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Críticas 66
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
16 de abril de 2014 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yoji Yamada (1931) que este pasado año nos dejó su remake de Cuentos de Tokio del inigualable Yasujiro Ozu, presentó en 2006 el cierre de su trilogía de temática samurái con Bushi no ichibun, una película que trata acerca del honor y el amor, como su traducción anglosajona (Love & Honor) bien nos indica.

Con una puesta en escena sustentada por tres grandes actores que dan vida a un samurái, a su mujer y al criado del primero, se nos muestra con un lirismo tan lento y delicado como la narración del relato, una belleza plástica la cual nuestro protagonista está condenado a no poder disfrutar nunca jamás debido a su pérdida de visión. No obstante, ni la belleza de las luciérnagas o de la llegada de la primavera se pueden comparar al amor que su mujer le profesa y que será el desencadenante del melodrama que viviremos junto a ellos.

Aun habiendo sufrido por cumplir con su deber, Shinnojo se sentirá un inútil en la sociedad, condenado a vivir de la caridad y a acarrear problemas a sus allegados. La presión familiar instando a la ingnonimia de su mujer Kayo con el samurái superior Higuchi para conseguir un trato de favor del señor del castillo para con ellos, generará un conglomerado cuyo estallido se materializará en un acto de amor y deshonor que llevará a la infelicidad del matrimonio.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Con los sentimientos del espectador a flor de piel tras el descubrimiento del acto de amor y deshonor que lleva acabo Kayo, nos adentramos en el entrenamiento del ciego Shinnojo el cual, siendo conocedor de que el trato de favor del señor no es debido a Higuchi, el cual engaña a Kayo para abusar de ella, sino a los buenos sentimientos del señor del castillo, decide vengarla retándose con él.

Yamada relata una historia acerca del amor, el honor, el código samurái, la familia, el interés y el pensamiento japonés de la época de una manera tan bella en lo visual como palpable en lo sentimental, valiéndose del simbolismo y de unas actuaciones magistrales demostrando que el país de los Kurosawa, Mizoguchi o Inamura sigue siendo unos de los referentes mundiales en lo que al séptimo arte se refiere.

http://cinemonogatari.blogspot.com.es/2014/04/bushi-no-ichibun-love-and-honor-2006.html
13 de abril de 2014 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El surcoreano Hong Sang-soo (1960) es sin duda uno de los nombres que más suenan últimamente cuando se habla de los directores de cine de autor actuales más importantes del globo.

In another country es su primera película que ha llegado a los cines españoles, en gran parte debido a su proyección en la sección oficial de largometrajes en el Festival de Cannes de 2012 así como el rostro de Isabelle Huppert como protagonista de la cinta. Por otro lado, su más reciente Nobody's Daughter Haewon presente en la Berlinale de 2013, parece que de momento no va a ser posible disfrutarla en la gran pantalla.

La película que nos atañe contiene los rasgos característicos de su cine centrado en la construcción de unos personajes que se encuentran en un periodo de sus vidas en los que están absolutamente perdidos, siendo torpes con sus relaciones con los demás, coqueteando con el alcohol y el sexo en un intento de reubicarse y seguir adelante.

Los diálogos van de los transcendental a los superfluo, como en la vida real. Los planos secuencia como en las escenas del restaurante desprenden verosimilitud. La puesta en escena es minimalista, naturalista, evocando una realidad costumbrista rota por unos zooms que demuestran la artificiosidad de lo que se está realizando.

Y es aquí donde reside la importancia de esta película. El alterego de Sang-soo, la joven escritora, relata tres historias con los mismos protagonistas cambiando algunos aspectos de sus vidas y sus relaciones pero no su esencia. Este trabajo estilístico no es sino la vida misma del propio director, el cual confiesa en una entrevista en la revista So Film que cuando inicia un rodaje, su guión no tiene más que 30 o 40 páginas y que por las mañanas se dedica a reescribirlo y añadir aquello que le parece adecuado grabar en una localización determinada. El personaje del director en la película afirma querer grabar una película sobre el lugar, y que una vez grabada entenderá su significado. Así trabaja Sang-soo.

