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6
15 de enero de 2014
15 de enero de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La directora argentina Victoria Galardi habla los sentimientos de pertenencia, los celos y las rivalidades encubiertas en una película que además nos trae de vuelta a Elena Anaya, a la que no veíamos en cine desde "La piel que habito" y que ha tenido que irse a Argentina a buscar una oportunidad. Anaya es precisamente una actriz española en Buenos Aires que se ha instalado allí para encontrar más papeles y que pasa los veraniegos días de Navidad en casa de su amiga con el objetivo de relajarse y no ver a nadie, hasta que el ex marido de su amiga se cruza en el camino y le hace replantearse si vale la pena confesárselo a su amiga. Si está bien entablar una relación con alguien que ha sido el gran amor de su amiga o si es mejor pasar página porque la vida sigue y va cambiando para todos.
"Pensé que iba a haber fiesta" es una de esas películas que dejan caer algunas preguntas en lugar de resolverlas y en la que se echa en falta un poco más de metraje para tratar de responderlas. Porque se echa de menos saber un poco más sobre los motivos de Ana y Lucía para que sea tan problemática la relación con el ex marido de Lucía, del que se separó hace años. Quizá sentimiento de propiedad de la ex mujer a pesar de la separación, quizá celos, quizá deseo de Ana de quedar por encima de Lucía al envidiar su acomodada vida, quizá un deseo oculto entre ambas que nunca ha sido desvelado. Muchas preguntas que una vez que se vé la película quedan en el aire, demasiado en el aire y ese es el principal pero que se le puede poner a este filme, por otra parte interesante, rodado con sencillez y naturalidad y con buenas interpretaciones de Anaya y Bertucelli.
"Pensé que iba a haber fiesta" es una de esas películas que dejan caer algunas preguntas en lugar de resolverlas y en la que se echa en falta un poco más de metraje para tratar de responderlas. Porque se echa de menos saber un poco más sobre los motivos de Ana y Lucía para que sea tan problemática la relación con el ex marido de Lucía, del que se separó hace años. Quizá sentimiento de propiedad de la ex mujer a pesar de la separación, quizá celos, quizá deseo de Ana de quedar por encima de Lucía al envidiar su acomodada vida, quizá un deseo oculto entre ambas que nunca ha sido desvelado. Muchas preguntas que una vez que se vé la película quedan en el aire, demasiado en el aire y ese es el principal pero que se le puede poner a este filme, por otra parte interesante, rodado con sencillez y naturalidad y con buenas interpretaciones de Anaya y Bertucelli.

6,2
12.727
7
28 de febrero de 2012
28 de febrero de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El filme se basa en el libro autobiográfico de Colin Clark, un escritor que en su juventud tuvo la oportunidad de formar parte del equipo de "El príncipe y la corista" y conoció de primera mano a una Marilyn Monroe que a sus ojos se desveló como esa chica vulnerable y triste, que escondía tras su atractivo y su aparente ingenuidad. Una faceta que todos acabarían conociendo tras tu dramática muerte en 1962.
La cinta está dirigida por el desconocido Simon Curtis, que hasta ahora había ejecutado su labor en la televisión británica y que aporta el tradicional buen gusto de las producciones de época que vienen de esas islas. Asimismo, las interpretaciones son otro de los puntos fuertes de la cinta, con una magnífica Michelle Williams dando vida a la mítica Marilyn y mostrando con gran sutilidad y sentimiento la atormentada personalidad de una mujer que siempre buscó ser amada y ser considerada como una buena actriz mientras todo el mundo suspiraba por sus curvas. Un gran papel de una Williams que se ha convertido en una de las actrices más interesantes de su generación.
El resto del elenco se completa con un buen Eddie Redmayne, cuyo aspecto ingenuo le viene de perlas para dar vida al joven Clark, un chico que no acaba de creerse que esté tan cerca de la mayor estrella del cine del momento. Otros secuendarios como Judi Dench o Julia Ormond cumplen con solvencia en sus papeles, mientras que Kenneth Branagh da rienda suelta a su histrionismo y se queda a gusto en su encarnación de su admirado Laurence Olivier, metiendo citas de Shakespeare y todo. No soy muy fan de Branagh, pero aquí su tendencia a la ampulosidad le viene bien a su personaje. También sale en un breve papel Emma Watson, la Hermione de "Harry Potter", tratando de quitarse de encima tantos años de encasillamiento en la saga del niño mago. No lo hace mal, pero tampoco ofrece nada que permita ver su abanico de posibilidades, el futuro dirá que es de ella.
