionó negativamente, por lo que se volvieron a rodar las escenas para que se notara que los cadáveres caninos eran falsos.
• En el doblaje italiano, Otto chapurrea el español en vez del italiano.
• En la escena del robo, el encapuchado que atina al botón con la ballesta es realmente Kevin Kline, que lo consiguió al segundo intento.
• Los peces que se come Kevin Kline estaban hechos de gelatina. A pesar de que él mismo se ofreció a comérselos vivos, no le dejaron.
7
14 de agosto de 2007
14 de agosto de 2007
129 de 175 usuarios han encontrado esta crítica útil
AVISO: Si no has visto esta película o no conoces los clásicos en que se basa, podría no interesarte leer esta crítica.
Las críticas negativas de la mayoría de los amantes de los clásicos me despistaron e hicieron que me costara muchísimo decidirme a verla y que, cuando lo hice, fuera con un miedo tremendo a perder el tiempo, a aburrirme como una ostra y a sentirme ofendido por un montón de incoherencias. Pues mira tú que sorpresa me llevé, resultó que me gustó muchísimo más que abordaran la historia desde una perspectiva naturalista que mitológica. Cuando leí sus invectivas, no reparé en su incondicionalidad, en que sus gustos no tienen nada que ver con los míos. Porque, sinceramente (y os aclaro que yo también tuve que leer en su momento 'La Ilíada' y 'La Odisea', entre otros poemas y estudios), a mí me interesa más ver que muera asesinado Menelao en su desigual duelo con Paris a que aparezca la diosa Afrodita y salve a éste último llevándoselo entre nubes en singular vuelo, no ver por ningún sitio el famoso juicio de Paris, ver que Patroclo muere haciéndose pasar por Aquiles (la profundidad psicológica de esta acción llega a ser tremendamente dramática), ver que un enamorado Aquiles muere por la herida de una flecha desconocedora de ese amor, ver, en fin, que los frívolos dioses no joden el dramatismo de la película haciendo acto de presencia.
Personalmente no me hubiera importado nada ver una relación homosexual entre Aquiles y su primo Patroclo —aunque todavía hay discusiones entre los expertos sobre si la relación entre ambos en 'La Ilíada' se puede entender como tal, duda que me parece absurda teniendo en cuenta que en aquella Grecia las relaciones bisexuales estaban a la orden del día—, pero hay muchísima gente que todavía se escandalizaría al ver eso, y una superproducción no se puede arriesgar a prescindir de un sector del público tan numeroso. He aquí la lamentable explicación a esta licencia.
La peli es espectacular, de eso no hay duda. Está hecha a lo grande, tirando de efectos digitales de los buenos, de los que vale la pena ver, para representar las batallas (de las que se abusa un pelín), los ejércitos (cuyas filas también se engruesan un pelín, al igual que en los poemas) y la ciudad amurallada de Troya. Pero no es eso lo mejor, sino que lo es el reparto. Y voy a tratar de ser lo menos subjetivo posible: Eric Bana se sale, Peter O'Toole está muy bien, y Brad Pitt y Orlando Bloom, y mira que me gusta poco este último, cumplen. (Les recomiendo ver la versión original, pues el doblaje de Pitt pierde aquí bastante.) Al final, los momentos intimistas, gracias a guión, dirección y actores, son los que hacen interesante la película. La música es normalita, pero adecuada.
Mis conclusiones: mejoraría con menos batallas; la mayoría de las licencias enriquecen las psicologías de los personajes; menos mal que no hay dioses; el elenco es mejorable.
Las críticas negativas de la mayoría de los amantes de los clásicos me despistaron e hicieron que me costara muchísimo decidirme a verla y que, cuando lo hice, fuera con un miedo tremendo a perder el tiempo, a aburrirme como una ostra y a sentirme ofendido por un montón de incoherencias. Pues mira tú que sorpresa me llevé, resultó que me gustó muchísimo más que abordaran la historia desde una perspectiva naturalista que mitológica. Cuando leí sus invectivas, no reparé en su incondicionalidad, en que sus gustos no tienen nada que ver con los míos. Porque, sinceramente (y os aclaro que yo también tuve que leer en su momento 'La Ilíada' y 'La Odisea', entre otros poemas y estudios), a mí me interesa más ver que muera asesinado Menelao en su desigual duelo con Paris a que aparezca la diosa Afrodita y salve a éste último llevándoselo entre nubes en singular vuelo, no ver por ningún sitio el famoso juicio de Paris, ver que Patroclo muere haciéndose pasar por Aquiles (la profundidad psicológica de esta acción llega a ser tremendamente dramática), ver que un enamorado Aquiles muere por la herida de una flecha desconocedora de ese amor, ver, en fin, que los frívolos dioses no joden el dramatismo de la película haciendo acto de presencia.
Personalmente no me hubiera importado nada ver una relación homosexual entre Aquiles y su primo Patroclo —aunque todavía hay discusiones entre los expertos sobre si la relación entre ambos en 'La Ilíada' se puede entender como tal, duda que me parece absurda teniendo en cuenta que en aquella Grecia las relaciones bisexuales estaban a la orden del día—, pero hay muchísima gente que todavía se escandalizaría al ver eso, y una superproducción no se puede arriesgar a prescindir de un sector del público tan numeroso. He aquí la lamentable explicación a esta licencia.