No importa el orden, no importan las motivaciones, no importa quien es quien, es todo un macguffin, él quiere contar una historia, sobre unos personajes, en un lugar determinado, cualquiera de las tres historias sirve, o más bien dicho, las tres son necesarias, pero no sólo estas tres, podrían ser otras tres, es lo de menos, lo importante en su estilo, su sello, lo que Sang-soo nos cuenta y cómo lo cuenta. Y eso es de lo que trata el cine de autor.

http://cinemonogatari.blogspot.com.es/2014/04/da-reun-na-ra-e-suh-in-another-country.html
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Isabelle Huppert se involucra tanto en su personaje que su naturalidad es pasmosa.
15 de diciembre de 2013 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tú, espectador voyeur, ávido lector, espectador artístico, público. A ti te concierne esta película, este film de Ozon que no hace sino mostrarte ante tus propias narices, no sin ciertos momentos de humor, una realidad que te es familiar.

¿Hasta dónde puede llegar tu deseo de voyeurismo? ¿Hasta donde puede llegar tu deseo? Porque de esto trata la película, del deseo. Del deseo como sustitución de una realidad aburrida en la que no pasa absolutamente nada. Pero ante una realidad burda y tediosa, ahí está el cuentacuentos, el ilusionista, el artista que te entretiene, te hace interesarte por algo que en realidad te es ajeno, satisface tu curiosidad de una forma minuciosa, gota a gota, capítulo a capítulo y tú no puedes más que desear más y más.

Pero es un ilusionista, no sabes si lo que te está contando es cierto o falso, pero tú sigues ahí, huyendo de tu propio mundo y sumergiéndote en una historieta. Y ese profesor, ese escritor frustrado, es el mejor lector posible, el que realmente lo siente y se sumerge literalmente en la historia. Y ese alumno, ese escritor profesional que lo guía y manipula como quiere, como hacen los escritores, como hacen los directores de cine, como te sientes tú durante el visionado de una película.
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Ozon te mantiene intrigado, con una sonrisa bobalicona dibujada en tu cara, mientras se ríe de ti, clase media, se ríe de ti también escritor frustrado, y juntos visualizamos lo que puede llegar a ser su próxima película.

Y a mí, como estudiante de Humanidades que soy, me golpea por todas partes, por creerme los catálogos de arte contemporáneo, por mostrar mi futuro de escritor frustrado y por hacerme desear que el profesor robara ese examen de matemáticas para seguir enganchado a esta historia.
10 de diciembre de 2013 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dividida en lo que a mi opinión podrían ser cuatro capítulos (aunque muchos digan que son tres), Spielberg nos brinda una bellísima película con la que he estado gran parte del metraje con el corazón en un puño.

A continuación analizo los diferentes capítulos. Como no me caben los cuatro en el spoiler, pondré el primero aquí, no sin avisar antes que contiene información que destripa el contenido de la película a aquellos que no la hayan visto.


Capítulo 1, de la duda al amor, del amor al temor.

Esta es en mi opinión la mejor parte de la película. Para llenar el vacío de la ausencia de un ser querido, los humanos se valen de la tecnología para llenarlo de forma artificial. Siniestro en un principio, debido al desconocimiento y a lo espeluznante que resulta crear amor artificial, poco a poco se afianza la confianza y se acostumbran a esta nueva compañía (este primer tramo se recuperará para hacer un capítulo de la inquietante y exitosa serie británica Black Mirror). El problema llega cuando el niño real regresa, teniendo que autoafirmarse como el niño real, no dejando ni por un momento que su sustituto, que no es más que un juguete nuevo, se le pase por cabeza jamás el insultante hecho de creerse igual que él, igual de merecedor del amor de una madre como si fuera su hijo de verdad. Esto lleva al pequeño robot y al pequeño niño a un espiral de desafíos que acabarán provocando que la madre ataje por el camino fácil y abandone al niño robot, no sin sentir un ápice de piedad no entregándolo a sus constructores para su inmediata destrucción.
Pero David, no parece un simple niño robot, tiene sentimientos, sentimientos muy fuertes, sentimientos terriblemente humanos. La escena final de este capítulo tiene una fuerza sobrecogedora.
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Capítulo 2, del miedo a lo diferente, del temor a lo que nos es superior.

