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Críticas 172
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
2 de septiembre de 2024 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hermosa película, para dejarse embobar por su lógica juguetona, quizás un poco confusa al principio, pero atrapante gracias a su encanto particular: no se si es la manera inexpresiva de hablar, con frases, a su vez, totalmente imperativas y sorprendentes (todos se muestran decididos, y todos responden acotaciones que nadie esperaría, como a contra mano del mundo); o si es la fotografía tan cuidada, donde el borde de una silla roja o un afiche azul en la pared componen cuadros de elevada belleza; o las acciones y las locaciones, tan mundanas y representativas de una época del país, y al mismo tiempo poco retratadas en cine o televisión; o quizás sea el argumento, entre ridículo y misterioso, que se va enredando hasta el punto de hacernos sospechar lo que las dos primeras escenas ya habían anunciado ("cuando cumplí 27 años decidí cambiar de vida"): esto no es una anécdota, no es una historia al uso con conflicto palpable y objetivos claros; esto, más bien, es una obra existencialista, que logra bocetear la escurridiza idea de que todos somos particulares, pero no por ello irreemplazables ni fundamentales para nada ni nadie; y lo mucho que esa idea nos puede perturbar o, por contrario, alivianar la vida. La amarga y a su vez tranquilizadora idea de que todos percibimos desde nuestra particular subjetividad, pero, sin embargo, no somos más que figuras fácilmente reemplazables en una sociedad de hormigas. Quizás por eso a Silvia Prieto (y al resto) todo parece importarle tan poco, pero, al mismo tiempo, le jode soberanamente la existencia de una otra Silvia Prieto. Las vicisitudes de la vida parecieran no dolerle, sin embargo, la propia insignificancia sí. Al menos, a los 27 años, cuando el personaje se plantea un atisbo de maduración. Como dije, existencialismo.

Los personajes se encuentran constantemente reemplazando a un otro; dos ex matrimonios se cruzan en nuevas parejas que, lo mismo da si se casan, si van a tener un hijo, o si sólo tienen sexo casual: todas lucen más o menos parecidas en su dinámica. Durante un buen rato, y por diferentes razones, dos de los integrantes de una de las parejas utiliza ropas ajenas. Del mismo modo, los que forman otra de las parejas llevan figuras de cerámica que los representan; figuras estas que a su vez son desechadas en una especie de acto de afirmación personal. Son estos detalles los que nutren el planteo filosófico de la película, que a su vez, nos va metiendo en tono, haciéndonos descubrir chistes cada vez mejores en las lacónicas frases que escupen los personajes.

La idea llega hasta el paroxismo cuando van a un antro a ver tocar una banda punk de nombre El Otro Yo. Y redondea de manera hermosa con la filmación casera de la reunión de Silvias Prietos: gente común, aparentemente de poco destacar, incluso quizás fácilmente reemplazables, y aún así, hermosas en sus diminutas singularidades.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El planteo resulta muy a contramano de la filosofía actual: aquí nos dicen "valorate, sos diferente a los demás, pero tampoco te me agrandes, no sos fundamental ni irremplazable". Una especie de canto a la madurez, y, en definitiva, una propuesta amorosa. Siguiendo esta idea, y sobre todo basándome en los discursos finales de las diversas Silvias Prietos, podés alcanzar una idea de "sentido" armando una historia con un otro, amando a un otro, a una pareja, a unos hijos; o bien, amándote a vos mismo y viviendo la vida sin andar planificando mucho nada, tomándola como viene, tal cual expresa la última de las Silvias Prietos.

Hoy día, tengo la sensación de que nos bombardean con una idea contraria: "sos, no sólo diferente, si no mejor que los demás" en una suerte de ilusión de idolatría constante (influencerismo), convirtiéndote a vos mismo en una suerte de producto artístico-cultural marketineable, con seguidores... Una oda a la inmadurez. En definitiva, una propuesta de egocentrismo y mezquindad, competencia infinita y belicosidad constante. Me pregunto qué ideas le impulsará una historia como esta, a un veinteañero, en 2024.
20 de agosto de 2024 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente película de terror social y político. Nocturna, tenebrosa, gélida. "Gótico tropical" le dicen a este estilo, y "Caliwood" a este movimiento sobre-cinematográfico, en el que sus autores, poetas bien decididos en trasmitir el nivel de obscenidad política de la realidad social colombiana, se empecinaron también en alcanzar formas tan identitarias como de vanguardia. He aquí mi preferida de las que hasta ahora vi. Carpenteriana en sus rondas nocturnas y en su ritmo. Hanekeniana en su absoluta frialdad. La prefiero sobre otras que quizás sean mejores, como Carne de tu carne (el tema del incesto no me llama la verdad) o La Mansión de la Araucaima (sobre un absurdo más del tipo europeo o buñuelesco).

Pura Sangre amalgama, de manera inteligente, el discurso político con el cine de género. Podría decirse que nunca una metáfora fue tan literal, y que el cine fantástico, pocas veces estuvo tan orgánicamente combinado con una denuncia política tan nítida; aunque, si lo pensamos, Drácula siempre fue un conde que aterrorizaba al pueblo, y Lord Byron vivió chupándole la sangre al bueno de Polidori, su empleado personal. Pura Sangre es, entonces, una lógica (y no por eso menos creativa), actualización, o más bien corrimiento, de la metáfora. La sangre se chupa mediante chantaje a empleados, secuestros y transfusiones ilegales. Cuando el vampiro se revitaliza, maneja sus negocios con mano de hierro. La idea de vampirización flota en el pesado ambiente, pero lo que se nos cuenta es una realidad prosaica muchísimo más espeluznante que cualquier relato fantasioso. Los monstruos de este mundo también son inmortales (el viejo parece no morir, y la diferencia de clase muchísimo menos), también chupan sangre, también acechan en la noche y también cometen atrocidades indecibles.

