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Críticas ordenadas por utilidad
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7,7
4.476
2
16 de diciembre de 2008
16 de diciembre de 2008
48 de 88 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tan encantando de haberse conocido debía andar Bergman cuando perpetró este bodrio que se le olvidó escribir el guión. Enganchó entonces por banda al bueno de Sven Nykvist, y le dijo: "Cúrrate una buena fotografía, que yo pongo a un par de suecas buenorras que enseñen las tetillas y difundo el rumor entre la prensa de que la peli aborda la ausencia de dios, y verás como nos la catalogan de obra maestra".
Tengan en cuenta que el truco de enseñar pechuga ahora es ridículo, porque para brindar a Onán tenemos Internet, pero a principios de los años 60, los ladrillos de autor no sólo servían para hacerse pajas mentales, también servían para hacerse pajas de las otras.
Las enseñanzas de El Silencio no cayeron en saco roto. Dos décadas después, un señor llamado David Lynch copió con igual éxito la fórmula: Encadenar secuencias sin sentido, preferiblemente sin diálogo, con algo de sexo ocasional protagonizado por una jamona de impresión, y algún elemento surrealista como por ejemplo unos enanos. Pero eso sí, todo exquisitamente fotografiado.
Tengan en cuenta que el truco de enseñar pechuga ahora es ridículo, porque para brindar a Onán tenemos Internet, pero a principios de los años 60, los ladrillos de autor no sólo servían para hacerse pajas mentales, también servían para hacerse pajas de las otras.
Las enseñanzas de El Silencio no cayeron en saco roto. Dos décadas después, un señor llamado David Lynch copió con igual éxito la fórmula: Encadenar secuencias sin sentido, preferiblemente sin diálogo, con algo de sexo ocasional protagonizado por una jamona de impresión, y algún elemento surrealista como por ejemplo unos enanos. Pero eso sí, todo exquisitamente fotografiado.
6
26 de enero de 2009
26 de enero de 2009
23 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un tipo curioso este Philipe Petit, un contagioso entusiasta del equilibrismo que probó sus propios límites al caminar entre las torres gemelas sobre un fino cable suspendido a 450 metros del suelo. Una anécdota memorable, que desgraciadamente, se queda en anécdota. Lo que aquí se cuenta en hora y media se podía haber reducido fácilmente media horita.
Aún así lo ves del tirón, Petit te cae bien y el material de archivo es abundante. El recuerdo de la rebeldía del 68 queda romántico y con un bello punto de ingenuidad, y los últimos diez minutos irradian un halo casi poético de la mano de la música de Erik Satie.
Que no les vendan la moto, es un producto para televisión con el que pasar una agradable sobremesa, aunque eso sí, bien hecho y realizado con dedicación.
Aún así lo ves del tirón, Petit te cae bien y el material de archivo es abundante. El recuerdo de la rebeldía del 68 queda romántico y con un bello punto de ingenuidad, y los últimos diez minutos irradian un halo casi poético de la mano de la música de Erik Satie.
Que no les vendan la moto, es un producto para televisión con el que pasar una agradable sobremesa, aunque eso sí, bien hecho y realizado con dedicación.

5,3
2.023
3
30 de septiembre de 2009
30 de septiembre de 2009
22 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
No leo el Hola, no creo a Isabel Preysler cuando se define como una persona sencilla y no, no me atraen las recreaciones de época sobre burgueses decadentes. Reconozco pues que no soy el espectador más adecuado para "Cheri", pero me precio de disfrutar del buen cine, independientemente de su género. Despues de todo la primera referencia es la anterior colaboración de Stephen Frears y Michelle Pfeiffer, "Las amistades peligrosas", también recreación de época sobre burgueses decadentes, pero muy buena película sin embargo.
No es sólo que los personajes de esta sean estrictamente guillotinables, es que Frears dirige con el piloto automático un guión muy gris y la pareja protagonista no desarrolla ni un poquito de química. Con la Pfeiffer, actriz a la que aprecio, me ha pasado como con los videos de Madonna. Uno puede pensar que le ha ganado con o más o menos éxito la batalla al envejecimiento pero acabas con la duda de si no es más sencillo aceptar que tienes 50 años y dejarse de zarandajas.
No es sólo que los personajes de esta sean estrictamente guillotinables, es que Frears dirige con el piloto automático un guión muy gris y la pareja protagonista no desarrolla ni un poquito de química. Con la Pfeiffer, actriz a la que aprecio, me ha pasado como con los videos de Madonna. Uno puede pensar que le ha ganado con o más o menos éxito la batalla al envejecimiento pero acabas con la duda de si no es más sencillo aceptar que tienes 50 años y dejarse de zarandajas.

7,5
37.836
9
2 de octubre de 2010
2 de octubre de 2010
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
El otro día criticaba el pesimismo del cine actual y "Tropa de Elite" no podría ser más negativa, pero me ha encantado. Como la posterior "Gomorra" (2008), aunque con métodos narrativos casi opuestos, disecciona con bisturí afilado una sociedad herida de muerte por la corrupción y la violencia. Parecido mal cuerpo me han dejado las dos pero a la vez las veo como tremendos sopapos en la cara para espabilar y empezar a cambiar las cosas.
El director José Padilha reprocha a la policía y a los narcos la extrema brutalidad con la que se emplean en su guerra, mientras con los universitarios y ONGs realiza una lectura que parece haber molestado a gran parte del público y la crítica: señala la hipocresía de unos niños de papá que financian a los narcos, engañados por falsos ideales de justicia. No se queda ahí, lanza también la incómoda idea de que esa misma conciencia social les incapacita para entender el conflicto. Las acusaciones de fascista no se hicieron esperar por parte de quienes se vieron retratados.