No deja de ser este un grado mayor de lo que sufre David en el primer capítulo por parte de su “hermano”. Aquí se hace patente el miedo del frágil ser humano por lo que le es superior, lo que seguirá vivo cuando el muera. El personaje del gigoló es todo un acierto, quien esté con un robot del amor no volverá a probar jamás un hombre. ¿A caso no es lícito el odio que se le puede tener a un robot que te supera en todo, incluyendo el sexo? Pero el odio que muestran los humanos no se limita a la envidia, dejan sacar su vena más sádica. Sólo el ser humano disfruta con el sufrimiento de los otros, sólo el ser humano es capaz de hacer un espectáculo dantesco destruyendo seres “vivos”. La secuencia en la que asesinan a la robot niñera y al otro robot son de lo mejor del film. No obstante, hay algo de humanidad, de empatía en el alocado público, que clama por la clemencia hacia a un niño robot increíblemente humano.


Capítulo 3, de cuando el robot posee la capacidad de desear como el ser humano.

A mi juicio la película decae un poco en este punto pero no obstante, es bastante interesante lo que descubrimos aquí. A parte de ofrecernos un espectáculo visual de la ciudad futurista del deseo que se merece un buen tanto en el aspecto de los efectos especiales, también nos adentra en otro deseo, el deseo totalmente humano de David de encontrar el modo de hallar el amor de su madre. Esto lo llevará a realizar una odisea. Una vez conoce a su creador queda fascinado ante como la fuerza del deseo y de las pasiones humanas que han movido el mundo durante toda la Historia se hallan en su creación. No obstante, a David esto le da igual, él es como Paco Umbral, ha venido a hablar de su libro, digo, a buscar a su madre.
El final en el que se halla ante el hada azul y pasan dos mil años, es de lo más bello y bien podría haber acabado la película aquí, pero el bueno de Spielberg no quería un final tan triste, dejándole unos últimos instantes de felicidad a nuestro protagonista en el epílogo.


Capítulo 4, Epílogo, de cuando el ser artificial, al igual que los humanos, también desea realidad artificial para satisfacer sus deseos.

Con un aire kubrickiano dosmilunesco, unos seres superiores conceden los deseos de David, en la medida de lo posible. Es este un punto interesante, pues primeramente eran los humanos los que deseaban lo artificial para suplir carencias y ahora, el niño robot, que ya se puede decir humano después de su odisea, desea una realidad artificial, artificial en tanto a que sabe que su madre tan solo vivirá un día y que no es consciente de lo que ha ocurrido ni de que va a morir, por así decirlo, vive en una gran mentira, una gran mentira cuya única verdad es el amor por David. Muchos dirán que Spielberg no podía estarse de otorgarnos un happy end, y bien es cierto que es mucho más feliz que el del capítulo 3, pero no obstante, pensad que David está condenado a vivir una eternidad en la que no verá a su madre nunca más.
12 de noviembre de 2013 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida real, por muy acomodados que estemos, es dura. Lo sabemos. Los protagonistas de esta película también lo saben. Nuestra sociedad es tan políticamente correcta que permite ciertas conductas a los disminuidos, hay una sobreprotección que usan en su favor. A una persona normal no le dejan ducharse en el vestuario de las chicas ni le sujetan la chorra unos moteros mientras micciona. ¡Qué felicidad! No dejan de decir que son felices. La protagonista de la película es el claro ejemplo de ello. Esta vida es mucho mejor que lo que estaba soportando antes de verse arrastrada por esa oleada de idiotez.

El estilo dogma próximo al documentalismo le da un toque realista a la cinta increíble, tanto que muchas veces te despistas y crees que son bromas reales tomadas con una cámara oculta. ¡Cuán reales me han parecido muchas de las reacciones de la gente ante los idiotas! Tristemente he de decir que no creo que sea el único que se ha visto reflejado en ellas.
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No soy gay ni nada de eso, pero he de reconocer que Jens Alebinus tiene un pene precioso.
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