Una película muy interesante que quizá no ofrezca nada nuevo a los que conozcan un poco la vida de Marilyn, pero que resulta una aproximación muy sincera y honesta a su figura. Recomendable.
La cinta está dirigida por el desconocido Simon Curtis, que hasta ahora había ejecutado su labor en la televisión británica y que aporta el tradicional buen gusto de las producciones de época que vienen de esas islas. Asimismo, las interpretaciones son otro de los puntos fuertes de la cinta, con una magnífica Michelle Williams dando vida a la mítica Marilyn y mostrando con gran sutilidad y sentimiento la atormentada personalidad de una mujer que siempre buscó ser amada y ser considerada como una buena actriz mientras todo el mundo suspiraba por sus curvas. Un gran papel de una Williams que se ha convertido en una de las actrices más interesantes de su generación.
El resto del elenco se completa con un buen Eddie Redmayne, cuyo aspecto ingenuo le viene de perlas para dar vida al joven Clark, un chico que no acaba de creerse que esté tan cerca de la mayor estrella del cine del momento. Otros secuendarios como Judi Dench o Julia Ormond cumplen con solvencia en sus papeles, mientras que Kenneth Branagh da rienda suelta a su histrionismo y se queda a gusto en su encarnación de su admirado Laurence Olivier, metiendo citas de Shakespeare y todo. No soy muy fan de Branagh, pero aquí su tendencia a la ampulosidad le viene bien a su personaje. También sale en un breve papel Emma Watson, la Hermione de "Harry Potter", tratando de quitarse de encima tantos años de encasillamiento en la saga del niño mago. No lo hace mal, pero tampoco ofrece nada que permita ver su abanico de posibilidades, el futuro dirá que es de ella.
Una película muy interesante que quizá no ofrezca nada nuevo a los que conozcan un poco la vida de Marilyn, pero que resulta una aproximación muy sincera y honesta a su figura. Recomendable.

7,4
40.299
8
29 de octubre de 2013
29 de octubre de 2013
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La vida de Adèle" es la nueva película del tunecino afincado en Francia Abdellatif Kechiche, un director poco conocido en nuestro país pero con una obra sólida en su país de adopción, con películas como "La escurridiza", que le valió para ganar los premios César (los Goya franceses) y otras como "Cuscús" y "La Venus negra", centradas en las diferencias raciales. Para su nueva película ha recurrido al cómic "El azul es un color cálido", de la autora francesa Julie Maroh, centrado en la relación entre dos mujeres, una adolescente y una universitaria con el pelo teñido de azul. Todo ello para una película que causó sensación en el pasado festival de Cannes y que le valió la Palma de Oro del jurado presidido por Steven Spielberg, que manifestó sentirse muy emocionado por la película.
En los últimos meses la película ha dado también que hablar por otros motivos que su calidad. Los técnicos que trabajaron en el rodaje y las actrices protagonistas denunciaron jornadas maratonianas de trabajo y un exceso de tomas para cada escena, en unos modos dignos del mítico Stanley Kubrick, conocido por su perfeccionismo obsesivo y que no dudaba en repetir hasta la extenuación una toma si no se quedaba convencido. Si en el caso de Kubrick esa repetición buscaba obtener una realidad cinematográfica lo más depurada posible, Kechiche busca ir quitando capas de interpretación para quedarse con algo que suene cotidiano y realista, para hacernos creer que los actores no están actuando. De hecho, el propio realizador ha lamentado estas críticas a su método de trabajo por cómo afectarán a aquellos que las conozcan cuando vean la película, perdiendo esa magia que tiene el cine cuando no se sabe muy bien cómo se hace lo que se ve en pantalla.
Y es que "La vida de Adèle" tiene en el naturalismo su gran baza, a la hora de mostrar la vida común de una adolescente de una ciudad francesa de provincias. Una adolescente que mira la tele mientras come, va siempre con su grupo de amigas y flirtea con los chicos del instituto, que también es aficionada a la lectura y disfruta leyendo los libros que le mandan en clase, haciendo sus propias interpretaciones de lo que lee y que practica la escritura plasmando sus pensamientos en un diario del que nunca sabemos qué es lo que llega a escribir. Adèle (Adèle Exarchopoulos) nunca se ha considerado lesbiana hasta que un día cruza su mirada en la calle con Emma (Léa Seydoux), la chica de pelo azul que remueve algo en su interior, uno de esos flechazos fugaces que quizá no se repitan, hasta que la casualidad quiere que Adèle y Emma vuelvan a encontrarse. Emma es estudiante de Bellas Artes y hará que Adèle descubra aspectos de sí misma que no conocía y que le harán crecer interiormente, en un amor que cambiará la vida de Adèle para siempre. Y mientras tanto, los espectadores somos testigos del proceso de ese primer gran amor, de su nacimiento, consolidación y decadencia, de cómo las cosas que parecían para siempre acaban por diluirse.