La peli es espectacular, de eso no hay duda. Está hecha a lo grande, tirando de efectos digitales de los buenos, de los que vale la pena ver, para representar las batallas (de las que se abusa un pelín), los ejércitos (cuyas filas también se engruesan un pelín, al igual que en los poemas) y la ciudad amurallada de Troya. Pero no es eso lo mejor, sino que lo es el reparto. Y voy a tratar de ser lo menos subjetivo posible: Eric Bana se sale, Peter O'Toole está muy bien, y Brad Pitt y Orlando Bloom, y mira que me gusta poco este último, cumplen. (Les recomiendo ver la versión original, pues el doblaje de Pitt pierde aquí bastante.) Al final, los momentos intimistas, gracias a guión, dirección y actores, son los que hacen interesante la película. La música es normalita, pero adecuada.
Mis conclusiones: mejoraría con menos batallas; la mayoría de las licencias enriquecen las psicologías de los personajes; menos mal que no hay dioses; el elenco es mejorable.

6,9
13.312
6
21 de agosto de 2008
21 de agosto de 2008
105 de 128 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basándose en una novela de R. Hooker ambientada en la Guerra de Corea, la Fox inició la producción de esta película concediéndole poca importancia –centraron sus esfuerzos en 'Patton' y 'Tora! Tora! Tora!'–, lo que permitió que Altman, antes del cual habían rechazado 17 directores (Kubrick entre ellos), medio a escondidas, consiguiera cambiar el guión y la perspectiva casi por completo. Con la intención de reprobar la presencia estadounidense en Vietnam, quiso no hacer referencias a ninguna localización geográfica concreta para que un público mayoritariamente en contra de esa guerra pudiera situar la acción allí. Quiso también enviar un mensaje subliminal dotando de irreverencia a las situaciones y mostrando a unos soldados disconformes, rebeldes e indisciplinados que, cuando no se encuentran operando, convierten el campamento en un pozo caótico de promiscuidad y cachondeo.
Los productores se tiraron de los pelos cuando ya era demasiado tarde. Tras fuertes disputas, sólo consiguieron que el director aceptara incluir una brevísima alusión a Corea al principio, pero no que quitara las escenas de quirófano, que juzgaban demasiado fuertes (era 1970), ni que respetara el guión de Lardner, quien, a pesar de llevarse un disgusto tal que casi retira su nombre de los créditos, ganó el Oscar al mejor guión adaptado (viendo continuamente estas cosas, cada día me la sudan más este tipo de galardones).
Por aquel entonces, Altman era un completo desconocido que procedía de la televisión. En esta película ofrece las primeras pinceladas de lo que sería su estilo: desprolijo, siguiendo al grupo en vez de al personaje –tuvo muchos problemas con un Sutherland que reclamaba más protagonismo–, enlazando ideas apenas relacionadas entre sí (no es de extrañar que diera pie a una serie de televisión), rozando la pesadez. A eso se le une aquí un lamentable humor que trata de ser lúbrico pero se queda en chabacano, más bien dirigido a los adolescentes. Hay algunas ideas interesantes, pero no tantas como desearía yo.
En 1998 fue elegida por el 'American Film Institute' como una de las 100 mejores películas de la historia (en el puesto 54, nada menos), lo cual me parece una de las burradas más grandes de los últimos tiempos, incluso teniendo en cuenta que sólo incluyeron americanas o con importante participación americana.
Los productores se tiraron de los pelos cuando ya era demasiado tarde. Tras fuertes disputas, sólo consiguieron que el director aceptara incluir una brevísima alusión a Corea al principio, pero no que quitara las escenas de quirófano, que juzgaban demasiado fuertes (era 1970), ni que respetara el guión de Lardner, quien, a pesar de llevarse un disgusto tal que casi retira su nombre de los créditos, ganó el Oscar al mejor guión adaptado (viendo continuamente estas cosas, cada día me la sudan más este tipo de galardones).
Por aquel entonces, Altman era un completo desconocido que procedía de la televisión. En esta película ofrece las primeras pinceladas de lo que sería su estilo: desprolijo, siguiendo al grupo en vez de al personaje –tuvo muchos problemas con un Sutherland que reclamaba más protagonismo–, enlazando ideas apenas relacionadas entre sí (no es de extrañar que diera pie a una serie de televisión), rozando la pesadez. A eso se le une aquí un lamentable humor que trata de ser lúbrico pero se queda en chabacano, más bien dirigido a los adolescentes. Hay algunas ideas interesantes, pero no tantas como desearía yo.
En 1998 fue elegida por el 'American Film Institute' como una de las 100 mejores películas de la historia (en el puesto 54, nada menos), lo cual me parece una de las burradas más grandes de los últimos tiempos, incluso teniendo en cuenta que sólo incluyeron americanas o con importante participación americana.
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