“Venganza 3” es la menos venganza de las tres. Mientras que su argumento puede ser comestible cerrando el círculo de la subtrama de la primera (el matrimonio de Lenore) y su guión un poco mejor que el de su predecesora (por lo menos ya no es tan paródica), el punto de inflexión en la película ya nada tiene que ver con el personaje de Bryan Mills y tanto la cinematografía (pésima dirección) y el ritmo, como el propio Liam Neeson están más risibles que nunca (y ese cambio de reparto de Xander Berkeley por Dougray Scott le resta mucho peso al conjunto). Parece más carne de DVD. No importa si de verdad es el final de trilogía, ya nada puede arreglarse. Por lo menos podremos vengarnos de esta mala calidad con esa buena (y única) primera entrega.

“Corrupción en Miami” es una decepción. Y no por su historia en sí o por detenerse en sus protagonistas y hacerlos oscuros y actuales (eso es un acierto), sino por no desarrollar en esa historia potente esa complejidad, esas historias cruzadas y ese verdadero suspense e interés que caracteriza las películas de Michael Mann. En su lugar, Mann se limita a entregar secuencias bellas unas tras otras, pero sin la pasión requerida o necesitada. Tampoco la historia hace demasiado por seguir interesando tras un arranque estimulante. El global es una película de acción entretenida, pero cuyas pretensiones caen cortas respecto a lo que finalmente da.

Con “Frozen” no sólo se reafirma el gran éxito que las cintas de animación siempre suelen tener, sino su enorme calidad y el por qué este género o estilo cinematográfico está a la cabeza de los demás en todos los sentidos. Desde contar la historia de forma especial, hasta su belleza e imaginería visual. Todo en “Frozen” deslumbra y sorprende gratamente. No sólo encandilará por su banda sonora, la película en sí es una celebración.

“Homeland” es un potente thriller político, adictivo e intrigante en sus dos primeras temporadas, ambas al mismísimo nivel. Desde la presentación de sus personajes principales hasta su desarrollo serpenteante y notable, te engancha y remueve tus neuronas y apuestas en cada episodio y la segunda culmina de forma excelente y trepidante el fastuoso castillo de naipes. Entonces, por desgracia para todos, llegó la tercera temporada. Una temporada horrible, decepcionante, sin personalidad propia e incluso aburrida. Supuestamente concebida para dar carpetazo a la trama principal (la cual debió cerrarse por lo menos en la segunda), entregó un desenlace indigno para uno de sus protagonistas y una historia deliberadamente enredada y sin juego alguno. Un triste final de trilogía, que debió quedarse en binomio. Hasta que llegó la cuarta temporada, o “reinicio” de la serie: una temporada notable, a un solo peldaño por debajo de las dos primeras y que deja un sabor de boca positivo por desgracia a medias (debido a un final de temporada para nada a la altura de lo apoteósico de sus anteriores entregas) dejando definida a la serie como prácticamente la nueva “otra” serie de espionaje del panorama televisivo actual. Esto es “Homeland”, y es lo que previsiblemente seguirá siendo. Una serie que pretende ser seria y continuar con su metamorfosis por temporadas, tratando así de contentar a todos según venga en gana.

“Up” es una joya del género y una obra maestra sin discusión. Por su historia y personajes. Por lo que cuenta. Por las emociones que despierta y por su inesperada complejidad emocional. Desde un prólogo bellamente cruel hasta un final para aplaudir exaltado. Aprovecha a la perfección todas sus bazas y entrega una película redonda, magistral e inolvidable.