Esta es una película en la que la labor de sus actrices es fundamental para transmitir las emociones y Adèle Exarchopoulos y Léa Seydoux están a la altura del reto. El director contagia al espectador su fascinación por Exarchopoulos, por su personalidad sencilla y soñadora, tan exhuberante en su carácter como en su físico, capaz de ser adorable cuando se ruboriza, cuando su cara se ahoga en lágrimas, cuando su boca come y ama y cuando desnuda su bello cuerpo. La desconocida actriz es la revelación del filme, bien secundada por la más popular Seydoux (vista en varias cintas francesas y producciones americanas como "Robin Hood", "Midnight in Paris" o "Misión imposible: Protocolo fantasma"), que aporta un perfil más retraído para complementarse con la pasional Adele. Una química que ambas actrices escenifican a la perfección incluso ya fuera del rodaje.
Pero si la película ha dado que hablar ha sido por sus escenas de sexo, en las que se deja poco a la imaginación, con ambas actrices retozando desnudas durante varios minutos. Y estas escenas son para mí el punto más discutible de la película, por resultar más propias de una (flojilla) peli porno de lesbianas. Cuesta creer que una chica que se acuesta por primera vez con otra actúe con la audacia de una actriz porno. Por eso creo que hubiera sido más ajustado ver cómo la más experimentada enseña a la novata, del mismo modo que le enseña otras cosas en la película. Es bonito ver a las dos actrices desnudas pero no siento nada en esos momentos de excitación, a los que les falta la naturalidad del resto del metraje, donde el propio director te saca de la película dejando ver el artificio (mucho mejor es una escena que tiene lugar en una cafetería y en la que hay muchas pasiones en juego, donde ahí si que se siente la pasión).
De todos modos, es un reproche menor para una película recomendable, cuyas tres horas pasan volando y dejan con ganas de más. Aún así, creo que ha sido un poco sobrevalorada como obra maestra, ya que el cine nos ha dejado varias películas de carácter romántico tan buenas o mejores que "La vida de Adèle", me da que a algunos el sexo se les ha subido a la cabeza. Con todo ello, es un filme notable y merece la pena.
En los últimos meses la película ha dado también que hablar por otros motivos que su calidad. Los técnicos que trabajaron en el rodaje y las actrices protagonistas denunciaron jornadas maratonianas de trabajo y un exceso de tomas para cada escena, en unos modos dignos del mítico Stanley Kubrick, conocido por su perfeccionismo obsesivo y que no dudaba en repetir hasta la extenuación una toma si no se quedaba convencido. Si en el caso de Kubrick esa repetición buscaba obtener una realidad cinematográfica lo más depurada posible, Kechiche busca ir quitando capas de interpretación para quedarse con algo que suene cotidiano y realista, para hacernos creer que los actores no están actuando. De hecho, el propio realizador ha lamentado estas críticas a su método de trabajo por cómo afectarán a aquellos que las conozcan cuando vean la película, perdiendo esa magia que tiene el cine cuando no se sabe muy bien cómo se hace lo que se ve en pantalla.
Y es que "La vida de Adèle" tiene en el naturalismo su gran baza, a la hora de mostrar la vida común de una adolescente de una ciudad francesa de provincias. Una adolescente que mira la tele mientras come, va siempre con su grupo de amigas y flirtea con los chicos del instituto, que también es aficionada a la lectura y disfruta leyendo los libros que le mandan en clase, haciendo sus propias interpretaciones de lo que lee y que practica la escritura plasmando sus pensamientos en un diario del que nunca sabemos qué es lo que llega a escribir. Adèle (Adèle Exarchopoulos) nunca se ha considerado lesbiana hasta que un día cruza su mirada en la calle con Emma (Léa Seydoux), la chica de pelo azul que remueve algo en su interior, uno de esos flechazos fugaces que quizá no se repitan, hasta que la casualidad quiere que Adèle y Emma vuelvan a encontrarse. Emma es estudiante de Bellas Artes y hará que Adèle descubra aspectos de sí misma que no conocía y que le harán crecer interiormente, en un amor que cambiará la vida de Adèle para siempre. Y mientras tanto, los espectadores somos testigos del proceso de ese primer gran amor, de su nacimiento, consolidación y decadencia, de cómo las cosas que parecían para siempre acaban por diluirse.
