El trabajo de Tobey Maguire tendría que haberse premiado con un Oscar, o al menos nominación. Excelentes las escenas al regreso de Afganistán, cuando lo vivido, conduce al protagonista hacia un demoledor trastorno de conducta.

El trabajo del resto de actores, se queda en simplemente correcto, muy por debajo. La película se cimenta sobre un puñado de secuencias impactantes acompañadas de otro buen puñado de momentos absolutamente prescindibles.

Los aficionados al cine, que a la vez somos atrevidos y nos arriesgamos a hacer críticas; en ocasiones las escribimos desde nuestra parte emocional.
Este es el caso de LA CASA DE LA PRADERA, a la que dediqué tantas horas de domingo durante mi infancia. Una serie que nos reunía a todos después de la comida en torno a la familia Ingals... ¡¡Que recuerdos tan bonitos, y cuantos años han pasado!!

La nostalgia es un elixir que en ocasiones produce un viaje amargo, o delicioso, según se haya deslizado la vida en el tiempo.

Nunca podré votarla objetivamente, por eso mi puntuación la entrego desde la indulgencia hacia unos personajes y unas vivencias, a los que treinta años después sigo viendo con esa dulzura benevolente de los ojos de aquel niño.

Como siempre la BBC ofrece los documentales de mayor calidad, un ejemplo a seguir por las televisiones públicas de cualquier remoto lugar del mundo.

Diseñada con esa pericia que atesoran los trabajos británicos de esta índole. La BBC se ha especializado en programas y series de altísima calidad y de ahí la nota, en esta página.

Para amantes... o no... de los documentales de la naturaleza. A pocos dejará indiferente.

Desgraciadamente soy un tipo común y corriente. No viajo a Londres para estar al corriente de las buenas series que allí se producen. Pero soy dueño de cierta habilidad para descubrir buenos productos que me entretengan como THE GAME.

Perfilada con inteligencia, esta buena serie tiene todos los elementos para mantener tu atención pendiente de su sencilla y a la vez compleja trama.

Si Hugo Stuven, su director la hubiese realizado pasados unos años, con un poco más de experiencia emocional, el resultado hubiese sido mucho más brillante.

Durante los primeros minutos se nos muestra un guión vertiginoso que atrapa, rodado con una deslumbrante exquisitez. Pero tras el impacto inicial, el personaje que interpreta Alain Hernández, deja de empatizar con el espectador, que tal vez entiende lo que le está sucediendo, pero lo que ve no llega a traspasar esa barrera, porque antes no sabemos cuales son sus claves cotidianas, que siente, en definitiva: ¿Quién es?

Sobrecogedoras imágenes de una plasticidad deslumbrante. Tal vez el año que viene su director de fotografía mantenga entre sus dedos un Goya, durante la gala del cine español.