Me imagino el despropósito si la hubiera rodado uno de estos aludidos o un director español izquierdoso: Policías malos, universitarios buenos y narcos de buen fondo empujados al mal por las circunstancias. Afortunadamente Padilha es un acreditado documentalista que prefiere convertirlos a todos en seres humanos, en vez de obligar a la realidad a encajar en un esquema ideológico del siglo XX.
Veo en los títulos de crédito que parte de la financiación proviene de los gobiernos brasileño y de Río de Janeiro. Quizá con ello evitaron que Padilha apuntara hacia ellos ese cacharro, mitad cámara mitad Kalashnikov, con el que filma con tanto nervio (y a veces mareando con tanto tembleque). Aún así, probablemente la película fue un revulsivo para que se pusieran manos a la obra para cambiar la imagen de la ciudad, sobre todo ahora que deben mostrar al mundo su mejor cara en el Mundial de Fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016.
En esta línea han creado una Unidad de Policía Pacificadora de métodos menos expeditivos que el BOPE (aunque se ayudan de éste para tomar inicialmente el control de las zonas conflictivas) que ha logrado rebajar los índices de criminalidad y que incluso ha permitido la explotación turística de algunas favelas (para visitar el lugar en el que Michael Jackson grabó un videoclip en los años 90, por ejemplo).
El director José Padilha reprocha a la policía y a los narcos la extrema brutalidad con la que se emplean en su guerra, mientras con los universitarios y ONGs realiza una lectura que parece haber molestado a gran parte del público y la crítica: señala la hipocresía de unos niños de papá que financian a los narcos, engañados por falsos ideales de justicia. No se queda ahí, lanza también la incómoda idea de que esa misma conciencia social les incapacita para entender el conflicto. Las acusaciones de fascista no se hicieron esperar por parte de quienes se vieron retratados.
Me imagino el despropósito si la hubiera rodado uno de estos aludidos o un director español izquierdoso: Policías malos, universitarios buenos y narcos de buen fondo empujados al mal por las circunstancias. Afortunadamente Padilha es un acreditado documentalista que prefiere convertirlos a todos en seres humanos, en vez de obligar a la realidad a encajar en un esquema ideológico del siglo XX.
Veo en los títulos de crédito que parte de la financiación proviene de los gobiernos brasileño y de Río de Janeiro. Quizá con ello evitaron que Padilha apuntara hacia ellos ese cacharro, mitad cámara mitad Kalashnikov, con el que filma con tanto nervio (y a veces mareando con tanto tembleque). Aún así, probablemente la película fue un revulsivo para que se pusieran manos a la obra para cambiar la imagen de la ciudad, sobre todo ahora que deben mostrar al mundo su mejor cara en el Mundial de Fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016.
En esta línea han creado una Unidad de Policía Pacificadora de métodos menos expeditivos que el BOPE (aunque se ayudan de éste para tomar inicialmente el control de las zonas conflictivas) que ha logrado rebajar los índices de criminalidad y que incluso ha permitido la explotación turística de algunas favelas (para visitar el lugar en el que Michael Jackson grabó un videoclip en los años 90, por ejemplo).
8 de junio de 2009
8 de junio de 2009
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
La pericia técnica y los avances tecnológicos de "La pasión" la sitúan como una isla al margen del resto del cine mudo. El montaje es mucho más dinámico y la fragmentación del espacio es un festín de encuadres de ángulos imposibles, primeros planos de una plasticidad increíble y una puesta en escena luminosa y muy estilizada.
María Falconetti comienza con cara de haber recibido el susto de su vida, pero luego muestra una admirable economía gestual que logra transmitir la tremenda espiritualidad del personaje, incluso para quienes preferimos a los mártires de dios y la patria bien lejos. Buena elección para el papel principal, puesto que la repetitiva mecánica narrativa consiste en contraponer su piadosa expresión facial con los grotescos rostros de los miembros del tribunal eclesiástico.
Su planteamiento estético y conceptual permanece casi impermeable al paso del tiempo y ha sido una de las mayores fuentes de inspiración para la habitual sencillez formal y profundidad psicológica de los grandes cineastas nórdicos y sus respectivos directores de fotografía, con Ingmar Bergman y Lars Von Trier a la cabeza (Dreyer era danés aunque la peli sea francesa), algo que expande aún más si cabe su importancia histórica.
La versión que he visto se acompañaba de una banda sonora de Richard Einhorn NO original pero escrita para la película. Algo que realza la intensidad dramática, especialmente en el clímax, pese a que Dreyer la concibió sin música.
María Falconetti comienza con cara de haber recibido el susto de su vida, pero luego muestra una admirable economía gestual que logra transmitir la tremenda espiritualidad del personaje, incluso para quienes preferimos a los mártires de dios y la patria bien lejos. Buena elección para el papel principal, puesto que la repetitiva mecánica narrativa consiste en contraponer su piadosa expresión facial con los grotescos rostros de los miembros del tribunal eclesiástico.
Su planteamiento estético y conceptual permanece casi impermeable al paso del tiempo y ha sido una de las mayores fuentes de inspiración para la habitual sencillez formal y profundidad psicológica de los grandes cineastas nórdicos y sus respectivos directores de fotografía, con Ingmar Bergman y Lars Von Trier a la cabeza (Dreyer era danés aunque la peli sea francesa), algo que expande aún más si cabe su importancia histórica.
La versión que he visto se acompañaba de una banda sonora de Richard Einhorn NO original pero escrita para la película. Algo que realza la intensidad dramática, especialmente en el clímax, pese a que Dreyer la concibió sin música.
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