Esta es una película en la que la labor de sus actrices es fundamental para transmitir las emociones y Adèle Exarchopoulos y Léa Seydoux están a la altura del reto. El director contagia al espectador su fascinación por Exarchopoulos, por su personalidad sencilla y soñadora, tan exhuberante en su carácter como en su físico, capaz de ser adorable cuando se ruboriza, cuando su cara se ahoga en lágrimas, cuando su boca come y ama y cuando desnuda su bello cuerpo. La desconocida actriz es la revelación del filme, bien secundada por la más popular Seydoux (vista en varias cintas francesas y producciones americanas como "Robin Hood", "Midnight in Paris" o "Misión imposible: Protocolo fantasma"), que aporta un perfil más retraído para complementarse con la pasional Adele. Una química que ambas actrices escenifican a la perfección incluso ya fuera del rodaje.
Pero si la película ha dado que hablar ha sido por sus escenas de sexo, en las que se deja poco a la imaginación, con ambas actrices retozando desnudas durante varios minutos. Y estas escenas son para mí el punto más discutible de la película, por resultar más propias de una (flojilla) peli porno de lesbianas. Cuesta creer que una chica que se acuesta por primera vez con otra actúe con la audacia de una actriz porno. Por eso creo que hubiera sido más ajustado ver cómo la más experimentada enseña a la novata, del mismo modo que le enseña otras cosas en la película. Es bonito ver a las dos actrices desnudas pero no siento nada en esos momentos de excitación, a los que les falta la naturalidad del resto del metraje, donde el propio director te saca de la película dejando ver el artificio (mucho mejor es una escena que tiene lugar en una cafetería y en la que hay muchas pasiones en juego, donde ahí si que se siente la pasión).
De todos modos, es un reproche menor para una película recomendable, cuyas tres horas pasan volando y dejan con ganas de más. Aún así, creo que ha sido un poco sobrevalorada como obra maestra, ya que el cine nos ha dejado varias películas de carácter romántico tan buenas o mejores que "La vida de Adèle", me da que a algunos el sexo se les ha subido a la cabeza. Con todo ello, es un filme notable y merece la pena.

6,7
4.727
7
20 de diciembre de 2011
20 de diciembre de 2011
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Medianeras" es el debut del realizador argentino Gustavo Taretto, que adapta un corto suyo, del mismo nombre, en una historia de soledades en la gran ciudad. Sus dos protagonistas son dos inadaptados que sobreviven en el día a día sin hacer mucho ruido, sin que se note mucho su existencia. Los dos tienen sus manías y sus excentricidades (él se pasa casi todo el día encerrado en casa en su ordenador y ella tiene fijación con los maniquíes), conocen a otras personas, pero ninguna es la adecuada. Son dos almas gemelas que aún no se han encontrado, no han encontrado a esa otra persona que está destinada a ser su hogar.
Merece destacarse la interpretación de Pilar López de Ayala, que aquí deja patente su talento con una sensible actuación que incluye hablar con acento argentino (no sé que opinarán los argentinos, pero a mí me resultó bastante creíble ese acento suyo). Es encomiable la búsqueda de buenos papeles por parte de la actriz, que no ha querido encasillarse en pelis o series de medio pelo y se ha ido a buscar roles fuera de España.
El filme está dirigido con brío y aunque tiene algunos momentos que rayan con la "argentinada", está bien llevado y consigues identificarte de verdad con los protagonistas. Además ofrece una serie de reflexiones sobre la influencia de la arquitectura en los comportamientos humanos, de las construcciones como metáforas de la personalidad.
Con todo ello, tenemos una interesante comedia romántica que se deja ver con agrado. Recomendable.
Merece destacarse la interpretación de Pilar López de Ayala, que aquí deja patente su talento con una sensible actuación que incluye hablar con acento argentino (no sé que opinarán los argentinos, pero a mí me resultó bastante creíble ese acento suyo). Es encomiable la búsqueda de buenos papeles por parte de la actriz, que no ha querido encasillarse en pelis o series de medio pelo y se ha ido a buscar roles fuera de España.
El filme está dirigido con brío y aunque tiene algunos momentos que rayan con la "argentinada", está bien llevado y consigues identificarte de verdad con los protagonistas. Además ofrece una serie de reflexiones sobre la influencia de la arquitectura en los comportamientos humanos, de las construcciones como metáforas de la personalidad.
Con todo ello, tenemos una interesante comedia romántica que se deja ver con agrado. Recomendable.

