Aunque no es un noir ni un thriller o policial, sino un drama con algo de intriga, por su estética y su temática esto se sintió como un cruce entre Le Quai des Brumes (1938) y Out of the Past (1947).
En la trama no parece ocurrir mucho, esto se trata de un regreso al pasado, de una melancólica búsqueda de la inocencia y bondad en un mundo pervertido y destruido. Más allá de esto, lo más destacable es la creación de una increíble atmósfera fatalista (de posguerra con claras influencias del realismo poético y el noir) sumadas a unas excelentes interpretaciones de Gérard Philipe y Madeleine Robinson.
Por último, Pierre el personaje de Philipe ya parecía anunciar los silenciosos y misteriosos protagonistas del polar francés que luego vendrían de la mano de Melville.

Obra maestra absoluta. Un melodrama, una tragedia, cubierta de simbolismo.
Simbólicamente, Martha teje siempre como una araña, intriga alrededor de los demás para así controlarlos con el objetivo de proteger a su hijo. Se utilizan también otros elementos simbólicos como el fuego, las máscaras de carnaval, las torres, las escaleras, las puertas y ventanas, entre otros.
Los enfrentamientos del matrimonio de protagonistas son muy buenos, resulta creíble que llevan años casados y que se guardan ese nivel de rencor. Dolores Del Río está sublime, mejor que nunca, cumple perfectamente con un rol similar a lo que tenían actrices como Bette Davis, Joan Crawford o Vivien Leigh en Hollywood. La intensidad de su actuación encaja perfectamente con el tono de la película.
Además, Gavaldón y Figueroa retomaron sus geniales momentos psicológicos, oníricos y expresionistas (con la clara influencia de otros grandes como Murnau, Tourneur, Lewton, Hitchcock, Buñuel y von Sternberg).

Uno de los dos primeros largometrajes dirigidos por Mankiewicz, donde ya se notaba su talento y cultura pero a su vez su inexperiencia como director de cine (aquel mismo año también hizo Dragonwyck).
La laberíntica trama aunque es interesante y onírica, se vuelve por momentos muy confusa. Se presentan muchos personajes y se va de acá para allá por diversos escenarios intentando atar cabos para resolver el misterio: lo que me recordó a la mucho más confusa trama de The Big Sleep (1946) de Howard Hawks, la cual dependía completamente de sus ingeniosos y cínicos dialogos.
Esta trama sobre la amnesia y la posterior investigación de la vida de un hombre seguramente estuvo influida por Citizen Kane, pero claramente años después sirvió de inspiración para Memento.
En cuanto a las actuaciones, John Hodiak como protagonista resulta muy inexpresivo y no calza bien con el papel lo que le resta mucho a la película. Aunque los que si aportan mucho son varios de los secundarios que tienen participaciones cortas pero increíbles.
Más allá de la trama confusa y de un protagonista incorrecto, el gran problema de "Somewhere in the night" pasa por la extrema longitud de sus explicativos diálogos, los cuales generan cansancio en varias ocasiones (la información sobre la trama se nos brinda mayormente de forma oral, resultando poco cinematográfico). Esto seguramente esté relacionado con el hecho de que Mankiewicz comenzó como guionista y luego con los años se convirtió también en un excelente director.
En resumidas cuentas, es un muy buen trabajo de Mankiewicz si tenemos en cuenta el hecho de que pertenece a sus inicios. Aunque comete errores, también da destellos de genialidad con varios momentos metaficcionales y con la construcción de una notable atmósfera pesadillesca, laberíntica e iniciática.

Esta película debería ser proyectada delante de todos aquellos que aun se comen el cuento de que el cine clásico era simple escapismo. Pocas veces en pantalla se ha visto una representación tan cercana de lo que es el capitalismo-liberalismo y como este corrompe todo lo que toca.
Ulmar dirige de forma genial. Interpretativamente Sydney Greenstreet se lleva todos los aplausos, mientras que la interpretación de Zachary Scott quizás no esté a la altura de lo que se necesitaba. El personaje protagónico en manos de Kirk Douglas, Laurence Olivier, Orson Welles, o Humphrey Bogart hubiese sido una maravilla.

Vincent Price (perfecto como siempre) teje sus telarañas perversas al mas puro estilo de Iago o de Gavin Elster. La entretenida trama sumada a unos cínicos dialogos y los típicos contraluces exponen perfectamente las estratagemas de aquellos seres de las altas esferas. Aunque Price se destaca como ninguno, el resto del elenco no se queda atrás: Edmond O'Brien (héroe enredado), Ella Raines (¿mujer fatal?) y William Bendix (honesto e inteligente detective).
Sumamente recomendada.