La atmósfera sombría de Pura Sangre se alimenta de nuestra educación audiovisual, de la literatura fantástica, de la idea del vampiro y la banda sonora del cine de terror; sin embargo, ofrece sus picos de auténtico horror al presentarnos personajes reales obrando de manera absolutamente abyecta y sin el más mínimo atisbo de arrepentimiento. Personajes que ostentan una frialdad pasmosa, y que hacen de la no-fantasía su más terrorífica virtud.
23 de mayo de 2024 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"¿Qué es el cine?" Pregunta el Profesor a su clase, y se despacha con el siguiente soliloquio "No os engañéis. El cine es una industria. Es dinero: son cientos miles de millones invertidos en películas y recaudados en taquilla. Por eso no hay cine en nuestro país, porque no hay concepto de industria. Porque no hay comunicación entre creador y público. Hemos llegado a un momento crítico en el que el cine sólo se salvará si es entendido como un fenómeno industrial. Vosotros sois alumnos de imagen, sois el futuro del cine español, ¡Salvadlo! Ahí fuera está la industria norteamericana dispuesta a pisotearos, y sólo hay un modo de competir con ella: darle al público lo que quiere ver. No lo olvidéis."

¿Por qué es tan difícil entender esto para el ambiente de cine argentino? Que la importancia de la voz propia, que los autores, que el prestigio. A la mierda con todo, no tiene casi ningún mérito expresarse en una película, prescindiendo totalmente de la necesidad de entretener al público. Ninguno. Es más, hay mucho desmérito en derrochar presupuestos para expresar algo que bien podría ser un poema escrito en una servilleta.

Y lo más triste, es dejarse perder por goleada contra la industria yanquee fingiendo demencia, fingiendo que "el tanteador no existe".

Y para peor, después de ver joyas como ésta, producida en un país que evidentemente tiene (o tuvo, mejor dicho, hasta esta película) los mismos dilemas de "cine del prestigio vs cine del oficio", es encontrar que este thriller redondísimo y hasta topiquero, tiene detalles temáticos, ideas visuales, textos con sentido dentro de la diégesis pero con diálogo por fuera de ésta, y esa descarada autoconsciencia cinéfila, que la hacen una auténtica obra de autor.

Un autor que está a caballo del entretenimiento, estrellándose contra un público feliz, y no de espaldas a éste.

PD: La película más cara no es la que requiere mayor presupuesto, si no, LA QUE MENOS RECAUDA. A ver si despertamos...
4 de marzo de 2024 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pequeña película, de esas que cuando empiezan ya habían empezado, y que terminan antes de que te des cuenta, acerca del rodaje de una película independiente. Cine dentro de cine, elaborado con suma inteligencia, aprovechando la repetición de tomas y los desvaríos mentales de los estresados técnicos y actores, para desplegar una especie de origami infinito.

Sátira graciosa, que revisita casi todos los roles y clichés del gremio, que demuestra puro amor por la realización de cine (más que por el cine en sí). Nos despliega sueños, ilusiones, esfuerzos, frustraciones, y, sobre todo, las milagrosas soluciones con que uno se topa cuando, contra todo pronóstico, no baja los brazos (del todo) y decide encarar la realización de una película. Un guión soberbio por lo sorprendente y chiquito aunque presuntuosamente rebuscado, se ofrece lleno de emocionante vitalidad.

A la sombra de otras mucho más conocidas películas sobre rodajes, ésta se mantiene vital, apasionada, viviendo en el olvido, esperando a ser descubierta. No se la pierdan.
19 de febrero de 2024 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seamos honestos, el cine "de derechas" es muchísimo mejor que el cine "de izquierdas". No hay que tener una ni otra ideología para entender esta terrible e inapelable verdad.

Esta segunda entrega de "El Deseo de Matar", no tiene la altura de la original, que era una verdadera obra de autor contemplativa y profunda, aunque no resulta menos entretenida. Si más gamberra, con esa novia rubia y ochentosa que parece una versión femenina de Sonny Crocket de Miami Vice, paseándose con su trajecito blanco de lino y su coche deportivo. La pandilla de estridentes seudo punks ladrones-narco-viola-terroristas-de-la-estética son tan artificiosos cómo targets de cartón pintado de esos que se usan en un polígono para practicar tiro. Los ves nacer para morir (entre ellos el gran Laurence Fishburne con esas llamativas gafas que sólo aumentan las ganas de que un adulto vestido de traje le perfore la frente con un fierro caliente). Pandilla de reos que reproduce el esquema de un video juego: se los van colocando al protagonista para que los vaya destrozando uno a uno, para goce de una ciudadanía atormentada por el noticiero y visitada cada noche por fantasías de violencia redentora.

Esta continuación, mil veces más burda que la original, hecha por tierras cualquier tipo de debate en torno a la "justicia" por mano propia, a la problemática de la delincuencia, la actitud corrupta y/o hipócrita de lo que los yanquees llaman "liberales", la reinserción en la sociedad de personas que han cometido delitos, el perdón y la redención. La superficialidad de los problemas y la banalización de la violencia desarticulan cualquier atisbo de seriedad con que se pretenda abordar esta película. Pero queda en el aire sólo una duda, un disparador que lleva a un debate no menos interesante:

¿Por qué el cine "de derechas" es muchísimo mejor que el cine "de izquierdas"?
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