6,0
24.760
6
28 de noviembre de 2011
28 de noviembre de 2011
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
A algunos quizás les resulte curioso ver a David Cronenberg realizando un filme de época, pero los que hayan seguido la trayectoria del director canadiense ("La mosca", "Inseparables" o "Crash" sobre todo) verán como un paso natural que una película suya hable sobre Freud y las represiones y perversiones de origen sexual. Siempre ha habido un gran protagonismo de las ideas freudianas en su filmografía, con el sexo como fuente de vida y destrucción.
En esta ocasión toma como referencia una serie de hechos reales en los primeros años del psicoanálisis, cuando todavían se estaban sentando las bases del revolucionario movimiento, que proponía la escandalosa idea de que el sexo era el origen de todas las neurosis. La cinta nos ofrece la relación entre Freud y Jung, el cual se separó de las ideas de Freud, al considerar el sexo insuficiente para explicar todos los trastornos de la psique.
Y en medio de todo ello, la relación sentimental de Jung con una paciente a la que cura y que acabará ofreciendo sus propias ideas sobre el tema. Mucha influencia en la trama tendrá el doctor Otto Gross (Vincent Cassel en uno de esos persoanjes ambiguos que tan bien se le dan), que hace gala de no reprimir ninguno de sus instintos y que hará que Jung se replantee sus convicciones hasta el momento.
Así contado, suena apasionante para los aficionados a los temas psicológicos, como una historia potente de grandes ideas y grandes pasiones. Y es interesante, sin duda, pero es una lástima que la frialdad de la película acabe lastrando su resultado. En la primera parte del filme, cuando se empiezan a tejer las relaciones entre los personajes, esa frialdad resulta adecuada. Pero en la segunda parte, cuando las pasiones toman el primer plano de la historia, esa frialdad provoca que el espectador esté distante de todo lo que le cuentan, que no se involucre con lo que les pasa a los protagonistas.
De este modo, nos encontramos ante un filme bien dirigido e interpretado, con una mención especial para Viggo Mortensen como Freud, que me resultó muy convincente pese a que siempre me ha parecido un actor algo limitado. Tampoco me olvido de Keira Knightley, que aquí consigue transmitir la sensación de estar fuera de sí toda la película, incluso cuando su personaje se cura de las neurosis. Y Michael Fassbender cumple como el reconcentrado Jung, demostrando que es un actor con futuro.
Una cinta que no pasará a la historia como lo mejor de su director, pero que se deja ver y que estimula el interés por querer saber más de los personajes que retrata. Interesante.
En esta ocasión toma como referencia una serie de hechos reales en los primeros años del psicoanálisis, cuando todavían se estaban sentando las bases del revolucionario movimiento, que proponía la escandalosa idea de que el sexo era el origen de todas las neurosis. La cinta nos ofrece la relación entre Freud y Jung, el cual se separó de las ideas de Freud, al considerar el sexo insuficiente para explicar todos los trastornos de la psique.
Y en medio de todo ello, la relación sentimental de Jung con una paciente a la que cura y que acabará ofreciendo sus propias ideas sobre el tema. Mucha influencia en la trama tendrá el doctor Otto Gross (Vincent Cassel en uno de esos persoanjes ambiguos que tan bien se le dan), que hace gala de no reprimir ninguno de sus instintos y que hará que Jung se replantee sus convicciones hasta el momento.
Así contado, suena apasionante para los aficionados a los temas psicológicos, como una historia potente de grandes ideas y grandes pasiones. Y es interesante, sin duda, pero es una lástima que la frialdad de la película acabe lastrando su resultado. En la primera parte del filme, cuando se empiezan a tejer las relaciones entre los personajes, esa frialdad resulta adecuada. Pero en la segunda parte, cuando las pasiones toman el primer plano de la historia, esa frialdad provoca que el espectador esté distante de todo lo que le cuentan, que no se involucre con lo que les pasa a los protagonistas.
De este modo, nos encontramos ante un filme bien dirigido e interpretado, con una mención especial para Viggo Mortensen como Freud, que me resultó muy convincente pese a que siempre me ha parecido un actor algo limitado. Tampoco me olvido de Keira Knightley, que aquí consigue transmitir la sensación de estar fuera de sí toda la película, incluso cuando su personaje se cura de las neurosis. Y Michael Fassbender cumple como el reconcentrado Jung, demostrando que es un actor con futuro.
Una cinta que no pasará a la historia como lo mejor de su director, pero que se deja ver y que estimula el interés por querer saber más de los personajes que retrata. Interesante.
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